Javier Vázquez Delgado recomienda: Sex Criminals 3. Tres son multitud
Edición original: Sex Criminals, Volume 3: Three the hard way.
Edición nacional/ España: Astiberri.
Guión: Matt Fraction.
Dibujo: Chip Zdarsky.
Entintado: Chip Zdarsky.
Color: Chip Zdarsky.
Formato: Cartoné, 17 x 26 cm., 120 páginas.
Precio: 16,00 €.
Podría considerarse que con las reseñas de los dos volúmenes anteriores ya lo habíamos dicho todo sobre Sex Criminals, y que ya lo habíamos visto todo en esta serie; que el chiste no podía extenderse mucho más. Quienes consideren eso, estarían por completo equivocados. Por un lado, y como ya hemos comentado en otras oportunidades, los autores plantearon al cómic de manera tal que la premisa inicial fuera solo eso, el punto de partida desde donde desenrollar una sucesión de temas que no se agotan para nada rápido. Por otro lado, tampoco se estancan en la historia de la pareja de criminales que dan nombre a la serie sino que la van desenvolviendo en las sucesivas etapas que puede tener una relación. Además, van sumando personajes que cobran importancia en la trama mayor del cómic y generan nuevas historias y subtramas y complicaciones para seguir narrándolas mes a mes, o en este caso tomo a tomo.
Para marcar la pauta de esto último, el tercer volumen de por sí ya tiene como título Tres son multitud y en su primera secuencia vemos la historia de un personaje completamente nuevo, quien rápidamente se convertirá en uno importante del reparto. De manera similar, el tercer capítulo (o la tercera grapa recopilada) introduce a otra, también con su particular trasfondo y que se irá sumando a la trama principal de la serie regular. Ambos tiene a su vez otro punto en común, y es que viven su sexualidad de una manera muy distinta a Jon y Suzie, alcanzando el orgasmo por otras vías y generando algo diferente cuando llegan, sin entrar en spoilers y reservando la sorpresa para la lectura.
Asimismo, en el capítulo entre los dos referidos, directamente tenemos una clase maestra sobre sexualidad femenina, sobre lo “normal” y lo “anormal”, preconceptos y prejuicios que se extienden desde épocas oscuras hasta nuestra actualidad pretendidamente mucho más avanzada, citando por ejemplo que la mutilación genital a las mujeres fue legal en los Estados Unidos hasta 1996. Este es un perfecto ejemplo de algo muy interesante que se proponen los autores en este cómic, que es abordar temas reales y concretos de sexualidad con información verificada, acudiendo a expertos, tal como relató Matt Fraction en más de una oportunidad. En los volúmenes anteriores ya habíamos leído escenas similares pero en este caso es todavía más explícito y directo.
Además, la clase de la doctora Kincaid (otro personaje excelentemente logrado por la dupla autoral) está muy bien incorporado a la historia de este tercer volumen, ya que hablando de lo supuestamente normal y anormal, está haciendo alusión a los dos nuevos personajes referidos en el párrafo anterior, pero no solamente a ellos: también a los propios protagonistas, a los miembros de la Policía del Sexo, al psicólogo de Jon, a la amiga de Suzie en pareja con el ginecólogo de ella también… a todos, incluidos los lectores y los autores. La sexualidad no es binaria, dice Kincaid, no es algo que pueda delimitarse de una vez y para siempre, y es un planteo que por supuesto hacen Fraction y Chip Zdarsky en clara referencia a debates de los tiempos que corren. Conseguir esto, que una obra de arte, una obra de la cultura, hable de un tema actual y contemporáneo, y a través de una historia entretenida y divertida, no es para nada fácil y es parte de lo que hace tan interesante a Sex Criminals.
Pasando a la historia de la pareja protagónica, así como en el volumen uno nos contaban el enamoramiento y en el dos empezábamos a ver los primeros conflictos entre ambos y cómo los solucionaban, en este tres somos testigos de cómo en el devenir de la historia de la pareja ya asentada cada uno va regenerando la identidad individual, que en cierto punto se pierde en una unidad cuasi simbiótica que puede darse en el enamoramiento y eso desde luego generará nuevas cuestiones a resolver. Esta trama, no obstante, en este tomo empieza a plantearse y no se desarrolla del todo, sentando bases para próximas entregas y anticipando ese futuro conflicto.
Por su parte, el apartado de thriller y suspenso que supone la persecución de la Policía del Sexo a Jon y Suzie (más los personajes que van incorporándose a su vida y por consiguiente a esta problemática), tiene nuevas aristas en estos números gracias a comenzar el desarrollo más profundo de estos personajes, que hasta el momento eran bastante unidimensionales, solo villanos malvados que perseguían a nuestros héroes. Ocupándose principalmente de esta tarea, y en particular de Myrtle relacionándose con el psicólogo de Jon, la trama también queda en un impasse sin muchos avances y planteándose para proseguir en el próximo tomo.
Con lo dicho hasta aquí, es evidente que lo esencial de este tercer volumen está en la incorporación de nuevos personajes en cuanto a lo narrativo, y en el planteo del tema de la vivencia de la sexualidad de manera diferente según la historia personal de cada uno.
Desde luego que esto no priva a los autores del ya típico humor suyo, no solo en los diálogos, nombres y detalles de los fondos, sino en interacciones directas de ellos a nosotros y entre ellos mismos, incluyendo toda una escena de una conversación telefónica suya que también reservo para la sorpresa de la lectura. Así, Fraction y Zdarsky logran sostener una dinámica creativa y de relación con los lectores relajada, desfachatada, que se hace única en su especie, y es otra parte muy importante para el disfrute de este cómic.
Como decíamos al comienzo, ni de cerca ya hemos visto todo lo que hay que ver de Sex Criminals. La serie, el tema y sus personajes tienen mucho para dar, y Fraction y Zdarsky tienen mucho para hacer con todo ello. En la edición original, en efecto, ya acumulan cinco volúmenes (el quinto recién publicado) y más por venir. Y esperamos con ansias los dos volúmenes que restan en la edición española.
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