Javier Vázquez Delgado recomienda: Sherlock Frankenstein y la Legión del Mal

 

Edición original: Black Hammer 12 y Sherlock Frankenstein and the Legion of Evil.
Edición nacional/ España: Astiberri
Guión: Jeff Lemire.
Dibujo: David Rubín.
Formato: Cartoné, 152 páginas.
Precio: 16,00 €.

 

Astiberri nos trae en sus novedades de este mes de agosto, que llevan unos días a la venta, el primer tomo dedicado a expandir el universo de Black Hammer, escrito por el propio Jeff Lemire y dibujado por David Rubín, en forma de miniserie de cuatro números a la que se le añade como inicio el número doce de la primera serie de Black Hammer. Sí, por si alguien no se había fijado, al segundo tomo de la serie de Black Hammer le faltaba justo ese número (así como el anual pertinente), una decisión curiosa pero que no parte de Astiberri sino que viene de la propia Dark Horse. Evidentemente este número casa con lo que aquí se cuenta, de hecho casa también a nivel visual ya que es uno de los dos que dibujaba David Rubín en la serie, pero también contiene una parte importante de la historia principal, podíamos discutir si con esta maniobra se nos “obliga” a comprar el cómic al puro estilo Marvel o DC, bien por completismo o por seguir la vida de la protagonista, pero, por suerte, la historia es buena y merece la pena hacerse con este cómic, así que podemos obviar el tema económico. No es un tomo tan enorme, en sentido cualitativo, como los dos de Black Hammer que hemos visto por España pero, sin duda, es un cómic para tener en la estantería.

El hecho de que leamos esto después de la serie principal, cosa que no tiene nada que ver con el ritmo de publicación de aquí sino con la decisión del propio autor, causa algunos problemas, el número 12 es una historia sobre Lucy Weber, la hija de Martillo Negro a la que veíamos heredando el manto del padre, o más bien su martillo, en un final que nos dejaba uno de los mayores cliffhangers del año. Este número lo que narra es la motivación de Lucy para buscar a los héroes mientras que la mayoría los creen muertos, y tiene dos continuaciones, una en el número trece de Black Hammer con la historia general y otra en esta serie de Sherlock Frankenstein y la Legión del Mal, podríamos llamar a estos números tranquilamente 12.1 a 12.4, de ahí que aconsejaría a todo aquel que se haya asombrado con la historia principal que se haga con ellos, siendo conscientes de que el nivel cualitativo no es el mismo eso sí.

El nombre del tomo lleva un poco al engaño, Sherlock Frankenstein y la Legión del Mal no nos cuenta la historia de estos personajes como protagonistas, no es la historia de qué hacen o dejan de hacer unos villanos en un escenario determinado, sino la de una hija que busca a su padre desesperadamente. Sí que nos cuenta detalles del universo Black Hammer pero no como pueda parecer por su portada, Lucy, en su viaje, va conociendo la historia de los villanos, primero de algunos asociados y luego de Sherlock Frankenstein, algunas con sus giros y otras más bellas por su simplicidad. Además Lemire utiliza un metalenguaje para hablar del mundo del cómic, de los cambios que se dan en las diferentes épocas, extrapola, en cierta medida, su yo en Lucy, enfrentándola en diálogos con los villanos ya ancianos presentados como algo obsoleto y caduco, como si el conflicto héroe/villano fuese algo de antes, de la infancia, sin embargo lo hace venerando aquellas antiguas batallas, como un homenaje pero también como parte de la historia sobre la que crear algo nuevo, no es extraño, el cómic de Lemire va mucho por ahí, revisar lo viejo para crear algo nuevo. Hay que mencionar una parte mucho más explícita pero que le queda muy bien, la forma en la que, repasando la historia de Sherlock Frankenstein, repasa todas las edades del cómic, desde una prehistoria victoriana como referencia a la ciencia-ficción hasta la actualidad, nombrando las épocas de oro, plata y bronce con nostalgia pero dejando ese final esperanzador de que estamos ante “una nueva época”.

El tratamiento que da Lemire a los villanos aquí es tan clásico como el que da a los héroes en Black Hammer, son los parias y todos obtienen un resultado negativo por sus acciones pasadas, está el encarcelado, el que abandona y se margina, quien se arrepiente tras acabar gravemente herida y quien decide cambiar de bando para redimirse, son esquemas muy tradicionales de blanco y negro, “si no eres bueno acabas mal” es el mensaje que se puede sacar de aquí y prácticamente de la totalidad de los cómics de la Golden Age, pero el guionista consigue meterles sus pequeños tonos grises en los diálogos.

El guión de Jeff Lemire es bueno, puede que no llegue a entrar en sus grandes obras como Descender, Bloodshot o la propia Black Hammer, pero es muy imaginativa, bien llevada, con buenos diálogos y que encaja a la perfección en este universo. La parte mala es que es muy predecible, los giros y las supuestas sorpresas que tiene se ven venir desde lejos, eso sin contar que hay dos cosas importantes de la trama que ya se saben por la serie principal, es decir, los lectores de Black Hammer ya saben lo que pasará desde la primera página, todo el misterio que Lucy tiene que descubrir y el porqué de esa acción, de ese cambio en ese personaje, y eso le resta un poco de emoción.

Toca hablar del dibujo, si bien es cierto que antes he hablado mucho en un tono que se refiere fundamentalmente al guión, ya que se analizan las ideas de fondo y los diálogos, no podemos olvidar que la parte más importante de la narrativa se la lleva el aspecto gráfico y hablar de David Rubín es hablar de un buen dibujante ya consagrado en nuestro país y que ha demostrado de sobra ser digno de un Eisner aunque no se lo dieran. Su narrativa es muy buena y se nota que es un currante, que sus páginas están muy trabajadas, ahora bien, aquí he visto un par de cosas, la primera no la sabría definir muy bien, es más una sensación que algo realmente tangible, hay algunas viñetas y algunos gestos que me chocaban un poco, quizás el resultado no sea tan bueno como nos tiene acostumbrados o quizás sea algo mío, lo mismo me pasa con el color, tengo la sensación de que todo es muy rojo, porque al final de eso va esto del arte, de las sensaciones de cada uno y la mía me dice que he leído un cómic en el que todo sucede mientras anochece, todo demasiado homogéneo a pesar de que sí que hay momentos realmente espectaculares. Para no acabar con algo malo quiero alabar los diseños de los personajes, en especial de Cthu-Lou, sus siervos y de ese Wingman anciano que me parece algo fuera de serie.

Creo que la conclusión es que no es un cómic tan bueno como su serie madre, ni tan bueno como lo mejor de lo que estos dos autores nos han dado pero sí que merece la pena. A quien le guste Black Hammer le gustará, quien quiera una historia bonita la encontrará y aquellos que disfruten del cómic de superhéroes o hayan disfrutado de él en alguna ocasión pueden beber de la nostalgia que este tomo nos da.



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