Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC – Injustice Vs. Masters of the Universe

 

Edición original: Injustice Vs. Masters of the Universe #01 (1 de 6).
Guión: Tim Seeley.
Dibujo: Freddie E. Williams II.
Entintado: Freddie E. Williams II.
Color:Jeremy Colwell.
Formato: Grapa, 32 páginas, color.
Precio: 3,99 euros.

 

En 1983 empezó la emisión de los primeros episodios de la serie de animación en la que la acción nos trasladaba a Eternia, un mundo en el que un malvado villano, Skeletor, ansiaba hacerse con el poder escondido en el Castillo de Grayskull. Para defender el bien, Eternia cuenta con un defensor, He-Man, que se manifiesta cuando el Príncipe Adam desenfunda su espada e invoca el poder de Grayskull.

La serie fue un éxito y estaba basada en una línea de juguetes de la empresa Mattel, de la que se emitieron un total de 130 episodios entre los años 1983 y 1985. Se acaba de forjar un pequeño mito televisivo.

El 16 de abril de 2013 se lanzó al mercado el videojuego Injustice: Dioses entre nosotros, un juego de lucha protagonizado por los héroes y villanos del Universo DC. El juego está ambientado en un mundo diferente al que todos los aficionados a DC conocen, ya que en Injustice Superman es un dictador que domina el mundo con mano de hierro.

Precediendo a la salida del juego se presentó un cómic que ampliaba la historia y ayudaba, a modo de precuela, a entender mejor el universo de Injustice. En 2017 se lanzó la secuela y desde hace unos años se publica una serie regular de bastante éxito en el que se explora el mundo planteado en el videojuego.

Y sobre estos dos pilares de la cultura del siglo pasado y del siglo XXI, se cimienta la miniserie que enfrenta a estos dos mundos tan dispares en una batalla por derrocar a Superman de su trono dictatorial.

El guion de este cruce corre a cargo de Tim Seeley (Nightwing) que como buen narrador que es aprovecha el primer número para asentar las tramas que se van a tratar en la miniserie, sembrar ciertos misterios y presentar a los personajes a los lectores nuevos, empezando por los que pueblan Eternia con el Príncipe Adam a la cabeza. Todo muy de manual, pero sin sorpresa alguna.

Los acontecimientos son posteriores a los narrados en la miniserie que cruzó a los Masters del Universo con otra de las franquicias claves de los años ochenta, los Thundercats, y arranca en medio de una trifulca por desenmascarar a un impostor al trono, cuando, solventado este tema, llegan a Eternia varios héroes de DC con la intención de solicitar la ayuda de He-Man ya que su origen mágico les da una ventaja estratégica sobre los poderes de Superman. (Como si no hubiera héroes y heroínas con poderes mágicos en DC).

Seeley no va mucho más lejos en este primer número y se marca una serie de escenas en las que define bien quien es quien, las motivaciones de cada personaje y lo que les abruma y preocupa, a fin de mostrarlos cercanos al lector. El trabajo de Seeley es más intenso con los habitantes de Eternia que con los héroes de DC, tal vez por ser personajes con más espacio para la interpretación o más abiertos a introducir variaciones sobre su planteamiento. Y no hay mucho más en cuanto a la historia.

En cuanto al dibujo corre a cargo de nuevo de Freddie E. Williams II que, con un estilo muy recargado con trazo grueso, nos muestra a unos sobredimensionados personajes donde la hipertrofia muscular, sea hombre o mujer, está al orden del día. Su He-Man es enorme, es majestuoso, es poderoso por sí mismo, imponiendo gracias a su aspecto físico y a una secuencia de viñetas en las que explota al máximo el primer plano del héroe en cuestión. Williams abruma al ojo con su dibujo, donde todo parece majestuoso y lleno de vitalidad.

Este primer número deja que desear en tanto que empuja a pensar en una trama muy simplista sobre lo que vamos a poder encontrarnos en las sucesivas entregas. La presentación de todo es tan convencional que nada apunta a que el desarrollo no vaya a ser también muy convencional. Los lectores con cierto rodaje a las espaldas no tardaran en deducir que es lo que va a pasar, al menos en un 70 por ciento de la trama. Esto hace que el interés decaiga mucho incluso para los aficionados que ven reactivados sus recuerdos de infancia y se ven mirando la televisión donde He-Man cabalga sobre su tigre de combate. Podríamos decir, sin mucho riesgo a errar, que estamos frente a un cómic que vive de rentas, rentas propiciadas de las dos franquicias involucradas. Un número uno que no invita a seguir y que no acaba de funcionar por lo que Seeley nos pone de fondo argumental.

La forma si es la óptima, pero se pasa de convencional y no despierta emoción alguna o interés suficiente como para querer saber más sobre el desenlace de esta batalla entre la magia y Superman. Una lástima.



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