Javier Vázquez Delgado recomienda: Marvel Deluxe. Patrulla X: Cisma.

 

Edición original:X-Men Schism 1-5 y X-Men: Regenesis USA..
Edición nacional/ España:Panini Comics.
Guión:Jason Aaron.
Dibujo:Carlos Pacheco, Daniel Acuña y Frank Cho.
Formato:Tomo en tapa dura, 192 páginas.
Precio:18,95€.

 

Los X-Men, o la Patrulla X, como se les conoce en la lengua de Cervantes ha sido siempre uno de los grupos superheroicos más sometidos a cambios y reformulaciones, tanto a nivel ficcional como editorial. No en vano, hablamos de un grupo clásico de la Casa de las Ideas que en ocasiones ha sido tanto líder en ventas, como la colección que estaba próxima a la cancelación. Y es que, no es fácil contentar al público cuando hablamos de mutantes, puesto que cuando son aceptados en sociedad sus cómics suelen carecer, en opinión de este redactor, del nivel necesario para despertar el interés del fan, y cuando son perseguidos, temidos y odiados (como reza su slogan desde la época de Stan Lee) resulta peligroso caer en lo manido y tedioso.
Así, lo que en la década de los 60 empezó como una forma dentro del género superheroico de explicar las dos principales visiones que del racismo y de las acciones a tomar en contra de él tenía la raza negra, hoy no deja de ser una colección más dentro de un género tan sobreexplotado como el de los superhéroes, donde resulta muy difícil sorprender y donde la intolerancia y el odio se dirige a otros colectivos distintos, habiéndose no superado, pero sí mitigado en Estados Unidos, el problema del racismo tradicional.

De este modo, Charles Xavier y Erik Magnus Lensherr, esto es, el Profesor X y Magneto, encarnaban las dos visiones de la cuestión mutante, como Martin Luther King y Malcolm X encarnaron en su día los dos puntos de vista sobre el racismo que atenazaba el país. Así, Donde Xavier (a través de su X-Men a los que acogía y entrenaba), o Luther King, en quien se inspira, perseguía un sueño de tolerancia y de integración, en el que aquellos seres nacidos con dones inimaginables podían hacer mucho más por la humanidad si ésta los acogía como sus compañeros e iguales, Magneto, como Malcolm X, quería combatir el fuego con fuego, habiendo experimentado en sus propias carnes el holocausto judío perpetrado por el nazismo, lo que le llevaba a no considerar la convivencia como una solución. Es por ello que el amo del magnetismo creaba una Hermanda de Mutantes Diabólicos cuyo fin último era la erradicación del Homo Sapiens como penúltimo paso en la evolución que era, acelerando la obligada sustitución por el Homo Superior que en opinión de Magneto debía de acontecer forzosamente.

Ocurre que, sin embargo, este eterno conflicto con el tiempo se fue gastando, siendo cada vez más difícil explicar por qué se odiaba y temía a los mutantes por poseer grandes poderes en un mundo en el que se llegaba a aclamar a seres como Iron Man, el Capitán América o Thor, quienes de haberlo deseado, también podrían haberse vuelto contra aquellos a quienes protegían y haberse convertido en una amenaza.

Si a ello sumamos que muchos mutantes habían pasado a engrosar las filas de Los Vengadores ya desde antiguo, la histeria anti mutante cada vez resultaba más difícil de justificar.
Es por ello que, tras la saga que supuso Complejo de Mesías, los Mutantes vivían un periodo de calma en la Isla de Utopía, apartados del mundo en un hogar que buscaba su identidad internacional propia, pero sin desoír en ningún caso las peticiones de ayuda de otros seres humanos, mutantes o no, que les llegaran en cada momento.
El problema es que si mantienes a los personajes en un estado de paz perpetua que rara vez se ve perturbada, es fácil perder el interés de la franquicia, razón por la que Marvel encargó a Jason Aaron el siguiente paso en las páginas mutantes: Redefinir (una vez más) la situación de La Patrulla X para con el resto del Universo Marvel.

El por aquel entonces guionista primerizo en Marvel diseñó una interesante trama en la que recogía el testigo de otros guionistas como Chris Claremont o Grant Morrison, o al menos trataba de evocarlo, comenzando por una visita en la que dos de los más importantes Mutantes Marvel trataban de hacer de Utopía un estado a tener en cuenta por el resto de las potencias mundiales, lanzando un mensaje de paz y ayuda al resto del mundo.

En este punto, debemos hacer un inciso a esos dos mutantes, a los verdaderos protagonistas de la historia, aquellos con los que Aaron decide jugar para dar su siguiente paso, para sustituir de algún modo a Magneto y Xavier, si bien con puntos de vista muy distintos a los de aquellos dos y esta vez, consiguiendo que el lector empatice con ambos personajes. Esos dos mutantes no eran otros que Scott Summers, a.k.a., Cíclope y James Howlett, a.k.a., Logan, a.k.a., Lobezno, a.k.a. Arma X.

La relación entre Logan y Scott siempre ha distado mucho de ser pacífica, y es que desde que Segunda Génesis ambos personajes fueran puestos en común, Cíclope tenía muy difícil ejercer su papel de líder sobre un Lobezno mucho mayor que él y más experimentado en la batalla que se negaba a seguir las órdenes de quien consideraba un joven imberbe que no merecía ni su respeto ni su atención. Por si ello fuera poco, ambos habían amado y perdido, siendo la mujer objeto de sus anhelos y de su tristeza la misma: Jean Grey.
Sin embargo, y con el paso de los años, aquella enemistad se había ido transformando, primero en tolerancia y mutuo entendimiento y después en una amistad que, aunque era puesta a prueba en diversas ocasiones, había acabado por resultar creíble y lógica para el lector.

Pues bien, es en este caldo de cultivo, en el que Cíclope lidera la Isla-Estado de Utopía con Logan como su mayor valedor y mejor aliado, en el que un ataque supremacista perpetrado durante la conferencia diplomática que Scott trataba de dar en Utopía sobre toda la raza mutante, vuelve a poner al homo superior en el punto de mira de los gobiernos de cada estado, retornándose por tanto a aquel dogma definitorio de los mutantes que los tenía por temidos, perseguidos y odiados. De este modo, Jason Aaron volvía a encontrar una excusa perfecta para que los mutantes volvieran a ser el enemigo público número 1 del Universo Marvel, y es que, está claro que experimentos editoriales a parte, y a pesar de otras grandes sagas que no han consistido en el odio anti mutante, lo que mejor sienta a estos personajes es el ponerlos a la carrera cuando nadie confía en ellos.

A partir de aquí, y como no podía ser de otra manera, se formaran dos frentes que pondrán a prueba la amistad de Scott y Logan, resucitando viejos odios, y por tanto dando lugar a ese Cisma que da título al evento. La disyuntiva es la siguiente: Utilizar a los estudiantes de Utopía que han acudido a la Isla en busca de refugio como soldados que deben luchar por su propio porvenir o, por el contrario, dejar que los niños sigan siendo niños, a pesar de lo que el mundo tenga planeado para ellos y de las guerras que se avecinen.

El primer punto de vista está encarnado por Cíclope, quien ha luchado por sí mismo y por sus compañeros desde la adolescencia, mientras que el segundo está encarnado por Logan, cansado y hastiado de tantas guerras y conflictos en las que se ha visto obligado a participar.
El dibujo de este nuevo evento mutante está repartido entre varios artistas de La Casa de las Ideas, que a través de los seis números que abarca el tomo de Panini, nos aportan su particular punto de vista gráfico.

De este modo, Carlos Pacheco, hace gala de su estilo más realista y rico en detalles, lo que se ve lastrado por el dibujo de Daniel Acuña y de Frank Cho, que hacen del evento mutante una historia menos apasionante cuando son ellos los que se encargan de ilustrarlo. Y es que, sin ser en absoluto malos dibujantes, resulta difícil no compararlos con Pacheco, quien, a juicio de este redactor, resulta un dibujante mucho más difrutable.

Las consecuencias de este evento, editorialmente hablando, fueron que el mismo sirvió de excusa para a partir de ese momento, lanzar dos colecciones mutantes de carácter mensual.
Uncanny X-Men, que se desarrollaba en Utopía, donde los mutantes luchaban por sí mismos apoyados por Cíclope, Emma Frost y un Magneto que, aparentemente, se había redimido a sí mismo y Lobezno y la Patrulla X, en la que Lobezno y quienes decidían seguirlo, resucitaban la Escuela Xavier para jóvenes talentos de sus cenizas en Westchester, bautizando el nuevo instituto como Escuela Jean Grey, tratando de formar a nuevos y jóvenes mutantes en el sueño de Xavier.



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