Javier Vázquez Delgado recomienda: Los Suzuki en París

 
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Edición original: It’s Your World – volumes 1 y 2 (Pari no Suzukike), Kana 2008-2013.
Edición nacional/ España: LetraBlanka Editorial 2018.
Guión: Junko Kawakami.
Dibujo: Junko Kawakami.
Traducción: Fidel de Tovar.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta (13×18), 300 páginas.
Precio: 10€.

 

Los contrastes, las diferencias, los detalles que convierten algo en exótico, siempre son elementos que atraen y llaman la atención. No se puede negar que muchos lectores de manga estamos enamorados tanto del cómic japonés como de su cultura, no solo por su riqueza, sino también por lo curiosa y diferente que es respecto a la nuestra. Conocerla no es solo interesante, sino que también permite abrir la mente a diferentes puntos de vista y de pensamiento y consigue que, a una escala reducida, seamos algo más tolerantes con aquello que al ser humano suele aterrar: lo desconocido y “raro”. Evidentemente, este comportamiento tiene efecto “bumerán”, y mucho japonés se siente profundamente atraído por una cultura tan pintoresca y curiosa como la occidental. Ya lo veíamos en la autobiográfica Un mal viaje al oeste, donde un artista taiwanés se las veía y deseaba para sobrevivir a la cultura y forma de vida españolas para finalmente terminar disfrutando de la experiencia que supone encontrarte con lo opuesto a ti. Quitando esa parte tan biográfica, tan de diario que encontrábamos en la obra editada por Fandogamia, ahora es LetraBlanka la editorial que nos trae un producto que no solo representa ese choque cultural en una historia amena y entretenida, sino que destila mestizaje por los cuatro costados. Los Suzuki en París de Junko Kawakami es una obra que partiendo de la base típica de los josei y los slice of life con adolescentes crea un buen retrato de lo bueno y lo malo de la llegada de una familia japonesa a un estilo de vida tan diferente de la suya como la francesa.

Junko Kawakami es una autora que ya lleva unos cuantos años trabajando en este mundillo. Comenzó escribiendo bajo el pseudónimo de Memaru Nishi y publicando en las revistas de josei y romance. Su hobby es viajar, y en el año 2004 decidió liarse la manta a la cabeza y trasladarse a París, momento desde el cuál comenzó a trabajar desde Francia para algunas editoriales japonesas. Kawakami siempre se ha movido como pez en el agua en el terreno del josei, dando lugar a historias de gran calidad que parten de la base romanticona y cómica del shôjo, pero con una profundidad superior, más adultas y humanas, con una gran representación de los sentimientos y de la vida humana. Su calidad como narradora junto a su destacado dominio del apartado artístico hacen que Kawakami sea una autora a tener en cuenta si se es aficionado a esta clase de mangas, que no caen en infantilidades y superficialidades, pero que siguen dejando hueco a la hilaridad y a un argumento ligero. Los Suzuki en París supuso su primera obra para Francia, y el tema abordado no podía ser más acertado. ¿Quién mejor que una japonesa viviendo y trabajando en París para contarnos cómo se siente un oriundo del país del sol naciente al chocar con la forma de vida que se practica en la “Ciudad del Amor”?

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Los Suzuki en París es una obra que me ha recordado mucho a la ya citada Un mal viaje al oeste, en el sentido de cómo pone de relieve los elementos de las dos culturas que chocan entre sí para por un lado descubrirnos tradiciones y maneras de actuar y pensar que son ajenas a nosotros, y al mismo tiempo ponernos frente al espejo de las cosas que hacemos nosotros, y que a ojos de un extranjero pueden suponer una verdadera locura. El manga nos cuenta la historia de la familia Suzuki, cuyo cabeza principal Yoshiyuki Suzuki, es un comercial nipón que ha sido destinado a una sucursal francesa de su empresa para trabajar allí una temporada. A esa aventura europea arrastrará a su mujer, Kyoko, y a sus dos hijos adolescentes, Lumi e Hiroya, siendo este último el protagonista y nuestros ojos a la hora de ver y sentir como es la vida de un japonés en un entorno tan diferente como París.

Así, a través de Hiroya y su familia, iremos viendo los diferentes problemas de adaptación que van teniendo los Suzuki en Francia, y como aun así consiguen sobrellevarlo y, cada miembro a su manera, hacerse un hueco y ser felices. El pobre Hiroya es el que más sufre el cambio. Su padre, amante del país vecino, está encantado con poder vivir en un lugar que le lleva años fascinando; su madre es una soñadora que vive más tiempo en las nubes que en la tierra y además tiene una antigua amiga de universidad viviendo también en París; y Lumi, su hermana mayor, vive el día a día obsesionada con la moda, la belleza y pescar un novio francés guapo. Hiroya por su parte ha dejado sus amigos y toda su vida en Japón, y se ve obligado a empezar de cero en un instituto en el que nadie le conoce, pronuncian mal su nombre y donde le cuesta seguir el ritmo de las clases porque el idioma es una barrera complicada de salvar. En un primer momento la novedad, el exotismo de Hiroya, hace que casi todos los alumnos de su clase se interesen por él, pero el efecto gaseosa se diluye pronto, y se ve solo y sin posibilidad de acercarse a la gente por no poder hacerse entender. Por suerte Fátima, una de sus compañeras de clase, le ofrece dar clases particulares de francés, y a partir de ese momento la vida de Hiroya irá mejorando, y la historia se ramificará entre la adaptación de los Suzuki, y los típicos problemas adolescentes del chico, especialmente los más clásicos de todos: la amistad y el amor.

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La historia de Los Suzuki en París no es que sea la originalidad en persona, y de hecho tira de la mayor parte de los clichés de la demografía josei, del slice of life y de la comedia romanticona adolescente. Sin embargo, la historia de Hiroya, eje conductor de la obra, está salpicada por esos elementos de choque cultural que aportan frescura e interés a la narración. La mayor parte de la obra está salpicada de curiosidades, tradiciones, rituales y costumbres japonesas y el contraste que tienen con las occidentales. Kawakami hace un gran trabajo a la hora de representar las diferencias que hay en la relaciones niponas y francesas, con Hiroya sorprendiéndose tanto de que la gente se salude con un beso como de que se reciba con cordialidad a una persona nueva y que haya gente dispuesta a ayudarle, en lugar de hacerle el vacío como solía ocurrir en Japón. Todo ello además se complemente con los otros tres miembros de la familia, que a base de pequeñas pinceladas e insertos dentro de la historia de Hiroya, aportan al mismo tiempo un alivio cómico y una representación de los arquetipos familiares nipones, que no por ser recurrentes dejan de ser ciertos. Tenemos al cabeza de familia que se dedica por completo al trabajo y que, pese a ser un amante de un país extranjero, no puede abandonar sus tradiciones y costumbres de origen, ni siquiera en el trato con sus superiores. Tenemos a la madre, Kyoko, que se dedica por completo a cuidar la casa y a sus hijos, y que nos mostrará diferentes situaciones donde aprenderemos algo de, por ejemplo, qué desayunan los japoneses, o los problemas que tiene con el manejo de los euros. Y tenemos a Lumi, la clásica chica japonesa que quiere ser popular y estar a la moda, que parece superficial en un primer momento, pero que oculta muchas inseguridades bajo su fachada de chica independiente.

Cómo veis, un abanico de formas de ser y de personajes que nos aporta una visión de una típica familia japonesa. Y no obstante, pese a esa tipicidad de los personajes y la historia, Kawakami consigue dotarles del carisma necesario como para que te interese saber más, conocer como Hiroya puede enfrentarse a su primer viaje de fin de curso, como Kyoko se maravilla de los bajos precios de la sandía o Lumi tiene que superar un fracaso amoroso. Kawakami logra crear unos personajes muy interesantes que se unen al interés que ya genera el choque cultural que se nos plantea desde un primer momento, consiguiendo un ritmo narrativo muy bueno alternando entre ambas realidades de la obra. La autora consigue también solventar el problema de lo previsible que es un guión que tira de recursos ya vistos muchas veces, con un desarrollo que encierra varias sorpresas y con un final bastante fresco y satisfactorio, y sobre todo muy humano. Y es que, como buen josei/slice of life, Los Suzuki en París no deja de ser una obra muy realista, que se toma sus licencias con los momentos de humor, pero que en general tiene un pulso muy profundo y sentimental, pero sin llegar al nivel de drama.

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Otra de las cosas que están muy bien trabajadas en el manga es el apartado artístico. Kawakami parte de un estilo típico del shôjo/josei, con personajes de ojos grandes y muy metidos cada uno dentro de un estereotipo, para después ir evolucionándolos y dotarlos de una gran personalidad visual. Es un dibujo artesanal, de un trazo fino y ligero, que cuenta con un buen nivel de detalle pero logrado a través de una técnica desenfadada, sin recargar. Ocurre como en el argumento, es un estilo profundo, pero sin saturar al que lo ve. Tiene un genial diseño de personajes, muy identificables todos y con una gran capacidad de expresar a través de los rostros y las miradas. La autora sabe medir muy bien la inclusión de fondos y, aunque no son muy recurrentes, si que tienen un buen nivel cuando aparecen. Tiene un uso de las tramas de los habituales en las obras juveniles, lo cual me parece bastante acertado. Es un dibujo bastante dinámico, pese a no necesitar en ningún momento que los personajes sean ágiles ni que estén dotados de mucho movimiento, pero a pese a ello Kawakami es capaz de dotarlos de esas cualidades en los momentos necesarios. Y la ambientación está muy conseguida, con representaciones de lugares típicos de Francia, ya sea en viñeta o portadilla.

Mencionar por último el genial trabajo de edición de LetraBlanka, que me ha sorprendido muy gratamente. Un tomo de gran calidad, de un número de páginas bastante superior al habitual en el formato (ya que esta edición es una integral que contiene los dos tomos originales en uno solo) y con una labor de maquetación soberbia. El acabado es brillante, tanto en la sobrecubierta como en la cubierta interior, la calidad del papel, el encuadre de las viñetas, la gran traducción de Fidel de Tovar (muy importante en una obra con tantas aclaraciones y localización de cosas típicas japonesas, así como el tono utilizado en la misma)… Un trabajo impecable de una editorial menos conocida que las “grandes”, pero que ha puesto mucho mimo en este trabajo. Y todo ello a un precio bastante ajustad para lo que solemos ver hoy día.



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