Javier Vázquez Delgado recomienda: Shadowman 1, de Andy Diggle y Stephen Segovia

 

Edición original: Shadowman 1.
Edición nacional/ España: Medusa Cómics.
Guión: Andy Diggle.
Dibujo: Stephen Segovia.
Color: Ulises Arreola.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: 2,95 €.

 

Ya podemos decir que Medusa Cómics se ha puesto al día con Valiant publicando todas las grapas que a día de hoy salen de manera regular en su país de origen (a excepción de las segundas Harbinger Wars que llegan en breve), sí que aún queda material inédito pero cada vez es menor, está enfocado a tomo (como la tercera parte de Britannia) y nada de ello pertenece a Shadowman, gracias al segundo tomo en edición de lujo que también ha salido este mes y cuya reseña está aquí. La vida de este personaje en la nueva Valiant no ha sido precisamente destacable, de los héroes que primero lanzó la editorial se llevó la peor serie, algo curioso si tenemos en cuenta que fue el más exitoso, a nivel económico por lo menos, de la vieja encarnación de la editorial. Su principio con Justin Jordan fue excesivamente normal y el trabajo de Peter Milligan no es de los memorables precisamente, sí que gozó de buenos dibujos y algún número llamativo pero la colección no pasaba de correcta, por eso esta serie era esperada por algunos, vale que Andy Diggle no es precisamente uno de esos guionistas que ya solo con el nombre vende un cómic, pero sí tiene buenas obras y su trabajo en Vertigo con Los Perdedores y Hellblazer son lo que da buena espina a la hora de abrir este cómic. El problema no es ni el personaje ni la temática, lo que hizo Matt Kindt con él en Ninjak y Rapture demuestran lo primero, las series de la Doctora Mirage o las apariciones de la propia Punk Mambo demuestran lo segundo así que la tarea de Diggle es algo tan simple como difícil, coger lo anterior y buscar un ángulo interesante para enfocar al personaje. Y en este primer número lo consigue.

Andy Diggle toma lo que hicieron Jordan, Milligan y Kindt, lo mete en una coctelera, lo agita y lo suelta con un toque personal, en unas pocas páginas repasa todo, hace que Jack Boniface vuelva como un héroe al estilo de sus primeros números, pero también que siga con ese toque de locura que le había metido Milligan y tan destrozado moralmente como lo había dejado Kindt, con lo que tenemos al típico personaje que busca la redención por sus errores mediante heroicidades en un entorno sobrenatural pero sin las decisiones estúpidas que le hacía tomar Milligan, es decir, una mezcla que le sienta bastante mejor que lo visto en sus series anteriores. Quizás no supere a Kindt pero, por lo menos en el primer número, se acerca.

El encargado del dibujo es Stephen Segovia, un autor que se ha prodigado por Marvel o DC pero para el que Valiant siempre ha tenido un hueco, haciendo buenos trabajos en series como Ninjak o Unity, y es lógico viendo su calidad. En el caso de la serie actual de Shadowman es probablemente uno de sus mejores trabajos, muy narrativo a la vez que detallista, no hace un Shadowman homogéneo sino que se mueve por sus encarnaciones y consigue reflejar esa falta de poder de la que se habla en la serie mostrando una relación diferente entre el loa y Jack después de su paso por la zona muerta. En este aspecto y en el de las batallas mágicas hay que destacar también la buena labor de Ulises Arreola al color, una parte fundamental de la narración.

Los autores comienzan el cómic mostrando un mundo en el que Shadowman lleva tiempo desaparecido, por lo que Alyssa Miles ejerce, en la medida de lo posible, de protectora. Las primeras páginas se centran en ella, ahora convertida a sacerdotisa Mambo y moviéndose por los pantanos, al estilo de Punk Mambo pero mostrando sus diferencias con ella, ya en la etapa de Milligan habían colaborado pero sin ser muy compatibles la una con la otra con lo que se ve que los autores han hecho los deberes.

La lucha contra un engendro es el desencadenante para que Shadowman vuelva de la zona muerta, destrozado y sacando fuerzas de donde puede para detener al enemigo y poder escapar. La acción del cómic se sitúa solo en esas páginas centrales, la construcción de Diggle y Segovia es bastante solida en este sentido, da un planteamiento nuevo, muestra un poco de batalla y salta a lo necesario, es decir, la explicación pertinente. La escena de salón, café y contar sus vidas es muy típica, tanto como necesaria. Se ve que Diggle no ha llegado a la serie para romper moldes sino para dar a Shadowman una cierta continuidad frente al caos de puntos de vista que tuvo en sus anteriores series. De hecho no se inventa nuevos villanos sino que toma al Barón Samedi con el que el héroe ya había tenido sus más y sus menos.

Un número es poco para hacer una buena valoración pero la labor de los autores y el cliffhanger final, con guiño a la etapa de Milligan, dejan un buen sabor de boca. La nueva grapa de Medusa es una serie a tener en cuenta, Diggle prometía arcos argumentales de tres números, lo cual puede favorecer bastante al desarrollo del personaje, y aunque aquí no se hable del número dos, no se puede acabar sin decir que es mejor que el primero.



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