Javier Vázquez Delgado recomienda: #HowardChaykinDayZN – Batman: Oscuras lealtades
Edición original: DC Comics – 1996
Edición España: Ediciones Zinco – 1996
Guión: Howard Chaykin
Dibujo: Howard Chaykin
Entintado: Howard Chaykin
Color: Howard Chaykin
Portada: Howard Chaykin
Precio: 775 pesetas (tomo en formato prestigio de 64 páginas, publicado dentro de la línea «Otros mundos»).
Cuando se planteó la posibilidad de dedicar una jornada a Howard Chaykin, varias fueron las posibilidades que rondaron por mi cabeza, como colaboraciones viables en esta iniciativa. Al principio, pensé en solicitar Conexión Escorpio, al ser la primera novela gráfica a la que pude echar el guante, en el ya lejano otoño de 1990. Sin embargo, luego tuve que llevar a cabo un ejercicio de sinceridad y recordar que, en ese momento, el dibujo de don Howard -al que la propaganda de Forum llamaba algo así como el nuevo enfant terrible del cómic yanqui- me echó mucho para atrás. Así pues, me decidí por una de mis primeras adquisiciones de la distinguida competencia, conseguida seis años después, en los últimos momentos de Zinco. Ahora sí -o entonces sí- pude acercarme al autor con más lecturas a mis espaldas y, en definitiva, pasar un buen rato con una propuesta diferente.
A mediados de los noventa, las propuestas vinculadas a Elseworlds u Otros mundos, eran constante, siendo el caballero nocturno uno de sus principales protagonistas. El hecho de que Crisis en Tierras Infinitas dejara el multiverso deceero reducido a la unidad, no fue óbice para que la creatividad de distintos autores tuviera salida a través de historias «imaginarias» que podrían -o no- haber acontecido. En el caso de Oscuras lealtades, Chaykin presentó a un Batman que desarrolla su función justiciera en los años previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Una curiosa forma de volver a los orígenes temporales del personaje, aprovechando toda el material que la época ofrecía.
Los Estados Unidos se encuentran al principio del gobierno del presidente Franklin Delano Roosevelt, cuya política del New Deal simboliza el principio de la recuperación del país, tras los oscuros tiempos de la depresión. Sin embargo, los problemas aún están lejos de haber desaparecido. Durante los locos años veinte, judíos, afroamericanos y católicos son señalados por ciertas organizaciones racistas -como el infame Ku Klux Klan- como los causantes de los males que aquejan a la sociedad. Durante la década posterior, noticias como la del ascenso del nazismo en la atribulada Alemania de Weimar promoverán cierto intercambio de ideas y experiencias entre grupos afines. Mussolini intentará crear una internacional fascista, como respuesta a las versiones socialistas; el K. K. K. Intentará exportarse a Canadá (donde la experiencia terminará en fiasco) y al viejo continente (donde el carnaval de las túnicas tendrá poco que hace frente a los métodos locales). Así, el cómic presenta la posibilidad de que la Legión Blanca, un movimiento comandado por las versiones de este mundo del Joker, Dos Caras y el Pingüino, se plantee la posibilidad de tender puentes más profundos con el Tercer Reich.
Oscuras lealtades es una historia en la que el autor presenta unos años treinta con sus aspectos positivos y negativos. Chaykin no se corta a la hora de presentar aspectos sórdidos de, por ejemplo, el star system hollywoodiense. Así, su versión de Catwoman tiene una imagen pública virginal, que contrasta con un oscuro pasado, lo que sirve de palanca para que sea víctima de extorsión y de chantaje. Los tradicionales villanos ocupan posiciones de prestigio dentro de la sociedad del momento, y sus deformidades permiten al autor una reflexión sobre aquellos tiempos en los que un hombre confinado en una silla de ruedas, había llegado a la presidencia del país (Roosevelt conservaba secuelas de la poliomielitis, que habían afectado a su movilidad).
El tebeo mantiene las premisas arquetípicas de Batman, con una apariencia engañosa -en este caso, de galán de una sociedad acostumbrada al glamour de Hollywood-, una notable capacidad para la investigación y el combate y su inevitable colección de cachivaches (bien adaptados a la época y al momento de la historia). El momento más memorable es el del encuentro entre Bruce Wayne y un Adolf Hitler vestido de turista, que juega a ser un simple civil, mientras entra en juego el futuro de dos naciones que, al correr del tiempo, habrán de enfrentarse en el campo de batalla. El más divertido -para mí- es la referencia que se hace a la Sombra -personaje con el que el autor tiene algo que ver- como fuente de inspiración de Batman.
El resultado es un ejercicio de imaginación que se consume agradablemente y que presenta, a nivel gráfico, todo lo que el autor es capaz, tanto en la parte literaria como en la gráfica.
Ver Fuente
Comentarios
Publicar un comentario