Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de La Monja, de Corin Hardy

 
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Dirección: Corin Hardy
Guión: Gary Dauberman y James Wan
Música: Abel Korzeniowski
Fotografía: Maxime Alexandre
Reparto: Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet, Bonnie Aarons, Charlotte Hope, Ingrid Bisu, Jonny Coyne, Manuela Ciucur, Jared Morgan, Sandra Teles, Boiangiu Alma, Laur Dragan
Duración: 96 min
Productora: Warner Bros/Atomic Monster/New Line Cinema/The Safran Company.
Nacionalidad: Estados Unidos

 

James Wam lleva camino de convertirse en uno de los creadores de ficción terrorífica más prolífico y exitoso del panorama actual. Después de haber ayudado a construir sagas como Saw e Insidious el microcosmos al que más rendimiento está sacando es al relacionado con las figuras de los parapasicólogos Ed y Lorraine Warren. Mientras en su faceta como director se ocupaba de las dos soberbias entregas de Expediente Warren: The Cojuring su avezado instinto como productor comenzaba a diseñar todo tipo de spin offs derivados de los films protagonizados por Vera Farmiga y Patrick Wilson. El primero en llegar fue el de Annabelle, la muñeca maldita que los “sabuesos de lo sobrenatural” tenían confinada en su famoso museo personal, contando ya con dos entregas, la estrenada en 2014 y su precuela, Annabelle: Creation, de 2017. Más tarde, desde las entrañas de Expediente Warren: El Caso Enfield, nace este nuevo spin off centrado en el personaje de “La Monja”, la encarnación corpórea del demonio Valak que atormentaba a la familia británica protagonista de la mejor entrega de toda la franquicia. Con guión del habitual de la casa Gary Dauberman basado en una historia del mismo James Wan, dirección del británico Corin Hardy y un reparto encabezado por Taissa Farmiga, Demian Bichir, Jonas Bloquet y la indispensable Bonnie Aarons La Monja ha llegado a las carteleras de todo el mundo recibiendo críticas bastantes negativas, pero reventando la taquilla al recaudar 131 millones de dólares a nivel mundial sólo durante su primer fin de semana.

Sirva como aviso para los fans de las correrías fantasmagóricas del matrimonio Warren que si con La Monja esperan encontrar la milimétrica puesta en escena, la sabia asimilación de referentes y el control del tempo narrativo en los pasajes de terror de James Wan grabados a fuego e las dos entregas de The Conjuring la decepción se hará patente bien temprano. El largometraje de Corin Hardy, a pesar de su voluminoso envoltorio, no deja de ser en esencia una Serie B, un producto exploit, una pieza que elude los referentes más obvios como El Exorcista o La Profecía para abrazar la influencia de trabajos italianos de terror como El Engendro del Diablo (La Chiesa, 1989) de Michele Soavi o el remake que Lamberto Bava realizó de La Máscara del Demonio (La Maschera del Demonio, 1960) uno de los clásicos más famosos de su padre Mario Bava. De esta manera el segundo spin off de la franquicia Expediente Warren deja clara su naturaleza de pastiche intrascendente y divertido desde su mismo arranque. No es que el director de The Hallow y su guionista, Gary Dauberman, se tomen a broma el material que tienen entre manos, nada más lejos de la realidad, pero sí son conscientes de lo inane de un producto hecho a rebufo de un enorme éxito de crítica y público cuya única misión es extender el microcosmos previamente planteado por los films anteriores u ofrecer pura fruición cinematográfica de género.

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Más allá de la ligereza de la historia narrada por sus responsables delante y detrás de las cámaras La Monja hace gala de un diseño de producción encomiable. Warner Bros y la productora de James Wan, Atomic Monster, permitieron a Corin Hardy rodar el largometraje en Rumania con varias localizaciones situadas en una antigua catedral y esto, a parte de ser el caldo de cultivo para añadir anécdotas sobre supuestos “hechos sobrenaturales” en la promoción del film, es algo que se deja notar en pantalla. Desde una perspectiva puramente cinematográfica la dirección artística y de fotografía, los juegos de luces y sombras inducidos por la iluminación y la inteligencia del realizador a la hora de colocar la cámara son las mayores virtudes de The Nun. Los encargados del apartado visual consiguen transmitir una atmósfera herética, tenebrista, transmitiendo en todo momento una constante sensación de peligro. Gracias a angostos pasillos mal iluminados, siniestras capillas sacramentales y cementerios neblinosos el espectador receptivo en todo momento se ve inmerso en esos parajes de pesadilla implicándose con el relato expuesto a la espera de las consabidas escenas de sobresaltos, en su mayoría protagonizadas por el ya icónico personaje al que da vida la inquietante actriz Bonnie Aarons.

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El guión de Gary Dauberman, repleto de clichés y lugares comunes, construye una trama notablemente previsible deparando pocas sorpresas desde un punto de vista argumental. Por suerte su escritura es ágil y sabe encadenar de manera competente numerosos pasajes de tensión con los que mantener el interés de un espectador permitiéndose en pocos momentos bajar la guardia. En este sentido entra en escena la labor detrás de las cámaras de Corin Hardy, bastante meritoria si tenemos en cuenta su exigua filmografía y con una sabiduría bien medida a la hora de mantener el control de una maquinaria de notable tamaño como la que James Wan y sus colaboradores ponen a su disposición. En cuanto a los pasajes de terror se aplica una ambivalencia un tanto molesta por parte del realizador alternando secuencias excelentemente medidas en las que la sugestión, el control de los tiempos y la atmósfera transmiten genuina inquietud con otras en las que los trucos de barraca de feria, los golpes de sonido estridentes y una tosquedad formal a la hora de intentar ejecutar los célebres jump scares haciendo que la faceta más de género del film se resiente un tanto. Con todo el proyecto depara algún que otro pasaje destacable por su fuerza y si hacemos caso a los rumores que confirman la autoría de James Wan en varios de ellos no debería sorprendernos la eficiente ejecución de los mismos.

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Taissa Farmiga, Demian Bichir, y Jonas Bloquet son el trío de personajes principales del largometraje. La hermana de Vera Farmiga, sin ninguna conexión en la ficción con el rol de Lorraine Warren, consigue transmitir a su novicia todo el candor, la inocencia y las dudas propias de una monja que ni siquiera a tomado todavía sus votos, pero si su papel hubiese sido abordado adentrándose más en los terrenos de la blasfemia y el pecado habría sido mucho más interesante y tridimensional. El actor mexicano de Los Odiosos Ocho ofrece convicción y fuerza a su Padre Burke, pero el guión se ocupa de convertirle en un inútil total incapaz de hacer nada a derechas en toda la trama, evolucionando casi más en un estorbo que una figura heróica. El intérprete francés en cambio da vida al secundario típico sobre el que recaen los golpes de humor, siendo el núcleo central de pasajes bordeantes en la comedia que aligeran un poco el tono tenebrista de la propuesta sin caer nunca en el histrionismo o la excesiva chanza. Por último es de recibo mencionar la excelente labor de Bonnie Aarons, la verdadera protagonista de la velada dando vida a Valak. La mujer que ofeció su físico al, no menos terrorífico, vagabundo de Mulholland Drive vuelve a entregarse al 100% a una criatura que ya ha hecho suya, pero se percibe a lo largo del metraje que James Wan era una pieza clave para que la famosa Monja transmitiera genuino pavor. No hay una sola secuencia de este spin off que llegue a los niveles de eficacia de las apariciones de la religiosa en Expediente Warren: El Caso Enfield en las que el director de la futura Aquaman sacaba lo mejor de ella.

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La Monja es cine de evasión puro y duro, un proyecto no muy caro, liviano y de segunda diseñado para seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro más prolífica de James Wan. Su excelente recepción en taquilla, se estrenó como la película más taquillera de toda la franquicia The Conjuring, confirma la próspera vida que espera al microcosmos adherido a las figuras de Ed y Lorraine Warren. Aunque Warner Bros todavía no haya confirmado nada damos por sentado la futura gestación de una secuela de La Monja, pero antes de ella veremos la tercera entrega de Expediente Warren, esta vez sin James Wan detrás de las cámaras, y un nuevo spin off centrado en la otra criatura presentada en El Caso Enfield, aquel Crookeed Man, interpretado por nuestro internacional Javier Botet, al que también regalarán aventuras en solitario en un innecesario afán de explotar hasta lo extenuante el universo Warren. Por ahora nos quedamos con las impresiones de esta divertida, inofensiva, alocada y desechable The Nun, una pieza desprejuiciada que tan pronto abraza el terror marginal por medio de material de derribo como homenajea a films alejados del género en el que se engloba como Los Demonios, de Ken Russell, y Narciso Negro, de Michael Powell y Emeric Pressburge. 96 minutos de disfrute ligero y sin complejos tan digerible como olvidable a las pocas horas de abandonar su proyección.



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