Javier Vázquez Delgado recomienda: Xerxes. La caída de la Casa de Darío y el ascenso de Alejandro 1-5

 

Edición original: Xerxes The Fall of the House of Darius and the Rise of Alexander #1-5 (Dark Horse Comics).
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guión: Frank Miller.
Dibujo: Frank Miller.
Entintado: Frank Miller.
Color: Alex Sinclair.
Formato: Grapa, 17 x 26 cm., 48 páginas.
Precio: 3,95 €.

 

La obra reciente de Frank Miller, que sin dudas es uno de los más grandes autores de la contemporaneidad del cómic (norteamericano y global), ha sido objeto de muchas críticas, unas cuantas de ellas muy duras; con más o menos motivos, y podemos estar más o menos de acuerdo con ellas, pero así ha sido. Intentando ser lo más objetivo posible (cosa difícil en el arte) hubo trabajos que recibieron malos comentarios con más justicia que otros. De hecho, el propio Miller hizo autocrítica por esos (sí, estamos refiriéndonos exactamente a Holy Terror), y el Miller que encontramos en Xerxes es uno diferente a aquel. Aunque también es muy distinto al que quizás más marcado en la memoria quedó, con El regreso del Caballero Oscuro, Daredevil, Sin City o…, claro, 300.

Quedémonos con esa referencia y esa obra, que es la más apropiada para esta reseña. Es raro de por sí leer la continuación de una obra de hace 20 años (en efecto, 300 ya cumplió 20 años, datando de 1998) y más aún considerando lo que vivió su autor en esas dos décadas. Cualquier lector que se aproxime a las páginas de Xerxes sabe (o debería saber) que estará ante otra obra muy distinta, firmada por una persona y un artista que también es otro al que hizo la obra original. Diferente no es mejor ni peor, y una valoración tan acotada como esa quedará en la lectura de cada uno, pero sí no dudaría en afirmar que es una segunda obra que está a la altura y no tiene nada que envidiarle a la primera.

Tomando a Xerxes desde diferentes aristas, en esta oportunidad estamos ante una historia que abarca mucho más que el momento de una batalla como fue la de las Termópilas que duró algunos días, y por el contrario aquí a lo largo de cinco capítulos seguimos la narración de lo que ocurrió años antes y años después de ese enfrentamiento. Hablando históricamente, la de los 300 espartanos fue una batalla durante la Segunda Guerra Médica y esta comienza en la Primera Guerra Médica, refiere brevemente a aquel momento y sigue hasta la caída del Imperio Persa y el surgimiento del Imperio alejandrino, como bien dice el título del cómic: La caída de la Casa de Darío y el ascenso de Alejandro. Se trata, entonces, de una precuela y una secuela de 300 a la misma vez, que probablemente mantiene el título de Xerxes porque es como se comenzó a hablar del proyecto; y también, claro, porque se sostiene como una figura central de esta historia y es el punto de enlace con la original.


Al abarcar un tiempo histórico más amplio, la narrativa del cómic también es otra si se mantiene la comparación con 300. Ahí es donde entra en acción lo que se señalaba sobre Xerxes como centro y conexión, ya que representa al enemigo de Grecia y está presente en toda la obra: como hijo del Emperador, como Emperador él mismo, y como difunto antecesor del Emperador de entonces, Darío III. Miller con ello apela por momentos al ida y vuelta en flashbacks y flashforwards, para conducir la narración y mantener el protagonismo de Xerxes aunque no sea del todo el protagonista.

Por otro lado, la narrativa gráfica del autor demuestra un completo dominio de los tiempos utilizando predominantemente el recurso de la página completa como impacto al lector y para marcar un ritmo más acelerado… o también para ralentizarlo, cargando de detalles ese solo dibujo. Hay muchos más recursos narrativos utilizados a lo largo de toda la serie, como por ejemplo atenerse a las tres viñetas horizontales del mismo tamaño por cada página, sobrecargarla de recuadros y de texto, darle prioridad a la voz en off o dejársela a los diálogos… y tantísimo más. Se nota un autor que domina el medio y lo usa a su antojo para contar su historia como mejor quiera hacerlo. Y la verdad que menos no podría esperarse de una firma con tanta historia como la de Frank Miller, aunque si referimos a lo dicho al comienzo de este texto sí es grato leerlo así.

Manteniéndonos en el apartado gráfico, el color aquí es de Alex Sinclair y no de Lynn Varley como fue en 300, lo cual es una diferencia grande entre obras. Una vez más, ni mejor ni peor, pero visualmente se hacen muy distintas, aunque en lo que respecta específicamente a Xerxes funciona perfectamente para acentuar la narrativa del trabajo de Miller y ser parte de ese ritmo que mencionaba el párrafo anterior.

En cuanto al texto o al sentido ideológico de Xerxes, algo que se hace relevante de comentar justamente por Holy Terror, notamos aquí también a un Miller mucho más reflexivo, que puede empatizar con ambos bandos en guerra que a su vez representan a dos ideas antiguas de civilización que se han opuesto en la historiografía y también en el comentario cotidiano. En el mismo sentido, se lee además otra manera de hablar sobre la guerra, sopesando el sentido y los motivos por los cuales se lleva adelante y se sostiene tal cosa.

Esto se permite, asimismo, por no tratar con un pueblo tan reconocido en su aspecto guerrero en la historia y en el imaginario popular como lo es el espartano, y presentar el aspecto guerrero de la sociedad ateniense, de la que suele referirse y destacarse sus capacidades científicas, filosóficas y políticas, pero también tenían lo suyo a la hora de combatir. Es probable que Miller optara por este enfoque también para modificar su abordaje de 300 y autocriticarse dentro de su misma bibliografía, y desde Xerxes con la obra original y también por qué no con Holy Terror.

De este modo, una de las conclusiones a las que se puede arribar es que estamos ante un Frank Miller mucho más conceptual tanto en lo gráfico como en lo textual, con un dibujo que se aleja deliberadamente cada vez más del realismo pero que tampoco cae en un feísmo como en otras oportunidades y genera piezas gráficas impactantes, y con una narración que busca referencias históricas reales y deja transpirar un mensaje menos panfletario aunque sin dejar de decir lo que piensa.

En definitiva, habrá quienes se alejaron de la obra de Frank Miller por diferentes cuestiones y quieran sostenerlo de esa manera, y quienes no disfruten de su arte en absoluto, lo cual al ser arte por supuesto es respetable como cualquier gusto y opinión. Quienes no hayan decidido dejar de leerlo, sea por darle más oportunidades a un autor que valoraron, o sea que siempre lo siguieron con placer, considerando todo lo dicho hasta aquí, en Xerxes encontrarán un gran disfrute.



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