Javier Vázquez Delgado recomienda: El Cuarto Mundo de Jack Kirby III

 

Edición original: Superman’s Pal Jimmy Olsen núms. 146-148 USA, The Forever People núms. 7-10, The New Gods núms. 7-10, Mister Miracle núms. 7-10 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Jack Kirby.
Dibujo: Jack Kirby.
Entintado: Mike Rover, Vince Colleta.
Color: Dave Tanguay, Drew R. Moore.
Formato: Cartoné, 400 págs. A color.
Precio: 35,00 €.

 
INTRODUCCIÓN

Como hicimos con la anterior reseña, empezamos con un breve repaso a cómo dejamos las series en el volumen anterior.

En Mister Miracle #6, tras derrotar a las Furias Femeninas, enésimo intento de la Abuela Bondad de vengarse de Scott Free y Big Barda, Mister Miracle decide partir hacia Apokolips con el objetivo de desafiar directamente a la Abuela y ganar su libertad mediante un juicio por combate.

Por su parte, Jimmy Olsen ha sido capturado por Simyan y Mokkari en el número 145 de su colección homónima. Recluido en la recién descubierta Fábrica del Mal, situada en los alrededores del Lago Trevor, pasa a ser la cobaya de los experimentos de modificación genética de los científicos “mengelianos” de Apokolips.

Los que peor suerte habían tenido eran sin duda los Jóvenes Eternos. Tal y como vimos en Forever People #6, los cachorros neogenesianos (salvo Serifan) han sido barridos del “aquí y ahora” y se encuentran dispersos en algún momento de la existencia.

Por último, en New Gods #6 vimos el triunfo de Orión y Lightray frente al monstruo marino de los Seis Profundos.

La Saga se dirige a su final…

Este tomo alberga los números 7 al 10 de la colección de Forever People. El primero de ellos nos retrotrae a distintos momentos de la Historia donde los jóvenes dioses han sido transportados por el Efecto Omega de Darkseid. Así, Moonrider y Soñadora aparecen en el Teatro Ford poco antes de que asesinen a Lincoln, Vykin en América durante la invasión española y Gran Oso en Britania en tiempos de la invasión romana. Por su parte, Serifan ha quedado en el presente y le toca lidiar con los Justificadores de Godfrey. Las variadas ubicaciones permiten a Kirby soltarse dibujando legiones romanas, soldados españoles o vaqueros del Viejo Oeste, en algunos casos con las inevitables licencias estéticas.

Highfather decide acudir al rescate de los jóvenes y va rematerializándolos en el presente no sin que antes hayan pasado por diversas peripecias. Del único que no se tiene constancia es de Sonny Sumo y es al final del episodio cuando se nos revela el motivo: Sumo fue transportado a un pasado indeterminado del Japón donde se convirtió en una especie de Buda, iniciando un culto que persiste en el presente. Serifan recupera la Caja-Madre de los Jóvenes Eternos que Sumo había transferido a sus seguidores por siglos.Así, el hilo argumental que parecía que iba a desarrollarse en torno a Sonny Sumo como un mortal portador de la Ecuación Anti-Vida queda súbitamente cortado.

Sin embargo, la posesión de ese conocimiento por parte de otro humano, Bates el millonario, ocupará el próximo episodio de la serie. La acción se ubica en un doble escenario: un pueblo abandonado y las catacumbas ocupadas por una secta cuyos miembros recuerdan a los Hombres-Lava de Avengers #5.

Las intenciones de Bates no son nada benévolas y finalmente la secta se revela como un disfraz para Darkseid y Desaad que están a punto de extraer la preciada Ecuación del cerebro de Bates, que muere por fuego amigo en medio de la confrontación entre nuevos dioses. Darkseid, una vez más, deja escapar deliberadamente a los jóvenes neogenesianos.

Con los números 9 y 10 tenemos un pequeño arco donde los jóvenes dioses hacen equipo con Deadman, resucitado bien por la Madre-Caja bien por un trasunto del Dr. Frankenstein. La acción transcurre entre la lucha con una criatura que de nuevo homenajea al clásico monstruo y otra disparatada coincidencia entre una organización criminal (Los Carroñeros) relacionada con el asesinato de Brand (Deadman).

Por su parte, los Jimmy Olsen 146 al 148 desarrollan el final del arco visto en el tomo anterior. En su forma salvaje Jimmy acaba destruyendo la Fábrica del Mal y suponemos que con ello acaba con Mokkari y Simyan, es revertido a su estado normal y acaba siendo secuestrados junto con la Legión por Víctor Volcanum, otro aspirante a rey del mundo del montón.

En cuanto a Superman, su inspección de los túneles secretos del Proyecto le lleva a Superciudad a través de un Tubo Boom. Allí, recibe una paliza (¡otra!) y, rodeado de nuevos dioses, se percata de que es “uno más”, sin que nadie necesite su ayuda. Así, Highfather le transporta junto a aquellos que le necesitan: Jimmy y la Legión.

New Gods sigue oficiando como el centro neurálgico del relato. Es la serie que da más información y la que, en alguna medida, marca el ritmo del resto ya que la Saga se dirige, como quedó fijado en su inicio, a una confrontación final entre Orión y Darkseid. Este tomo reúne los números del 7 al 10 de la serie. El primero de ellos es absolutamente trascendental. Indagamos retrospectivamente en la guerra entre Apokolips y Nueva Génesis y conocemos datos sobre el pasado de sus líderes, Darkseid y Highfather (entonces Izaya). Se nos presenta a la mujer de Darkseid, Tigra, a su madre, Heggra, y a su tío, nada menos que nuestro nunca bien ponderado Steppenwolf, que perece en este mismo número (¡pobre!, ¡y lo que le espera!). Un número que deja claro el carácter frío y calculador de Darkseid y su habilidad como líder tanto para la guerra como para la paz. Es él quien precipita la guerra entre los mundos con el fin de acrecentar su poder e influencia, quien conspira para destronar a su madre y finalmente quien accede a firmar la paz para consolidar su posición en Apokolips.

A parte de esto, el episodio viene cargado con una secuencia mesiánica de Izaya vagando entre las ruinas de la batalla, en una lucha por liberarse del Darkseid en el que la guerra le está convirtiendo. La guerra se ha desbocado convirtiéndose en una conflagración estelar capaz de arrasar soles. “Somos peores que los viejos dioses, ellos se destruían entre ellos. ¡Nosotros lo destruimos todo!”. ¿Un reprobatorio de Kirby a la Guerra Fría y su “destrucción mutua asegurada”?

Finalmente, y a modo de revelación, se le aparece el Muro de la Fuente, llamado aquí sin venir a cuento “el uniamigo”, en uno de esas presentaciones dramáticas que Kirby superponealas anteriores y a las que a estas alturas ya nos tiene acostumbrados.

La Fuente lleva a Izaya por los caminos de la paz, expurga al guerrero de su interior y le convierte en Highfather.

El número se cierra con el trascendental pacto que le da título, que selló la paz entre ambos mundos y que significó el intercambio de primogénitos entre los líderes de ambos mundos, yendo Orión a Nueva Génesis, donde ya aparece marcado por el odio al padre ausente y Scott Free (bautizado así por la Abuela Bondad, como cruel ofrenda a su señor) a Apokolips.

Parece mentira lo que Kirby embute en veinte páginas. Un número que se inicia con la búsqueda de venganza y concluye con un mensaje pacifista, con revelaciones mesiánicas, brutales peleas cuerpo a cuerpo, batallas cósmicas, dramas familiares, eventos decisivos y un villano que gana enteros con cada aparición. ¿El mejor número de la Saga hasta ahora?

Si el número 7 condensa acontecimientos, el 8 es pura acción. Durante todas sus páginas se desarrolla una brutal pelea entre Orión y Kalibak, que había acudido a la Tierra buscando desafiarle. Entre ambos late un odio salvaje sin que ninguno pueda saber por qué. La razón es conocida para el lector: son hijos de un mismo padre: Darkseid. No hay saga mitológica de sabor clásico que no contenga la historia de dos hermanos que se odian.

Por su parte, el nº 9 desarrolla otro excurso exploratorio del Cuarto Mundo. Kirby nos presenta una colonia de bichos que vive en las profundidades de Nueva Génesis y sobreviven saqueando las despensas de los habitantes de la superficie, a los que llaman “eternos” (un nuevo término que Kirby superpone a los expuestos anteriormente). En la colonia se encuentra Buscador, un bicho raro entre bichos raros. Se repite el esquema que hemos visto con Orión y Scott Free: un individuo fuera de lugar, ajeno a la colectividad en la que vive y que se revela contra su destino. Como en los casos anteriores, la razón de su angustia existencial es la misma: Buscador no es un bicho sino un habitante de la superficie de Nueva Génesis. Se da la circunstancia de que los neogenesianos desprecian a los bichos, a los que tratan como a tales.

Hasta la colonia llegan las maquinaciones de Darkseid, pues envía allí a Mantis (que parece pertenecer a la especie de los bichos), que manipula los sentimientos de inferioridad de los bichos y les promete un nuevo reino: la Tierra. Para evitar el éxito de la operación, Buscador es enviado a la Tierra con la misión de contactar con Orión y derrotar la invasión, como así ocurre en el número10.

El mecanismo por el que Buscador acaba en la Tierra también nos es familiar: un personaje de mayor rango que él, Primo Uno, le tutoriza para que asuma una tarea trascendental y asuma su verdadera naturaleza. Es el mismo planteamiento que se da con Scott Free y Metrón y que se repetirá de nuevo en este tomo.

La llegada de los bichos a la Tierra es la primera invasión a gran escala que tiene lugar en toda la Saga, y aunque vemos un par de viñetas poderosas, no deja de dar el mismo aspecto de trifulca menor que las anteriores, limitando la acción a una parte de Metrópolis y que, para más inri, se pretende ocultar al resto de la población. Aquí hay otro gazapo a lo Kirby, cuando un personaje secundario hace referencia a la “batalla ultrasecreta” que había tenido lugar: obviamente no era tan “ultrasecreta”.

En todo caso, visto como ha despachado la guerra entre Apokolips y Nueva Génesis en El Pacto y ahora esta invasión, parece que Kirby se encuentra mucho más a gusto representando peleas cuerpo a cuerpo que grandes batallas de multitudes.

Llegamos a Mister Miracle (aquí están los números 7 al 10), que sigue con su particular viaje de madurez. Tal y como vimos anteriormente, aparece en Apokolips acompañado de Barda y dispuesto a ganarse su libertad. Tiene un enfrentamiento con el asesino profesional de la Guardia de Élite de Darkseid, Kanto, y, pese a que le derrota, acepta ir voluntariamente en presencia de la Abuela como era su intención. Ésta le traslada a la misteriosa “Sección 0” donde entabla un combate en el “Ello” (es decir, en el inconsciente) contra un monstruo llamado Lump a través de una “psicounión”. A pesar de la mezcla de jerga de psicoanálisis y expresiones “de tebeo” (dicho con toda la ternura posible), estamos ante una pelea a lo Matrix en toda regla con casi tres décadas de antelación.

Mientras Scott tiene su “guerra psicológica” con Lump. Barda acude al encuentro con sus antiguas camaradas de las Furias Femeninas y las ordena asaltar la Sección 0 para rescatar a Scott, lo que cumplen sin pensárselo dos veces.

En medio del rescate, Barda se encara con la Abuela en uno de los mejores momentos del tomo, donde queda claro que Barda es “el producto más puro y superior” del funesto magisterio de la Abuela. “¡Me enseñaste a odiar, pero no pudiste enseñarme a quién!”. Como suele pasar en una instrucción basada en el odio, el instructor acaba siendo el objeto de ese odio. Sino que se lo pregunten al Sargento Hartman.

El asalto termina con éxito pues Scott, gracias a su astucia, consigue vencer a Lump y se marcha junto con Barda ante, intuimos, el respeto y la resignación de la Abuela.
Por la Sección 0 también hemos podido ver a Tigra, esposa de Darkseid, que permanece recluida por orden de éste.

Para terminar con Mister Miracle, al igual que ocurrió en El Pacto (New Gods #7), Kirby emplea un número para presentar hechos pretéritos esenciales. Con explícitas referencias a Oliver Twist, se nos presenta a una pandilla de huérfanos apokoliptianos tutelados por el misterioso Himón.

Himón resulta ser una pieza clave del conflicto cósmico. Años atrás descubrió por accidente el llamado Elemento X, una misteriosa substancia que posee algún tipo de cualidad transdimensional que la convierte en material imprescindible para desarrollar medios de transporte a través del tiempo, el espacio y otras dimensiones. Gracias a ella, Himón diseña los Tubos Boom y Metrón la Silla Mobius.

Darkseid también explota el Elemento X para sus fines, pues fue descubierto en sus dominios y bajo su supervisión. Chantajea a Metrón, que necesitaba una buena remesa del material para completar su silla, consiguiendo que transporte ingentes cantidades de tropas y armamento al centro mismo de Nueva Génesis y obteniendo así una ventaja decisiva en la guerra.

Otro invento de Himón resultan ser las Madres Caja. Más allá de las funciones de transporte transdimensional que tienen y que ya hemos podido ver, su gran aporte es la capacidad de conectarlas con la Fuente, accediendo a su vasto conocimiento y poder.

Himón aparece como una figura paternal para Scott Free, que se halla en busca un camino propio. Recordemos que, en este momento del pasado, Scott se encuentra recluido en el Orfanato de la Abuela recibiendo instrucción como aeropatrullero al servicio de Darkseid.

Como ya se ha comentado, la instrucción practicada en el Orfanato va más allá de la disciplina militar y el esprit de corps. Es una maquinaria alienante en extremo. Su objetivo es anular la individualidad de cada cadete, subordinando completamente sus pensamientos, deseos y sueños a los de Darkseid. El propio Scott lo dice: el magisterio de la Abuela se basa en destruir la confianza en uno mismo de tal manera que sólo se confíe en Darkseid. También lo vimos en tomos anteriores: la mayoría de los alumnos de la Abuela son “niños grandes”, emocionalmente infantiles, siempre dispuestos a complacer a sus superiores.

Resulta sorprendente la verosimilitud que consigue Kirby en este tema, tan extraño en un cómic de superhéroes. Y es que la nula capacidad de empatía y la ausencia de sentido de la responsabilidad suelen mencionarse como características típicas de los “niños soldados”.

En medio de este desolador entorno Scott, pese a ser el recluta más destacado, se rebela. Se sabe distinto y quiere “probar otras vías”, por eso se acerca a un proscrito como Himón e incluso se deja el pelo largo. Es obvia la referencia a las inquietudes de la juventud de la época.

Así, Himón es concebido como lo opuesto a la Abuela Bondad, ya que trata de potenciar los sueños y las ideas propias de los muchachos que caen bajo su tutela. Lo podemos ver claramente en la joven Barda que, al escuchar a Himón es incapaz de concebir que cada uno pueda atesorar sueños propios “más allá de los sueños de Darkseid”.

La acción del episodio transcurre en Armagueto, el barrio obrero del plantea-fábrica que es Apokolips. Sus habitantes, llamados aquí “los Humildes” (luego serían conocidos como “Perros hambrientos”) son caracterizados como siervos de la gleba, con camisolas desangeladas y los típicos gorros que cubren las orejas, característicos de las clases bajas del Medievo. Las patrullas de Darkseid les acosan y lanzan contra Himón a modo de turba.

Tras una serie de desgraciados eventos, que conmueven tanto a Scott como a Barda, aquel se encuentra ante la oportunidad de huir de Apokolips. En ese momento aparece Darkseid, dispuesto como siempre a añadir gravedad a la escena. Ofrece a Scott la posibilidad de quedarse y participar “del poder y la gloria de Darkseid”. Al otro lado, Himón le grita: “¡Tu sueño es tuyo! ¡tuyo!”. La determinación de Scott, que el mismo Darkseid se ve obligado a reconocer, es indómita: “¡Dejadme ser Scott Free para que me encuentre a mí mismo!” grita. La traducción hace que se pierda el juego de palabras propiciado por el nombre, que condiciona la búsqueda de identidad de Scott con su propia libertad.

En todo caso, Darkseid ha conseguido una victoria táctica: su objetivo era romper el Pacto y reanudar la guerra con Nueva Génesis, para lo que había planeado asesinar a Scott. Y si no conseguía matarlo, pero lograba someterlo a su voluntad, obtendría una victoria simbólica de enorme valor. Con la huida de Scott puede reabrir las hostilidades, pero a pesar de la instrucción de la Abuela ha fracasado a la hora de erradicar del interior de Scott Free todo sueño que no sea la gloria de Darkseid.

Historias de complemento

En cuanto a las historias de complemento, lo que en un principio parecía un acertado recurso para expandir hacia atrás y en paralelo el mosaico de relatos de la Saga, han pasado a ser narraciones un tanto aleatorias y gratuitas.

Puede que pierdan algo de su función al desarrollarse retrospectivas en episodios enteros como se ve en El Pacto y en Himón, que además relatan eventos decisivos.

En las historias que protagonizan Orión, Vykin, Fastback o Scott se reafirman características o situaciones que ya conocemos por las historias principales.

Los más interesantes son los dos relatos del Proyecto ADN y que además son los últimos. En uno Kirby presenta una escena con moraleja donde ahonda en la libertad individual frente al determinismo genético, muy en la línea de las tribulaciones de Orión, Scott y Buscador.

El otro contiene una historia breve que muestra el afecto de un científico hacia su creación, un androide llamado Arin que debe partir hacia la misión para la que fue diseñado. Parecería una simple escena a lo Pigmalión, pero el interés reside en que la misión de Arin es ni más ni menos que depositar una muestra celular y de ADN de Superman en un asteroide. ¿Qué sentido tiene? ¿Se trataba de la semilla para una historia posterior? Desconozco si ha tenido repercusiones, pero, con una justificación creíble del hecho (que Kirby no da) creo que podría ser el inicio de una historia interesante.

Comentario

Con los números recopilados en este tomo ya son un total de cuarenta y cinco los que componen la Saga. Diez para cada una de las nuevas colecciones publicado a lo largo de dos años. Llegados a este punto, y habida cuenta de que el siguiente tomo es el último, podemos destacar algunas cuestiones.

Ya se ha comentado la reiteración de los recursos y que se pudieron apreciar incluso en el anterior tomo. Se podría decir que en este se atempera la cosa. A pesar de que presenciamos otra fallida incursión de Apokolips en la Tierra, otra presentación de avejentadas y sabias figuras paternales u otros combates con moles andantes, el correr de las series gana en interés en cuanto a la Saga, más allá de la valoración particular de cada una, de la que hablaremos en breve.

Creo que este creciente interés se debe a los números retrospectivos que, además de ser buenos episodios autoconclusivos, han ensanchado el panorama y profundidad de la Saga.

Hay dos colecciones que despuntan claramente y que han logrado un eficiente equilibrio entre el drama y la épica. Una es Mr. Miracle, que en mi opinión es la serie que mejor se desarrolla como tal, por lo que no debe extrañar que fuera la más longeva. La otra sería New Gods. Es sin duda la colección central del Cuarto Mundo, y en este tomo queda una vez más confirmado. La información que brinda, la confrontación latente que articula su trama (el hijo contra el padre) la convierten en el corazón de la Saga. Por otro lado, es la que alcanza un tono épico más logrado. Es la más “Kirby” de todas.

En la otra cara de la moneda tenemos a Jimmy Olsen, de la que poco esperábamos ya y, de hecho, en este tomo se encuentran los últimos ejemplares que Kirby realizó. Parece claro que usó la colección como rampa de lanzamiento de su Saga, pero enseguida centró sus esfuerzos en sus colecciones, dejando la serie del amigo de Superman como un entretenimiento ligero donde pudo despolvar viejas creaciones. Y no nos olvidamos de Forever People, que en este tomo parece que deambula sin rumbo fijo. Diría que esta colección se está deshinchando poco a poco.

Quizá este tomo no tiene tantos momentazos épico-kirbyanos como el de “El Barco de la Gloria” (New Gods #6), pero expande la historia y trabaja más los personajes. La sensación es que, si bien la trama de fondo sigue sin avanzar, sabemos muchas más cosas del Cuarto Mundo y su pasado, conocemos mejor el conflicto que articula la Saga y nos hacemos más participes de los dramas personales que contribuyen a definir el perfil de los personajes.

En este punto, hay tres caracterizaciones que ya sobresalen claramente del resto. Orión, Darkseid y Scott Free pueden considerarse como los personajes principales de la Saga. Se han desarrollado nítidamente a lo largo de estos números, cuentan ya con personalidades reconocibles, motivaciones creíbles y trayectorias propias. Además, se debe tener en cuenta que ellos son el armazón de la historia. Tener buenos secundarios pero sosos protagonistas o buenos protagonistas pero insípidos antagonistas es un lastre para cualquier relato, más si pretende ser una saga épica como esta. Aquí tenemos un antagonista excelente (y además muy bien asistido) y dos héroes a su altura, distintos, diferentes, pero unidos por un origen y un destino entrecruzado, cada uno ayudado a su vez por compañeros opuestos a ellos mismos pero complementarios. Casi podría decirse que Orión y Scott Free son, a su manera, hermanos. Ambos son hijos de Darkseid en cierto sentido, y ambos cuestionan el peso de su herencia en su identidad. Sus vidas son paralelas y a la vez opuestas y complementarias. Parece que el destino les depara encontrarse y entenderse.

Kirby debía ser plenamente consciente de que esa mezcla de presión de grupo, familia disfuncional, herencias conflictivas y búsqueda de identidad funcionaba, porque trata de replicarla, como hemos visto con la colonia de bichos.

En todo caso, Kirby ha conseguido dotar de carisma a los personajes más importantes del relato y eso es un acierto enorme. Si, como suele decirse, para una persona el carisma viene de nacimiento, para un personaje depende totalmente del talento de su autor. Al margen de los problemas que pueda tener con el desarrollo de la trama (no así su concepto general), el trabajo con los personajes legitima plenamente a Kirby como autor completo. Lo cual no deja de echar más leña al fuego del debate acerca del grado de “coautoría” de sus personajes marvelitas.

No nos quedamos sólo en los personajes principales. Hay otro puñado que, si bien no resaltan tanto tal vez porque no se les ha dedicado el suficiente espacio, ejercen dignamente su papel. Ya hemos hablado de la Guardia de Élite de Darkseid. Metrón guarda cierto misterio, es desconcertante pero también confuso. Highfather es correcto sin más. Lightray se muestra quizá demasiado estereotipado, empezando ya con su nombre y diseño. Parece que no es capaz de despegar de su condición de “bueno-rubio-blanco-luminoso” y contrapunto del apasionado Orión.

Hay que resaltar a Big Barda que, aunque está un poco limitada por ser el contraste a la serenidad de Scott, consigue trascender al mero interés romántico y desarrolla un perfil propio. La triada que forman Oberón, Barda y Scott, aunque en este tomo se ve poco, sigue siendo la mejor interacción grupal de la Saga.

Hablando de interacciones grupales, los Jóvenes Eternos son también en esto una parcial decepción. Hay cierta caracterización, pero esquemática. No se han desarrollado relaciones interesantes entre ellos. No hay disputas, ni amor, ni celos, ni admiración, ni secretos o cualquier otro elemento que haga que el grupo tenga dinámica propia e interesante. Hay algo de severidad en Vykin, espontaneidad en Gran Oso, ingenuidad en Serifan y arrojo en Moonraider sin que podamos decir mucho de Soñadora, algo ingenua también.

La colección de un supergrupo depende de presentar a oponentes de un calibre fuera de lo normal y del desarrollo de conflictos internos entre los componentes del grupo. Aquí, dada la omnipresencia de Darkseid, la capacidad de sorpresa del villano se va reduciendo número a número. Además, en el antagonismo entre los jóvenes neogenesianos y el Señor de Apókolips no hay rastros de un drama familiar oculto o de un asunto personal, como lo hay en el caso de Orión y que proporcionan un innegable gancho. Más bien parece un choque generacional en el que Darkseid es hasta condescendiente con sus enemigos.

En cuanto al otro aspecto, los conflictos internos, como ya se ha comentado, no hay asomo de ellos.

En un principio parecía que la serie de los neogenesianos se iba a centrar en presentar a un grupo de jóvenes desubicados y su innovador estilo de vida, acorde con las cuestiones juveniles de la época, pero ese perfil se ha ido diluyendo. Como serie que plantea las dudas de unos jóvenes “en busca de su camino”, Mister Miracle está mucho más lograda.
Del reparto de Jimmy Olsen hay poco que decir, porque la colección es la menos interesante de todas y cuenta con personajes ya creados con anterioridad. Tan solo destacar el interés de Kirby por “humanizar” a Superman irónicamente confrontándolo con semi-dioses como él.

No podemos dejar de notar que el final de algunos episodios ya se ven anuncios de otras colecciones de Kirby, en concreto Demon. Eso nos pone sobre el aviso de que, pese que las colecciones han cogido su propia marcha, la cosa no debe ir muy bien. Se sabe que las ventas no estaban siendo todo lo buenas que DC esperaba, sin ser bajas. Como el contrato de Kirby obligaba a una cantidad de material fija bastante cuantiosa (15 páginas al mes), la aparición de nuevas series firmadas por Kirby significaba forzosamente el abandono o cancelación de otras de su autoría.

Eso es, entre otras cosas, lo que veremos en el cuarto y último tomo de la Saga que contiene el accidentado y triste final del Cuarto Mundo de Jack Kirby.



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