Javier Vázquez Delgado recomienda: Las Guerras Subterráneas nº 2: La Masa

 


Edición original: Marvel Comics – junio 1991
Edición España: Comics Forum – noviembre 1992
Guión: Peter David, Eric Fein
Dibujo: John Romita Sr., Ron Wagner, John Statema
Entintado: Fred Fredericks, Mike Witherby, Al Milgrom, Tim Dzon
Color: Mike Thomas, Glynis Oliver
Portada: Ron Wagner, Bob McLeod
Precio: 300 pesetas (número único en grapa de sesenta y cuatro páginas)

 
Prólogo: ¿Pero esto qué es?

El segundo capítulo de la aventura intra-terrestre de la Marvel de 1991 estuvo protagonizado por el increíble Hulk. En aquellos días de emparejamiento de los números anuales por familias, personajes como la Masa, Estela Plateada, Daredevil o el Castigador iban por libre o podían encuadrarse en base a varios parentescos, por lo que no resultó extraño que cambiaran de agrupación de un año para otro. Además, es menester indicar que no siempre contaron con el beneficio de un número anual adicional de más páginas y, en el caso del coloso esmeralda, el hecho de que lo tuviera se debió en muy buena medida a la labor que, en aquellos tiempos, realizaba el guionista Peter David. Cuando Las guerras subterráneas llegan a la puerta de la Masa, esta combinaba la fuerza de su piel verde con el cacumen de su identidad humana. Hulk ha terminado -o eso parece- con sus personalidades múltiples y presenta su mejor versión, mientras colabora con la organización conocida como el Panteón. En Estados Unidos, la serie masiva está en su mejor momento pero, en lo que España se refiere, todo lo que aparece en este número anual parece chino.

Pongámonos en situación: el capítulo protagonizado por Hulk en esta aventura, se engloba dentro de la cabecera genérica Marvel Héroes. La razón de ello es bien sencilla: si la edición española tiene fecha de noviembre de 1992, solo hay que remontarse cuatro meses, al principio del verano del año olímpico-expositivo, para encontrar el número que despide la colección que la Masa compartía con Alpha Flight. Desde abril de 1987, el coloso verde -cuya serie había sido cancelada en junio de 1986- aparecía refugiado en en el complemento de la cabecera de los héroes canadienses. El formato introducido por Forum era mayor que el estadounidense, tanto en dimensiones como en páginas. Cada número tenía treinta y dos páginas, de ahí que a la aventura o colección principal -de veinticuatro páginas- le siguieran otras ocho que, bien podían ser de la misma colección (porque había un desfase con la edición original que había que acortar), bien podían ser de otra distinta (que no podía sostener una serie propia). El increíble Hulk acabó dando con sus verdosos huesos en una serie tan alejada como la de Alpha Flight, porque, a mediados de los ochenta, los equipos creativos responsables de ambas series iban a cambiar posiciones. Así, John Byrne pasaría a contar las aventuras de la Masa y Bill Mantlo y Mike Mignola (por poco tiempo) a hacer lo propio con las andanzas del súper-grupo canadiense. Cuando la combinación no pudo sostener una cadencia mensual, Forum se sacó de la manga un formato bimestral, que incluía número y medio de la colección principal -en principio, la de Alpha Flight- y un número completo del antiguo complemento -originalmente, la de Hulk- y, durante más de cuatro años, la cosa aguantó. Prontamente, se le daría la denominación de Marvel two in one -denominación histórica, que correspondía a la serie que protagonizara la Cosa junto a algún amiguete- y se extendería a otras colecciones que tampoco pasaban por buen momento, como las del Capitán América y el Hombre de Hierro. Sin embargo, esta solución de emergencia tuvo como consecuencia a medio plazo, el hecho de que el desfase entre las ediciones estadounidense y española se fuera haciendo mayor. Cuando Forum echa el cierre al tándem «alphano-masivo» recién está terminada la etapa de Todd McFarlane. Entre el sexagésimo primer número de la serie -último de la cabecera comunal- y el anual en el que la Masa se bate contra su viejo enemigo Tyrannus, están todo el período de Jeff Purves y una parte sustancial del de Dale Keown. Era normal que, en aquellos tiempos en los que Internet aún era una rareza, la parroquia lectora se quedara cogiendo grillos. El hecho de que Peter David firme el anual no aporta pista alguna: la historia principal del anual está muy alejada del tono oscuro y ominoso de aquella aventura de carretera en la que Bruce Banner y el Hulk gris hacían equipo con Rick Jones y Clay Quatermain, para averiguar si el gobierno estadounidense aún seguía jugando con la bomba gamma. Aquí, lo primero que encontramos es a una Masa verde e inteligente, jugando con las figuras de acción que Jones colecciona. Su momento de asueto resultará rápidamente interrumpido, cuando llegue la noticia de que el Hombre Topo ha raptado a Betty Ross. Como en los viejos pero no buenos tiempos, Bruce Banner se ve obligado a cumplir una misión, chantajeado por un antiguo oponente. En esta ocasión, el primer enemigo de los Cuatro Fantásticos actúa para ayudar a Tyrannus, su aliado del momento y antiguo oponente de Hulk. El que fuera último emperador de una Roma que se hundía está alejado del reino que le daba la vida eterna, por lo que empieza a sentir en su interior el paso del tiempo. La Masa tendrá que buscar un remedio que revierta ese envejecimiento.

El capítulo que le toca a Peter David está plagado de momentos graciosos, siguiendo la tónica que el guionista imprimía a la serie en aquellos tiempos. Como sucede en la serie regular, el escritor reúne al personaje con algunos de sus viejos sacos de recibir puñetazos, para ver cómo reaccionan ante el nuevo estatus, que combina inteligencia y músculo. Al mismo tiempo, aprovecha el carácter puntual de su participación, para llamar la atención sobre un problema que, ahora como entonces, es bastante importante: el culto al cuerpo y la presión que se ejerce para intentar encajar en un estándar de belleza, especialmente sobre las mujeres. A través del personaje de Betty Ross, David reflexiona sobre los sacrificios que un mundo inmisericordemente superficial ejerce sobre el individuo. Cuando, en uno de tantos giros cómicos, se descubre que el deterioro de Tyrannus es exteriormente imperceptible, la secuestrada es capaz de empatizar con uno de sus captores. Haber vivido casi dos milenios, no hace que dejes de temer a la vejez y a la muerte y, en el caso del antiguo Rómulo Augústulo, ese miedo se ha trocado en pánico. ¿Qué lugar queda para la ancianidad, en un mundo que rinde culto al cuerpo y a la juventud? De una labor de encargo, Peter David hace de las suyas y brinda la que, en mi opinión, es la mayor parte de la historia.

No se vayan todavía, que aún hay más:

El número anual viene con los complementos habituales, dedicados a historias cortas del protagonista y su entorno -Rick Jones, el Panteón- y, como era norma en 1991, con una revisión del origen del personaje principal. En esta ocasión, Peter David hace equipo con un veterano de la talla de John Romita Sr., para contar el nacimiento de la Masa, desde el punto de vista de un soldado. Una vez más, el guionista no da puntada sin hilo y «humaniza» a Hulk, en la medida en que demuestra que sus arranques de ira pueden pasarle a cualquiera, incluso a un padre enfrente de su hijo. El resto de las historias es perfectamente olvidable, con la excepción del simpático relato en el que se parodia una suerte de comercial de cierto refresco de cola, célebre en esos tiempos por usar a artistas de fama mundial como parte de su promoción.

Epílogo: el mejor capítulo de la historia

En este capítulo queda demostrada la capacidad de Peter David para levantar a un personaje al que todo el mundo daba por agotado, como era el increíble Hulk. En ese momento, la serie del Masivo concita el interés de crítica y público, en tanto que aquí llega el sonido de los tambores lejanos de su éxito. La historia puede eliminarse sin problemas del relato principal, de modo y manera que se puede disfrutar de forma plenamente independiente, como una profundización de lo que David ya contaba en la cabecera principal. Es lo que suele suceder, cuando el número especial también es escrito por el timonel de la serie correspondiente. Su guion se ve muy bien ilustrado por un artista tan competente como es Ron Wagner. Él y el mentado John Romita Sr. son lo mejor, gráficamente hablando -y con permiso de nombres tan ilustres como los de Bob McLeod o Glynis Oliver-, de un número anual que es, con diferencia, la mejor de las cinco partes de la aventura.



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