Javier Vázquez Delgado recomienda: Las Guerras Subterráneas nº 3: Namor
Edición original: Marvel Comics – junio 1991
Edición España: Comics Forum – noviembre 1992
Guión: Scott Lobdell, Dana Moreshead, Mike Thomas, Chris Cooper
Dibujo: Vince Evans, James Fry, Phil Hester, Samuel Clarke Hawbaker, Dave Hoover
Entintado: Harry Candelario, Erik Larsen, Don Hudson, Ian Akin, Brian Garvey
Color: Justin F. Gabrie, Mike Thomas, Kevin Tinsley
Portada: James Fry, Dana Moreshead
Precio: 300 pesetas (número en grapa de sesenta y cuatro páginas)=
El tercer capítulo de la saga anual vengadora de 1991 le tocó en suerte a Namor, el Hombre Submarino. En aquellos días, el hijo vengador de Atlantis gozaba del privilegio de una serie propia, dirigida por John Byrne -de la que se ha hablado aquí y aquí-. Sin embargo, el prolífico y polémico artista no se acercará a esta aventura intra-terrestre, quedando la tarea de pechar con el especial, en manos de un equipo en el que se pueden encontrar nombres bien conocidos, junto a otros mundialmente reconocidos en su casa, a la hora de comer. El guionista Scott Lobdell -que, poco después, sustituiría al propio Byrne en la segunda serie de la Patrulla-X y firmaría una discutida etapa en la escudería mutante- el dibujante James Fry -que venía de Eclipse y firmaría un par de tebeos interesantes, con un estilo que evocaba el de ilustradores más ilustres- y Erik Larsen -aquí, en funciones de entintador- se cuentan en el primer apartado y firman un trabajo que no aporta nada, bueno o malo, al personaje o a la historia.
Las guerras subterráneas se presentaban como la oportunidad de poner algo de orden y concierto en el poblado y poco coordinado sub-mundo marveliano. El interior de la Tierra 616 es pródigo en civilizaciones difuntas y presentes, sub-especies humanoides de esbirros más o menos competentes y monstruos de toda catadura. A Namor le toca la tarea de hacer frente a una de las múltiples especies, a petición de su antiguo reino pues, hay que recordarlo, en esos momentos el Hombre Submarino ha cambiado el trono imperial por el sillón corporativo de Oracle. El capítulo se presenta como un relato independiente, de manera que el conjunto de la aventura puede seguirse, prescindiendo por completo de esta entrega. Tal es así que la historia parece configurada en cuatro capítulos, en lugar de los cinco que la componen, lo cual da idea del carácter prescindible de esta historia.
Como viene siendo uso y costumbre, el capítulo principal se ve complementado por varias historias, todas ellas de importancia anecdótica. Para empezar, tenemos el relato del origen del personaje protagonista, como correspondía a los anuales de este año. Para seguir, un relato ambientado al inicio de la guerra fría, en el que Namor asisté a la creciente hostilidad entre los antiguos aliados de la II Guerra Mundial, concretada en los roces entre el Capitán América (no el original, sino uno de los sustitutos que tomaron su legado cuando desapareció junto a Bucky) y su contrapartida soviética, el Guardián Rojo. Para terminar, una celebración cumpleañera en la que el Hombre Submarino recibe contundentes felicitaciones de camaradas y amigos.
Las historias, como puede imaginarse, no son nada del otro jueves y solo plantean la curiosidad retrospectiva de encontrar entre sus firmantes nombres con cierto recorrido en el sector -como el de Dave Hoover- o de fama posterior -como Phil Hester- junto a otros de los que nunca más se supo.
Si el capítulo dedicado a Hulk demostró que un guionista con habilidad podía hacer suya una historia de encargo, este del Hombre Submarino es un ejemplo de todo lo contrario. Para empezar, no es el autor titular el que se encarga del anual, por lo que el equipo que le sustituye sabe que no tiene margen de maniobra para hacer algo que afecte a la narración de la cabecera regular. El resultado es una historia que se resuelve en el propio número, que no afecta a la trama principal y que deja patente que algunas adiciones a tal o cual aventura fueron más forzadas que otras. Solo un compulsivo deseo de tener todos los capítulos del relato o la totalidad de las apariciones de Namor, justificaría su adquisición.
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