Javier Vázquez Delgado recomienda: OGN. Thanos: Los Hermanos del Infinito.
Edición original:OGN Thanos: Infinity Siblings USA.
Edición nacional/ España:Panini Comics.
Guión:Jim Starlin.
Dibujo:Alan Davis.
Entintado:Mark Farmer.
Color:Ciane Dusk.
Formato:Tomo en tapa dura, 112 páginas.
Precio:12,95€.
Desde que en 1938, Jerry Siegel y Joe Shuster, en Action Comics nº 1 nos presentaron al último hijo de Krypton, y Superman naciera como el primer superhéroe de todos los tiempos, podemos decir que no sólo se dio a luz a un nuevo género que elevó la viñeta a un pilar cultural a tener en cuenta, si no que, con el género superheroico también se alumbró a la mitología moderna.
Y es que, qué duda cabe de que Superman, Spiderman, Los Cuatro Fantásticos, Linterna Verde… todos ellos, y muchos otros, pertenezcan a quienes pertenezcan los derechos de su explotación comercial, son dioses que caminan entre humanos, portadores de poderes y habilidades más allá de lo imaginable que convierten al ser humano medio, en un mero mortal que resulta ser poco más que una hormiga en comparación con estos personajes.
De aquel evento que supuso Action Comics nº 1, han pasado ya 80 años, como con gran habilidad no se cansan de recordarnos en este casa los compañeros del área DC, y desde entonces la creación de nuevos personajes que engrosen las filas de estas deidades de nuevo cuño se ha disparado exponencialmente.
Sin embargo, incluso estos héroes enfundados en coloridas mallas, y defensores de un elevadísimo ideal de justicia, tienen a su vez referentes demiúrgicos a los que pueden y deben temer y contra los que, en muchas ocasiones, deben luchar, aunque ello suponga utilizar el cosmos y el universo que les rodea como arriesgada apuesta y moneda de cambio.
Hablamos de conceptos puramente Kirbyanos como Los Nuevos Dioses de DC o Los Eternos de Marvel. De panteones como el asgardiano, el egipcio o el griego que han sido versionados en numerosas ocasiones por Marvel, o de los Eternos de Vértigo/DC y otros tantos panteones reales y/o ficticios que configuran la génesis de estos macro multiversos de ficción. Hablamos por tanto de Metron, de Darkseid, de Scott Free, de Mentor, de Eternidad, del Tribunal Viviente y por supuesto de… Thanos de Titán, uno de los protagonistas de la novela gráfica objeto de esta reseña, que, en su apartado correspondiente, procederemos a analizar, pero no sin antes hacer unas breves referencias a sus autores y a los personajes que la protagonizan.
Y es que, quizás este cómic no sea el mejor que ha protagonizado por el hijo pródigo de Mentor, pero desde luego resulta ser una obra que se encuentra a la altura de su grandeza y de su idiosincrasia, por lo que este redactor considera que esta obra resulta tan buena como cualquier otra para tener la oportunidad de repasar aspectos de la obra que a veces, como redactor, dejo pasar desapercibidos en las reseñas.
Jim Starlin y Alan Davis se encargan de traer de vuelta a Thanos en una trama que, como veremos, podría (o no) resultar decisiva para la configuración del cosmos marvelita, por lo que aprovecharemos esta ocasión para dedicar unas breves líneas a estos dos grandes de la viñeta que cual Hombre Murciélago y Chico Maravilla, forman un verdadero dúo dinámico creativo en Los Hermanos del Infinito.
Jim Starlin nació en Detroit en 1949, siendo una de sus primeras incursiones en Marvel la realizada en Iron Man nº 55, en 1973, habiéndose centrado su labor hasta ese momento en el dibujo final de Spiderman. Y es que sí, estamos ante uno de esos pocos autores completos, algo no tan usual en el cómic americano mainstream, pues hablamos de autores que acometen labores tanto de guión, como de dibujo, en función de la ocasión.
En dicho cómic perteneciente a la colección del Hombre de Hierro, Stark pasa a un segundo plano en el momento en el que entra en escena Thanos de Titán. Starlin dio así un primer paso al frente de lo que sería toda una “nueva cosmología marvel” de la que formarían parte personajes como Drax el Destructor (presentado en dicha saga), Pip el Troll, Gamora (ambos presentados en la etapa que en los 70 realizó Starlin en la colección de Warlock), Adam Warlock y el Capitán Marvel, e incluso Galactus (no siendo estos tres últimos una creación de Starlin pero sí que fueron definidos como lo que son hoy por el bueno de Jim, que puede considerase el padre adoptivo de dicho trío, o como mínimo, como su padrastro), Eternidad, el Tribunal Viviente… toda una serie de conceptos que se añadían a los ya presentados por la editorial y que, hoy en día, suponen la matriz de la mitología de La Casa de las Ideas, matriz a la que cualquier escritor debe acudir si se va a hacer cargo de cualesquiera de estos personajes, o al menos rozar aunque solo sea levente cualesquiera de estos conceptos de corte cósmico en los que la aportación de Starlin fue tan decisiva.
De ello, entre otros muchos ejemplos, pueden dar fe Dan Abnett y Andy Lanning, cuyos eventos cósmicos llevados a cabo entre los años 2006 y 2011, no habrían llegado a ver la luz tal y como se los conoce sin la labor de Starlin, hasta el punto de que hoy no hablaríamos de los Guardianes de la Galaxia tal y como se conocen en su formación actual si no fuera por este insigne autor.
En esta casa, he tenido el honor de reseñar, todos estos cómics de la década de los 70, pertenecientes a las colección de Iron Man, Capitán Marvel y Warlock, entre otras, en los que Starlin comenzó a desarrollar estas ideas mesiánicas, pasando por darle un fin a Mar-Vell en 1982 (cuya reedición será analizada en breve en Zona Negativa) a crear toda una nueva trilogía de eventos cósmicos en la década de los 90, cuyas mini series principales y tie ins forman parte de la Colección Jim Starlin, que Panini lleva publicando desde Enero de este mismo año y que terminará en Diciembre.
Tampoco podemos, ni debemos olvidar la segunda trilogía que Starlin dedicó al personaje para el Siglo XXI compuesta por La Relatividad del Infinito, La Entidad del Infinito y El Final del Infinito, tres novelas gráficas fundamentales para comprender al personaje y a su cosmos que, curiosamente tienen lugar obviando Starlin a su conveniencia algunos de los sucesos posteriores a La Cruzada del Infinito relativos a Thanos que no encajan en su historia.
Su labor no ha pertenecido en exclusiva a Marvel, a pesar de ser en la Casa de las Ideas donde más ha trabajado, pues ha ejecutado otros trabajos para DC Comics, siendo el más destacable Una Muerte en la Familia, aquella historia del Caballero Oscuro en la que, por mandato editorial (y no por decisión del fandom como en un principio se creía) puso fin a la vida de Jason Todd, el segundo Robin.
Así pues, y por todo ello, el regreso de Starlin a la escritura del Titán Loco, es siempre un motivo de celebración en el noveno arte.
Por otro lado, Alan Davis, nacido en Reino Unido en 1956 es como Starlin, otro autor completo, pues también hace las veces de guionista y/o de dibujante según la obra de que se trate. Como tantos otros autores británicos, Davis ejecutó sus primeros trabajos en la revista 2000 A.D., llamando la atención de Marvel y DC, muy pronto. Una de sus aportaciones más recordadas es aquella que le llevó a dibujar gran parte de los números que componen la etapa del Capitán Britania de Alan Moore en la década de los 80, formando ambos tocayos un tándem imbatible que dotó a un personaje hasta entonces bastante anodino, de una personalidad y un carisma que pronto llamó la atención de la crítica y del público.
En DC Comics dibujó también en los 80 la serie Batman and the Outsiders, escrita por Mike W. Barr entre otros trabajos, mudando poco más tarde a Marvel para dibujar gran parte de los números que componen la larguísima etapa de Chris Claremont, el Patriarca Mutante, al frente de los X-Men. Dentro de este microcosmos mutante, ambos autores llevaron a cabo la creación de Excalibur, división mutante británica en cuyas filas también militaba el Capitán Britania, a todas luces considerado el fetiche de Davis, como durante un tiempo lo fuera el Capitán Marvel para Jim Starlin.
Desde entonces, su trabajo se ha intercalado entre Marvel y DC, escribiendo y dibujando para esta última editorial La Liga de la Justicia: El Clavo, uno de los elseworlds más ocurrentes y mejor valorados de la compañía de Burbank, en el que se planteaba el origen de la Liga de la Justicia sin la revelación de la existencia de Superman, con las consecuencias que ello arrastraba. Este cómic contó con su secuela, Otro Clavo, en el año 2004, también llevada a cabo por Davis como autor completo. En el Siglo XXI uno de los trabajos de Davis que más atención merezcan quizás sea Los Cuatro Fantásticos: El Fin, enclavado dentro de esa serie de historias en las que Marvel nos contaba, literalmente, el fin de sus superhéroes más populares.
Vistos quiénes son los autores que se encargan de trazar la hoja de ruta de la nueva saga protagonizada por el Titán Loco, es de justicia hacer unas escuetas referencias a los principales protagonistas de la historia.
En primer lugar, hablemos de Thanos. Thanos, cuyo nombre proviene del término griego Thanatos, o lo que es lo mismo, muerte, es hoy día el villano más popular de Marvel, merced a su aparición el Universo Cinematográfico Marvel como el antagonista que está detrás del gran mal que amenaza a las contrapartidas cinematográficas de la Casa de las Ideas desde la primera cinta de Los Vengadores.
Sin embargo, mucho antes de que ni siquiera se planteara como posible, la existencia de un reflejo cinematográfico del Titán Loco, Thanos ya había hecho su incursión en el Universo Marvel en la década de los 70, con unas primeras historias escritas y dibujadas por Jim Starlin (su creador, y a todas luces su padre), en las que lograba su sueño: Convertirse en un Dios, alcanzando la omnipotencia largo tiempo ansiada.
Tanto en esta saga, coprotagonizada por Thanos y por el Capitán Marvel (como hemos anunciado anteriormente, hijo adoptivo de Starlin, pues no lo creo él, pero sí que supo darle un interés al personaje hasta entonces inimaginable) se nos presenta a un villano complicado, que no se ajusta al clásico ideal de malvado conquistador, si no que a pesar de buscar siempre el beneficio propio, se niega a reinar sobre un universo caótico, buscando cierto orden en el mismo.
Aquellos conceptos que ya se atisbaban en la década de los 70, sobre todo cuando Thanos ayudó en la colección de Warlock (también llevada a cabo por Starlin) a éste último a acabar con la Iglesia Universal de la Verdad y con su líder, Magus (reflejo futuro y tenebroso de Warlock) regresaron con más fuerza en la década de los 90, en la que a partir de La Búsqueda de Thanos, se termina de configurar a este gran personaje como el amante de la muerte que es, como un fiel servidor de la parca que, en aras de obtener su amor, emprenderá una enajenada cruzada en post del equilibrio universal y de la omnipotencia.
De este modo, Thanos se consagró con uno de los villanos fundamentales de Marvel, habiendo aparecido desde entonces, desde aquella trilogía del infinito de los 90 orquestada por Jim Starlin, aquí y allá, siempre formando parte (si no como villano, a veces como aliado y otras como espectador) de casi todos los eventos cósmicos que han tenido lugar en Marvel, siempre en un eterno ciclo de muerte y resurrección.
Lo más destacable de Thanos es que, con los años, ha evolucionado hasta tratarse de un personaje que al haberlo tenido todo (literalmente TODO, todo el poder, la omnipotencia en estado puro) no es capaz de aspirar a más, habiéndose constatado de cuan efímero es el poder absoluto una vez que se detenta, lo que lo convierte en uno de los villanos marvelitas más complicados.
Eros, el otro protagonista de esta historia, no es otro que el hermano de Thanos, siendo ambos hijos de Mentor. Eros, al ser un descendiente director de los Eternos, como el propio Thanos, resulta ser otro dios, pero lejos de perseguir los mismos deseos de poder absoluto que su hermano (al que siempre ha considerado un rebelde, una oveja negra) desde el principio fue mostrado como un ser despreocupado cuyo gran poder casi siempre estaba al servicio de buscar nuevas y más excitantes conquistas amorosas, teniendo el personaje una interesante y necesaria vuelta de tuerca en Los Hermanos del Infinito.
Y es que, Eros casi siempre ha estado presente en los eventos o historias que se centraban en las maldades de su hermano, o en las que Thanos estaba presente, pero la mayoría de las veces como un mero espectador, e incluso alivio cómico de la historia, no llegando a tener el protagonismo merecido pese a tratarse de un personaje tan decisivo en la construcción de Thanos… hasta ahora.
Los Hermanos del Infinito supone, como se ha dicho, el regreso de Jim Starlin a la escritura de su hijo favorito: Thanos de Titán. Pero no ejecuta este trabajo solo, pues cuenta con el dibujo del insigne Alan Davis para ilustrar sus complejas ideas.
La obra comienza con algo relativamente usual. Una batalla entre dos bandos de una guerra tribal que tiene lugar en un desconocido planeta del cosmos, en la que, como no, Thanos (ayudado por su Orden Negra) tiene su papel, buscando como siempre el beneficio propio.
Por otro lado, Eros, hermano de Thanos, con quien ha acabado por tener una relación basada en una tirante tolerancia y en la no ingerencia, tiene noticia de un hecho tan capital, que puede cambiar el orden del cosmos y del universo tal y como lo conocemos.
Quien también tiene algo que ver con estos hechos descubiertos por Eros, y que será su guía en el intento de cambiar el aciago futuro atisbado por el hijo favorito de Mentor, no es otro que Kang el Conquistador, villano clásico de Marvel (principalmente adscrito a las franquicias de Los Vengadores y de Los Cuatro Fantásticos), que merece una reseña de cientos de páginas para tan solo acercarse a su importancia y originalidad de este conquistador, no de lugares, si no de franjas temporales. No ha sido deseo de este redactor hablar de Kang en el apartado dedicado a los personajes, por cuanto si bien se trata de un personaje muy importante para el desarrollo del argumento, no deja de tener un papel secundario, reservándose para Eros y Thanos el protagonismo de la obra.
Estos son los ingredientes principales de una historia sobre viajes en el espacio y en el tiempo, sobre oscuras profecías que amenazan a la existencia entera, y sobre forzadas alianzas que quizás acaben por precipitar ese temible futuro que se quiere evitar, haciendo aquí Starlin gala de un guión muy complejo que a veces nos obligará a volver la vista páginas atrás en una historia en formato novela gráfica (un formato en el que Starlin se siente muy cómodo, como atestiguan tanto La Muerte del Capitán Marvel, como La Relatividad del Infinito, La Entidad del Infinito y el Final del Infinito), que en las poco más de cien páginas de las que se compone hace ver que estamos ante el regreso del genio a su creación más preciada, no habiendo perdido Starlin ni un ápice de su talento como escritor, sintiendo el lector que está ante una obra fundamental para el Titán Loco y su universo desde la primera página.
Alan Davis por su parte realiza un dibujo del que poco podemos decir que no se sepa ya cuando hablamos de este Autor. Davis y la suavidad de sus líneas brillan especialmente en la expresividad, pues bajo su lápiz, Eros y Thanos resultan más humanos que nunca. A ello debemos de añadir que este autor es capaz de trabajar en ambientes de enorme contraste, al estar la obra plagada tanto de frondosas selvas, como que de parajes desérticos, como de naves espaciales que surcan un ominoso espacio exterior.
No podemos finalizar esta reseña sin hablar del entintado de Mark Farmer, o del color de Ciane Dusk sin cuya labor, la miríada de escenarios y enclaves por los que la trama galopa a ritmo frenético, no serían lo mismo.
Está claro que 2018 ha sido sin duda, y merced a la película Infinity War, el año de Thanos, como también está claro que Marvel no iba a dejar pasar la oportunidad de volver a dedicar un buen puñado de cómics a tan insigne villano, pero el hecho de que sea Jim Starlin quien vuelve a su creación, acompañado de alguien como Alan Davis, en la que es la primera de una saga (presumiblemente una trilogía que no sabemos cómo encajara en la continuidad marvelita) de novelas gráficas que marcarán el siguiente paso en la evolución de Thanos como fundamental personaje de Marvel que es.
En conclusión, esta es una obra que resulta una compra imprescindible tanto por el talento de los autores que la llevan a cabo, como por la fuerza de los personajes que la protagonizan, sin olvidarnos de lo elevado de los conceptos que se tratan en su trama.
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