Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Venom, de Ruben Fleischer

La suerte está echada y ya no hay vuelta atrás. El pasado viernes 5 de octubre la primera película en solitario protagonizada por Venom llegó a pantallas de todo el mundo y con ella la respuesta negativa más o menos generalizada de la crítica. Una vez se levantó el veto a los periodistas que ya habían podido verla las reseñas demoledoras no se hicieron esperar, cebándose con el film hasta el punto de llegar a tildarlo como el “digno” sucesor de “piezas de orfebrería” como Catwoman (2004) o Cuatro Fantásticos (2015). Dirigido por Ruben Felischer (Bienvenidos a Zombieland, Gangster Squad), escrito por Scott Rosenberg (Alta Fidelidad), Jeff Pinkner (La Torre Oscura), Kelly Marcel (Cincuenta Sombras de Grey) y Will Beal (Castle) así como protagonizado por Tom Hardy (El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace), Michelle Williams (Manchester Frente al Mar) o Riz Ahmed (Nightcrawler) nosotros ya hemos podido verlo y a continuación ofreceremos nuestra opinión sobre él.

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Pero antes de meternos en vereda volveremos al origen de esta nueva cinta inspirada en los cómics de Marvel reseñando su precuela, Life, la película de 2017 que servía de precedente a lo acontecido en Venom revelándose como génesis de la cinta dirigida por Ruben Fleischer. ¿Cómo?, ¿qué decís? ¿que no sólo se ha confirmado oficialmente que el último trabajo del cineasta Daniel Espinosa no está vinculado con Venom y a lo largo del metraje de esta última no hay una sola referencia a dicha producción estrenada el pasado 2017?. Bueno, en Zona Negativa somos muy amantes de las especulaciones rocambolescas con encanto, y altruistas en lo referido a regalar contenido al respetable, de modo que os ofrecemos un dos por uno por la cara porque para nosotros Life es la precuela del primer film de Veneno y punto final.

Life (2017), de Daniel Espinosa
 
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Dirección: Daniel Espionsa
Guión: Rhett Reese, Paul Wernick.
Música: Jon Ekstrand.
Fotografía: Seamus McGarvey.
Reparto: Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson, Ryan Reynolds, Hiroyuki Sanada, Ariyon Bakare, Olga Dykhovichnaya.
Duración: 103 min.
Productora: Skydance Productions / Columbia Pictures / Sony Pictures.
Nacionalidad: Estados Unidos.

Valoración:

 

Desde hace unos años el cine localizado en el espacio exterior y protagonizado por astronautas está conociendo un interesante resurgir dentro de Hollywood gracias a nuevas propuestas de distinto y variopinto pelaje. Moon, Gravity, Interestelar, Marte o la próxima First Man dan muestra de la buena salud de dicho subgénero. Una obra como Life podría pasar a engrosar la lista formada por los largometrajes ya mencionados, pero a diferencia de ellos se entrega a una narrativa más cercana la ciencia ficción terrorífica, como le pasaba a su coetanea The Cloverfield Paradox, controvertida tercera entrega de la franquicia ideada por J.J. Abrams, tomando como referente antes Alien: El Octavo Pasajero (1979) que 2001: Una Odisea del Espacio (1968). La producción que nos ocupa supone una extraña amalgama colaborativa entre profesionales delante y detrás de las cámaras. Para su dirección se contrataron los servicios del director sueco de origen chileno Daniel Espinosa (El Invitado), con respecto al guión sus responsables son Rhett Reese y Paul Wernick (Deadpool 1 y 2, Bienvenidos a Zombieland) y el reparto está formado por Jake Gyllenhaal (Brokeback Mountain), Rebecca Ferguson (Misión Iposible: Fall Out) y Ryan Reynolds (Buried), Hiroyuki Sanada (Lobezno Inmortal), Olga Dykhovichnaya (Weekend) o Ariyon Bakare (Rogue One: Una Historia de Star Wars). Recibida de manera tibia por la crítica y con algo más de entusiasmo por el público Life hubiera pasado al olvido a día de hoy si no fuera por la leyenda urbana creada a su alrededor y a la que volveremos un poco más tarde.

Life obedece a un intento por amalgamar dos de los productos previamente mencionados en una sola película. Por un lado la obra maestra de Ridley Scott con la presencia de una letal forma de vida extraterrestre con la misión de ir eliminando a todos los tripulantes de la estacióm espacial en la que tiene lugar la acción y por otro el celebrado film de Alfonso Cuarón asemejándose a él por medio de unas muy competentes secuencias técnicas. De hecho Life se refleja tanto en Gravity que Daniel Espinosa no duda en abrir su obra con un enorme y elaborado plano secuencia, muy inferior al ejecutado por el cineasta mexicano en su film, pero bastante destacable en varios aspectos. Ese arranque marcará el devenir de la puesta en escena por parte del sueco, demostrando una profesional encomiable a la hora de abordar un proyecto de unas dimensiones considerables si lo comparamos con sus trabajos anteriores y que él acomete por medio de un look visual y un control del tempo narrativo del todo competente consiguiendo transmitir la sensación de aislamiento experimentada por el grupo de personajes y la continua amenaza que supone la presencia de Calvin, la criatura alienígena que asedia y da caza a la tripulación de la Estación Espacial Internacional.

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Del guión se ocupan Rhett Reese y Paul Wernick, los héroes detrás las dos entregas de Deadpool y Bienvenidos Zombieland (de la secuela de esta también se ocuparán próximamente) demostrando aquí saber adaptarse a historias más propensas a la seriedad y el dramatismo. La escritura de Life no inventa nada, transita lugares comunes reconocibles para cualquier fan del género y no depara casi ninguna sorpresa a la platea. Pero está planteada con decencia y un fluir argumental muy digno, sabiendo dosificar los pasajes de más tensión con los imperados por la calma y el devenir de acontecimientos responsables de impulsar la trama de cara su adecuado desarrollo. Si quisiéramos destacar un problema grave de escritura ese sería uno casi convertido en un mal endémico en este tipo de producciones propensas a dejar un tanto de lado el realismo y abrazar la sci-fi ligera, y es el más bien pobre perfil de los personajes principales. No podemos hablar de roles insulsos sólamente localizados en la trama para ejercer de carne de cañón de la criatura agresora, porque hay una intencionalidad de dar personalidad definida a cada uno de los astronautas, pero la mayoría de ellos quedan en simples esbozos cuyo único logro es humanizarlos para apelar a la empatía del espectador.

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En lo referido al reparto tenemos a un grupo de actores haciendo con impoluta profesionalidad su trabajo teniendo que exprimir a fondo unos personajes que, como ya hemos apuntado, no se revelan precisamente como un dechado de tridimensionalidad psicológica. El sexteto de intérpretes se aferra a las ínfimas pinceladas añadidas por el guión para diseñar la personalidad de sus criaturas y todos consiguen protagonizar alguna escena memorable con altas dosis de dramatismo debido a la situación extrema en la que se ven implicados. Con todo son los dos protagonistas, Jake Gyllenhaal y Rebecca Ferguson, los que más provecho sacan a la hora de perfilar sus caracteres gracias a la relación sentimental mantenida por ambos, permitiéndoles esta interactuar en pasajes más íntimos transformándolos en indvidiuos cercanos y reconocibles desde una perspectiva emocional. Con esto no afirmamos, ni mucho menos, que el resto del cast no haya hecho los deberes, ya que la osadía de Ryan Reynolds, la gelidez de Olga Dykhovichnaya, la austeridad de Hiroyuki Sanada y la determinación Ariyon Bakare confirman el buen hacer del equipo artístico de Life, entregado en todo momento a la causa aún sabiéndose parte de un producto tan ligero como intrascendente.

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Life se deja ver con agrado, llega incluso a llamar la atención con alguno de sus pasajes, pero su nula originalidad y escasa pretensión la convierten en un producto tan fácil de digerir como olvidable. Curiosamente ya antes de su estreno comenzaron las especulaciones afirmando que todo había sido una atípica maniobra de marketing por parte de Sony para realizar un largometraje que sirviera de origen al futuro proyecto de adaptar el personaje de Venom a la pantalla grande con Tom Hardy de protagonista. Todo comenzó cuando en uno de los trailers de Life incluyeron una breve escena de Spider-Man 3, cinta que supuso el debut audiovisual del personaje. Los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick, por aquel entonces encargados de escribir el guión de Venom (algo que no llegó a suceder), haciendo honor a su fama de cachondos mentales se tomaron a coña el asunto y no confirmaron ni desmintieron nada. Una vez vista Venom podemos confirmar que realmente no hay un vínculo con la producción que nos ocupa, pero a un servidor le gustó tanto la idea como para depositar mi fe ciega en ella. Por desgracia el tema de si Life es, o no, una precuela de Venom queda en segundo lugar una vez hemos podido degustar la última adaptación cinematográfica de un personaje nacido en el seno de la Casa de las Ideas.

Venom (2018), de Ruben Fleischer
 
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Dirección: Ruben Fleischer
Guión:Scott Rosenberg, Jeff Pinkner, Kelly Marcel, Will Beall (Cómic: Todd McFarlane, David Michelinie).
Música: Ludwig Göransson.
Fotografía: Matthew Libatique.
Reparto: Tom Hardy, Riz Ahmed, Michelle Williams, Jenny Slate, Woody Harrelson, Reid Scott, Michelle Lee, Scott Haze, Jared Bankens, Al-Jaleel Knox, Jock McKissic, Mac Brandt, Sope Aluko, Jane McNeill, Wayne Pére, Selena Anduze, Donald K. Overstreet, Christian Convery, Laura Distin, Sam Medina, Gail Gamble.
Duración: 112 min.
Productora: Sony Pictures Entertainment (SPE) / Columbia Pictures / Marvel Entertainment.
Nacionalidad: Estados Unidos.

 

La primera aparición oficial de Venom en el mundo de la viñeta refiriéndonos siempre a la toma de contacto primigenia entre el simbionte alienígena, encontrado y utilizado previamente por Spider-Man a partir del número 8 de las míticas Secret Wars, y el periodista del Daily Globe, Eddie Brock, tuvo lugar en The Amazing Spider-Man #299 allá por mayo de 1988 bajo la tutela del guionista David Michelinie y el dibujante Todd McFarlane. Con el paso del tiempo Venom, o Veneno, fue convirtiéndose durante la primera mitad de los años 90 en uno de los villanos de Marvel Comics favoritos del fandom. En la editorial tomaron buena nota y encargaron al mismo Michelinie y al ilustrador Mark Bagley la responsabilidad de convertir al archienemigo de Peter Parker en un antihéroe obsesionado con “proteger a los inocentes”. Tras su poco ortodoxo trasvase al bando de los superhéroes Venom comenzó a protagonizar su propia cabecera formada en sus inicios por numerosas miniseries. El pistoletazo de salida lo daría Veneno: Protector Letal, arco argumental de seis números ideado por los dos autores encargados de la conversión al bien de Eddie Brock, sumámdose a ellos un Ron Lim tomando el relevo de Mark Bagley, incapaz de cumplir las fechas de entrega debido encontrarse por aquel entonces en su etapa más prolífica dentro de Marvel Comics abarcando varias series localizadas en el spiderverso. Tras ella llegaron el evento Matanza Máxima y por otro lado más miniseries en solitario como Pira Funeraria, La Locura, El Enemigo Interior, El Macero, Noches de Venganza, Guerra de Simbiontes… y ya adentrándonos en el nuevo milenio etapas de largo recorrido, nuevos huéspedes para el simbionte como Mac Gargan, Flash Thompson o Lee Price o variantes como Ultimate Venom, Venom 2099 o Anti Venom.

Si obviamos sus apariciones en las numerosas series animadas protagonizadas por Spider-Man la primera incursión en imagen real de Venom se produjo en Spider-Man 3. A pesar de la oposición del director, Sam Raimi, Sony se empeñó en incluir en la tercera entrega de la primera trilogía del trepamuros el traje alienígena de origen extrarrestre y su posterior conversión en Venom cuando toma contacto con Eddie Brock, en aquel largometraje interpretado por un muy inadecuado Topher Grace. Ya en lo referido a la película Venom esta toma como origen del personaje el mismo establecido en Spider-Man: The Animated Series, aquel que eludía todo lo acontecido en Secret Wars y justificaba la llegada del simbionte extrarrestre por medio de una misión espacial en la que estaba implicado John Jameson, hijo del famoso director del Daily Bugle y futuro Man Wolf y Stargod. Tomando estos hechos como arranque y eludiendo cualquier referencia a Spider-Man Venom da sus primeros y titubeantes pasos estableciendo la tónica de lo que será el resto del largometraje. Por desgracia Venom está lejos de ser una buena película y como adaptación del personaje al medio audiovisual es en ocasiones hasta insultante, pero por suerte es un producto altamente entretenido y hasta disfrutable por su naturaleza alocada.

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Para que nadie se lleve a engaño y todo el mundo tenga una idea más o menos clara de a lo que se va a enfrentar cuando decida verse las caras con um proyecto como Venom podemos confirmarlo como una amalgama entre Green Lantern (2011) y Ghost Rider: Espíritu de Veganza (2012), no precisamente dos obras maestras dentro del subgénero, más bien todo lo contrario. En cuanto a la estructura y parte de su desarrollo se emparenta con la adaptación cinematográfica de las correrías de Hal Jordan interpretada por Ryan Reynolds y en lo referido a tono y resolución formal es imposible quitarse de la cabeza la alocada secuela del Motorista Fantasma con un oligofrénico Nicolas Cage como protagonista. Este ese el nivel y no hay más, porque Venom es un disparate cinematográfico, una astracanada que no sabe cuando ponerse seria o reírse de sí misma, un proyecto despachado por parte de Sony de mala manera con la única intención de hacer dinero sin pararse a pensar si estaban facturando un producto de calidad y mucho menos mostrando un mínimo de interés por respetar la esencia del personaje, pisoteado impunemente a lo largo de gran parte del metraje para enfatizar una cuestionable, aunque no poco efectiva, comicidad.

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Que Venom sea una película mediocre es algo que queda claro desde el mismo momento en el que tratamos de analizar con un mínimo de rigor su guión. Protagonista cobarde viéndose inmerso en una situación extrema cambiándole la vida, pareja sentimental sufrida y con un par de escenas para darle algo de relevancia, villano de opereta simplista y sádico sin un ápice de claroscuros y una trama sencilla carente de florituras narrativas para ser seguida con el mínimo uso neuronal por la platea. En lo referido a la fidelidad con respecto a las viñetas el desastre se antoja mayúsculo a la hora de hablar tanto del personaje del célebre periodista del Dailu Globe como del traje alienígena con voluntad propia que se adhiere a su persona. Mientras Eddie Brock parece un quinceañero con pulsiones propias de esa edad y comportamientos insulsos en su vida personal el simbionte extraterrestre se comunica con su huésped con un lenguaje barrionajero que lo emparenta con un macarra del Bronx, pasándose así los guionistas de la obra la idiosincrasia primigenia de la relación establecida entre ambas mitades, convertidas en un sólo ser, por salve sea la parte con el único fin de hilvanar un chascarrillo detrás de otro, algo a lo que volveremos cuando hablemos de la labor de Tom Hardy como protagonista.

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Ruben Fleischer aborda este material haciendo uso de los medios puestos a su disposición, grandes en cuanto a presupuesto y mínimos en lo referido a creatividad, aunque con el director de Gangster Squad tampoco estamos hablando de un David Fincher o un Paul Thomas Anderson, precisamente. El director cumple a la hora de llenar la pantalla de frenetismo y ruido, llegando en algún momento a saturar al espectador, pero consiguiendo no aburrir en ningún momento a este último sabiendo ejecutar con oficio su trabajo, más si cabe teniendo entre sus manos una historia bastante paupérrima sustentada en la acción continua, las secuencias de peleas, persecuciones, tiroteos y un uso continuo de unos CGI, en líneas generales, bastante dignos. La acumulación de secuencias dinámicas desfilando por la pantalla, la imponente presencia de los distintos simbiontes y referencias continuadas a los cómics extendiéndose hasta la primera de las dos escenas post créditos son los escasos alicientes a los que los fans de los cómics y los espectadores ocasionales podrán aferrarse para pasar un rato divertido con Venom, siempre que no decidan pararse mucho a pensar en la obra ni a desentrañar su interminable galería de carencias.

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Un servidor siente una extraña mezcla de sentimientos a la hora de hablar de la labor de Tom Hardy como protagonista absoluto en Venom. Es ineludible que es uno de los periodistas menos creíbles, y más sexys, de la historia del cine, que su Eddie Brock infantil, a veces hasta estúpido, y exagerado poco o nada tiene que ver con el de los cómics, al menos de los primeros que protagonizó, y que su relación con el simbionte pierde todo su potencial cuando los guionistas deciden convertir a ambos en los compañeros de piso protagonistas de una sitcom. Pero mentiría si dijera que no he disfrutado viendo al protagonista de Bronson o Legend siendo poseído por Nicolas Cage y dando forma al más histriónico papel de su carrera, haciendo el ridículo de manera suicida al decidir entregarse a una sobreactuación insana llena de aspavientos, movimientos propios del slapstick o la comedia física mientras deja claro en todo momento habérselo pasado de vicio dando vida a semejante esperpento de personaje(s). Para que los aficionados a los cómics del archienemigo de Spider-Man creado por David Michelinie y Todd McFarlane me entiendan, lo visto en esta Venom no se aleja demasiado, en cuanto a cantidades industriales de herejía y falta de respeto, a lo que Shane Black hizo con el Mandarín/Trevor Slatery en Iron Man 3. Otro “villano”, todo hay que decirlo, capaz de arrancarme en su momento más de una carcajada por obra y gracia del gran Ben Kingsley.

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En resumidas cuentas ea esto se reduce una película como Venom y pedirle más en cualquier sentido es una exigencia tan ingenua como temeraria por parte del espectador. Sony no ha querido o sabido hacer una buena adaptación del personaje al medio cinematográfico entregándose a la ley del mínimo esfuerzo. Sus directivos cometieron un error garrafal a la hora de no negociar con Disney y Marvel Studios (como sí hicieron previamente en el caso de Spider-Man: Homecoming) para poder vincular al Eddie Brock cinematográfico con nuestro amistoso vecino adscrito al MCU, pero el resultado tampoco es el desastre mayúsculo aventurado por muchos, aunque sí una producción fallida, hipertrófica y notablemente ajena al espíritu de los cómics en los que se inspira. Mi consejo para disfrutarla mínimamente es verla sin prejuicios, dejando de lado el origen secuencial de su protagonista y asumiendo el hecho de estar viendo una pieza insulsa, intrascendente y algo estúpida. Habrá quien afirme que estos son muchos obstáculos para sortear por un producto como Venom y no seré yo quien les quite la razón, ni la persona que les obligue a tener que hacerlo, porque la recompensa no merece demasiado la pena.



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