Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas DC: Lucifer #1

 

Edición original: Vertigo (DC Comics).
Guión: Dan Watters.
Dibujo: Max Fiumara, Sebastian Fiumara.
Entintado: Max Fiumara, Sebastián Fiumara.
Color: Dave McCaig.
Formato: Grapa, 32 páginas.
Precio: $3.99

 

Sin que nadie lo esperase, y contra todo pronóstico, Lucifer, la de televisión, se ha convertido en todo un fenómeno con muchos fans y televidentes que ven cada capítulo con fervor y esperan impacientes la siguiente temporada. Cuando se anunció por parte de Fox que habría una adaptación a televisión del cómic de Mike Carey, los fans del personaje creado por Neil Gaiman no podían sino dar saltos de alegría pensando en que al fin iban a ver al carismático ángel caído en un medio audiovisual. La felicidad duró muy poco tiempo, al ver que la intención de Fox era dejar atrás el tono metafísico y nihilista de la obra de Carey para convertirlo en una historia procedimental estándar de género policiaco, con un Lucifer Morningstarbastante diferente al que habíamos podido ver en la historia del escritor inglés. E insisto, contra todo pronóstico, el “invento” salió bastante bien, y no solo ha aguantado tres temporadas, sino que la mismísima Netflix rescató la serie de la cancelación para producir más temporadas, ante la campaña de su legión de fans en las redes sociales.

Esto nos vuelve a traer a colación el debate de siempre: ¿puede ser una adaptación buena a pesar de ser muy diferente de la original? Parece que la respuesta es sí, y Lucifer y sus fans televisivos así lo han demostrado. Es más, cada una coexiste en su propio espacio, con un público seguramente muy diferente, pero en ambos casos muy felices con la historia que se les ofrece. Y más allá de todo esto, lo importante a mi juicio es que, aunque sean muy pocos, siempre habrá quienes se acerquen a la obra original por mediación de su adaptación, especialmente si esta es, más allá de su calidad, popular. Y esto, como amantes del cómic, nos favorece, porque crece la familia de lectores y beneficia a la industria. Y si no te gusta la adaptación, siempre puedes criticarla una, dos o incluso tres veces, y dejar de verla, y que cada uno disfrute a su manera de la historia que más le entretenga o le haga sentir bien.

Esperemos que sea el caso de la nueva etapa de Lucifer, en el cómic, con el volumen 3 ya en su haber, y se pueda ver beneficiado con una buena masa de lectores que vengan tanto de las etapas anteriores, como de su adaptación televisiva, atraídos por una sana curiosidad de leer algo moderno. Eso sí, en este caso tendrán que cambiar el chip, porque la historia que nos presenta Dan Watters, el guionista, es muy diferente de la serie de Fox, y ahora de Netflix.

Así pues, Vertigo continúa engrosando su Sandman Universe con esta nueva historia en la que vemos al señor de las mentiras atrapado en su mundo infernal con sus acólitos, ciego, y lamentándose de su existencia, sin saber cómo salir ni qué le ha llevado a esta situación. Por otro lado, tenemos a un detective llamodo John Decker en la Tierra, en una trama más mundana, pero de corte policíaco, y en la que está involucrado un familiar de su enferma esposa. No obstante, Watters ya deja intuir que esto va a tener mucho de fantasía oscura y de terror, aparte de una carga filosófica importante, especialmente en la trama de Lucifer, una trama que va dando saltos en el tiempo, y que forma parte del misterio principal de una serie que parece tornarse en una historia de venganza de la cual aún sabemos pocos detalles. Y sí, hay algunas revelaciones, entre ellas una muy importante que mantiene el interés muy alto en esta coleccción.

Pero no todo es un camino de rosas, porque si bien en esta nueva etapa se recupera el tono filosófico y existencialista del personaje, la narración puede hacerse densa y dura para según qué paladares, o incluso del momento en el que te encuentres. No es una lectura sencilla, y requiere de cierto nivel de concentración y abstracción para introducirnos en el mundo y entender la historia que Watters nos plantea, lo cual sin embargo es una gran noticia, mientras el autor sepa llevarlo bien, y no provocar un ritmo excesivamente lento y denso a lo largo de los siguientes números y de lo que nos quiere plantear.

En el apartado artístico tenemos a Max y Sebastián Fiumara en el dibujo y entintado, y a Dave McCaig al color. Los Fiumara son un par de hermanos argentinos que llevan mucho tiempo dedicándose a esto del cómic, trabajando para las grandes editoriales de este medio, como Avatar Press, DC Comics, Marvel o Dark Horse. Son especialmente conocidos por sus trabajos con Mike Mignola, en series como AIDP o Abe Sapien, publicadas en España por Norma Editorial. Los Fiumara vuelven a demostrar en esta colección que, pese a tener un estilo parco en detalles, se adaptan a la perfección a las historias de fantasía oscura como la que tenemos entre manos. El tono extraño, los seres mitológicos que ya irremediablemente nos evocan al mundo de Hellboy, y el color de McCaig nos introducen a la perfección en el clima bizarro y metafísico de la historia, en la que brillan especialmente en las viñetas más tétricas y fantásticas, pero incluso también en las más realistas, como en la trama de Decker, en la que aplican un tono diferente, siempre desde su estilo “indie” tan característico.



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