Javier Vázquez Delgado recomienda: Hal Jordan y los Green Lantern Corps #23-25

 

Edición original: Hal Jordan and the Green Lantern Corps núms. 42-47.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Robert Venditti.
Dibujo: Clayton Henry, Fernando Pasarín, Ethan Van Sciver, Rafa Sandoval, Brandon Peterson.
Entintado: Jordi Tarragona.
Color: Ivan Plascencia, Jason Wright, Tomeu Morey.
Formato: Grapa, 48 págs. A color.
Precio: 3,25 euros.

 

En 1992 ocurrieron muchas cosas. Fue un año bisiesto, fue el año internacional del espacio, España celebró sus primeras Olimpiadas, se celebró el quinto centenario del descubrimiento de América, se inauguró la exposición universal en Sevilla, se detonó la última bomba atómica en suelo norteamericano, Bill Clinton ganó las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos… sin duda 1992 fue un año cargado de cientos de acontecimientos a lo largo y ancho del mundo. Política, social y culturalmente el mundo no dejaba de cambiar. Y entre todos esos cambios, miles, cientos de miles, millones… tantos como seres humanos había en la Tierra, hubo uno que pasó desapercibido para la infinidad de ellos, salvo todos aquellos que eran aficionados a leer comics de superhéroes.

En 1992 se publicó el primer número de una nueva serie titulada, Darkstars, (escrita por Michael Jan Fieldman y dibujada por Mike Collins) en alusión a sus protagonistas, un grupo de vigilantes espaciales creados por los Controladores y NEMO (Nodo para el Establecimiento y Mantenimiento del Orden) con la misión de erradicar el caos del universo. Sus miembros vestían una armadura de combate, el exomanto, que les profería superfuerza, velocidad, capacidad de vuelo, campo de fuerza y proyecciones máser de energía pura. La serie se publicó durante 39 números.

Este peculiar cuerpo de policías tenía unas más que evidentes similitudes con los Green Lantern Corps (asignaban a diferentes Darkstars a diferentes sectores espaciales, siendo el de la Tierra el alienígena Ferrin Colos del planeta Zamba). Entre sus muchas aventuras conjuntas, hubo una que brilló por encima de todas las demás, la de la Triarcada, que obligó a formar equipo a los Lantern, los Darkstars y L.E.G.I.O.N. Este enfrentamiento llegó a poner orden entre los tres grupos defensores del universo y determinó cuales iban a ser sus cometidos. Cuando Hal Jordan desmanteló a los Corps, los Darkstars ficharon a John Stewart y a la ex Titan Troia.

El final del grupo llegó de forma abrupta con sus miembros dimitiendo o siendo asesinados a manos de Grayven, quedando solo tres en activo en su misión por erradicar el mal de la galaxia. Un mal que acabó con todos ellos poco después, cuando se vieron obligados a absorber grandes cantidades de energía, del villano Starbreaker, con sus corazas.

Han pasado muchos años desde que los Darkstars surcaban el Universo DC y ha tenido que ser Robert Venditti el que los haya traído de nuevo de vuelta por todo lo alto, más radicales, más intensos y más mortíferos que nunca, para narrarnos una historia en la que se puede escuchar, si se esta atento, el tic tac de fondo que indica que nos vamos acercando a los últimos números del guionista a cargo de la serie de los anillos verdes.

Venditti no ha hecho un trabajo especialmente relevante si ceñimos tal aseveración a la repercusión de sus tramas. Sin embargo, su trabajo con la serie madre de la franquicia verde de DC Comics, es sin duda uno de esos trabajos que cumplen, sólidos, dejando todo bien definido y donde las cosas pasan por la ley de la acción y la reacción. El guionista ha desarrollado a todos los personajes con los que ha lidiado, dándoles espacio para que se expresaran y definiendo muy bien quien es quien, en un claro intento de deshomogeneizar a los Corps.

Su trabajo ha evolucionado mucho, de pasar de estar a la sombra de Johns, a no saber qué hacer con su protagonista, a desprenderse de sus ataduras e intentar buscar su propia voz en una serie que inevitablemente mira al pasado por el fuerte campo gravitacional que dejó Johns en la serie…

Y una muestra de ello es el arco que propone Venditti, al que se llega de manera natural desde los anteriores números, explotando con fuerza gracias a la activación de las armaduras Darkstars y sus expeditivos métodos a la hora de tratar el crimen. El tratamiento de la amenaza resulta peculiar en el entorno de esta serie, alejada de tramas urbanas, donde siempre es más natural esperar encontrar a un justiciero, que rifle en mano, asume la misión de castigar el crimen con la muerte. El contrapunto que Venditti quiere tratar de forma clara en este arco es sin duda la fina línea que separa al verdugo de la justicia, al juez del ejecutor, con intensos debates sobre la segunda oportunidad, la venganza y la erradicación del mal de forma directa.

Venditti no profundiza, no es la serie donde hacerlo, pero sí perfila lo suficiente el tema como para dejarlo todo bien sembrado y abonado a la espera de recoger la cosecha cuando sea el momento adecuado. El uso que hace de las armaduras, la capacidad de estas para superar a los Lanterns y la selección de los portadores añaden un punto de interés extra al conjunto que se ve aderezado con un reclutamiento, por parte de los Corps, de un más que singular grupo con el que firmar una alianza que permita hacer frente a esta nueva amenaza. Una amenaza lustrosamente ilustrada por grandes dibujantes, entre los que destaca la labor de Pasarín y Sandoval, que captan a la perfección la magnificencia de tdoo este universo nen el que la ciencia ficción y los superhéroes se dan la mano. Un trabajo mayúsculo.

Venditti parece mirar al pasado de los Darkstars para inspirarse y dar la vuelta los acontecimientos que a principios de los noventa sacudieron los cimientos de la galaxia. Los Darkstars fueron en su día una fuerza pacificadora y en manos de Venditti se convierten en una fuerza extrema en sus métodos y sus formas. El escritor logra aprovechar todas las piezas que tiene sobre el tablero y se permite tiempo de calidad a la hora tratar a cada uno de los protagonistas. La saga sube las apuestas a cada entrega y deja a los Lantern en una situación que invita irrevocablemente a querer seguir leyendo el arco que marca el principio del fin del trabajo de Venditti en la colección.



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