Javier Vázquez Delgado recomienda: Eloy. Integral
Edición nacional/ España: Eloy. Integral. Ponent Mon. Noviembre 2018
Guion: Antonio Hernández Palacios
Dibujo: Antonio Hernández Palacios
Color: Antonio Hernández Palacios
Formato: Cartoné, 128 páginas
Precio: 24€
Lo primero que sorprende leyendo el álbum Eloy. Integral de Antonio Hernández Palacios es su estilo seco y directo. Cuando empezamos su lectura entramos de lleno en la Guerra Civil Española, de una manera abrupta, con todo en marcha y a un ritmo casi desbocado que no parará hasta la viñeta final significativamente compuesta por un solitario Eloy sentado, tomándose un respiro pasajero y exclamando un sonoro “¡Uf!”.
La edición de Ponent Mon de Eloy. Integral agrupa las dos primeras historias de la tetralogía de Hernández Palacios dedicada a la Guerra Civil Española. En concreto, este tomo incluye los álbumes titulados Eloy, uno entre muchos y también Río Manzanares.
Palacios describe con precisión periodística, casi documental, las idas y venidas de las tropas republicanas en el tramo de la Guerra Civil comprendido entre septiembre de 1936 y finales de noviembre del mismo año. Son los meses que corresponden al asalto a Toledo y las primeras y cruentas batallas sobre Madrid. El autor conoce bien lo que está narrando porque él mismo vivió aquellos episodios por lo que sentimos casi en primera persona el cansancio, el miedo, la rabia y sobre todo la desorientación que una guerra como aquella causó a los soldados de un bando y del otro.
En las entrevistas concedidas y en numerosos textos que escribió, el autor explica que su primera intención era explicar la historia de: “… gentes que existieron de verdad y de la que nadie se acuerda”. Y también quería transmitir las sensaciones que recordaba: “… el retornar de los viejos olores a cuero y mantas de intendencia junto a las imágenes en color de aquel inolvidable pasado”.
Para ello empieza una exhaustiva búsqueda de documentación para rellenar los huecos que tenía en su memoria y para no colocar a ningún personaje en un sitio que nunca estuvo.
La verdad es que junto a Eloy y las víctimas anónimas de la brutal contienda, el protagonismo de este díptico lo acaparan también personajes históricos que participaron activamente en las batallas. Gente como: Enrique Lister, Hans Khale, Emilio Kleber, el teniente coronel Burillo, el general Asensio Torrado y luego personajes más conocidos como Dolores Ibarruri “la Pasionaria”, el poeta Rafael Alberti o el líder anarquista Buenaventura Durruti. Del ejército sublevado percibimos casi exclusivamente a los soldados anónimos, como sombras amenazadoras más que como seres humanos. Pero en las escasas ocasiones que son representados concretamente, Palacios los describe con objetividad, sin maniqueísmos, incluso con cierto respeto “profesional” como combatientes. La única licencia de reprobación que se permite el autor madrileño es respecto a los cargos políticos y al alto mando del bando republicano a los que retrata como seres incapaces, cínicos y cobardes. Son secuencias que demuestran la rabia aún reprimida en el corazón de un excombatiente.
Narrativamente, estas dos primeras historias forman un díptico que protagoniza el soldado Eloy. Palacios repetirá el esquema en los episodios siguientes con el protagonismo de Gorka. El autor utiliza el recurso de la voz en off con un narrador omnisciente que va desgranando los hechos y los datos básicos para situar al lector en cada episodio bélico y así darle la información necesaria para que pueda valorar la importancia de lo que va sucediendo en cada momento. Algunas veces los personajes comentan las informaciones que van desgranadas en los bloques de texto, cuestionando parte de lo explicado de manera irónica y descreída en un recurso narrativo audaz y completamente original.
La condición de obra coral y el hecho de que la serie tenía prevista una mayor extensión provoca que los personajes principales adolezcan de cierto esquematismo, de falta de entidad que seguramente hubieran ganado con el paso de los tomos.
Gráficamente hablando, Palacios divide la página en 3 tiras de 3 o 4 viñetas pero es muy flexible en su forma y rompe el esquema en numerosas ocasiones. Su dibujo es barroco, rotundo, lleno de detalles que nunca entorpecen la visión de la acción principal. La documentación gráfica es precisa, exacta y veraz algo que contribuye a darle autenticidad a lo narrado. El lector percibe el frio, la suciedad, el polvo como si viviese en estos momentos los sucesos narrados.
El color juega un papel importante puesto que Antonio Hernández Palacios recordaba su guerra particular en colores pero la mayoría de documentación existente en la década de los 80 era en blanco y negro. Para recrear todo aquello el artista usa una paleta de colores ocres, marrones y verdes para el paisaje que contrastan ferozmente con los rojos y naranjas de los disparos, incendios y explosiones. La noche es de color azul oscuro para los exteriores, rojo intenso para los interiores.
La abrumadora intensidad gráfica que Palacios imprime en esta obra la convierte en uno de sus mejores trabajos y en uno de los puntos álgidos del cómic español de todos los tiempos.
La serie La Guerra Civil Española de Antonio Hernández Palacios quería ser una obra compuesta por 20 álbumes de los que el autor madrileño terminó 4 solamente.
Los álbumes editados son:
Eloy, uno entre muchos (1979)
Río Manzanares (1979)
1936, Euskadi en llamas (1981)
Gorka Gudari (1987)
Estos tomos los publicó la editorial vasca Ikusager Ediciones y aún pueden pedirse en su catálogo.
Hernández Palacios realizó esta serie por encargo del editor, Ernesto Santolaya que quería la aportación del madrileño en una colección que tituló Imágenes de la Historia donde se incluyeron además obras como Argelia de Hernández Cava, Luis García y Adolfo Usero, Ché de H.G.Oesterheld, Alberto Breccia y Enrique Breccia sin olvidar El Cid del mismo Palacios.
Sin embargo el creador de Manos Kelly se implicó rápidamente en el proyecto, se empapó de documentación y planificó una serie de veinte volúmenes de los que los cuatro finalmente publicados conforman una pequeña parte central. Palacios tenía perfectamente definidos los acontecimientos posteriores al último álbum publicado; Gorka Gudari de 1987. Pretendía que los dos protagonistas se encontrasen, que luchasen en los frentes de Levante y Andalucía y que finalmente se exiliasen a Francia donde hubiesen continuado la lucha en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo las ventas no acompañaron las pretensiones de editor y autor y la serie se paralizó definitivamente en el cuarto episodio cuando su autor tenía 66 años.
Para conocer más sobre la vida y obra de este artista único puedes consultar este artículo sobre su obra Roncesvalles donde encontrarás una extensa biografía. Y en también puedes consultar la reseña sobre La paga del soldado que publicamos hace unos meses.
La edición a cargo de Ponent Mon es impecable. El editor tarraconense agrupa los dos primeros álbumes de la tetralogía y los incluye en un bello tomo, dándole el protagonismo a Eloy. Muy probablemente el año que viene editará otro volumen con las otras dos historias restantes. El papel es de gran gramaje y ligeramente satinado lo que evita los molestos brillos, el libro está perfectamente impreso, el color luce con todo su esplendor, el tamaño es el adecuado – solo un poco menor que el de los 4 tomos en cartoné de Ikusager – y cuenta con una extensa introducción de 24 páginas a cargo del historiador militar José Manuel Guerrero Acosta que nos sitúa perfectamente en el contexto histórico y social de los acontecimientos narrados en estas historias. Además está profusamente ilustrado por fotografías y documentos de la época. El precio es muy competitivo para un álbum de estas características.
El el prólogo del primer álbum de esta serie el propio Hernández Palacios asegura:
“No he tenido en ningún momento la pretensión de hacer historia, pero tampoco eludir la precisión del dato, el rigor del documento. Solo he intentado contar algo de lo que vieron, de lo que les tocó vivir a los hombres de mi tiempo en un intento de crónica visual que no estoy seguro de haber conseguido a la perfección, pero sí a satisfacción”.
Es un hermoso resumen para una obra que sigue plenamente vigente y que apabulla por la rotundidad de sus secuencias y por la veracidad de sus episodios. Con Eloy. Integral nos sumergimos en un episodio histórico terrible con todas sus consecuencias. Nos adentramos en una obra que pretendía ser monumental y acabó siendo magistral.
Salut!
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