Javier Vázquez Delgado recomienda: La redacción opina – ¿Quién es Aquaman?
Hoy es el día. Hoy se estrena la primera película de acción real dedicada al héroe de DC Comics, Aquaman. Una película que está llamada a remover a taquilla y convencer a los aficionados de porque Aquaman es uno de los siete grandes de la editorial de Burbank. Sin embargo, en la actualidad, su imagen sigue salpicada de parodia, de burla, arrastrando una significativa carga de chiste que busca eliminarse de una vez por todas gracias al film de Wan. Y desde la redacción queremos hablar de quien es Aquaman para nosotros, lo que significa, lo que representa, lo que vemos cuando un cómic suyo cae en nuestras manos o simplemente lo que pensamos cuando vemos un dibujo donde esté representado. Os invitamos a todos a dar vuestras opiniones y disfrutar de uno de los estrenos del año.
Cuando pienso en Aquaman, lo primero que me viene a la mente es cuan desconocido ha sido durante décadas el personaje para mí. Y es algo que no deja de resultarme extraño. Hablamos de uno de los personajes bandera de DC, de un miembro honorífico de la Liga de la Justicia y de la máxima representación de Atlantis como una parte más del Universo DC que otorga a la leyenda carácter de realidad por derecho propio, estableciendo al mítico reino como una parte más del complejo cosmos deceíta.
Sin embargo, como tantos otros, y no sin vergüenza cuando echo la vista atrás y pienso en ello, Aquaman me incitaba a la risa y al escarnio, merced a las representaciones que del personaje hacían conocidas sit com como Padre de Familia, South Park o incluso Big Bang Theory, serie donde los protagonistas eran unos absolutos fanáticos de los cómics de superhéroes que no dudaban en despreciar a Aquaman siempre que podían. Así pues, el mundo falso e inventado tejido alrededor de Aquaman había superado a la propia historia del personaje y a su importancia en la viñeta, haciendo que hasta personas que como yo, sienten el cómic como una pasión que se encuentra por encima de todas, no se dignaran a querer conocer mejor al Rey de Atlantis.
Hoy en día, y poco a poco, voy subsanando esa falta, y leyendo cada vez más historias de Aquaman un personaje que no sólo encarna la máxima representación del reino de Atlantis, si no del mandatario sacrificado que tiene un reino que proteger, reino que a veces se ve obligado a abandonar para proteger al resto del Universo como uno de sus más grandes héroes. Si a ello le sumamos que Arthur Curry es mitad atlante y mitad humano y que por ello lucha día a día por ganarse el respeto de muchos de sus súbditos que lo ven como un mestizo sin derecho a caminar por las calles de Atlantis y mucho menos, sin derecho alguno a gobernarlas, Aquaman se convierte en un personaje complejo y digno de mención en cuantas charlas, coloquios y debates se establezcan acerca del cómic superheroico.
Poco a poco, y no sin esfuerzo, la imagen del Rey de Atlantis asociada al ridículo va remitiendo, sobre todo merced a la etapa de Dan Abnett al frente del personaje (e incluso a la más pretérita de Peter David) y desde luego e indudablemente desde que Warner Bros ha puesto a Jason Momoa como cara reconocible y visible del personaje, buscando que a partir de ahora, las generaciones venideras cuando piensen en Aquaman, evoquen a un hombre recio, duro y atractivo y no a un ser ridículo que servía para poco más que hacer los sandwiches de la Liga de la Justicia, afirmación profundamente falsa pero grabada a fuego en el imaginario popular.
Para mí Aquaman es un personaje que sin resultarme tan atractivo como otros personajes de DC como Batman, Flash, Wonder Woman, Green Lantern o Superman, desde luego merece mi respeto y admiración, aunque solamente sea por seguir protagonizando interesantes y trepidantes aventuras que día a día tienen que luchar contra una inmerecida e injusta imagen, creando un problema para el personaje al que no se tienen que enfrentar el resto de sus compañeros de la Liga de la Justicia.
Sí, cuando pienso en Aquaman todavía recuerdo a ese ridículo personaje que se enfrentaba en a los agresores sexuales lanzando estrellas de mar desde la costa, pero esa imagen ya no se queda ahí como antaño, si no que me empuja seguir leyendo y a sumergirme en el mundo de Atlantis hasta que mi mente alcance un reino mítico tan complejo y rico como el de la superficie.
Como buen vasco, soy un gran amante de la gastronomía. Concretamente, en estos tiempos que corren, me he aficionado a la comida fusión. De esta forma puedo disfrutar de platos que no creía posibles gracias a la mezcla de estilos culinarios de diferentes culturas. Pero entonces, ¿este redactor se ha equivocado de artículo? ¿Acaso piensa que se encuentra escribiendo en una nueva sección de Zona Negativa dedicada a la cocina? Nada más lejos de la verdad. Desde el primer momento que vi anunciada la película de Aquaman la fusión volvió a mis pensamientos.
James Wan, director nacido en Malasia, pero nacionalizado australiano, se ha convertido en todo un especialista del género de terror. Los amantes de este tipo de cine anotamos su nombre en la agenda cuando, en el año 2004, sorprendía a propios y extraños con Saw, la cinta que supuso su estreno en el país del Tío Sam. Desde entonces, películas como Silencio desde el mal o las archiconocidas franquicias de Insidious o Expediente Warren han aterrorizado a millones de espectadores en todo el mundo con la firma de Wan. Teniendo en cuenta el bagaje del susodicho, resultó desconcertante que fuese el elegido en sacar a flote la primera película de Warner sobre el personaje de DC. El único affair del director de Aquaman con el género de acción hasta la fecha lo tuvimos en el año 2015 cuando llevó a buen puerto la séptima entrega de Fast & Fourius.
Para seguir con el elaborado plato, hace tiempo que se seleccionó el ingrediente principal. Jason Momoa, natural de Honolulu, fue pescado por Warner para interpretar a Arthur Curry por primera vez en Batman v. Superman: El amanecer de la Justicia donde su paso fue meramente testimonial. Momoa, a quien muchos de nuestros lectores suelen confundir con cierto miembro de la redacción de cine, saltó a la fama en Juego de Tronos donde, pecho descubierto, aumentó las pulsaciones de no pocas mujeres (y hombres) a lo largo y ancho de todo el globo. Con un punto macarra, el tándem Momoa-Aquaman fue la fórmula que mejor funcionó en la fallida Liga de la justicia (segunda participación del hawaino en el Universo Extendido de DC.)
La trilogía de Batman que Christopher Nolan llevó a la gran pantalla resultó ser un arma de doble filo para los intereses de Warner y DC Entertainment. A rebufo de Marvel Studios y con la complejidad que el director de Origen había dotado al caballero oscuro en forma de estilo heredado, la impresión que hemos tenido hasta ahora es que Warner Bros ha ido dando palos de ciego para poder conseguir un éxito en taquilla que le permita mirar de tú a tú a una franquicia como la de Vengadores. Wonder Woman resultó ser un magnífico ejemplo para seguir y lo cierto es que el extensísimo trailer (¡Más de cinco minutos!) que pudimos ver de Aquaman aumentó el hype a la gran mayoría de los escépticos.
Por mi parte lo tengo claro. Un buen vino blanco que acompañé al pescado fresco (procedente del Pacífico) que pienso degustar con un poco de salsa asiática, especias oceánicas y otro tanto de Curry picante. Brindemos, pues, por el Señor de los Mares y por todos nosotros. Deseo, DCorazón, que las buenas películas comiencen a ser la tónica habitual en este lado del charco y, de esta forma, poder olvidar productos infames como Escuadrón Suicida. DC tiene personajazos y soberbias historias para hacer las delicias de sus fans. ¡Larga vida al Rey con mejor barba del Multiverso!
Aquaman es para mí ese plato que siempre he querido probar pero no he encontrado la ocasión de hacerlo. Llamó mi atención por primera vez en los 90, con su aspecto greñudo, su garfio y los guiones de un Peter David en su mejor momento, pero dejé pasar la ocasión porque en aquel entonces estaba centrado en los títulos de Marvel y la primeriza Image. Años más tarde volví a interesarme por el personaje cuando llegó otro de mis guionistas preferidos, Kurt Busiek, junto a Buth Guice con una propuesta a medio camino entre la fantasía heroica y el cómic de superhéroes, pero las circunstancias hicieron que lo dejara pasar de nuevo. La última vez que se volvió a despertar mi interés por aproximarme a este personaje fue con la etapa de Geoff Johns dentro del relanzamiento de los New 52, pero una vez más algo me impidió hacerme con él (básicamente porque por aquella época estaba dejando casi todas las grapas).
El concepto de Aquaman como rey de Atlantis con poder para controlar a las criaturas marinas, dotado de una fuerza física considerable y notables habilidades físicas que le hacen prácticamente imbatible bajo el mar, lo hacen sumamente atractivo e interesante. Por eso nunca he entendido los motivos por los que se han hecho tantas bromas sobre el personaje. Si es por los excesos que cometieron los autores durante la Edad de Plata, prácticamente cualquier personaje de DC sería motivo de burla (alguien recuerda el Bat-hombre?). La verdad, un monarca que reina sobre el 75% de la superficie del planeta, que puede poner en pie de guerra a un ejército de millones de seres y tiene la fuerza suficiente para sacar un barco del agua a pulso no es para tomárselo en broma. Si quiere vestir una camiseta naranja brillante y cabalgar un caballito de mar gigante, ¿quién se lo va a discutir?
En cuanto a la versión cinematográfica del personaje creo que han hecho una aproximación muy interesante y acertada. Jason Momoa puede parecer una elección chocante para interpretar al personaje, pero el actor tiene un look que recuerda al personaje en los 90 y además encarna a la perfección el concepto unión de dos mundos (Momoa es medio hawaiano medio irlandés). Con lo visto hasta ahora en las películas del DCU, no se ha aprovechado el potencial del personaje, pero con lo que nos han enseñado los trailers promocionales de la película está claro que vamos a disfrutar de un espectáculo de primer nivel y a profundizar en la rica mitología del personaje. Además, cualquier película en la que aparezcan tiburones de combate y un kraken ha de ser disfrutable a la fuerza
La película de Aquaman me va a permitir, por fin, degustar ese plato que aún no he probado. Puede que no sea en su receta original, pero todo es empezar y, quién sabe, quizás después de probarlo me lanzo a recuperar las ocasiones perdidas.
Hay personajes, historias y momentos que te pueden marcar en cualquier momento de tu vida, pero no tengo conocimiento, en mi caso, de que esto me haya llegado a pasar con Aquaman. Ni siquiera tengo constancia del momento en el que me percaté realmente de la existencia de este personaje, cuando dejó de ser un secundario de otras colecciones que pudiesen haber leído en un momento dado. Sí, estaba en La Liga de la Justicia, y puede que haya tenido escenas para el recuerdo, pero frente a Flash, Green Lantern o Wonder Woman, para mí Arthur Curry palidecía y nunca me fascinó como concepto ni me llamó el acercarme a sus historias en solitario.
Esto último es curioso, porque cuando era joven me encantaba la mitología clásica, las leyendas y los mitos, siendo una de mis favoritas la del mundo perdido de la Atlántida. Llegué a leer mucho sobre ella, estaba informado sobre las nuevas teorías e incluso realicé años después algún trabajo universitario sobre el tema. Pero para mí siempre prevaleció el acercamiento histórico; cualquier cosa que hablase de extraterrestres, civilizaciones de “humanos-pez” y otras derivas pseudocientíficas automáticamente perdían el interés para mí.
Por ello, ese retrato de la Atlántida que nos ha ofrecido la cultura popular en las películas, series y cómics normalmente producía mi somnolencia. Es posible que este “prejuicio” facilitase mi falta de interés por Aquaman, a favor de las aventuras espaciales de Green Lantern, las pesquisas temporales de Flash o la más interesante reinterpretación de la mitología clásica que me parecía Wonder Woman. Puede que solo sean excusas para justificar mi desgana con este personaje cuya personalidad -a mis ojos apenas un Superman de cabellos rubios capaz de hablar con las ballenas- y estética tampoco lograban captar mi atención.
Esto provocó que leyese de forma tardía el Aquaman de Peter David o que no hace tantos años me hiciese con El hundimiento de San Diego de Will Pfeifer. El cambio de percepción comenzó con Flashpoint, una historia que pese a su irregularidad me llamó la atención por el mundo paralelo que representaba con un Aquaman que quizás nos recordase más al Namor de la competencia. Pero cuando de verdad logré conectar con el personaje fue en la posterior serie regular de Geoff Johns. Fue curioso como la serie me lanzaba mis propios prejuicios sobre el personaje a la cara, en una historia que sin llegar a los niveles que Johns había demostrado en las cabeceras de The Flash o Green Lantern me fascinó por la manera de presentar, recrear e impulsar la mitología propia del personaje.
Aquaman fue la única serie junto a Wonder Woman que seguí hasta el final durante los Nuevos 52. Y entonces empezó a llegar el ruido a raíz de la adaptación de La Liga de la Justicia en la que también participaría Aquaman, al menos una versión adulta y oscura suya. El caso es que Jason Momoa es uno de esos actores que me suelen caer bien, porque transmiten muy buen rollo y saben reírse de sí mismos. Está claro que su imagen distaba mucho de la que podrían tener los aficionados al personaje, pero de alguna manera a mí me encaja, incluyendo esos matices de su personalidad que dejaban a un lado la altiva y regia forma de ser del Arthur Curry de los cómics. El Aquaman de Jason Momoa me parece más creíble para hablarnos de un outsider como el que describía Geoff Johns en su etapa.
Su película en solitario nos viene a hablar de la bonanza de las adaptaciones superheroicas a la gran pantalla. Nadie hubiese soñado a principios de este siglo con una película de estas características; los aficionados como muchos podíamos esperar que en algún momento hiciesen alguna película con Wonder Woman, y eso ya nos hubiese parecido un gran riesgo. Las cosas han cambiado mucho y hoy el género de superhéroes nos presenta algo diferente. Habrá que darle una oportunidad. No diré que sea la película que más interés ha despertado en mí en los últimos años, pero me parece una garantía el estar asociado al proyecto un director como James Wan. Solo por eso, y el carisma de un entregado Jason Momoa, iré al cine con una única premisa: intentar pasarlo bien. Aquaman y yo no hemos sido los mejores amigos nunca, pero eso no quiere decir que no podamos pasar un buen rato juntos de vez en cuando.
El universo cinematográfico que propone de DC Entertainment y Warner Bros. Pictures va mejorando poco a poco, a pesar de no haber acabado de ganarse el consenso de los fans y la crítica. El inicio fue tórpido con dos películas que son amadas y odiadas a partes iguales, y con un desastre de película grupal de villanos cuyo título no pienso citar. Pero el consensó llegó con la fantástica cinta de Wonder Woman. La expectación que Gal Gadot caracterizada como amazona me provocó fue un descubrimiento para mí. Creo que fue la primera vez que sentía algo así por el estreno de una película. Meses después este sentimiento se repitió con la competencia a raíz del estreno de Los Vengadores: Infinity War, pero en este caso mi emoción iba acompañada por la de todo el medio. No paso lo mismo con La Liga de la Justicia, aunque para mí fue un paso adelante en el trabajo de DC Entertainment y Warner Bros. Pictures.
En parte, lo que espero de la interpretación de Jason Momoa como Aquaman es un personaje parecido al Thor de Chris Hemsworth en el Universo cinematográfico de Marvel. Creo que ambos personajes comparten ciertas característica que son, precisamente, las que les hacen tan interesantes. Son dos seres meta-humanos en un mundo que no acaban de comprender, se sienten como pez fuera el agua (jeje), pero intentan hacer lo correcto y luchar por un mundo que realmente no les comprende. En realidad, esto mismo puede aplicarse a Wonder Woman, otro personaje que me conquistó desde el primer momento.
Ahora, con la inminente llegada de Aquaman me siento de una manera parecida a cuando se produjo el estreno de Wonder Woman. O incluso más. Más, de hecho. Las pocas escenas de Jason Momoa durante La Liga de la Justicia me convencieron y me dejaron con más ganas de conocer al personaje, su pasado, su presentes, sus capacidades, sus hándicaps… Y aquí estamos. Esperando que pasen las horas para poder ver cómo es el mundo de Atlantis, cómo son sus habitantes y, sobre todo, cómo es el Rey de los atlantes.
Cuando era niño, cada tebeo de DC que leía me planteaba más preguntas que respuestas. La distribución en los últimos tiempos de Zinco dejaba bastante que desear y conseguir los números de una misma colección todos los meses era una hazaña casi imposible. Como mucho, podía encontrar números sueltos y luego realizar un ejercicio de imaginación tratando de rellenar los huecos entre ellos. Por suerte, alguien había donado algunas colecciones completas a la biblioteca municipal de mi pueblo (entre las que estaban Crisis en Tierras Infinitas, Legends y Millennium). Aquellas series se convirtieron en el atlas que utilizaba para orientarme en el complejo Universo DC y también fueron mi primera toma de contacto con el personaje de Aquaman. Recuerdo haberlo visto en alguna viñeta de Crisis, aunque sobre todo recuerdo haberlo visto en el compendio de la historia del Universo DC que dibujó entonces George Pérez. No obstante, mentiría si dijese que logró capturar mi atención durante mucho tiempo. De hecho, en ese momento estaba mucho más interesado por el joven Aqualad a causa de su relación con los Jóvenes Titanes, uno de mis grupos favoritos de la editorial.
Aunque no había leído mucho sobre él, creo que siempre fui consciente de la importancia de Aquaman. Era rey, después de todo, además de uno de los miembros fundamentales de la Liga de la Justicia. Sin embargo, era un personaje que apenas conocía más allá de una confusa neblina de referencias mezcladas. Sabía que era rey de Atlantis, aunque no tenía muy claro cómo era Atlantis ni cómo eran sus habitantes. ¿Los atlantes de DC eran azules como los de Marvel? ¿O quizá tenían cola de sirena como Lori Lemaris? Sabía que Mera y Aqualad parecían humanos y que podían respirar bajo el agua, pero creía haber leído en algún sitio que había varios tipos de atlantes. También sabía que el trono de Atlantis había estado en disputa en más de una ocasión y que Aquaman había tenido un hijo que posiblemente había muerto, aunque la cronología previa a Crisis en Tierras Infinitas era todo un misterio para mí. Obviamente, conocía el hecho de que Aquaman había perdido una mano en cierto momento. Había visto tebeos en los que aparecía con una especie de garfio y más adelante con una… ¿una mano mágica quizá? ¿Una mano hecha de agua? Todo era bastante confuso.
No empecé a seguir al personaje con cierto interés hasta que ECC empezó a publicar los Nuevos 52. Se pueden criticar muchas cosas de aquel relanzamiento, desde luego, pero también tuvo sus cosas positivas. Empeñado en demostrar que los chistes de la conocida serie televisiva The Big Bang Theory estaban equivocados y que Aquaman podía molar, Geoff Johns se llevó al talentoso Ivan Reis a la cabecera del atlante para dar lugar a una serie entretenida y con un dibujo espectacular. La colección no sólo consiguió demostrar que, en efecto, Aquaman podía molar mucho, sino que además Mera también molaba igual o más que su pareja. De nuevo no puedo decir que Aquaman me llamase en especial la atención en aquel momento. Era la época del Batman de Snyder, el final del Batman INC de Morrison, el Animal Man de Lemire, la Wonder Woman de Azzarello… así que el grueso de mi atención estaba en otra parte. Sin embargo, tras el comienzo de Rebirth he seguido acudiendo fiel a mi cita con él. Entre lo último que he leído podría mencionar unos números bastante interesantes de Dan Abnett (el arco titulado La caída de la corona) con unas portadas deliciosas de Stjepan Šejić y también la miniserie Mera, reina de Atlantis. Merece la pena echarles un vistazo.
Sabiendo que mi conocimiento sobre el personaje era más bien escaso y que no había empezado a seguir sus historias hasta hace relativamente poco, resulta sorprendente que la película de Aquaman haya despertado tanto interés en mí. No soy fan del Universo DC cinematográfico. Más bien todo lo contrario: no he visto una película de DC desde Batman v Superman. Acabé tan decepcionado tras El Hombre de Acero y su continuación que directamente renuncié a ver Wonder Woman y Liga de la Justicia. Pese a todo, tengo muchas ganas de ver a Aquaman en acción. Los trailers parecen haber dado un giro de 180 grados respecto a las anteriores películas y prometen humor, aventuras, color y desenfado: justo lo que yo espero de una película de estas características. Cuando pienso en Atlantis me imagino cangrejos gigantes y soldados montados en tiburones con armadura y eso es justo lo que nos mostraron dichos trailers. ¡Ese es el tipo de locuras que quiero ver! Pero lo que más me ha vendido la película ha sido sin duda su actor protagonista. Jason Momoa parece habérselo pasado en grande participando en este proyecto y ha ido contagiando su entusiasmo en todas y cada una de sus apariciones. Veo un disfrute y una alegría en él que no vi en Henry Cavill o Ben Affleck (quizá sí en Gal Gadot, aunque entonces no le presté mucha atención) y eso me transmite muy buenas vibraciones. Estoy bastante convencido de que me lo voy a pasar genial viendo a Momoa en la gran pantalla y espero con toda sinceridad que esta película sea el revulsivo que tan desesperadamente necesita el Universo DC cinematográfico.
Hoy más que nunca tenemos motivos para celebrar al personaje de Aquaman. Olvidémonos de absurdas rivalidades y, ya seamos seguidores de Marvel o DC, recibamos su película con los brazos abiertos y con el mismo entusiasmo con el que su actor protagonista la promociona. ¡La aventura nos espera!
Como aficionado de nuevo cuño al universo DC, que empecé a leer a partir de Nuevos 52, nunca he tenido una imagen ridícula de Aquaman. Evidentemente todo aficionado a la cultura popular tiene cierto background del personaje, pero nada excesivamente esclarecedor como para que me atreviera a juzgar a Aquaman de una determinada manera, como sí han hecho muchos otros, aficionados del cómic incluidos. Y la mayoría de las veces son prejuicios y desconocimiento, puesto que, si te acercas al personaje en su medio original en prácticamente cualquier etapa, podrás ver que nada tiene que ver con aquel infantil personaje de la serie de TV Super Friends que tan mala fama le dio.
En mi caso, fue la etapa de Geoff Johns mi primera aproximación en el cómic al personaje. Y fue absolutamente genial. No voy a negar que rompió totalmente con lo que esperaba, que tampoco era algo infantil, pero sí menos adulto y violento de lo que se vi. Un Aquaman serio, incluso algo borde, maduro y brutal, que se preocupa tanto de los atlantes como de los habitantes de la superficie, e intenta siempre llegar a un equilibrio justo. Y por supuesto, los villanos y toda la mitología alrededor del personaje es fascinante, así como su apasionante y romántica relación con Mera. Y esto solo fue un pequeño aperitivo, para después poder adentrarme con gusto y ganas a las Crónicas de Atlantis o la etapa de Peter David, y ya empezar a tener una visión más general y detallada del personaje.Y sí, no voy a negar que es uno de los personajes principales de DC que menos conozco y de los que menos cómics he podido leer, pero sin duda me parece uno de los más atractivos, y de los que más pueden aportar a nuevos lectores que se acerquen al universo DC.
Así pues, Warner tiene una buena oportunidad para acabar de una vez por todas con esos prejuicios con la película que hoy se estrena en cines, dirigida por un director, James Wan, que parece convertir en oro todo lo que toca, sobre todo a nivel comercial, pero también con una calidad bastante decente a lo largo de su filmografía. Un protagonista carismático, como Jason Momoa, también puede ayudar a una mayor popularización de Aquaman entre el gran público, más allá incluso de los aficionados al cómic, y que puedan disfrutar de un personaje y de una mitología apasionante, así como también darle un empujón a un DCEU que no parece que acabe de arrancar del todo. De momento, los trailers nos han dejado una buena imagen, y las críticas, aún sin ser muy entusiastas, son generalmente positivas, lo cual para una película del DCEU ya es un logro. Quizás con eso baste, solo queda esperar.
Sin saber muy bien porque tenemos más afinidad por unos héroes que por otros, ya sea por gustos, por circunstancias particulares, temporales y vitales o por una historia atrapante y fascinante que llega a nuestras manos. Un servidor, que posiblemente sea el lector menos veterano de la redacción, siente mas interés por la Trinidad, Flash, Nightwing, Shazam, los integrantes de la JSA, los héroes de Los Nuevos Dioses o la Doom Patrol , entre otros. Son héroes que me interesan mucho más que el bueno de Arthur Curry. Posiblemente sea debido a lo poco que he leído de él, pero justo he leído poco de él porque me interesa poco – es la pescadilla que se muerde la cola. Seguramente tras salir del cine, fascinado, me iré a por todas aquellas obras que en los últimos días se han recomendado sobre el personaje y lamentaré no haberlo hecho antes, mucho antes.
He leído la colección de Aquaman de los new 52 y de Renacimiento , así como las Cronicas de Atlantis , la miniserie de 1986 y una docena de números de la etapa guionizada por Peter David , y el personaje no termina por estar entre mis diez favoritos. No sé, seguramente es cosa mía, a causa de lo poco que he leído, pero me falta hallar un cómic de Aquaman que agarre mi corazón y haga que lloré, o bien que me haga pensar, reflexionar sobre lo narrado.
La paradoja es que es un personaje que tiene todo parar lograr que una historia suya me atrape, pero hasta ahora no lo ha conseguido. Un ejemplo de ello es su run en Renacimiento, donde se coloca al personaje ante situaciones muy interesantes, pero en lugar de ir al fondo de la cuestión, en un par de números se le sitúa ante otro escenario atrapante que pronto es sustituido por otro y así sucesivamente.
Para mi, hasta ahora no se ha escrito una historia arriesgada o atrevida de Aquaman , una historia un poco alejada de lo cotidiano del mundo superheroico y que ahonde en todas las posibilidades que ofrece un rey y su reino. O quizás – seguramente – no la he leído o no la sentido como tal.
Pero Aquaman es más que un héroe de una colección, es uno de los siete grandes de DC , miembros fundador de La Liga de la Justicia , aunque en pocas ocasiones es el héroe que salva el día. Aún así, es formando parte de este equipo donde tengo uno de los mejores recuerdos de Aquaman , la trama desarrollada en Justice League of America#142 junto a Atom y Elongated Man donde hallan a Willow, así como un dialogo en el número siguiente entre Palmer y él.
En definitiva, Aquaman tiene todo para encandilarme, pero la falta de atrevimiento o de ruptura en sus cómics, hace que no lo haga. Seguramente la fascinación en la que caeré con su película, junto con la lectura de los excelentes artículos que se han ido publicando a lo largo del mes de diciembre, harán que encuentre, entre lo publicado, aquella obra del rey Atlante que permanezca en mi cabeza para siempre y recomiende a todo aquel que no la haya leído.
Para mí Aquaman es Superman debajo del agua. Cuando era pequeño y jugaba con mis primos a ser superhéroes siempre quería ser Superman. Pero cuando jugábamos en la piscina era Aquaman. No recuerdo el momento exacto en que lo conocí, pero nunca me pareció un héroe menor ni llegué a entender las burlas. Sí que me sorprendió que en los dibujos de Super Friends lo retrataran como lo hiceron. Hay que recordar que el agua cubre un 71% de la superficie terrestre y Arthur Curry es el rey y el auténtico héroe de toda esa enorme y casi inabarcable extensión. ¿Cómo no iba a respetar a alguien así?
A veces pienso que es un personaje tan especial que debería tener su sello propio. Mucho se ha especulado acerca de su utilidad fuera del agua, pero Peter David, Grant Morrison y Geoff Johns, entre otros, se han encargado de demostrar que es un personaje que tiene mucho que decir, dentro y fuera de su mundo. Sus historias son únicas en el género. En todo el universo DC no hay más aventuras que transcurran en las profundidades de los océanos, con toda la magia que ello conlleva, que las que tienen cabida en la cabecera de Aquaman. No es el típico héroe que tiene que perseguir a un delincuente, rescatar un edificio en llamas o acabar con la mafia de su ciudad. Él tiene problemas muy diferentes con criaturas marinas, monstruos desconocidos, ecoterroristas, piratas, guerras por el trono de su querida Atlantis…una cantidad de maravillas que hacen de él un personaje que se presta a muchas alternativas. Incluidas, las aventuras que vive con sus compañeros de la Liga allá arriba, bajo el sol.
Es un personaje heterogéneo. En Flashpoint nos demostró que puede llegar a ser también un personaje respaldado por un ejército más que solvente. Esa imagen suya con el tridente, a veces quindente, es la auténtica representación del dios Tritón personificado en un superhéroe. La mitología atlántica, el uso que se hace de ella en sus páginas, es una delicia perfectamente aprovechada. Es un héroe que tiene tantas alternativas que casi no necesita salir de allí para contar una buena historia. Y aún así, lo hace. Una de las páginas que más recordaré siempre de este personaje, además del mano a mano con Lobo en la época de Peter David, es su primera aparición en la Justice League de Johns, justo después de aparecer con una criatura de Apokolips ensartada en su tridente y esa frase: “Estaban en el agua también. Así que, ¿quién manda aquí? Yo voto por mí”. Claro que sí, majestad.
Aunque sea cierto que no siempre se ha sabido trabajar a este personaje, afortunadamente vive un momento de gloria. ¿Quién nos iba a decir a los fans de DC que Aquaman vendría a traernos una alegría en forma de película? Porque estoy convencido de que la película va a gustarnos. Vamos a tener a Orm, Ocean Master, con las tensiones por el trono que ello supone. A Black Manta, uno de los villanos más agresivos. A Mera, otro personaje que goza de un gran momento en los cómics. Y, por supuesto, a un Aquaman que para una generación será la imagen del tipo duro que los estudios de Hanna Barbera no acertaron a dibujar.
Mi primer contacto con Aquaman se hizo de rogar bastante. Comencé a leer DC allá por el año 2006 con Crisis Infinita teniendo yo 15 años por aquel entonces y la verdad es que, si bien después del mismo seguí fielmente publicaciones como el Batman de Grant Morrison o el Superman de Kurt Busiek editadas en aquellas flamantes grapas nuevas de Planeta, tenía que admitir que las aventuras de Arthur Curry no me llamaban mucho la atención. Mi principal idea del héroe era demasiado buena: series de animación para adultos como Padre de Familia, de Seth McFarlane, o la Robo Chicken de Seth Green, hacían bromas recurrentes con él donde lo ponían como el más pardillo de la Liga de la Justicia, un tipo que solo sabía hablar con los peces y que omitía por completo el resto de sus poderes o de las proezas heroicas que había cometido en su larga historia, así como el hecho de que comenzase a leer Marvel años antes que DC me hacía preguntarme cuáles eran sus principales diferencias respecto a Namor y si no eran dos personajes clónicos, independientemente de quien debutará antes, por lo que al principio mi interés por el personaje era bastante escaso.
Sin embargo, hay que reconocer que esa década fue una una gran época para la editorial gracias a la presencia de Geoff Johns, el cual revitalizó gran parte del cosmos de DC: lo hizo con Flash, lo hizo con Green Lantern y a raíz de un evento de este último llamado La Noche Más Oscura, le tocaría el turno a Arthur Curry, Aquaman y a su entorno, del cual sentó las bases junto a Ivan Reis en la continuación de dicho evento, la serie El Día Más Brillante.
Puede que el concepto de la muerte le venga bien a ciertos superhéroes para estar en “la nevera” a la espera de poder ser traídos de vuelta en el futuro con mejores planes para ellos, puede que después de estar en lo más alto en el apartado creativo gracias a Peter David y de que el resto de sus sucesores no pudieran acercarse a ese nivel creativo, Aquaman tuviera que refrescarse y tres años después de su muerte creo personalmente que Geoff Johns lo ha logrado, primero volviendo a su imagen clásica de héroe, para luego poder profundizar en su entorno y en su universo. A su vez, el escritor de Michigan también logró dar relevancia al personaje de Mera, convirtiéndola en un personaje tan icónico como el de su pareja, en miembro de la Liga de la Justicia y en uno de los personajes femeninos más interesantes de DC Comics de los últimos 20 años.
Y Johns repitió de nuevo la hazaña con Aquaman en definitiva: gracias a su trabajo se realizaron una película y una serie de animación de Green Lantern así como una serie de imagen real de Flash que sigue en emisión a día de hoy y sin su etapa al frente de la colección regular de Aquaman dudo que tuviéramos una adaptación cinematográfica de Aquaman. Es cierto que quizá este Señor de los Mares interpretado por Jason Momoa beba más de la agresiva versión del personaje perfilada por David, con, quizá algo más de sentido del humor, pero Mera, Orm, Manta Negra… no habrían sido posibles de no ser por como Johns devolvió todos esos conceptos a la palestra, primero junto a Reis y luego con Paul Pelletier y yo no puedo estarle más agradecido porque esa etapa fue la que me hizo adorar a Aquaman como personaje y tener más interés por sus aventuras, sean pasadas, presentes o futuras, así como esperar con ansia para ver la película del personaje dirigida por James Wan lo antes posible.
A la hora de participar en este artículo colectivo, no he podido evitar recordar aquellos concursos colegiales, en los que había que explicar qué era tal o cual persona o institución para ti: «¿Qué es un Aquaman para ti?» parece ser la cuestión y, la verdad es que, para mí, el mejor tratamiento del personaje lo ha dado Peter David, en aquella serie en la que el señor submarino deceero obtenía la imagen que se ha asentado en el atribulado universo cinematográfico correspondiente. Antes de eso, el personaje era para mí un gran desconocido. Luego, en la re-fundación de la Liga de la Justicia de América, le vería como uno de los siete pilares del equipo, hasta la Era de obsidiana. Después, la vuelta a los orígenes me dejó un tanto frío y, desde mi punto de vista, es de agradecer que el cine nos devuelva una versión barbuda y adusta.
La película se presenta, para mí, como una nueva oportunidad de consolidar un universo cinematográfico que ha ido dando bandazos, en su objetivo de cubrir la distancia que le se para de su más directo competidor. Sin ser redonda, Wonder Woman supuso un primer hito en el sentido correcto; Aquaman podría ser el segundo y mejorar a su predecesora. Tengo fe en la presencia de Jason Momoa, un actor que se ha caracterizado en su carrera por la interpretación de personajes adustos, carismáticos y de mirada aviesa. Lo mejor para una versión más bien salvaje de Arthur al Curry.
En resumidas cuentas, que la versión presentada es mi preferida, de todas cuanto ha dado el personaje, pero mantengo mis suspicacias en torno a la película, más por el contexto en el que se ha desarrollado que por ella misma.
Pocas veces una pregunta tan sencilla tiene una respuesta tan complicada. Complicada por la necesidad de dar explicaciones que en otros héroes y heroínas son innecesarias. Nadie tiene que de dar explicaciones de por qué les gusta Wonder Woman, Batman o Superman, pero si en una conversación dices que Aquaman te encanta, todos te miran de forma extraña, como si acabaras de expresarte en klingon. El silencio se hace a tu alrededor y todo esperan que empieces a justificar lo que acabas de decir. Y eso en el mejor de los casos, ya que lo normal es tener que aguantar los clásicos comentarios heredados de esa supuesta imagen que todo el mundo parece tener de Aquaman asociada a la serie de televisión de los Superamigos de 1973. Sin embargo, Aquaman es mucho más que esa imagen especular que todo aficionado, y no tan aficionado, al cómic de superhéroes parece tener del rey de Atlantis.
Aquaman es un líder nato con un origen dividido y cuyas responsabilidades van mucho más lejos de tener un trabajo, una identidad secreta y por la noche salvar la ciudad del crimen. Aquaman es un rey, un político y un héroe de dos mundos separados, sin identidad secreta, sin doble vida, con sangre híbrida, con poderes extraordinarios que le permiten ser el nexo de unión de dos culturas separadas por el aire y el agua. Para Aquaman no hay cruzada lo suficientemente grande, porque sueña con lo imposible hasta hacerlo posible, mientras se enfrenta no solo al villano de turno, sino también a las intrigas palaciegas, a las luchas de poder interno, pues su origen real es cuestionado innumerables veces por su origen mestizo.
Para mí, Aquaman es el espejo en el que no nos gusta mirarnos y por eso causa cierto rechazo entre los aficionados al cómic. No importa si a lo largo de su vida editorial ha disfrutado o no del éxito, lo que de verdad importa es lo que se esconde en su interior y que algunos artistas han sabido plasmar a la perfección. Bajo la rudeza de Arthur Curry se esconde un corazón que anhela escapar de lo que le rodea, pero su sentido de la responsabilidad es muy superior a la media. El es el rey, es el ejemplo a seguir para un pueblo que es mezquino y supersticioso y vive, también, entre un pueblo que respira aire y mira con recelo aquello que no entiende. Ser el muro de contención de dos furiosas culturas no es algo con lo que se pueda lidiar fácilmente y Arthur se ve obligado a hacerlo a diario, sin poder escapar detrás de unas gafas, la figura de un filántropo millonario o un trabajo como policía forense. Aquaman es Aquaman las veinticuatro horas del día, trescientos sesenta y cinco días al año, sin descanso, sin tregua alguna que le permita poder descansar del enorme peso emocional que recae sobre sus hombros.
Juzgarlo por su uniforme, su pelo de color rubio o esas tristes imágenes en las que cabalgaba un caballito de mar o va montado sobre dos delfines o por su poder de comunicarse con la vida marina es quedarse en la superficie del enorme potencial del personaje. En su interior se esconde una melancolía abrumadora, una tenacidad sin igual, una voluntad digna de un anillo verde, un espíritu irrompible, una fortaleza infinita y una inteligencia vital y social de alto nivel, que le permiten poder hacer frente a dos mundos muy distintos que precisan de su existencia para encontrar lo que les une y no centrarse en lo que les separa.
Hoy llega a la gran pantalla la película en solitario de este héroe de las profundidades y llega dispuesta a demostrar todas estas cualidades como héroe y rey. Dejemos en el perchero los prejuicios y hagamos un hueco a este gran superhéroe que lleva entre nosotros casi ochenta años y agradezcámosle, todos, que haya asumido otra gran responsabilidad sobre sus anchos hombros… la de llenar las salas de cine de todo el mundo y reconcilie al público con los héroes DC en el séptimo arte.
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