Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald, de David Yates

 
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Dirección: David Yates
Guión: J.K. Rowling
Música: James Newton Howard
Fotografía: Philippe Rousselot
Reparto: Eddie Redmayne, Jude Law, Katherine Waterston, Johnny Depp, Zöe Kravitz, Ezra Miller, Alison Sudol, Callum Turner, Dan Fogler, Claudia Kim, Ólafur Darri Ólafsson, Kevin Guthrie, Derek Riddell, Ingvar Eggert Sigurdsson, William Nadylam, David Sakurai, Brontis Jodorowsky
Duración: 134 min
Productora: Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Warner Bros. / Heyday Films
Nacionalidad: Reino Unido

 

Sólo un lustro después de la finalización de la saga cinematográfica de Harry Potter, inspirada en las novelas homónimas de J.K. Rowling, con Las Reliquias de la Muerte: Parte 2 Warner Bros se puso manos a la obra para resucitar la franquicia millonaria. En esta ocasión rizaron el rizo trasladando a la pantalla grande la novela Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (Fantastic Beasts and Where to Find Them) publicada en el año 2001 y también adscrita al universo del célebre mago británico interpretado en imagen real por Daniel Radcliffe. Como la idea de extrapolar al medio audiovisual un libro sobre la clasificación de distintas criaturas mágicas que encontraba durante sus viajes el personaje de Newt Scamander era harto complicada los responsables detrás del proyecto, con el director David Yates como cabeza visible tras dirigir cuatro largometrajes previos de la serie primigenia, convencieron a la misma J.K Rowling para ocuparse en solitario del guión y así diseñar un argumento sobre el que sustentar la película. En 2016 Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos llegó a las carteleras de todo el mundo y fue recibida con agrado por crítica y público, por lo que la segunda entrega se rodaría tarde o temprano. Con un reparto en el que repiten Eddie Redmayne, Katherine Waterston, Dan Fogler, Alison Sudol, Johnny Depp, Zöe Kravitz o Ezra Miller a los que se suma una nueva, y muy esperada, incorporación como la de Jude Law dando vida a Albus Dumbledore Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindewald llegaba recientemente a pantallas españolas e internacionales despertando opiniones notablemente polarizadas.

La historia de Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald, localizada en el año 1927, recupera a los personajes principales de la primera entrega encabezados por Newt Scamander (Eddie Redmyne) reclutado por su antiguo profesor, un joven Albus Dumbledore (Jude Law), para ayudar a capturar al recién fugado Grindelwald (Johnny Depp) cuya misión consiste en reclutar acólitos para su causa, consistente en reunir a los magos purasangre para someter a los nomags o muggles, incitando a una guerra entre las dos facciones. En el proceso Newt se reunirá con Jacob Kowalski (Dan Fogler) y Queenie Goldstein (Alison Sudol), ahora formando una peculiar pareja, o Tina Goldstein (Katherine Waterston) su principal interés amoroso. Una vez iniciada la aventura por parte de Scamander y su troupe Credence Barebone (Ezra Miller) regresará para ejercer un rol de notable importancia, al igual que Leta Strange (Zöe Kravitz), ambos ocultando respectivos secretos cuya revelación descifrará muchos misterios relacionados con el pasado. Este es el argumento sobre el que J.K. Rowling construye el guión del largometraje de David Yates y a pesar de ciertas carencias, que más tarde mencionaremos, el resultado se antoja más potente y dinámico que en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos.

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Al igual que sucediera en la saga de largometrajes protagonizados por Harry Potter la presente parece también abrazar la idea de ir oscureciendo su tono en cada nueva entrega o al menos todo lo oscura que pueda ser una superproducción rompetaquillas diseñada para ser disfrutada por toda la familia. Esto se deja notar en el mismo epílogo de la película con el que J.K. Rowling desde la escritura y David Yates desde la dirección ponen rápido las cartas sobre la mesa con la intención de hacer saber prematuramente al espectador qué se va a encontrar con Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald. Este matiz más siniestro no sólo es estilístico o narrativo, sino también desde un punto de vista subtextual o alegórico, ya que las intenciones del personaje de Johnny Depp guardan tantos paralelismos con el ideario de Adolf Hitler que no sería extraño encontrarnos en la tercera entrega una alianza entre los magos purasangre y el posterior auge del nazismo. De esta manera J.K. Rowling demuestra mayor soltura como guionista si comparamos su labor con la ejecutada en el primer film, en el que pecaba de bisoña a la hora de enfrentarse a la labor de estructurar adecuadamente un guión cinematográfico. Aunque desde un punto de vista canónico y cronológico ha cometido algunos errores que han despertado la ira de los fans más acérrimos de la franquicia y, para qué negarlo, la indiferencia de un público generalista incapaz de percibir la presencia de dichas metidas de pata.

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El guión de J.K Rowling y su trasfondo derrotista se ven potenciados por la puesta en escena del británico David Yates, habitual de la casa desde su debut en la franquicia con Harry Potter y la Orden del Fénix, allá por el año 2007, después de una larga carrera, sobre todo, en la televisión de su país. Aunque emulando una labor detrás de las cámaras casi idéntica a la ejecutada en las anteriores cinco películas salidas de su impronta dentro de las dos sagas del “potterverso” encontramos en Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald algunas escenas capaces de salirse, en cierta manera, de la ortodoxia adscrita a este tipo de blockbusters. La visita de los protagonistas a la casa la supuesta madre de Credence Barebone se resuelve con una secuencia de acción con reminiscencias y resoluciones visuales nolanianas, inevitable pensar Origen (Inception), totalmente inesperada en una producción de esta naturaleza tan acomodaticia. Más allá de ese pasaje, que tampoco supone una salida de tono necesariamente remercable, y teniendo en cuenta la ya mencionada oscuridad inyectada en el relato el británico se desenvuelve con oficio y profesionalidad a la hora de realizar una labor tan eficiente como impersonal, señas de identidad indivisibles a su impronta siempre que ha colaborado en las adaptaciones cinematográficas de los libros de J.K. Rowling al medio audiovisual. Habituado ya a este tipo de material ha llegado a convertirse en artesano fiable y competente, aunque sus carencias como narrador salgan a relucir cuando abandona este microcosmos y decide abrazar otros, como sucedío hace dos años con la tibia La Leyenda de Tarzán.

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Eddie Redmyne vuelve a dar su versión de Newt Scamander y aunque consigue transmitir de nuevo la ternura y candidez con la que abordó el personaje en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos se excede tanto con el lenguaje corporal como para que a cierto sector de los espectadores, un servidor entre ellos, llegue a sacarlo de quicio, sobre todo con esas miradas esquivas en ocasiones parecidas a las de una persona invidente. El trío de colaboradores del protagonista formado por Dan Fogler, Alison Sudol y Katherine Waterston mantiene el encanto destilado en 2016 y Ezra Miller añade sabiamente capas a su torturada criatura. En cambio Zöe Kravitz no pasa de cumplidora a pesar del esfuerzo de la actriz de Mad Max: Furia en la Carretera por dar peso a un personaje clave en la trama como el suyo. Finalmente, y como era de esperar, son Johnny Depp y Jude Law los mejor parados dentro del extenso casting. El primero por dar vida a un villano adecuadamente perfilado, sutil y alejado de la unidimensionalidad propia de estos papeles, aunque sin ser tampoco un dechado de profundidad. El segundo por salir airoso de dar vida a la versión rejuvenecida de un rol previamente interpretado por dos titanes como Richard Harris y Michael Gambon dejándonos con ganas de más debido a que sus minutos en pantalla son escasos y su implicación con la trama principal demasiado tangencial.

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No vamos a proclamar aquí que una obra como Animales Fantásticos: Los Crímenes del Grindelwald es una gran película, su antecesora tampoco lo era, porque estaríamos faltando a la verdad y no es esa nuestra intención. Pero sí es una pieza competente y entretenida dentro del tipo de celuloide al que pertenece, aderezada con los ingredientes propios del universo ficcional que ayuda a extender y enriquecer con altas dosis de fanservice para los seguidores y en el proceso dejando notar en todo momento su naturaleza de “largometraje bisagra” cuya principal misión es seguir explotando la gallina de los huevos de oro. Dentro de la prensa especializada no ha despertado muchas alabanzas y un grueso importante de los fans de las novelas de J.K. Rowling están bastante disgustados con ella, pero desde un punto de vista cinematográfico se revela correcta y satisfactoria. La intención por parte de Warner Bros es realizar cinco largometrajes hasta completar la saga y a día de hoy no podemos aventurar nada de manera clara y elocuente. Pero no puedo evitar pensar que son demasiadas entregas para un argumento original por parte de J.K. Rowling sin ninguna base literaria ortodoxa en el que inspirarse aunque, como previamente he comentado, veo en esta Animales Fantásticos: Los Crímenes de Grindelwald una mejoría sustancial en cuanto a su narrativa. Sólo el tiempo nos dirá hasta cuanto dará de sí esta nueva franquicia y si merece la pena seguirle la pista.



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