Javier Vázquez Delgado recomienda: Deathstroke #04
Edición original: Deathstroke núms. 26-29 USA, Deathstroke Annual núm. 1 USA (one-shot), DC Holiday Special 2017 (one-shot, extracto).
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión:Christopher Priest.
Dibujo: Denys Cowan, Diógenes Neves, Larry Hama, Tom Grummett.
Entintado: Jason Paz, Bill Sienkiewicz, Trevor Scott, Scott Hanna.
Color: Jeremy Cox.
Formato: Rústica, 144 págs. A color.
Precio: 13,50 euros.
Se acabó. Así lo indica la portada, la serie de Deathstroke llega a su fin en España y lo hace a un paso de su cruce con Batman, dejando huérfanos a los lectores de una de las mejores series de Renacimiento. Una serie que en manos de Priest demuestra el potencial de la creación de Marv Wolfman y George Perez, con una enorme, intensa y exigente trama que el tiempo petrificará como la mejor del personaje hasta la fecha.
Llegar a este número, el cuarto de la edición de ECC, requiere de la lectura concentrada de los tres anteriores volúmenes y del tomo en el que se publicó el Contrato Lázaro. Lo espaciado de su publicación y la densidad de la trama, con el característico estilo narrativo de Priest, hacen necesaria esa relectura para poder captar los matices escondidos y disfrutar de como las tramas se van cerrando minuciosamente gracias al talento de orfebre de su escritor.
Llegado este punto queda patente que no es posible ya hablar de arcos argumentales, ni de números, tomos o cualquier otra forma de agrupar lo que Priest plantea. Todo lo que se ha publicado de Deathstroke desde que empezara Renacimiento es una novela río, un camino que aparentemente parece seguir una línea recta, pero que está plagado de ramificaciones que ponen a prueba al lector en todo momento. Es necesaria una lectura milimétrica, con memoria eidética, para lograr entrar de lleno en la espesa trama (no por falta de fluidez en la historia) sino por su intrincada puesta en escena y su intenso uso de la narración disruptiva.
Priest aprieta el acelerador y retuerce más la historia para llevarla al punto de ebullición exacto en el que han de empezar a fusionarse las tramas que vienen desarrollándose en los números anteriores. Unas tramas que han ido despellejando a los personajes protagonistas y que ahora dejan a la vista todas sus vulnerabilidades, haciendo que resulten aún más atractivos al lector. El escritor se atreve con todo y no duda en incluir momentos profundamente descarnados y violentos con los que remover al lector en su sillón y llevarlo a una situación que puede incluso resultarle molesta. Y es en ese punto exacto en el que llega la catarsis entre la obra y quien la lee. Una catarsis que no resulta sencilla de alcanzar ni de descubrir y que incomoda a lo largo de todo el proceso de lectura de una obra que dista mucho de ser algo convencional y alimenticio.
Deathstroke busca llevar al lector a la extenuación, agotando cada neurona, cada sinapsis nerviosa, con el objetivo de mantenerlo atento y despierto a lo largo de todo el angustioso camino que ha diseñado Priest. Los personajes han cambiado, han evolucionado, y en sus páginas hemos visto como hay momentos para la familia, por muy disfuncional que esta sea y momentos para la amistad y la traición, ya que sin lo uno no puede existir lo otro.
El escritor del último arco de la Liga de la Justicia, aprovecha las inseguridades de cada una de los protagonistas de los que dispone y las explota en beneficio de la trama, sacando partido a Tanya, un personaje del que poco o nada se podría esperar y que en sus manos se erige como una pieza fundamental de lo que le depara al futuro de la serie.
El punto flaco de esta colección siempre ha sido el baile de dibujantes. Carlos Pagulayan ha sido hasta ahora su máximo responsable visual ideal (con infinidad de sustituciones debido a la periodicidad quincenal), pero el trono ha sido violentamente reclamado por Denys Cowan (dibujante que ha trabajado con Batman y en el sello Milestone en la serie Hardware) que en este anual se erige como el dibujante ideal (con las tintas del gran Bill Sienkiewicz)para la propuesta de Priest. Su estilo de línea fracturada, recta y sucia, visten de energía pura cada viñeta, aportando un carácter visual no visto hasta el momento. Sin duda es una lástima que solo se pueda disfrutar de su trabajo en el anual de la serie.
Esta serie no está escrita para ser un superventas, en USA se mantiene en unos tibios 30.000 ejemplares mes a mes, lo que la colocan en el top 50-100 de ventas de comics de DC. Unas cifras modestas, pero muy estables, que denotan que la serie es bien recibida por un grupo de aficionados muy fieles al personaje y al trabajo que está desarrollando Priest en la serie. Esperemos que de alguna forma pueda tener continuidad en España y no se prive a los lectores de una serie fundamental dentro del panorama actual de DC.
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