Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Aquaman, de James Wan

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Dirección: James Wan
Guión: David Johnson, Will Beall (Historia: Geoff Johns, James Wan, Will Beall. Personaje: Paul Norris, Mort Weisinger)
Música: Rupert Gregson-Williams
Fotografía: Don Burgess
Reparto: Jason Momoa, Amber Heard, Patrick Wilson, Willem Dafoe, Nicole Kidman,Yahya Abdul-Mateen II, Temuera Morrison, Dolph Lundgren, Michael Beach, Ludi Lin, Graham McTavish, Patrick Cox, Randall Park, Djimon Hounsou, Leigh Whannell, Sophia Forrest, Natalia Safran, Tahlia Jade Holt
Duración: 139 min
Productora: DC Comics / DC Entertainment / Warner Bros.
Nacionalidad: Estados Unidos.

 

“Atlantis siempre ha tenido un rey. Ahora necesita algo más.”

El universo cinematográfico compartido de DC Entertainment pareció implosionar con la fallida Liga de la Justicia, una producción que pese a tener aspectos interesantes venía lastrada por las anteriores entregas de la franquicia en las que Zack Snyder nos había intentado edificar todo un universo centrado en las versiones más extremas de Batman y Superman. En este sentido, la Liga de la Justicia fue un paso atrás, positivo para algunos aficionados, y una concesión a la fórmula de Marvel Studios según otros tantos, dejando en un tercer grupo producciones del estudio como Escuadrón Suicida y Wonder Woman que independientemente de la crítica han sido un éxito en la taquilla y tendrá su correspondiente secuela.

No obstante, teniendo en cuenta esta irregular trayectoria se hace difícil saber hacia dónde evolucionaran las producciones de los personajes de DC Comics en un futuro. Todo parece apuntar a que se centraran más en películas independientes, historias de orígenes como la próxima Shazam! o los nuevos filmes dedicados a Flash, Blue Beetle o El Joker. El universo compartido será un concepto que parece habrá que volver a definir a largo plazo. Y el estreno de Aquaman parece confirmar esta dirección porque podemos adelantar que sus conexiones con el resto del universo de DC Comics que hemos visto en películas anteriores son casi inexistentes; los guiños o referencias se acotan más a los propios cómics y la mitología del personaje, dando lugar a una cinta totalmente autoconclusiva.

Aquaman supone una nueva apuesta de Warner Bros. Pictures, una película centrada en un personaje apenas conocido por el gran público y con una cuestionable fama en la cultura popular. Pero el cine de superhéroes ya ha demostrado que eso no es ningún condicionante para llegar al gran público y en la compañía han tomado nota finalmente de ello abrazando una producción que no tiene complejos en contarnos una historia de ejércitos montados en caballitos de mar, ciudades sumergidas y un héroe capaz de comunicarse con los peces. Este no es el Aquaman de nuestros padres, pero pese a su lavado de cara conserva la mayoría de señas de identidad del superhéroe. El simple anuncio de la contratación de Jason Momoa para este rol ya evidenciaba una ruptura con lo visto en las viñetas, un actor que se había dado a conocer al público con su papel de Khal Drogo en Juego de Tronos.

El primer contacto con el personaje fue en Batman v Superman: El amanecer de la justicia donde aparecía un par de segundos de los que pocas conclusiones podíamos sacar. Aunque ya se evidenciaba que la imagen clásica de Arthur Curry de cuerpo atlético y rubio de surfista hawaiano sería sustituida por la imponente presencia de este actor –Momoa es nativo de Honolulu en realidad- que también le daría una vuelta de tuerca a la personalidad del atlante para acercarlo a la suya propia. Lo pudimos ver en todo su esplendor en la citada Liga de la Justicia, haciendo de contrapunto al resto del elenco con su pose macarra y cínica que escondía el conflicto interno con sus propios orígenes y su concepto personal de héroe. No se puede decir que el Aquaman de Jason Momoa no fuese impactante. La cinta que hacía concesiones a una historia más ligera y llena de humor tenía a este personaje como principal novedad junto a la presentación del Cyborg interpretado por Ray Fisher y el Flash de Ezra Miller.

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Las sensaciones alrededor de Aquaman fueron buenas y motivó a Warner Bros. Pictures, pese a los malos datos de la Liga de la Justicia, a seguir adelante con la película en solitario del personaje. El “hombre pez” creado en 1941 por Paul Norris y Mort Weisinger llega ahora a la gran pantalla gracias al director James Wan que ha demostrado su talento en la dirección y producción de sagas como El Expediente Warren, Insidious o Fast and the Furious. El cineasta malayo tomaba así el relevo de Zack Snyder y Joss Whedon que nos habían dado la primera aproximación a este superhéroe. Pero este era una acercamiento muy superficial en el que apenas pudimos ver nada del entorno habitual del Arthur Curry, ni tampoco había espacio para profundizar en la mitología y secundarios de sus historias. El reto pues para James Wan era construir un universo prácticamente desde cero.

Y se puede decir que el cineasta ha salido bien librado de ello ofreciéndonos una cinta que obligatoriamente es todo un espectáculo en lo visual. La diferencia con las producciones anteriores de Warner Bros. Pictures es el gran trabajo de diseño y conceptual para animar desde cero el entorno acuático de Arthur Curry. La fotografía de Aquaman es mucho más agradecida que las producciones previas basadas en las licencias de DC Comics, permitiéndonos disfrutar de localizaciones monumentales, preciosistas y llenas de detalle, pero también de un sentido de la acción muy dinámico con unos planos y recursos narrativos que logran una experiencia muy inmersiva. Los efectos especiales flaquean en algún momento, pero solo en momentos muy puntuales que pasan desapercibidos en mitad de una producción que mantiene un ritmo muy alto y en el que no hay cabida al aburrimiento.

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Es una historia ambiciosa en este aspecto, logrando sintetizar a grandes rasgos el universo de Aquaman en apenas dos horas y media. Todo lo que podemos considerar importante de su mitología está presente en este metraje muy inspirado, como no podría ser de otra manera, en la etapa de Geoff Johns en la cabecera del personaje durante Los Nuevos 52. Esta base sirve a James Wan para confeccionar una historia que tiene absolutamente de todo, con un mundo en el que podemos detectar referencias a Star Wars, Juego de Tronos, El Señor de los Anillos, Indiana Jones o incluso Godzilla, sin olvidar algún guiño al género de terror -el pasaje de La Fosa para enmarcar- por el que es más reconocido su director y el relato de origen superheroico clásico. Desde ese punto de vista, Aquaman puede ser previsible en su guion, incluso puede ser algo repetitivo en algunos de sus recursos, pero convence por su manera de saber jugar con otros géneros y por el carisma que desprende el conjunto.

La cinta tiene bastante más humor que otras películas previas de DC Entertainment pero sin llegar al paroxismo de algunas producciones de la competencia en las que la épica sale perjudicada de la ecuación. No es el caso de Aquaman que es mucho más equilibrada en este aspecto, tiene muchos chistes tontos y otros tantos a mayor gloria de la pose de enfant terrible del personaje, pero la historia sabe preservar el drama y la épica demostrando que hay un momento adecuado para todo. Esto facilita también la implicación con los personajes que, pese a ser bastantes planos en su concepto, logran mantener nuestra atención durante todo el metraje, siendo especialmente reseñable el hecho de tener unos villanos a la altura de las circunstancias que en ningún momento se convierten en un monótono amasijo de CGI como ocurría en el tercer acto de Batman v Superman, Liga de la Justicia o Wonder Woman.

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En el apartado interpretativo Jason Momoa hace lo que se espera de él, entregarse en las escenas de acción y suplir con su carisma las escenas más dramáticas. Su sola presencia añade favorece la épica, siendo más discreta su aportación a otros aspectos de la película con los que no parece sentirse tan cómodo. Es un perfil similar al de su compañera Amber Heard que encarna con efectividad a Mera, desarrollando una química más física que emocional con Momoa. Los dos se ganan la pantalla protagonizando escenas para el lucimiento en las que cuentan con los efectos especiales de su parte. La plasmación en la gran pantalla de sus respectivos poderes no necesita de mayores explicaciones y eso hace fácil de entender las escenas de acción y la relación de los personajes con el elemento acuático. Los papeles de Willem Dafoe como Vulko, Temuera Morrison como Thomas Curry y Nicole Kidman como Atlanna son simples enlaces, figuras paternas y mentores que cumplen con sus roles expositivos sin profundizar demasiado en ellos mismos.

Habría que hace una mención especial al inesperado papel de Dolph Lundgren en la cinta interpretando al Rey Nereus, padre de Mera y una de las fichas importantes en el entramado político de la historia que gira alrededor de los siete reinos de Atlantis. Su interpretación sorprendente por ser de las expresivas del reparto y por su papel más gris que aventura posibles giros en una futura secuela. La relación de este con el principal villano de la historia es uno de los ingredientes más destacados de Aquaman; hablamos del hermano de Arthur, el príncipe Orm y aspirante al trono de Atlantis interpretado por un Patrick Wilson que nos ofrece un megalómano de manual con aristas, grises y mensaje medioambiental -más convencional- en los que no se acaban de profundizar. El actor de Hard Candy construye una efectiva y creíble amenaza para Aquaman en esta primera aventura en solitario del personaje. Lo mismo podemos decir para Manta Negra, la némesis por excelencia de Aquaman encarnada por Yahya Abdul-Mateen II que aprovecha muy bien sus minutos en pantalla.

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Tanto en la adaptación visual del universo de Aquaman como en el de sus personajes principales y secundarios una de las cosas más agradecidas que podemos observar es su falta de prejuicios hacia las convenciones del género superheroico. Los diseños, indumentarias y localizaciones nos presentan una película que bebe mucho de las viñetas, no tienen nada que ver la visión acomplejada del género que hemos podido ver anteriormente en otras producciones. Es también un filme de orígenes interesante porque en ella podemos observar una evolución palpable en el personaje principal, un outsider reacio a ser el protagonista, pero destinado a convertirse en algo más que un rey. Esa es la historia que nos cuenta Aquaman, una película arquetípica que muchos encontrarán excesiva por el popurrí de elementos que encontramos en ella, pero que ante todo es una propuesta entretenida y divertida que logra transmitir un porcentaje estimable del sentido de la maravilla del cómic de superhéroes a la gran pantalla. Una buena manera de empezar una relación larga y duradera.



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