Javier Vázquez Delgado recomienda: Conan the Barbarian (2019) #1, de Jason Aaron y Mahmud Asrar

 

Edición original: Marvel Comics.
Guión: Jason Aaron.
Dibujo: Mahmud Asrar.
Color: Matt Wilson.
Formato: Grapa USA, 48 páginas.
Precio: 4,99 $.

 

Conan el bárbaro ha vuelto a Marvel. La más popular creación del escritor tejano Robert E. Howard para la literatura pulp de los años 30 ha pasado un largo periodo (desde 2003) viviendo sus aventuras en el medio del cómic de manos de la editorial Dark Horse, pero ha regresado allí donde sus andanzas en viñetas comenzaron a ser notables.

Recapitulemos un poco: al igual que sucedió con Star Wars, en los años 70 Roy Thomas apostó por que la llamada Casa de las Ideas adquiriese los derechos de estas dos licencias para producir tebeos basados en ellas, a pesar de que esta decisión despertase en su día cierto escepticismo por parte del resto de sus compañeros de Bullpen. En ambos casos, aquellos cómics se convirtieron en éxitos de ventas clave para Marvel durante los años 70 y 80. Igualmente, en ambos casos (aunque no exactamente al mismo tiempo) el fervor del público norteamericano por estas versiones en viñetas acabó retrocediendo, y Marvel dejó escapar sus ya no tan lucrativas licencias. De nuevo en ambos casos, la editorial independiente Dark Horse se hizo cargo de ellas, manteniendo vivo el interés de los aficionados tanto por la saga galáctica como por el bárbaro que vivió en la ficticia Era Hyboria. Para seguir con los paralelismos, en ambos casos, Marvel-Disney ha acabado reclamándolas de nuevo, dejando a Dark Horse en una situación un tanto comprometida al perder dos de sus mayores fuentes de ingresos. Y, para terminar con tanta iteración, en ambos casos Marvel eligió poner en el foco del relanzamiento a Jason Aaron, uno de sus más prestigiosos guionistas, demostrando su apuesta por estas readquiridas franquicias.

Y ¿qué tal pinta tiene este relanzamiento del Cimmerio, a juzgar por el primer número que apareció ayer en las librerías estadounidenses? Pues veamos.

Esta primera entrega abre, como no podía ser de otra manera, con parte de la famosa introducción de Las Crónicas Nemedias. Así, distribuida, durante las tres primeras páginas, podemos leer la conocida cantinela que ya hace que a los fans del Cimmerio se nos pongan los pelos de punta: “Sabe, oh príncipe, que entre los años que los océanos anegaron Atlantis y las resplandecientes ciudades, y los años de aparición de los hijos de Aryas, hubo una edad no soñada en la que brillantes reinos ocuparon la Tierra, como el manto azul entre las estrellas:. Y allí llegó Conan, el cimmerio, cabello negro, adustos ojos, espada en mano, ladrón asaltante, asesino, de grandes tristezas y grandes alegrías, preparado para pisotear con sus pies calzados con sandalias los enjoyados tronos de la Tierra.” Y como declaración de intenciones, además, dichas palabras se encuentran adornadas en la segunda y tercera páginas (una doble splash page) por un collage con icónicas ilustraciones sacadas de algunos de los cómics Marvel más recordados del bárbaro, a cargo de sus más míticos dibujantes: Barry Windsor-Smith, John Buscema, Ernie Chan

Sin duda, es una inteligente decisión por parte de Aaron, apelando a una prominente parte de la imaginería más reconocible y entrañable (aunque igual hay que considerar en qué acepción usamos este término en este contexto) de Conan para llevarse a sus aficionados al bolsillo ya de entrada. Pero no es solo eso. Resulta particularmente adecuado, porque la historia que se nos promete durante los doce números que compondrán esta primera saga pretenden hacer un repaso general de la vida del musculoso héroe, hasta llegar a su mismísima muerte. Y de ese modo hacer que el fan de toda la vida se encuentre en terreno confortable, y al tiempo que el neófito pueda tener una visión global de la trayectoria de aquel que se ganó el nombre de Amra y fue compañero de la Reina de la Costa Negra. Un loable propósito sin duda, aunque Aaron va a usar para ello un recurso, que a pesar de ser cautivador, ya ha utilizado con otro personaje de gran fuerza, largos cabellos y venido del arcaico norte.

Por lo que acabamos de decir, ustedes ya sabrán por dónde van los tiros: efectivamente, como ya hiciese inicialmente con Thor, el guionista de Scalped, (tras una muy bien condensada presentación de dos páginas de quién es el personaje y cuáles son sus circunstancias) nos presenta en una misma narración dos momentos temporales de la vida de su personaje. E igualmente, veremos cómo durante su impulsiva juventud, Conan creerá haber vencido a una amenaza que, sin embargo, resurgirá, más temible si cabe, cuando el Cimmerio es mayor, ya rey de Aquilonia (en lugar de soberano de una desierta Asgard), luciendo barba y una actitud más reflexiva. Es una idea que dio muy buen resultado en las páginas del Dios del Trueno (bueno, allí fueron tres momentos temporales, cierto), y que tiene pinta de que también va a darlo aquí: parece que en cada número la parte de la juventud de Conan va a ir avanzando a diversas épocas de su vida hasta converger con ése de madurez. Y no se puede negar que es un enfoque interesante y muy adecuado para lo que se quiere contar; pero uno no puede evitar tener un regustillo amargo al pensar que en realidad ya le hemos visto ese truco al escritor de Paletos Cabrones, y que, en el fondo, se está repitiendo.

Sin embargo, tampoco se puede negar que esta reiteración cumple bien sus propósitos. Y por lo demás Aaron sabe a estar a la altura: no solo su prosa es impecable, sino que sabe mostrar con certeza una serie de lugares comunes y tópicos de los relatos de Conan, con escenas que son claros homenajes a la típica estructura de éstos, e incluso a alguno de los más archiconocidos de ellos en concreto, que nos lleva a preguntarnos, con cierto cachondeo y complicidad lector-escritor, “¿Otra vez caes en esa, Conan? ¿Otra vez? ¿De verdad?”

Las páginas finales se dedican a la primera parte de un serial en prosa que irá apareciendo como complemento a lo largo de estos primeros doce números, escrito por John C. Hocking, novelista que por lo visto se encarga actualmente de escribir los libros de Conan que publica la editorial Perilous Worlds con licencia de los herederos de Robert E. Howard. Para ser sinceros, a juzgar por estas primeras páginas, su calidad no excede la de los productos novelados más alimenticios de las franquicias del juego de rol Dungeons & Dragons. Y como pueden ver adornando este texto, este primer número ha salido con una ingente cantidad de portadas alternativas obra de ilustres grandes talentos de la ilustración y el cómic… y de otros que lo han sido, pero que rotundamente ya no. No diremos nombres, que está feo, y ustedes mismos en realidad pueden juzgar.

Hablando de lo visual, obviamente, Conan no fue lo que fue en el mundo del noveno arte solo por sus guiones, sino que el exquisito apartado gráfico resultó absolutamente determinante para el éxito de sus anteriores andaduras, así que es imperativo hacer cierto análisis de este aspecto. Con talentos de la talla de los mencionados Buscema, Windsor-Smith, Chan, u otros como Alfredo Alcalá, Cary Nord o Tomás Giorello, esta nueva etapa tenía unos zapatos muy grandes que llenar. Y es una pena porque, aunque Mamhmud Asrar hace un trabajo esforzado y muy solvente, no está a la altura de semejantes titanes. No me cabe duda de que como se dice, al igual que Aaron, Asrar es fan del personaje y ha dado lo mejor de sí, pero me temo simplemente, de momento y hasta que pueda o no pillar mejor el pulso al personaje y su mundo, su estilo será muy adecuado para el género superheroico, pero aquí no acaba de ser lo que debe ser. Falta gravitas, peso, barroquismo, brutalidad, maestría, resultados visuales que nos dejen con la boca abierta. Que es lo que un tebeo de Conan nos debería dar. Por pedir, claro, a uno le hubiese encantado que de esto se hubiese encargado Giorello, o Steve McNiven, ahora que éste parece haber mutado de estilo para clonar el del mejor Barry Smith.

Y en gran medida ése mismo es en general el veredicto que un servidor puede dar al primer paso de esta nueva andadura de Conan en Marvel: está bien, pero algo de esta envergadura, debería volarnos la cabeza; y no lo hace. Quizás, ojalá, a la larga suceda como con los primeros tebeos marvelianos del bárbaro, allá por los años setenta, que tuvo unos comienzos vacilantes (incluso se llegó a decretar su cancelación a los pocos números), con un Windsor Smith todavía muy torpe, pero que muy rápidamente sufrió una acentuada evolución que le llevaron a él y a la serie a unas cotas de calidad insólitas mes a mes, sacando con ello además la mejor prosa de Roy Thomas. Es complicado que el relámpago caiga dos veces sobre el mismo punto, pero bueno, imposible no es, y de momento lo que este Conan sí parece que nos va a dar de manera asegurada, es un tebeo que cumple expediente holgadamente, aunque no sobresalga.



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