Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Triple Frontera, de J.C. Chandor

 
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Dirección: J.C. Chandor
Guión: Mark Boal y J.C. Chandor
Música: Disasterpeace
Fotografía: Roman Vasyanov
Reparto: Ben Affleck, Oscar Isaac, Charlie Hunnam, Pedro Pascal, Garrett Hedlund, Adria Arjona, Sheila Vand, Reynaldo Gallegos, Christine Horn, Jason Quinn, Mohamed Hakeemshady, Pedro Lopez, Chellé Brooks
Duración: 127 min
Productora: Atlas Entertainment. Distribuida por Netflix
Nacionalidad: Estados Unidos

 

La historia detrás de la producción de Triple Frontera comienza en 2010 con el anuncio de Tom Hanks y Johnny Depp para protagonizar una nueva película ideada por el oscarizado tándem formado por el guionista Mark Boal y la cineasta Kathryn Bigelow, autores de En Tierra Hostil (The Hurt Locker) y años más tarde de La Noche Más Oscura (Zero Dark Thirty), con financiación de Paramount Pictures. Casi cinco años después y con la posible incorporación de Will Simth al reparto cogiendo fuerza la directora de Días Extraños abandonaba su puesto para centrarse en el rodaje de Detroit, ocupando su lugar J.C. Chandor, responsable de destacables films como Margin Call, Cuando Todo Está Perdido o El Año Más Violento. El tiempo pasa sin que el proyecto cristalice y este cae en manos de Atlas Entertainment anunciando a principios de 2017 la intención de contratar a Chaning Tatum, Tom Hardy y Mahershala Ali para protagonizarlo. Pero en mayo del mismo año Netfilx afirma haber adquirido los derechos de la obra, por aquel entonces en negociaciones con Ben y Casey Affleck para ser las caras visibles en el casting. Después de muchas idas y venidas, con Ben Affleck abandonando su papel en favor de Mark Whalberg para volver a recuperarlo al poco tiempo y su hermano fuera de la ecuación, en agosto de 2017 comienza, por fin, el rodaje con el ya mencionado actor de La Liga de la Justicia acompañado de Charlie Hunnam, Oscar Isaac, Garret Hedlund, Pedro Pascal y Adria Arjona. Mientras Mark Boal y J.C. Chandor siguen ocupándose de la escritura y este último también de la dirección.

Finalmente el pasado el pasado 13 de marzo Triple Frontera debutaba en la famosa plataforma de streaming, una semana después de haber sido estrenada en algunos cines estadounidenses. La historia expuesta por Mark Boal y J.C. Chandor se centra en cinco amigos y antiguos operativos de las Fuerzas Especiales reclutados por uno de ellos para una misión consistente en asaltar la casa de un peligroso narcotraficante localizada en la triple zona fronteriza entre Argentina, Brasil y Paraguay con la intención de robar la gran cantidad de dinero que allí atesora. A partir del excelente prólogo protagonizado por Charlie Hunnam, perfecto para dilucidar con qué tipo de personajes vamos a encontrarnos a lo largo de la obra o el tono destilado por la misma, y con una soberbia primera escena de acción introducida por For Whom the Bell Tolls de Metallica Triple Frontera asienta sus bases como efectiva y ejemplar cinta de acción protagonizada por un quinteto de aguerridos ex soldados dispuestos a llevar a cabo la misión más importante de sus vidas a espaldas de las responsabilidades militares con un país que les ha devuelto poco o nada después de haberle entregado todo.

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Sobre Triple Frontera sobrevuelan Sam Peckinpah o Walter Hill en lo referido a la construcción de una historia, deudora del western, protagonizada por un grupo de “perros de la guerra” de vuelta de todo, con personalidades definidas, pero sin adentrarse ninguna de ellas en la tridimensionalidad. Pero en lo referido a la puesta en escena y la ejecución de su apartado técnico uno de los referentes más claros es la excelente Sicario, de Denis Villeneuve, que el pasado año contó con una secuela, Sicario: El Día del Soldado, a manos del italiano Stefano Sollima. De aquel primer film del autor de Blade Runner 2049 hereda una estimable concreción a la hora de rodar las secuencias de acción, alejándose de los efectismos propios de Hollywood a la hora de acometer este tipo de pasajes y utilizando el excelente y equilibrado montaje a modo de aliado narrativo, no como un arma arrojadiza con la que agredir al espectador. J.C. Chandor expone cada plano de manera cristalina, deja respirar a los encuadres y gracias a ello los actores pueden lucirse en los momentos más dinámicos del proyecto. Este impecable apartado, remarcable tanto en espacios cerrados como en localizaciones abiertas, sólo se ve empañado por la escena del helicóptero, deslucida por un triste y paupérrimo CGI, sacándonos de la película durante unos minutos.

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El tono del guión de Mark Boal nos retrotrae a otros trabajos de escritura nacidos de su impronta como los de las ya mencionadas cintas dirigidas por Kathryn Bigelow o el de la magnífica En el Valle de Elah, adaptada y rodada por el canadiense Paul Haggis en 2007. La visión de estos cinco antiguos miembros de las Fuerzas Especiales olvidados por aquellos que los mandaron a la otra punta del mundo a cumplir con su deber se aleja totalmente de cualquier atisbo de exaltación patriótica o imperialista. El relato expuesto es el de un grupo de amigos implicándose en una misión, aparentemente sencilla, caída en desgracia por culpa de la ambición y avaricia desmesurada, desencadenando decisiones nefastas de cara a la resolución de la complicada situación en la que se ven envueltos. Ese abandono por parte del gobierno que en su momento los utilizó para su conveniencia es utilizado como inteligente catalizador con el que justificar muchas de las acciones temerarias llevadas a cabo por los personajes, focalizando, sobre todo, la atención en el de Ben Affleck. Una antaño máquina de matar reconvertida en un desempleado incapaz de mantener a su familia o ganarse el respeto de una hija que lo mira con desinterés y condescendencia.

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Después del interminable baile de actores dentro del reparto es de agradecer que los cinco finalmente elegidos realicen un meritorio trabajo conjunto y, sobre todo, se compenetren bien a la hora de compartir pantalla. J.C. Chandor y Mark Boal aciertan al utilizar el viejo recurso de dedicar parte del metraje al reclutamiento de los miembros del equipo por parte del personaje de Oscar Isaac. En esos minutos además de ser testigos de la “llamada a filas” a manos de Santiago ‘Pope’ Garcia asistimos a la interactuación de todos ellos dejando patentes sus virtudes y defectos, nivel de implicación en el futuro proyecto y camaradería sustentada en años de amistad y misiones compartidas. Aunque se ha vendido al personaje de un notable y muy creíble Ben Affleck como el protagonista de la obra esta responsabilidad recae no sólo en el rol más interesante, sino también en el mejor actor del reparto, ese ambiguo y brillante Oscar Isaac devorando cada encuadre, convirtiéndose en el alma de Triple Frontera. Charlie Hunnam muestra soltura y estoicidad con un papel sustentado en la elocuencia y la razón, ejerciendo como brújula moral del equipo. En cambio más desdibujados están los personajes de Garret Hedlund y Pedro Pascal o el femenino de Adria Arjona, pero el trío de intérpretes los sacan adelante a base de carisma, fisicidad rotunda e inteligencia, respectivamente.

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El problema de Triple Frontera es que a pesar de funcionar de manera intachable en todos sus apartados es un producto que no brilla en exceso, incapaz de destacar por encima de cualquier otra muestra del género bien ejecutada dentro del seno de Hollywood. Posiblemente esta carencia venga adherida a un guión sencillo en exceso y más al tener en cuenta los casi diez años disponibles para que sus autores lo elaboraran con algo más de fuerza narrativa. Pero un servidor achaca el mayor fallo del largometraje a la no inclusión de un villano o rival para medir fuerzas con los protagonistas. Aunque los cinco personajes se implican en numerosos asaltos, tiroteos y persecuciones con los hombres del narcotraficante Lorea al no concretarse este como el enemigo a batir, añadiendo así el relato una némesis a la altura de las circunstancias, en todo momento el espectador percibe que algo importante falta en el conjunto de la obra. Es un hecho que esta idea narrativa viene dada por la intencionalidad de Mark Boal y J.C. Chandor de hacernos creer que los mismos cinco ex componentes de las Fuerzas Especiales, y las peligrosas decisiones tomadas por sí mismos, son sus mayores enemigos, unos de los que no pueden huir, pero a la hora de llevar eso a la pantalla la irregularidad se hace patente y menoscaba la cohesión de la propuesta cinematográfica.

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La colaboración mutua entre Atlas Entertainment y Netflix ha permitido que un proyecto como Triple Frontera, abocado al olvido o el fracaso, llegue a buen puerto y se revele como un producto meritorio en todos sus aspectos, pero sin bordear la excelencia en ninguno de ellos. Lo que nació como una película para ser dirigida por Kathryn Bigelow ha resultado ser la cuarta película de J.C. Chandor, uniéndose este a la nómina de cineastas como Alfonso Cuarón, Gareth Evans, Jeremy Saulnier, Duncan Jones, Dan Gilroy o los hermanos Joel y Ethan Coen que han facturado sus últimos largometrajes bajo la tutela de la todopoderosa plataforma de streaming. En el caso concerniente a Triple Frontera no podemos hablar de una pieza magistral, pero sí de una eficiente muestra de género capaz de agradar a distinto tipo de espectadores gracias a la profesionalidad de los implicados en los distintos apartados responsables de su gestación. El relato, que empezaba con For Whom the Bell Tolls, recurre de nuevo a los de San Francisco para cerrarse con la instrumental Orion y mientras sus acordes envuelven el último plano de la película nos queda la satisfacción de haber asistido a un interesante tratado sobre la mejor y peor cara de la condición humana en situaciones extremas. Uno no perdurable en el tiempo, pero que sí cumple su misión de ofrecernos 127 minutos de puro entretenimiento.



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