Javier Vázquez Delgado recomienda: Jupiter’s Circle 1
Edición original:Jupiter’s Circle 1-6 USA.
Edición nacional/ España:Panini Cómics.
Guión:Mark Millar.
Dibujo:Wilfredo Torres.
Portadas:Frank Quitely.
Formato:Tomo en tapa dura, 144 páginas.
Precio:15€.
Como ya he dicho en otras ocasiones cuando reseño cómics escritos por Mark Millar, Millar se trata de un autor que puede hacer grandes maravillas o cómics que no pasan de correctos. En el caso que nos ocupa, uno de los mejores tebeos que Millar nos regaló durante esta década que se está acabando, fue Jupiter’s Legacy, obra dividida en dos volúmenes (reseñados aquí, aquí, aquí y aquí por un servidor y por Sergio Aguirre) en la que trataba, junto al genial Frank Quitely, de reinterpretar el género de los superhéroes al estilo Watchmen pero cambiando la guerra fría y el terror nuclear que tanto aterraba al ciudadano medio en la década de los ochenta, por la crisis económica víctima del capitalismo exacerbado que tanto daño ha hecho y continúa haciendo en la época actual.
De esta forma, Millar trataba de acercar al género superheroico el descontento de una población, la estadounidense que con el descalabro de Lehman Brothers o de las hipotecas subprime se había visto sumida en la pobreza de la noche a la mañana. Si bien aquel cómic no marco un hito como sí lo hizo Watchmen (algo imposible hoy en día al encontrarnos en una época en la que la reinterpretación superheroica ya no es ninguna novedad) si que supo perfectamente recoger su testigo al poner el acento en los problemas actuales y en cómo los superhéroes podían actuar frente a ellos.
De este modo, Millar nos presentaba a los hermanos Sheldon y Walter Sampson, Utopian y Brainwave, dos de los muchos superhéroes que habitaban en la Tierra desde el crack bursátil de 1929 y que otorgaron esperanza a la humanidad cuando ésta se había perdido. Dichos héroes en el siglo XXI eran padres, esposos, y tenían una visión muy distinta del papel del superhéroe. Así, donde Sheldon (el Superman de este mundo) consideraba que los políticos debían ser quienes legislaran y resolvieran los problemas socioeconómicos del mundo, Walter abogaba por un papel mucho más activo del superhéroe en la vida política, lo que desembocaba en un enfrentamiento entre ambos bandos que es narrado en Jupiter’s Legacy.
Por otro lado, Legacy tenía otro punto muy importante en su trama, y es que la misma discurría alrededor de los hijos de los héroes, que habían crecido con grandes poderes pero ninguna responsabilidad, convirtiéndose en la decepción de sus endiosados progenitores, y que eran aquí presentados como unos jóvenes millenials que no tenían ninguna intención de abrazar el legado paterno, ni de salvar vidas ajenas.
En este aspecto, y a través del recuerdo, Utopian, Brainwave y otros eran presentados como héroes que en el pasado se habían comportado de forma intachable, que encarnaban la más alta moral y esa figura que tan bien representaban los superhéroes de la edad de oro y la edad de plata.
Es por ello que cuando Millar decide comenzar Jupiter’s Circle, serie de doce números cuya primera mitad podemos disfrutar en este tomo, y que está ambientada en el pasado de dichos héroes, el lector espera quizás un homenaje a la época gloriosa del heroísmo y lo que encuentra, sin embargo, es a personas muy poderosas pero muy humanas que cuando eran jóvenes, cometen al igual que sus hijos en el futuro, muchos errores que han sido borrados en el futuro por el poder de la nostalgia y de la máxima “cualquier tiempo pasado fue mejor” que tanto nos gusta pronunciar.
La trama nos llevará de esta forma a la década de los cincuenta, una época que en los Estados Unidos era de felicidad y bonanza económica, pero que a su vez estaba teñida por la persecución sin descanso de cualquier ciudadano que fuera sospechoso de simpatizar con el comunismo y por una doble moral que definiría al país hasta la actualidad.
Aspectos como la libertad sexual de la mujer o la homosexualidad eran impensables en dicha época y llevados en secreto por los ciudadanos que no se atrevían a manifestar su identidad sexual so pena de caer en el más absoluto de los oprobios sociales o incluso de ser linchados públicamente.
El gobierno, por su parte, a través del titánico FBI de J. Edgar Hoover, quien a su vez era un homosexual reprimido (que utilizaba la homosexualidad de los demás como pecado a expurgar y a utilizar como chantaje), y empleaba todos los medios a su alcance para buscar los pecados morales (a juicio del propio gobierno) de sus ciudadanos y chantajearles como le viniera en gana en busca de un mayor control y dominio sobre los estadounidenses.
Mark Millar de este modo, teje una precuela que en algunas aspectos supera a la obra original, y en la que se permite analizar una época, la de los años cincuenta de los Estados Unidos, una vez que ya dio su punto de vista sobre la crisis económica contemporánea del Siglo XXI.
En este punto, es lógico que el lector se haga algunas preguntas acerca de si se narran aquí algunos de los hechos que conocimos en la obra principal y que sabemos que tuvieron lugar en el pasado, siendo la respuesta negativa, puesto que este primer volumen es más de presentación de personajes, dejando las respuestas para el siguiente, que en algún momento será publicado por Panini.
Por su parte, Frank Quitely ejercerá aquí labores únicamente de portadista, pasando el testigo a Wilfredo Torres, dibujante que sin llegar al nivel de Quitely, realiza un dibujo suave y muy distinto al de su predecesor pero que capta a la perfección el guión de Millar y ese espíritu de falsa felicidad, de tarta de manzana y de autorepresión sexual que tan bien definió a una época.
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