Javier Vázquez Delgado recomienda: Sobre autores y recuerdos: Bill Mantlo (II)
Cada cierto tiempo, llega a los medios especializados la noticia de que algún nombre del mundo del tebeo está pasando por un mal momento. No es la primera vez que hablo por aquí de las consecuencias que el sistema de cobertura sanitaria existente en Estados Unidos tiene para esta o aquella personas. No es, tampoco, la primera vez en la que las singularidades laborales y contractuales en las que trabajan quienes se dedican al mundo de la viñeta tienen consecuencias, a la hora de obtener aseguramiento privado y no es, desgraciadamente, la primera vez que toca hablar de la dramática situación en la que, desde 1992, vive o, más bien, sobrevive el guionista Bill Mantlo.
Ocioso es hablar del papel de este escritor en la Marvel de los setenta y los ochenta. Aquí pueden encontrar ustedes reseñas de una buena parte de sus trabajos y, hace ya unos años -ocho- se trato aquí la existencia de un bonito proyecto por el que Corinna Mantlo, hija del autor, homenajeaba el legado de un progenitor que había creado a personajes como Capa y Puñal, a Sota de Corazones o el hoy popularísimo Mapache Cohete. Puede que no fuera el mejor ni el más talentoso de su generación; puede que pecara de convencional -algo en lo que, personalmente, disiento- pero era un buen guionista, capaz de convertir unos juguetes de breve trayectoria comercial en personajes cuyo origen sería olvidado, en beneficio de unos tebeos tan simpáticos como entretenidos. Si, a día de hoy, franquicias como Rom o los Micronautas siguen suscitando cierto interés, es por la labor que Mantlo hizo con ellos.
El guionista desarrolló la mayor parte de su carrera en Marvel, con algún encargo puntual en DC -como la miniserie Invasión-. A finales de los ochenta, decidió enfocar su desempeño profesional hacia el ámbito jurídico pero, a principios de la década siguiente, sufrió un atropello que le dejó secuelas permanentes. Desde entonces y hasta el momento presente, Bill Mantlo ha sido una persona totalmente dependiente. Su hermano Michael es el que, en la actualidad, cuida de él y, hace unos días, un compañero de la redacción, José María Vicente, llamaba la atención sobre este comunicado:
Hello world. My name is Michael, and as embarrassing and humiliating as it is for me to admit, I am now in need of some serious assistance.
My big brother is, and has been, permanently disabled for the last 27 years, and I willingly accepted the responsibility of being appointed his caregiver all those years ago.
I have been attempting to bring my brother home from the nursing home he has been placed in for the last 10 years. It has been a difficult struggle, filled with numerous pitfalls and obstacles, but I gave my word to him that I would do everything in my power to make it happen so that he could live out the rest of his life with dignity, and peace. It has become painfully obvious to me in the last few months that the powers that be will not let that happen.
My brother remains stable, and thanks to the compensation he has, and will continue to receive for the outstanding work he did, he is in no financial peril. As for me, being retired and living on a fixed income, this ordeal has become a financial nightmare. I have nearly bankrupted myself. I have been playing credit card roulette in order to finance everything I’ve done, and now it has overwhelmed me. I am nearly $100,000 in debt, and the piper is demanding payment.
I have never been one to beg, and I’m having to swallow hard on my pride here, but if any of you can find it in your hearts to help ME, I would be eternally grateful.
I love my brother, and no matter what happens, I will always do whatever I can to help him as long as I am able to.
At this point in time, I need YOU to help ME.
Thank you all for any, and everything, you do.
Este texto acompaña a una campaña de recaudación de fondos, de la que ya se han hecho eco otros medios especializados y cuyo enlace está aquí. Una mirada a la sección de comentarios permite comprobar que el recuerdo de Mantlo no se ha disipado y que muchas son las personas que recuerdan con cariño su labor.
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