Javier Vázquez Delgado recomienda: Casacas azules 1992-1994 Los verdes años – Capitán Nepel – La banda de Quantrill
Edición original:Les tuniques Bleues: Vertes années, Captain Nepel y Quantrill FRA, Dupuis
Edición nacional/ España:Dolmen Editorial
Guión:Raoul Cauvin
Dibujo:Willy Lambil
Color:Vittorio Leonardo
Formato:Cartoné, 156 páginas
Precio:29,95€
-¡Siempre los vemos juntos, como uña y carne!
-¡Es la única manera de impedir que deserte!
Decimo integral que publica Dolmen Editorial dentro de su colección Fuera Borda de Casacas Azules, con lo que han publicado casi la mitad de sus álbumes un logro enorme tratándose de una serie tan extensa. Es el número doce de la colección, ya que hay que recordar que han empezado a publicar los dibujado por Lambil tras la muerte de Salverius. Como siempre los guiones corren de la mano de Cauvin. Este integral recopilas tres albumes: Les vertes années prepublicado en los números 2840-2847 de la revista Spirou en 1992, Captain Nepel prepublicado en los números 2882-2892 del año 1993 y Quantrill aparecido en los números 2912-2922 del 1994.
Raoul Cauvin es un historietista belga nacido en 1938. Desde los años sesenta se convirtió en uno de los guionistas más importantes de la revista Spirou. Comenzó a trabajar en 1960 como rotulista del estudio de diseño de Éditions Dupuis y va pasando por diferentes puesto técnicos dentro de la empresa, al mismo tiempo que empieza a publicar dentro de la revista Spirou. El año 1968 es su consolidación como guionista al debutar cuatro series con guiones suyos, pero la que le convierte en una estrella es Casacas Azules. Es uno de los guionistas humorísticos más prolíficos del mercado francófono con más de 200 álbumes a sus espaldas. Entre las más destacadas debemos citar: Sammy con Berck, Pierre Tombal con Marc Hardy, Cedric con Laudec, L’Agent 212 con Kox, Les Jungles perdues con Luc Mazel o Mujeres de blanco con Bercovici además de colaboran en serie de otros creadores como Natacha o Spirou.
Willy Lambillotte es un historietista belga nacido en 1936 que firma sus trabajos como Willy Lambil. Comenzá a trabajar en Éditions Dupuis en diversas tareas editoriales como rotulador o diseñador, que compatibilizaba con su carrera como dibujante en serie como Oncle Paul. Además de crear dos series como autor completo: Hobby et Koala y Sandy et Hoppy. En 1972 Cauvin contacta con él para sustituir a Salverius en Casacas Azules, serie a la que se dedica casi en exclusiva desde ese momento. Con la excepción de la serie Pauvre Lampil una serie costumbrista sobre un dibujante que tiene algo de autobiográfica que realiza también junto a Cauvin.
Casacas azules es una serie humorística que se desarrolla durante la Guerra de Secesión narrándonos las diferentes aventuras del sargento Cornelius Chesterfield y el cabo Blutch. Es una serie de marcado tono antibelicista, en la que la violencia inherente a cualquier conflicto está presente pero de manera muy velada, puesto que nunca parece ni sangre, ni escenas truculentas. Algo que está muy bien equilibrado con el humor, normal que la serie sea un éxito desde hace años en Francia, ya que resulta enormemente divertida. No llega a los niveles de calidad de series como Astérix, Spirou o Lucky Luke clásicos, pero se queda muy cerca. Algo que la convierte en una grata lectura. Los dos protagonistas principales juegan con los tópicos de los héroes tradiciones de la BD, puesto que Chesterfield que podríamos considerar el héroe principal cumple algunas características del rol como la valentía y sus capacidades de buen luchador, no cumple ni con la rebeldía ni con la gran inteligencia que los caracteriza. Esta características quedan reservada para Blutch que es inteligente y rebelde, pero no muy valiente. Su relación de amistad-odio es el motor de la serie y lo que le otorga una frescura que permanece intacta hasta la fecha.
En Los verdes años conocemos el pasado de Blutch antes de unirse al ejército. Es una historia en la que se ven alguno de los tópicos de los relatos del oeste con reminiscencias a las novelas de Mark Twain en las que nos narraba la difícil vida de los huérfanos en el oeste. Pero lejos de épica que transmiten los westerns clásicos ya que nos ofrece una visión bastante desmitificadora. Un álbum muy divertido que cuenta con una escena inicial que es uno de los mejores trabajos de Lambil.
En El capitán Nepel, Blutch y Chesterfield tienen que escoltar al capitán del título al fuerte Fort Bow en el que vivieron sus primeras aventuras, para sustituir al coronel Appeltown que está enfermo. Las primeras decisiones de Nepel son expulsar a los indios y los miembros de otras razas, lo que provocará que la paz con los indios se vea amenazada. El álbum es una crítica al racismo, su aparición coincide con la irrupción del Frente Nacional en la política francesa. El capitán Nepel es una caricatura de Jean Marie Le Pen, el líder del partido de extrema derecha. Cauvin y Lambil ponen de manifiesto lo ridículo y estúpido de sus ideas racistas, algo que ya habían hecho en otros episodios de la serie. Además, la parte final del álbum se antoja una parodia de Blueberry con nuestros protagonistas intentando poner trampas a los indios para ralentizar su avance, pero a diferencia del teniente ninguna trampa cumple su función.
En La banda de Quantrill nos narran el ataque a la ciudad de Lawrence uno de los sucesos contra la población civil más trágicos de la Guerra de Secesión. Chesterfield acaba enrolado en la banda que lo llevo a cabo para poder llevarlos a la justicia, para lo que cuenta con la ayuda de un Blutch más divertido que nunca. En este álbum Cauvin integra a personajes reales dentro de su historia algo que solía hacer Goscinny en Lucky Luke. El álbum es una crítica a la violencia contra los civiles.
Cada uno de los tres álbumes incluidos en este integral es distinto del otro, huyendo de un formula repetitiva, lo que convierte la obra en muy disfrutable y perfecto ejemplo de los altos niveles de calidad que alcanzó la serie. Es una buena puerta de entrada a una serie plagada de buenos momentos. Cauvin demuestra su buen hacer para construir historias sólidas, que sin ser un dechado de originalidad, cumplen a la perfección con lo que prometen.
El trabajo de Lambil está a buen nivel con un estilo plenamente consolidado deudor de la escuela de Marcinelle, como no podía ser de otra manera en una serie nacida dentro de la revista Spirou. Sus personajes se han ido volviendo más realistas con el transcurso de los años, aunque conservan sus rasgos caricaturescos. Algo que sirve para dotarlos de expresividad y movimiento. Su trabajo de documentación y ambientación sigue siendo notable. El único pero es la composición de página que resulta muy monótona, ya que todas las páginas están compuestas por cuatro tiras de viñetas. El color de Leonardo tiene su calidad habitual empleado de manera únicamente descriptiva.
La edición de Dolmen es magnífica como todas las de la colección Fuera Borda, buena reproducción, tamaño álbum y un diseño que es todo un acierto y que se ha convertido en imagen de marca de colección. Los artículos que complementan el integral aportan mucho a la edición, aunque en mi copia hay un par de imagen pixeladas pero so viñetas procedentes de los álbumes publicados en este integral, así que no es tan problemático. Hay que aplaudir la valentía de Dolmen al embarcarse en una serie tan larga como esta, ojalá que veamos todos los números publicados y esperemos que se planteen la publicación de Pauvre Lampil.
Un integral que es una perfecta nuestra de todo lo bueno que tiene Casacas Azules, una serie muy divertida y brilla a gran altura. Una lectura que nos retrotrae a los buenos momentos que pasamos con alguno de los grandes clásicos de la BD, esos que nos hicieron amar los cómics de niños.
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