Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – ¡Shazam!: La Redacción Opina

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Dirección: David F. Sandberg
Guión: Henry Gayden, Darren Lemke, basado en los cómics de Bill Parker y Clarence Charles Beck
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Maxime Alexandre
Reparto: Zachary Levi, Asher Angel, Jack Dylan Grazer, Mark Strong, Grace Fulton, David J. MacNeil, Michelle Borth, Djimon Hounsou, Adam Brody, Ross Butler, Natalia Safran, Marta Milans, D.J. Cotrona, Ian Chen, Cassandra Ebner, Cooper Andrews, Faithe Herman, Caroline Korycki, David Kohlsmith
Duración: 132 min.
Productora: Warner Bros. / DC Entertainment / DC Comics / New Line Cinema
Nacionalidad: Estados Unidos.

Después de años de elucubraciones, bailes de guionistas, actores o directores y ya con su universo cinematográfico en marcha desde hace seis años DC Entertainment y Warner Bros por fin han decidido poner en funcionamiento una película individual protagonizada por ¡Shazam!, antiguamente conocido como Capitán Marvel. El personaje creado a principios de los 40 por Bill Parker y Clarence Charles Beck para la editorial Fawcett Comics y que entrados los 70 pasaría a formar parte de la plantilla superheróica de DC Comics ha desembocado en una cinta de acción, aventuras y comedia que, todavía hoy, está funcionando a las mil maravillas en su carrera comercial, aunque sin llegar, al menos por ahora, a los números de su predecesora, Aquaman. De esta nueva cinta protagonizada por Zachary Levi, Asher Angel, Jack Dylan Grazer o Mark Strong, entre otros, escrita por Henry Gayden y Darren Lemke o dirigida por David F. Sandberg ya nos habló, bastante bien, nuestro compañero Jordi T. Pardo en su reseña publicada antes del estreno español de la obra. Pero ahora son Sergio Fernández Atienza, Giovanni Casella, Pablo Menéndez, Miguel Ángel Crespo, Gustavo Higuero y Juan Luis Daza los redactores que darán su opinión sobre la primera aventura cinematográfica del alter ego supeheróico del adolescente Billy Batson. Antes de que Marvel Studios venga a arrasarlo todo con Vengadores: Endgame y la maquinaria promocional que la acompaña utilizaremos esta pequeña parcela que nos proporciona Zona Negativa para dar una visión poliédrica y ecléctica sobre la última cinta de DC Films y Warner Bros que, por fin, parece encaminar el futuro de su microcosmos ficcional.

Un, dos, tres, ¡Sha, Sha, zam!, por Sergio Fernández Atienza

Cada vez que me ves, miro a la pared, digo ¡Shazam! y aparezco a tu lado. El tándem DC/Warner sigue recuperando buenas sensaciones en la gran pantalla. Tras el éxito absoluto que supuso Aquaman, reventando las taquillas terrestres y submarinas a lo largo y ancho del globo, tocaba el turno de que ese pequeño gran hombre llamado Billy Batson debutase en las ligas mayores. Si bien es cierto que los avances de la cinta ya nos dejaban bien a las claras que el objetivo de la misma no iba a ser otro que entretener y divertir, la duda estaba en la calidad del conjunto.

Los nombres propios que se eligieron para el proyecto no hacían despertar excesivo entusiasmo. Por una parte, el realizador sueco David F. Sandberg cuya carta de presentación estaba vinculada con el género de terror (Nunca apagues la luz, Annabelle: Creation), no parecía la mejor de las opciones. Por la otra, un actor de comedia como Zachary Levi, que ya había hecho sus pinitos en el universo cinematográfico de Marvel con la franquicia Thor, se antojaba con un físico en las antípodas de lo deseable para un superhéroe capaz de mirar de tú a tú al mismísimo Hombre de Acero. Prejuicios al margen, lo cierto es que tanto Sandberg como (sobre todo) Levi, están a la altura de las circunstancias.

¡Shazam! sigue a rebufo la trayectoria marcada por Aquaman y se desmarca de épocas pasadas en las que las atmósferas oscuras y opresivas eran marcas de la casa en el universo DC. En esta ocasión se abraza sin rubor al cine familiar, recordando por momentos a aquellas películas de los años 80 (como Los Goonies) en las que los preadolescentes eran los protagonistas de una historia cargada de aventuras. Como no podía ser de otra forma, por aquello del juego de niño en cuerpo de adulto, se homenajea en varias ocasiones (siendo la escena del piano en la juguetería la más evidente) a Big, aquella película que en 1988 le valió a Tom Hanks su primera nominación a los Oscar. Es posible que al público adulto le pueda parecer un filme demasiado naif a pesar de que se haya intentado poner un componente dramático como el abandono infantil que no pega en absoluto con el tono general de ¡Shazam!. Si ya en Batman v. Superman: El amanecer de la justicia Warner Bros demostró con “las Marthas” que tenía un grave problema de carácter maternal, esta vez riza el rizo para presentarnos un momento ridículo y fuera de lugar.

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¡Shazam! es una buena película de origen de personaje en la que, por vez primera, nos sumergimos en el mundo mágico de DC. Mark Strong está impecable como villano de la función y es de agradecer que, para el prólogo de la historia, se decidiera contar la génesis de su Dr. Sivana. Más problemas nos encontramos con el CGI utilizado para las criaturas que representan los siete pecados capitales. El síndrome Steppenwolf parece que aun no ha sido superado. En el otro lado del ring nos encontramos a la nueva familia de Billy con unos padres adoptivos tan dulces que no son aptos para diabéticos. Aunque el humor está presente en todo momento, este no siempre funciona. Quien mejor se adapta en este apartado, además del mencionado Levy, es el jovencísimo Jack Dylan Grazer que convierte a su Freddy Freeman en un robaescenas de manual. Sin embargo, de manera chocante, la versión joven de Billy Batson es mucho más cabal que cuando se transforma en el superhéroe del trueno generando cierta incoherencia.

En definitiva, ¡Shazam! es una película para disfrutar en familia. Si bien es cierto que no acaba de encajar en el DCEU (¿pero cual sí?) y que a veces quiere (pero no puede) convertirse en la versión Deadpool de DC (títulos de crédito incluidos), nos encontramos ante un filme sin mayores pretensiones que entretener y al que perdonamos sus varios fallos (que los tiene). ¡Shazam! es una película tan blanca como luminosa que se aleja de la épica de sus hermanas mayores, pero a la que se agradece su honestidad a la hora de divertirnos.

Di la palabra, por Gustavo Higuero

Hyperion, El Vigia, Gladiador, Capitán Marvel… la lista de personajes que se inspiran de alguna forma en la figura de Superman es larga, sin embargo, por muchas similitudes que se puedan asignar a estos héroes, la figura del Capitán Marvel, ahora conocido como Shazam por temas legales, difiere del resto por su origen mágico y un enfoque, en sus inicios editoriales, más arriesgado y dinámico que lo planteado por Siegel y Shuster en Action Comics. Tal vez por esta razón el reto al que se enfrentaba la producción encargada de llevar al cine por segunda vez la Capitán era el de ser capaz de captar la esencia más pura del personaje y trasladarla a la gran pantalla de forma que se percibiera esa divergencia tanto en el fondo como en la forma respecto a otras producciones del Hombre de Acero.

Aunque entre los aficionados al noveno arte y más concretamente al género de superheroes y más finamente a DC, el personaje es notablemente conocido, para el gran publico en general es un gran desconocido. Tanto que puede generar la confusión comentada con Superman (y rizando el rizo hasta con la conocida aplicación de música, ya puestos). Con ese en mente la película hinca las garras en el trabajo desarrollado por Johns y Frank durante los Nuevos 52, la última actualización del personaje y vigente actualmente, que redefinió su origen, entorno y mitología propia para actualizarlo a los tiempos actuales.

Shazam llega a los cines con las cosas claras, siendo una producción de presupuesto ajustado, cuya amortización no ha de resultar difícil, para atraer al gran público a un superhéroe capaz de adentrarse con éxito en el imaginario común de un género que se ha asentado de forma clara y contundente.

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La película es un producto altamente digerible que hace de sus flaquezas su punto fuerte. Y es que la cinta brilla por su candidez, su inocencia, su cercanía al espectador y a la esencia del género más Golden Age. Entre sus valores destaca la puesta en escena, el buen uso de sus efectos especiales (dado su presupuesto), el desarrollo de los personajes, la sutil pero eficaz presentación de Billy y la enorme cantidad de guiños que encierra a lo largo de todo el metraje para deleite del espectador que pueda verlos y entenderlos.
Shazam no tiene más pretensión de la que se puede ver en cada fotograma, con un villano muy aleatorio (que malgasta el talento de Mark Strong), sin profundidad alguna, malo porque ha de ser malo, anclado al ansia de poder, que sin embargo aportar lo suficiente a la cinta como para que todo el conjunto funcione en aspecto gramaticales.

La luz es la esencia de la película, que no tiene reparos en mostrar que esta insertada en el universo cinematográfico de DC, pero que se aleja de la oscuridad y abraza a luz sin complejos. Y es que hacerlo de otra forma hubiera sido traicionar al personaje de forma clara y absoluta.

En resumen, una cinta plenamente satisfactoria, asumiendo sus defectos de forma, que no quiere ser otra cosa de la que es por sí misma, que no se toma en serio y permite que se traslade a la perfección lo que fueros los inicios editoriales del Capitán Marvel, adecuadamente adaptados a los tiempos de hoy en día.

BIGger, Stronger, Faster, por Giovanni Casella

Tenía mis reservas con ¡Shazam! debido a que su director, David F. Sandberg me inspiraba poca confianza. Aún recuerdo su debut en la dirección con el filme Nunca apagues la luz en la que convertía en largometraje un corto previo suyo. Esta fórmula, que rara vez funciona, nos trajo una cinta que no había por dónde cogerla. Ese recuerdo que yo tenía me ha acompañado desde que se dio luz verde al proyecto y se hizo público el nombre de Sandberg como realizador del mismo, hasta justo el momento del visionado de este filme en la sala cinematográfica. Y es que tanto su director como la película suplen sus carencias de talento con un sentido de la aventura que ciertamente no suelo ver en las películas de Marvel. Es curioso como siempre se le ha acusado a Warner/DC de seriedad y oscuridad cuando esta película es justo lo contrario, y hace quedar como serias con el piloto automático a las de Marvel precisamente.

Con respecto a su protagonista, Zachary Levi está muy por encima de la media del actor/actriz de turno que se pone en la piel de un superhéroe/heroína. Derrocha carisma y comicidad. Evidentemente, la idea que tanto Levi como Sandberg tenían para el desarrollo del personaje era la interpretación del gran Tom Hanks en la mítica y entrañable Big de la tristemente malograda Penny Marshall. De hecho, hay un ocurrente homenaje a esta cinta que provoca la sonrisa cómplice en el espectador. La química que surge entre Levi y Jack Dylan Gracer está tan bien conseguida que cuando Levi es sustituido por Asher Angel, la función decae, y la química se resiente. Mención especial al casi siempre excelente Mark Strong, en un papel que le viene como anillo al dedo.

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El filme es divertido, y aunque lejos de ser redondo, creo que capta muy bien un espíritu que rara vez veo en una película de superhéroes. Tal vez, a raíz de mirarse en Big, se empapa en este sentido de la aventura que apelo propio del cine de los 80. Sin caer en obviedades forzadas al más puro estilo Stranger Things, se empapa de un tono bien entendido del entretenimiento propio de lo mejor de esa década que impregna a toda la película.

No tiene el mejor diseño de producción, ni los mejores efectos especial, y le falta cierta ambición para convertir el relato en algo épico, pero el hecho de ser consciente de sí misma, y no tomarse en serio la redimen de esos pecados. ¿Universo compartido? Yo lo que quiero ver es una película que funcione por sí misma, y ésta lo consigue plenamente. Hay multitud de referencias al Universo DC, pero éstas no son más que meros objetos de adorno: enriquecen el acabado final del producto, pero son totalmente prescindibles para la trama, y ni ésta ni sus personajes están condicionados por pertenecer a ese Universo determinado. Personalmente, agradezco mucho esto.

En resumen, estamos ante una película menor y agradable; ideal para las tardes de domingo junto a toda la familia.

Ride the lightning, por Juan Luis Daza

Si no contamos el traspié comercial y crítico de Liga de la Justicia podemos afirmar que el giro realizado por DC Entertainment y Warner Bros a la hora de adaptar al cine los personajes adscritos a la famosa editorial de cómics ha insuflado nueva vida al Universo Extendido de DC. Wonder Woman llegó con su épica y gallardía para poner la primera piedra con un tono mucho más luminoso que se alejaba de la oscuridad y crudeza que Zack Snyder insufló a El Hombre de Acero y Batman v. Superman: El Amanecer de la Justicia. Aquaman hizo acto de presencia con su primera aventura cinematográfica en solitario, después de haber formado parte de la JLA cinematográfica, batiendo todos los récords de recaudación y los productores del microcosmos audiovisual perteneciente a DC Comics tomaron buena nota, sabiendo así hacia dónde debían encaminarse si querían hacerle la competencia a la Marvel Studios de Kevin Feige.

¡Shazam! viene para confirmar, e incluso acentuar, ese nuevo viraje tomado por los responsables creativos detrás de las películas de DC Comics hacia una luminosidad que debía haber imperado en sus producciones desde el primer proyecto protagonizado por el alter ego superheróico de Clark Kent. La largamente acariciada traslación a imagen real de las aventuras en viñetas del personaje creado en su origen por el guionista Bill Parker y el ilustrador Clarence Charles Beck en 1940 para la editorial Fawcett Comics y cuyos derechos adquirió en 1972 DC Comics por fin ha llegado a buen puerto gracias a la arriesgada jugada por parte de una Warner Bros aventurándose en una superproducción focalizada en un personaje totalmente ajeno al espectador neófito alejado del mundo del arte secuencial, más incluso que el Arthur Curry al que Jason Momoa se ocupó de dar vida unos meses antes.

Seguramente fue el avasallador éxito de Aquaman el pistoletazo de salida para que los ideólogos detrás del UEDC se pusieran manos a la obra con la primera película protagonizada por el superhéroe anteriormente conocido como Capitán Marvel y por tanto tardaron poco en poner la maquinaria en funcionamiento. Para la escritura del argumento han sido asignados Darren Lemke (Pesadillas) y Henry Gayden (Tierra a Eco) con este último encargándose de su adaptación a guión cinematográfico. De la dirección se ocupa David F. Sandberg, que venía del género de terror cultivado en producciones como Nunca Apagues la Luz (Lights Out) y Annabelle: Creación. En lo referido al reparto está comandado por Zachary Levi y Asher Angel dando vida a Shazam y Billy Batson respectivamente y les acompañan Jack Dylan Grazer, Faithe Herman, Grace Fulton, Ian Chen o Mark Strong como el villano de la velada.

Como previamente hemos apuntado ¡Shazam! sigue la estela establecida por las últimas producciones de DC Films, más entregadas a la diversión o la ligereza y abandonado en cierta manera la solemnidad y la aspereza de sus inicios. Esta decisión podrá agradar a unos y causar rechazo en otros, pero queda claro que es la acertada para que sus ideólogos puedan hacer prosperar el universo ficcional que llevan construyendo, de manera bastante irregular, desde el año 2013. En este sentido y a pesar del riesgo que supone presentar al público generalista un superhéroe del que, casi con toda seguridad, no sabrán nada DC y Warner Bros han quitado el pie del acelerador en comparación con la excesiva, alocada y flourescente Aquamanm facturada por James Wan, y han puesto en manos de David F. Sandberg un proyecto mucho más humilde y a una escala considerablemente menor.

¡Shazam! es, como ya se ha comentado con anterioridad por la red, una mezcla entre Big (Penny Marshall, 1988) y una historia clásica de origen superheróico contando la historia de cómo Billy Batson, un niño huérfano de catorce años, es elegido como paladín y nuevo campeón asumiendo el poder de convertirse en un superhombre cuando pronuncia la palabra “¡Shazam!, aunque sin dejar de ser un adolescente en su interior. Pero la mayor peculiaridad del largometraje de David F. Sandberg es que, aun narrando el génesis de un nuevo héroe, la edad de su protagonista o la de su nuevo mejor amigo y sobre todo la afición de este último por Batman o Superman condicionan el punto de vista asumido por el relato, convirtiéndolo en una pieza que, desde una perspectiva lúdica y fruiciosa, coquetea con el metalenguaje y la intertextualidad.

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Que Freddy sea fan de los cómics y los superhéroes marca las distancias con respecto a otras películas del género que planteaban el “año uno” de sus protagonistas. Un secundario conocedor de todos los entresijos adscritos a los relatos pijameros y un protagonista con la capacidad pura y genuina de alucinar con cada nuevo descubrimiento en lo referido a sus poderes sobrenaturales ayudan a construir una historia capaz de satisfacer a todo tipo de espectadores, independientemente de su edad o género. De esta manera la empatía con la platea cristaliza en el mismo momento en el que Billy se convierte por primera vez en Shazam y comienza a experimentar con los límites de su don recién adquirido. Siempre junto a su verborreico compañero de aventuras ejerciendo este el doble rol de colega y metanarrador de la película, una especie de demiurgo conocedor de la trama del largometraje.

De esta manera el guión plantea una alternancia impecable entre acción y humor, epicidad y candor, fuerza y livianidad, construyendo así la mayor virtud de la obra cinematográfica como tal. Esta mixtura de géneros es la que aprovecha David F. Sandberg para apelar a la puesta en escena dinámica y vivaz cuando la acción copa el protagonismo de la propuesta y depositar el peso de la narración en los actores cuando la comicidad o las emociones se apoderan del encuadre. Por suerte el director sabe administrar tanto una vertiente como otra, sin caer en el exceso y el abuso de CGI en la primera, ni en lo lacrimógeno o relamido en la segunda. Esta amalgama insufla vida a una cinta en la que impera una comedia casi en todo momento acertada y dosificada con pericia, pero sin dejar de lado pasajes donde la inevitable batalla, física y psicológica, entre héroes y villanos toma las riendas de la trama.

Zachary Levi es un acierto de casting mayúsculo por varias e intachables razones. Por un lado es evidente que da el perfil como superhéroe tras su paso por el gimnasio, también ayudado por el vestuario, con un físico muy diferente al que lucía en la serie que le dio la fama, Chuck, y demostrando estar a la altura de una producción como esta desde una perspectiva más visual. Pero es que acomete la doble tarea, no sólo de resultar carismático y encantador dando vida a Shazam, sino de parecer un adolescente cuyo reflejo hemos visto a lo largo de la primera parte del metraje en la, no menos excelente, labor de Asher Angel como Billy Batson. El trabajo conjunto entre actor adulto y quinceañero construye de manera impecable un rol memorable, moviéndose a placer entre la ingenuidad, la ternura y la soberbia a la que se ve abocado cuando toma conciencia de su nueva naturaleza sobrehumana.

Pero es Jack Dylan Grazer, dando vida a Freddy Freeman, el otro pilar maestro sobre el que se edifica, no sólo ya el reparto, sino el conjunto de una película como ¡Shazam!. El actor que dio vida a Eddie Kaspbrak en la nueva versión de It insufla socarronería, ironía y algunos apuntes de humor negro inesperados en este tipo de producciones que él espeta con toda una naturalidad nata. Su química destilada con Levy y Angel es divertidísima y depara no pocos momentos descacharrantes. Dentro de un cast en el que todos los actores, sobre todo los niños, se muestran cercanos y creíbles, conviene destacar a un intérprete de altura como Mark Strong que teniendo en sus manos un Dr. Thaddeus Sivana tan cumplidor como poco memorable, apela a sus tablas para convertirlo en una presencia intimidante y cruel, algo que ya consiguió en este género con Kick-Ass y Green Lantern.

¡Shazam! es un producto 100% disfrutable, una oda al sense of wonder y la magia siempre adscrita a la edad de oro del cómic superhéroico, recordándonos, no sólo a las aventuras clásicas del personaje, sino a la esencia de muchos otros personajes de DC Cómics, y hasta de Marvel, o sus primeras adaptaciones cinematográficas en las que refleja con toda la humildad y el cariño posibles. El Universo Extendido de DC acaba de encontrar la senda por la que quiere y debe transitar y sólo podemos regocijarnos por dicha decisión. El problema es que lo ha logrado en una etapa muy complicada de su desarrollo con actores abandonando sus papeles, otros que no sabemos si seguirán ejerciendo los suyos, y futuros proyectos como Wonder Woman 84, Birds of Prey o esa especie de elseworld del Joker protagonizado por Joaquin Phoenix que no sabemos hacia donde encaminarán el futuro de la franquicia.

Un enfoque chispeante, por Miguel Ángel Crespo

En lo que al cine de superhéroes se refiere no existen los enfoques acertados o erróneos. El enfoque violento e hiperrealista de Zack Snyder que tanto marcó los orígenes del actual Universo DC Cinematográfico es tan aceptable y válido como el enfoque de comedia ligera que caracteriza a buena parte de las películas de Marvel Studios. Lo que sí existen son los enfoques que conectan con una mayoría del público y los que no. En ese sentido, las cifras de recaudación parecen indicar que el enfoque de recientes producciones basadas en personajes DC como Batman V Superman o Liga de la Justicia no ha acabado de conectar con una parte considerable de su público potencial. La mejor opción desde un punto de vista meramente económico era optar por un enfoque más cercano a la competencia para así atraer a dicho público. Eso es precisamente lo que han intentado las últimas películas de DC. Puede que Aquaman aún tuviese cierto remanente del enfoque previo, pero ¡Shazam! no puede ocultar el hecho de ser una película al “estilo Marvel” con personajes de la Distinguida Competencia. Dejando a un lado la estúpida e infantil rivalidad entre los partidarios de una franquicia y los de otra, la decisión de optar por este enfoque merece ser aplaudida porque el resultado es una película objetivamente mejor. ¡Shazam! es pura diversión, puro entusiasmo y puro disfrute para toda la familia.

La jugada no carecía de cierto riesgo. De entre todos los nombres de DC Comics, el otrora Capitán Marvel no es el primero que acude a la memoria del lector medio al pensar en personajes con una vertiente cómica pronunciada. Shazam puede ser inocente, quizá incluso ingenuo, pero no es especialmente gracioso. No obstante, la combinación entre el guión y la acertadísima actuación del actor Zachary Levi hacen de él un personaje divertidísimo en la película; hasta el punto de acaparar toda la atención del espectador y convertir a los demás personajes en meros comparsas. Igual que en muchas producciones de Marvel Studios, aquí el personaje del villano no goza de un desarrollo especialmente inteligente o interesante. Sivanna sí que cuenta con la imponente presencia que le otorga el actor Mark Strong, pero resulta un tanto genérico y tiene poco que ver con su contrapartida en las viñetas. El Sivanna del cine no es el científico loco de serie B de los cómics, pero ese es un aspecto que se puede perdonar. En cuanto a los demás enemigos que aparecen en la cinta, los siete Pecados Capitales salidos directamente de la mitología clásica del personaje, también resultan un tanto genéricos a causa de su olvidable diseño visual. Sin duda se hubiesen beneficiado de un aspecto que ayudase a diferenciarlos más de los cientos de monstruos demoniacos que hemos visto en anteriores ocasiones. Destacan algo más los hermanos y hermanas adoptivas de Billy Watson, aunque algunos tienen poco más que un par de momentos graciosos en pantalla.

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Sin embargo, nada de lo anterior acaba estropeando el resultado final. El humor descarado, actual y autoconsciente encaja a la perfección con el personaje protagonista y arrastra irremediablemente al público a su terreno. No sería muy descabellado decir que el humor de ¡Shazam! es el equivalente para todos los públicos del humor de Deadpool, en el sentido de que ambos parodian los tópicos del género superheroico. Esta película juega a desmitificar la figura del superhéroe, le quita el glamour a su historia de origen y lanza muchas de las bromas que el fan ha pensado en alguna ocasión (incluyendo las que tienen que ver con ir al baño vestido con unas coloridas mallas ajustadas). Además, los guiños, huevos de pascua y bromas referentes a otros personajes de DC son constantes. Pero, afortunadamente, la película no es sólo una simple sucesión de gags sino que cuenta con una historia bastante competente. El argumento, que bebe tanto de los cómics como de clásicos ochenteros como Big (a la que también se le dedica un guiño inconfundible en el metraje), está en perfecta consonancia con el mensaje que pretende transmitir la película y eso contribuye a potenciarlo. ¡Shazam! trata sobre encontrar tu lugar en el mundo, sobre encontrar a la gente que te hace querer ser mejor. En última instancia, es una película sobre encontrar a tu familia, un proceso en el que la biología tiene mucho menos que ver que las decisiones que nosotros mismos tomamos. Nosotros elegimos a aquellos a los que queremos como familia, de la misma forma que Billy Watson elige a su propia familia en la cinta. Por cierto, sienta bien encontrarse con una película con un claro mensaje en defensa de la familia en la que la familia en cuestión está lejos de ser la típica familia tradicional normativa.

A falta de analizar las cifras finales, parece que ¡Shazam! cuenta con el enfoque y con los elementos apropiados para conectar con esa mayoría del público que se ha resistido a anteriores producciones de DC. Obviamente, un personaje que alcanzó su mayor pico de popularidad hace cinco o seis décadas no puede arrastrar al cine a la misma cantidad de gente que Batman o Wonder Woman y, desde luego, no puede competir con la todopoderosa franquicia de Marvel Studios. Sin embargo, merece ser un éxito que lance un mensaje alto y claro a los ejecutivos que toman las decisiones de Warner: ya hemos tenido bastante oscuridad, bastante realismo y bastante pretenciosidad. Es la hora de “marvelizar” el Universo DC Cinematográfico y llenarlo de color, diversión y humor.

El campeón dorado del bien, por Pablo Menéndez Fernández

Si nos olvidamos de las películas de Donner, Burton y Nolan, Shazam! es la mejor película de DC Comics hasta la fecha. Es todo lo que la genial creación de Otto Binder y C.C.Beck necesita ser: divertida, tierna, tontorrona y compasiva.

Shazam! no lo tenía nada fácil. La oscuridad de Man of Steel y Batman vs Superman no había sido bien recibida en este decenio hípster. El sarcasmo de Escuadrón Suicida y la fanfarronada ultra-pop de Aquaman habían provocado fuertes dolores de cabeza a los critícos.

Se ha repetido hasta la saciedad que Shazam! es una especie de Big con superpoderes. Bueno, es cierto en parte (la propia película incluso tiene un guiño en forma de piano); pero Shazam! es mucho, mucho más.

El hábilmente entretejido guion ofrece una poderosa lección acerca de la indefensión: la única seguridad verdadera es la que nos ofrecen la familia y los amigos. Todo lo demás (el poder, la fama, la riqueza) no merece ni una nota a pie de página en nuestro diccionario de palabras mágicas.

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La realización es eficiente, y se sustenta con astucia en el carisma de sus actores principales. Zachary Levy representa a la perfección el papel de niño atrapado en el cuerpo de un adulto (en la película la faceta superheroica de Billy mantiene sus atributos infantiles en lugar de constituir una personalidad foránea; todo un acierto), pero es Asher Angel en el papel de Billy quien le da alma a la cinta. Sin embargo, nuestro corazón está con Freddy (Jack Dylan Grazer), con el resto de niños perdidos y con sus padres.

El reparto de secundarios ofrece un par de sorpresas. La actriz madrileña Marta Milans interpreta a la madre adoptiva de Billy, mientras que John Glover interpreta al padre del malo de la función (Mark Strong como Doctor Sivana). Glover ha interpretado tanto al padre de Lex Luthor (en Smallville) como al padre de Sylar (en Héroes), así que es de suponer que se sentiría cómodo rodando la cinta.

Quizá lo único que se le puede achacar a la cinta es que su tercer acto está excesivamente alargado (siendo muy correcto) y que su fotografía y su montaje son bastante funcionales; algo lógico teniendo en cuenta que se trata de una película familiar.

Los créditos finales y, especialmente, el cameo sorpresa en la última escena, representan todo lo que los superhéroes deberían ser: un faro (¿quizá un rayo?) de esperanza para los niños y los oprimidos.

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