Javier Vázquez Delgado recomienda: Endgame. La épica en los Vengadores

La llegada de “Vengadores: Endgame” supone la culminación de una larga epopeya en la que Marvel Studios ha cimentado su saga rio, que tuvo su mejor precedente en Infinity War, uno de los puntos álgidos en cuanto a épica, en lo que se refiere a cine de superhéroes. En aquella veíamos la aparente derrota de los Héroes más Poderosos de la Tierra, con un Thanos triunfante, mirada tranquila al horizonte, y unos Vengadores sumidos en el pozo de la desesperación. Lo cierto es que las expectativas son altas, para observar la conclusión de más diez años de historias. Buscando puntos de unión con el mundo del cómic, la nueva producción del MCU nos lo ha puesto realmente difícil. En algunas webs americanas han optado por hacer un repaso del concepto Endgame; teníamos claro que un repaso a las mejores formaciones es algo bastante interesante, pero nos parecía que pudiera haber algo más arriesgado que tratar. El grupo de superhéroes ha vivido muchas situaciones tensas, algunas al límite de la derrota, otras definitivamente defenestrados. Y por ahí vamos a tratar de hilar esta entrada.

Por tanto, lo que se van a encontrar en estas líneas es un breve repaso a una pequeña muestra de las sagas que este aguerrido grupo de redactores ha seleccionado, no tanto en términos de calidad o recomendación, sino pensando más en un tipo de situación desesperada, muy parecida a la que se encuentran sus contrapartidas fílmicas, apelando al manido recurso de la épica. Se han centrado nuestros esfuerzos en tramas protagonizadas por los Avengers, de forma exclusiva, aunque en casos puedan ocurrir en otra cabecera. También nos hemos ceñido al clásico Universo 616, pese a que puede que haya alguna ramificación alternativa. El criterio elegido para su presentación es el estricto orden cronológico; en absoluto se trata de un post con algún orden de mejor a peor. En conclusión, y tras el debe obligado de las acotaciones, estas son nuestras selecciones. Esperamos que sean de su agrado.

La Guerra Kree-Skrull

No todas las grandes aventuras de los Vengadores han transcurrido desde los años ochenta para adelante. Hay algunas sagas muy potentes que se gestaron en los años setenta, cuando el Universo Marvel todavía era joven, y ese es el caso de la Guerra Kree Srull, guionizada por el siempre recordado Roy Thomas, y dibujada a seis manos por los Buscema (Sal y John) y Neal Adams, que nos enseñaban lo que significaba ser Vengador, en incluso lo que suponía ser un miembro fundador. En un momento en el que los Vengadores hacía tiempo que estaban liderados por un Capitán América, que entraba y salía del grupo según la conveniencia editorial, con Mercurio, la Bruja Escarlata, Clint Burton, con la identidad de Goliath, Visión y el Capitán Marvel en el equipo, los Kree y los Skrull decidían llevar su eterna batalla especial a la Tierra, trasladando ese antagonismo legendario, que los había caracterizado durante siglos, a nuestro querido planeta.

Sería Rick Jones, unido a Mar-Vell por aquel entonces, quien encontraría la solución final, dejándonos en esta saga memorables momentos como la irrupción en el conflicto de la trinidad vengativa formada por el Capitán América, Iron Man y Thor, o la exploración del cuerpo de la Visión por un Hank Pym que se encogía una vez más para salvar a nuestro sintezoide favorito.Épica y drama se daban la mano una vez más para formar la que quizás sea la mejor historia de los Vengadores dentro de su etapa más clásica, aquella que todavía pertenecía a la Silver Age, a esos cómics anteriores a Watchmen en los que los héroes ya comenzaban a madurar para un público nuevo y distinto, pero sin dejar de perder nunca ese sentido de la maravilla y de la grandeza que también habían sabido imprimirles Stan y Jack.

Saga de Korvac

A inicios de 1978, los Vengadores estaban controlados por Jim Shooter, uno de los guionistas que más apostaron por la épica en aquellos lejanos días. El ya Editor Jefe recogió una trama proveniente del Thor Annual #6, donde se recupera a los Guardianes de la Galaxia del año 3000 y a su rival, Michael Korvac, un hombre transformado en una computadora viviente en su horrible presente y que acabó trasplantado en el tiempo histórico actual, siempre hablando de cronología Marvel. Su periplo se detuvo en la fastuosa de nave de Galactus, donde alguien con su ansia de venganza comenzó a recabar conocimiento y éste se transformó en poder, dando lugar a una renovación trascendental: Korvac no será nunca más una compleja computadora humana, sino que su nuevo tratamiento girará hacia algo más cercano a la divinidad. De esa flamante guisa, se puso a trastear con los Primigenios, donde conoció a Carina, hija del Coleccionista y el amor de su vida. Ambos se instalan en la Tierra con fines pacíficos, en apariencia, pero eso es algo que ni los Vengadores ni los Guardianes van a permitir. No mientras dure su guardia.

Shooter, ayudado puntualmente por guionistas como Bill Mantlo o David Michelinie, y con dibujo de George Pérez y Dave Wenzel, organiza un enfrentamiento a cara descubierta de un puñado de héroes contra la citada amenaza cósmica. Todo aquel que se haya podido relacionar con los Vengadores es llamado a filas, muchos de ellos ejemplares únicos, pero falibles en su totalidad, en el vano intento de enfrentarse a un dios y a una Primigenia del universo. El cierre de la saga (que ocupa de Avengers#168 hasta el #177) nos deja una de las imágenes más descorazonadoras del grupo, una que llegó a impactar en toda una generación: ese adosado de Forest Hills destrozado por la batalla, con unos Korvac y Carina derrotados en su centro, mientras que los cuerpos moribundos de los Vengadores y Guardianes flanquean tan dantesco cuadro. Pocas veces, por no decir prácticamente ninguna, habíamos observado una batalla tan desigual; uno a uno, nuestros amados superhéroes van cayendo ante el impulso de Korvac. Solamente Thor y Dragón Lunar, que parecen tener un propósito en este drama, quedan en pie a su conclusión. Las lágrimas de Heather Douglas denotan que quizás, en esta ocasión, se han podido equivocar. Pero eso el lector nunca lo sabrá, pese a que los Vengadores quedan rehabilitados para luchar otro días más.

Secret Wars II

Secret Wars fue el fenómeno del momento, desarrollado entre 1984 y 1985. Un año de maxi serie donde Jim Shooter daría cancha ancha al concepto de la épica, puesto que recogía a la plana mayor de los héroes de la editorial, incluidos los Vengadores, para enfrentarlos a una entidad supradivina conocida como el Todopoderoso. Energías fuera de control, batallas más grandes que la vida, mantenerse en el hilo entre la existencia y la desaparición…. Shooter se aplicó para que el lector percibiera que el peligro acechaba a cada uno de los héroes y villanos que fueron a pelear a Mundo de Batalla. Morir de éxito es algo habitual cuando te encuentras con un triunfo de este tamaño, por lo que Big Jim apenas esperó unos meses para embarcarse en un proyecto si cabe más faraónico con el Todopoderoso. Secret Wars II es la continuación directa del evento y va a transitar por prácticamente todas las cabeceras de la compañía, mientras que el editor y su fiel escudero, Al Milgrom, desarrollaban la almendra central en una limitada de nueve números.

En esta ocasión, el extraño ente divino se viene a la Tierra para observar de cerca el proceder de esos humanos que le reventaron su chiringuito particular, por lo que la colisión con las fuerzas heroicas será un habitual. Los Vengadores de Roger Stern y John Buscema estaban en misión espacial por esas fechas, con Nébula y Thanos como antagonistas, aspecto que aprovecha el Todopoderoso para visitar la Mansión o inmiscuirse en sus asuntos siderales. La cuestión es que el Beyonder cada vez se va volviendo más inestable, conforme no consigue encajar el comportamiento humano, girando pronto el equipo artístico sus intereses hacia al irascible visitante; así en Avengers #265 asistimos a la desigual batalla entre ambos. Todo desemboca en Secret Wars II #9, la guerra por la existencia, donde Vengadores y cualquier héroe Marvel trata de evitar la destrucción de la realidad, tal y como la conocemos. Un momento de épica marca Shooter.

Asalto a la Mansión

Finales de 1986. Roger Stern llevaba su buena temporada asentado en la cabecera principal de los Héroes más Poderosos de la Tierra. En ella había tratado problemáticas livianas junto a desafíos de gran magnitud, como Morgana Lefey, el Hombre Molécula, Nébula o Kang el Conquistador. Pero si había un grupo por el que el guionista tuviese una cierta predilección ese era el formado por los Amos del Mal. De hecho, una de sus primeras tramas como escritor titular de la colección contaba como principal enemigo con esa formación. Para Avengers #273 decide que hay que renovar y empoderar al equipo de malvados para presentar al lector una de las situaciones más complejas que jamás hayan vivido los Vengadores. La idea era simple pero poderosa, ya que Stern pensaba violentar la misma base vengativa, dado que hasta ahora los conflictos siempre se habían alejado del sagrado hogar de los héroes. Por supuesto, un plan de ese calibre debe estar montado por un genio del mal del primer nivel, y ese es Helmut Zemo, el decimotercer Barón de la familia, hijo primogénito de aquel que murió ante la mirada atónita del Capitán América. La venganza merece una satisfacción y ésta se sirve muy fría.

Sterno, con la impagable ayuda de John Buscema y Tom Palmer en el apartado gráfico, hace que poco a poco los objetivos de los villanos se vayan alcanzando. Zemo consigue conjuntar a un extraño grupo de parias para que trabajen al unísono y en armonía (Brigada de Demolición, Míster Hyde, Titania, Apagón, Piedra Lunar, etc.), asestando duros golpes a los miembros de la formación heroica, especialmente dolorosa en personajes como Hércules, el Caballero Negro o el mayordomo de la Mansión, el buen Jarvis. Por momentos, el lector siente que a lo mejor no hay salida de esta, puesto que el plan del Barón Zemo solo se puede tildar de magistral. Pero el guionista había cocinado a fuego lento la resurrección de los Vengadores, un pausado resurgir cuyo clímax localizamos en Avengers #277. En una batalla final donde los contendientes van con todo, los Vengadores consiguen vencer al equipo de Zemo. Aun así, observar de cerca a un desolado Capitán América, consciente del daño que se les ha infringido, solo puede trasladar al lector una sensación de amarga tristeza y de que algunas gestas no se saborean cuando te han tocado en lo profundo.

Guantelete del Infinito

Hay eventos que cambian la historia de los cómics superheroicos, tal y como los conocemos; sin duda, el Guantelete del Infinito, que ha servido de punto de partida y fin de fiesta de todo el Universo Cinematográfico Marvel, es uno de ellos. Jim Starlin, junto con su fiel Rom Lim y el gran George Pérez (que dibujó casi toda la serie) nos contaban las consecuencias de ese magnífico prólogo que había sido la Búsqueda de Thanos. El Titán Loco había conseguido finalmente las seis Gemas del Infinito, como manera fácil y rápida de dividir la población del universo por la mitad y conseguir el equilibrio que la Muerte le pedía. Sin embargo, Thanos no buscaba otra cosa que convertirse en un Dios absoluto, colocarse por encima de la muerte para ser servido y amado por la Parca misma. Tragedia y épica se unían aquí para contarnos la que quizás sea la mejor saga de cómics que se publicó en la década de los noventa.

Éste sería, no solo un gran momento para los Vengadores, sino para la casi totalidad del Universo Marvel, que estaba representado por una pléyade enorme de sus personajes que se daban aquí cita para parar, sin éxito, a un Thanos omnipotente contra el que nada se podía hacer. Junto a Thanos el protagonismo absoluto se lo llevaba Adam Warlock, ese ser artificial más humano que muchos, que en manos de Starlin se había convertido en uno de los personajes más complejos de Marvel y que salía de su exilio en el mundo del alma para parar al gran mal que Thanos, antiguo enemigo y aliado ocasional, representaba para todo lo que existía. Con idéntico protagonismo estaba Estela Plateada, nuestro heraldo de Galactus favorito, otro personaje que sin ser creado por Starlin, encontraba en este autor a una de las mentes más capaces de analizarlo y comprenderlo… pues aquí el bueno de Estela seguía ejerciendo de Heraldo, pero no de un Galactus que inevitablemente acabaría con un planeta para mantener el equilibrio cósmico, si no de un megalómano villano que bajo la misma excusa pretendía dividir a la existencia misma.

Guerra del Infinito

Una vez Jim Starlin acabó El Guantelete del Infinito este continuaba su obra (cosa que sigue haciendo hasta la actualidad) poco después con otra gran saga en la que participarían casi todos los héroes de Marvel, La Guerra del Infinito. Esta serie se basaba en la premisa de que Magus, el doble maligno de Adam Warlock, resumiendo mucho, trataba de hacerse con las Gemas del Infinito para moldear la realidad a su gusto, para ello se ayudaba de unos seres capaces de duplicar el aspecto y las habilidades de otros, con ello plantaba infiltrados en las filas de nuestros héroes y los lectores veíamos como se peleaban uno a uno (por lo menos los más relevantes de ellos). Warlock había separado las gemas formando la Guardia del Infinito, todas menos una que mantenía oculta, pero eso no fue problema para el gran villano que lograba ponerse el famoso guantelete poniendo en jaque a todos los héroes. La historia de Jim Starlin y Ron Lim se coronaba como una de las mejores de su época y siempre será recordada como uno de esos momentos en que los héroes casi pierden, aunque poco tiene que ver con la película del mismo nombre.

La tercera parte de Los Vengadores en el cine tomaba un trozo del argumento del Guantelete del Infinito, aunque obviaba toda la parte metafísica y no se veía ni rastro de Adam Warlock, todos tenemos bastante claro que la nueva película no tendrá nada que ver con esta ni con la Guerra del Infinito… ¿o sí?, una de las teorías que se lanzaban tenía que ver con que alguna gema no funcionase como debía y eso es exactamente lo que ocurría aquí, en un magistral giro, Warlock había confiado a Thanos la gema de la realidad. Sea como sea, La Guerra del Infinito hizo temblar a Vengadores y no Vengadores, incluso hasta a la mismísima realidad.

La Encrucijada

A mediados de los noventa, la franquicia vengadora -que, en esos momentos, se reducía a la veterana colección del grupo- pasaba por un momento ciertamente interesante. Tras los tiempos de zozobra, derivados de la abrupta marcha de John Byrne y de las breves etapas de Fabian Nicieza y Larry Hama, Bob Harras -a la sazón editor mutante- se hizo con los mandos de una nave que iba sin rumbo fijo. Junto a Steve Epting y el siempre presente Tom Palmer, fue el co-responsable de una etapa en la que los Vengadores recuperaron el interés del público y afrontaron su trigésimo aniversario gozando de buena salud. Este equipo creativo se encargó de que una alineación sin pesos pesados -más allá de la puntual presencia del Capitán América- se embarcara en una etapa en la que, en la mejor tradición «claremontiana» era pródigo en conflictos personales, cabos sueltos y misterios de resolución a largo plazo. El final fue un apoteósico fin de fiesta, en el que Steve Epting se despidió, cerrando buena parte de las tramas que habían presidido su colaboración con Harras y Palmer.Ese hubiera sido un momento ideal para que el guionista pusiera fin a su participación pero su presencia se prolongaría un tiempo más, en unos términos en los que sus labores literarias se vieron resentidas por sus responsabilidades editoriales. En la convulsa Marvel de aquellos años, Harras estaba consolidando una posición que acabaría derivando en el acceso al puesto de editor en jefe -brevemente eliminado, cuando se rumoreaba la posibilidad de que la empresa y su patrimonio fueran vendidos por partes-. Como consecuencia inmediata de ello, se vio obligado a compartir las tareas de guión vengativo con dos nombres particularmente denostados, como son los de Ben Raab y Terry Kavanagh. El resultado fue esta aventura de La Encrucijada, en la que se demostró que tan bueno es saber cuándo retirarse como tan malo es pretender continuar contra viento y marea.

La Encrucijada se planteó como uno de esos retos inevitables que todo responsable de la colección tenía que afrontar: una historia protagonizada por uno de los mayores enemigos del equipo, como es Kang el Conquistador. Toda persona que ha pasado por el puesto de «guionista vengativo» ha acabado narrando alguna aventura que implicara a al guerrero del poncho magenta o a alguna de sus contrapartidas, como el faraón Rama Tut, el Centurión Escarlata o Immortus. En el caso de Harras, las premisas para la historia eran, cuando menos, interesantes. Después de un breve e infructuoso período de independencia, el Hombre de Hierro y los antiguos Vengadores de la Costa Oeste volvían al redil. El equipo contaría con una alineación clásica en la que veríamos de vuelta igualmente a los otros pesos pesados, como Thor u Ojo de Halcón. Se anunciaba una vuelta de tuerca a conceptos clásicos como el papel de Mantis como madona celestial o la descendencia del matrimonio entre la Visión y la Bruja Escarlata. El responsable de la parte de los lápices era un tal Mike Deodato Jr. que, en ese momento, llamaba la atención del público por su estilo -muy apegado a los estándares de la época, eso sí-. Él -o su equipo- se encargarían de diseñar nuevos uniformes para esta nueva alineación vengadora, los cuales se estrenarían en esta aventura.El resultado fue un monumental desastre en la que personajes clásicos se volvían o se revelaban como enemigos -ríanse ustedes del Capi «Hídrico»-; oponentes irreconciliables presentaban un frente marital unido frente a los Vengadores y, para terminar de adobar el conjunto, el Tony Stark de siempre dejaba paso a una versión adolescente, al tiempo que Janet Van Dyne se convertía en una especie de kaiju himenóptero. Una antología del disparate súper-heroico, al final de la cual y, con la marcha de Harras, no quedó más que una transición hasta el cierre -Onslaught mediante- del primer volumen de la colección y de treinta y cinco años de historia.

La Última Historia de los Vengadores

Un nombre tan sonoro solo puede indicar derrota para los Héroes más Poderosos de la Tierra. Éste fue un proyecto muy personal del guionista Peter David, imaginado a mediados de los años 80 y aprobado por Jim Shooter. La salida de Jim de la compañía supuso un varapalo para el proyecto, puesto que su sustituto, Tom DeFalco, no estaba de acuerdo con los términos planteados por David. Conclusión, Peter decidió no prostituir su idea y dejarla aparcada. La cuestión es que el guionista fue recabando popularidad durante los años 90, por su trabajo y por su célebre columna en Comic Buyer’s Guide, “ But I Disgress”. Fue en ese medio donde decidió darla a conocer al gran público, con la posibilidad de publicación muerta y enterrada. Y curiosamente, la reacción de los lectores fue muy positiva, por lo que Marvel recapituló y decidió que volviera a la parrilla, dibujada por el argentino Ariel Olivetti. Dos números unitarios en 1995 que nos contaban la última historia de lo que quedaba de Vengadores.

Peter David establece un escenario apocalíptico, crepuscular, que huele a tragedia, a más no poder. La mayoría de superhéroes han muerto. Unos pocos se mantienen, la mayoría viejos, en muchos casos fuera de forma, junto con algunos más lozanos pero que ya vienen contagiados por el espíritu del pesimismo. Un Hank Pym en las últimas decide ir reuniendo los pocos efectivos que se mantienen operativos, a la vez que se recuerda al lector como la plana mayor de la comunidad fue cayendo poco a poco, hasta llegar a la situación actual. Al final del camino, Ultrón….nada bueno puede salir de esto.

Saga de Onslaught

Este personaje tiene que ver, en principio, mucho más con el entorno mutante que con el vengativo, pero los azares del destino lo pusieron en la senda de los Héroes más Poderosos de la Tierra. Tenemos que retrotraernos hasta 1993, cuando en el evento “Atracciones Fatales”, Xavier le borró la mente a Magneto. Eso implicaba que absorbiese una parte importante de su psique. Pues bien, en 1996 esa acción traerá consecuencias. La parte malvada de Magnus, más los poderes telepáticos del Profesor X (y unas gotas de Nate Grey y Franklin Richards) dan lugar a una entidad imparable llamada Onslaught. Como se pueden imaginar, el asunto se debía focalizar en los X-Men, tal y como fue de partida, aunque decisiones de despacho obligaron a meter a una parte del elenco marvelita que no estaba previsto. El equipo artístico formado por Scott Lobdell, Mark Waid y Andy Kubert tuvo que rehacer la saga para que se ajustase a los deseos de las altas instancias.

La conclusión, y el lugar donde se dirime el destino de los Vengadores, es un especial llamado Marvel Universe: Onslaught. En ella veíamos a los principales espadas de la compañía luchar de manera enconada contra el malvado mutante. Avengers, X-Men, 4 Fantásticos, Spider-Man, Hulk…. nada parece detenerle. Por lo que solo queda la heroica. Nuestros amados Vengadores se sacrifican para que su realidad pueda llegar a tener una nueva oportunidad. Los héroes han caído; un mundo sin Vengadores. El triste trasfondo de todo esto es que se había preparado tal dislate con el objetivo de que estos personajes comenzasen de cero en otra realidad, carente de continuidad. Bienvenidos a Heroes Reborn. El paso definitivo hacia el abismo. Lo bueno de caer tan bajo es que solo resta una dirección hacia la que dirigirse, mirar hacia arriba desde el fondo del pozo.

Ultrón Ilimitado

Al final del período Heroes Reborn, el retorno de los Vengadores y de los Cuatro Fantásticos al redil marveliano principal, coincidió con un regreso desde la oscuridad y las zonas grises al modelo súper-heroico más clásico. En el caso de los héroes más poderosos de la Tierra, esto se tradujo en la presencia de un equipo creativo definido por un profundo amor al género y una gran experiencia en el mismo. El guionista Kurt Busiek ya había firmado obras como Marvels o Las Historias Jamás Contadas de Spider-Man y el dibujante George Pérez no necesitaba más presentación que su nombre. Juntos firmaron una etapa de tres años, en los que el clasicismo y la continuidad fueron virtud para sus defensores y defecto para sus detractores, brindando una serie de historias, cuando menos, memorables.

Busiek y Pérez, al igual que sus predecesores y sustitutos, abordaron su particular visión y versión de las historias y personajes clásicos de la franquicia, centrándose en el ámbito de los villanos. El primero brindaría las que podríamos considerar aventuras definitivas de la saga de Kang y, junto al segundo, se encargaría de presentar, la primera de sus historias dedicadas a Ultrón, el robot sensitivo. La creación de Henry Pym, nacida con el deseo de eliminar a su progenitor y, de paso, a toda la humanidad, ha evolucionado a lo largo de las décadas, presentando algunas variantes en su comportamiento homicida general. En dos tiempos, Busiek tratará las premisas en las que se basa el mecánico personaje, como son su objetivo general -que pasa por la masacre- y en sus reminiscencias de la tragedia griega clásica -las cuales se tratarían más adelante en el especial La directriz Ultrón-. Aquí, los autores se centran en una labor muy habitual durante su estancia en la colección, como era la de retomar el estado del personaje, allá donde había sido dejado, aprovechando su historia precedente -en el caso del robot sensitivo, particularmente dilatada- e intentando corregir las contradicciones entre apariciones anteriores. Como toque de originalidad, se da una nueva vuelta de tuerca a la relación entre creador y creación -¿entre padre e hijo?- al revelar cuáles fueron las pautas cerebrales empleadas para la inteligencia artificial de Ultrón. La historia desemboca en una batalla épica en la que unos Vengadores a plena potencia se enfrentan a un enemigo que está, sin ningún género de dudas, a su altura. Como en todas las aventuras contadas por Busiek, la historia se presenta como definitiva para el personaje aunque, queda bien patente que habría -como así hubo- un regreso del robot sensitivo.

El Fin de Jim Starlin

El Siglo XXI marcó un antes y un después dentro de la Casa de las Ideas. Tras la debacle de los años noventa se buscaban nuevos talentos y nuevas formas de contar historias y, en definitiva, de hacer cómics que devolvieran la fe a un lector cansado y agotado. Sin embargo, había autores que incluso en aquella fatídica década destacaron por su genialidad, su innovación que había tornado en un dulce clasicismo.Jim Starlin era sin duda uno de esos autores, que desde los años setenta nos ha ofrecido grandes historias dentro del Universo Marvel. “El Fin del Universo Marvel“, consecuencia directa de “El Abismo del Infinito“, era una historia escrita y dibuja por él mismo, con las tintas de su fiel Al Milgrom, en la que el faraón Akhenaton acababa con la existencia misma al renacer en nuestra era como portador de un poder infinito que utilizaba para construir el mundo a su imagen y semejanza, sin que las hormigas (Vengadores, cuartetos fantásticos, mutantes, dioses, etc.) que se le imponían significasen nada para él.

Sería Thanos, un Thanos que en este punto no se comprendía ni a sí mismo, que siempre tenía un juego propio, pero que tan pronto representaba la mayor amenaza al Universo como su mejor esperanza de salvación, quien encontraría la solución a este cósmico problema. Abrazando él, por tercera vez, la posición de Dios absoluto del Universo, encuentra esa posición más amarga y desgraciada que nunca, siendo ésta la única vez que de verdad se erigía en el más poderoso de los seres, por el bien de la humanidad. Y no por añorar a una Muerte que hacía tiempo que había abandonado, al no ser sino un desamor que debía de superar. Starlin hacía aquello a lo que mejor nos tenía acostumbrados, regalarnos una gran epopeya cósmica y aprovechar la misma para humanizar al más grande los villanos de Marvel que no era sino un corazón roto que buscaba su propio lugar en el cosmos, por divinas que fueran sus capacidades e inabarcable su intelecto.

La Guerra de Kang

Kurt Busiek lo vuelve a hacer. Tras su brutal “Ultrón Ilimitado” en el volumen tres de los Avengers, vuelve a la carga con otra trama que le va a costar sangre, sudor y lágrimas superar a los Vengadores. Estamos ante el final de su periplo en la franquicia, aquella que había revitalizado tras el infame Heroes Reborn. La llegada de Joe Quesada al máximo sillón editorial supuso que Busiek estuviera apercibido de que su era estaba llegando a su fin. Por eso, entre los años 2001 y 2002, puso toda la carne en el asador para dejarnos la saga más épica que jamás había escrito en las páginas de los Vengadores. Un ciclo dibujado por dibujantes como Alan Davis, Manuel García o Kieron Dwyer, que ocupa del #38 hasta el #54 de este volumen. Y se puede decir que la premisa es oro puro.

Tras la consiguiente lucha sin cuartel, Kang ha conquistado la Tierra y los Vengadores se han rendido, sin condiciones. Firmado incluso. El planeta entero está bajo su mando y como demostración de fuerza ha destruido Washington, al completo. Eso, en otro contexto y con otros protagonistas, habría supuesto la derrota absoluta, pero no para el Capitán América y compañía. Una historia intensa como pocas, donde el guionista terminaba de cerrar sus cabos sueltos, a la vez que nos legaba un episodio tan íntimo como el que se refiere al amor entre el Hombre Maravilla y la Bruja Escarlata, y nos ponía la alfombra roja para ser testigos de la batalla de entre todas las batallas. Sin duda, la mejor trama que ha definido a un villano como Kang, en su larga historia editorial.

Vengadores / Liga de la Justicia de América

La segunda etapa de colaboraciones entre Marvel y DC -marcada en buena medida por la necesidad de hacer causa común frente a las nuevas y pujantes editoriales que, cual setas tras un día lluvioso, surgieron durante los años noventa- se cerró con el esperadísimo -por décadas- encuentro entre los Vengadores y la Liga de la Justicia de América. Con esta aventura -publicada originalmente en una serie limitada de cuatro números- se cumplía un viejísimo anhelo de la afición al género -frustrado en los ochenta, con el abrupto final de las colaboraciones entre las veteranas empresas-. Las expectativas eran tan altas que, solo un dibujante como George Pérez -especialista en el medio, experto en los «retratos de masas» y artista con curriculum en ambas franquicias- y un guionista como Kurt Busiek -un enciclopedista solo comparable a caballeros como Roy Thomas, Mark Gruenwald o Peter Sanderson– parecían ser los adecuados para una empresa de esta envergadura. Sobradamente conocidos son los trabajos de ambos y el resultado estuvo a la altura de las expectativas. Los autores convierten las semejanzas y las diferencias entre ambos grupos en la base del conflicto, haciendo de la filosofía de cada editorial la razón de ser de sus respectivos equipos. A su vez, demuestran un notorio cariño hacia los personajes con los que trabajan, así como un conocimiento firme del terreno en el que pisan. Así, la aventura se convierte en un cariñoso homenaje a cuarenta años de sana competencia, así como en una ventana para que una parte de la parroquia lectora se asome al equipo jaleado por la otra. Un soberbio tratamiento de los personajes y ese toque clásico que, en este caso, no es defecto sino virtud, pues era y es notorio que la historia no podía tener efectos secundarios en las franquicias concurrentes.

La aventura que enfrentó y alió a los Vengadores y a la Liga de la Justicia constituye el canto del cisne de un período de diez años en el que Marvel y DC se entendieron lo suficiente como para sacar adelante un proyecto que llevaba veinte años en el limbo. Con su publicación, se produce el canto del cisne de estos proyectos conjuntos, habida cuenta de que no ha habido en los últimos dieciséis años ninguno más. A día de hoy, cuando ambas editoriales forman parte de sendos grupos empresariales rivales, se antoja harto complicada una cooperación de este calibre, pero también se barrunta igualmente complicada una obra que llegue siquiera a acercarse al nivel de esta monumental aventura en la que toda la membresía de ambos grupos hace equipo para combatir a los enemigos provenientes de dos universos.

Vengadores Desunidos

Los Vengadores necesitaban una nueva vuelta de tuerca editorial si querían recuperar ese terreno que les definía como los Héroes más poderosos de la tierra. Y para ello, Marvel Comics optó por sacudir los cimientos del grupo poniendo al frente de la colección al guionista Brian Michael Bendis para destruir la serie, para sobre unas cenizas aún llameantes construir un nuevo futuro con Los Vengadores como epicentro de la editorial. Esa destrucción del grupo llevó por nombre Vengadores Desunidos, y bajo ese sugerente título asistimos a una de las batallas más cruentas de la historia del grupo, en la que sin tregua vemos volver de la muerte a antiguos héroes para volver a morir, llevándose con ellos a compañeros de la vieja guardia. De la misma forma en que Hulka en una de las imágenes más impactantes que se recuerdan desmiembra a La Visión quien había liberado de forma involuntaria varias docenas de Ultron que harían frente a los héroes. Vengadores Desunidos es mucho más que una lucha continua en la que no se pueden tomar un respiro, un continuo desgaste en la que no sólo han de luchar cruentas batallas físicas sino también psicológicas.

La grandeza de esta épica historia radica en que, si por ejemplo en la mítica Asalto a la Mansión, eran los Señores del mal los que ponían en jaque a Los Vengadores o en el Guantelete del Infinito debían hacer frente a Thanos, por citar dos de sus mayores epopeyas, en esta ocasión el enemigo lo encontramos en casa, más concretamente en Wanda Maximoff quien se erige en la enemiga a batir en esta trama, aquella que está moviendo los hilos mediante su magia del caos y que tiene sus manos manchadas de la sangre de los compañeros que mueren defendiendo unos ideales. La magia se combate con magia y la desunión que Wanda intentaba con la reunión del elenco de héroes que han pasado por el grupo a lo largo de su historia, y con todo ello derrotar al más doloroso de los enemigos a los que han hecho frente.

Miedo Encarnado

Matt Fraction y Stuart Immonen, dos grandes talentos del comic book americano, nos regalaron en su paso por Marvel, uno de los eventos de Los Vengadores que mejor ha conectado con la mitología en los últimos tiempos. En este caso, los nazis o lo que quedaba de ellos, en su faceta más esotérica volvían a amenazar la Tierra a través de Pecado, la Hija de Cráneo Rojo, que buscaba impresionar a su padre como nunca antes, liberando por el mundo unos poderosos martillos que poseerían a algunos de los personajes más destacados de la casa. Estos se convertían así en verdaderos avatares de un miedo que atenazaba toda la población y contra el que unos Vengadores impotentes, liderados por el Capitán América, ahora Director de SHIELD, deberían luchar. Así comenzaba Miedo Encarnado, un evento que sin ser de los mejores o más recordados de la editorial, desde luego resultaba curioso y fácil de leer hasta el punto de no despegarte de él ningún momento, con un Thor que debía elegir una vez más a los humanos por encima de los Asgardianos, frente a un Odín que ni lo comprendía ni lo toleraba, en una Asgard que había dejado de existir y que ahora comenzaba a renacer.

Miedo Encarnado supuso un soplo de aire fresco en los eventos Marvel, aportando una novedad largo tiempo perdida desde Civil War, y un guionista al mando del evento distinto a Brian Michael Bendis, cuya prosa era ya clásica en cualesquiera historias marvelitas de calado para su universo, deseándose en aquel momento que savia nueva interviniera en el devenir del universo de ficción. Lo dicho, fin del mundo tal y como lo conocemos. Dioses, martillos, místicos y antiguos, y nazis. Un caldo de cultivo perfecto para un evento muy divertido, y un gran montón de ideas que quedan ahí para el día que Kevin Feige quiera hurgar un poco en los cómics y regalarnos otra gran película vengativa. Siempre se puede soñar…

La Era de Ultrón

Brian Michael Bendis ha sido hasta hace muy poco el Arquitecto Indiscutible del Universo Marvel. Con un estilo de guión, el famoso decompresive storytelling que tantos fans así como detractores ha cosechado, nos ha regalado algunas de las mejores obras de Marvel, pinchando casi siempre en todo lo que se refería a guionizar grupos. A pesar de que su etapa en los Vengadores no solo no me disgusta si no que me parece la modernización que el grupo necesitaba, el evento que hizo junto con los geniales Carlos Pacheco, Brandon Peterson y Bryan Hitch al dibujo, la Era de Ultrón, parte de una idea fantástica, que se va desinflando poco a poco. Sin embargo, no podemos negar que no nos resulta atractiva la idea de un Ultrón triunfante, que ha acabado por conquistar a la humanidad entera, con unos Vengadores desesperados. Ante el fin de su universo, tal y como lo conocían, no se les ocurre otra cosa que viajar en el tiempo y acabar con Hank Pym antes de que éste cree a su robot, lo que acabaría por sumir a la Tierra, en la época actual, en un oscurantismo donde la magia había sustituido a la tecnología, representando un mayor peligro si cabe que el del hijo pródigo de Pym.

Si obviamos, haciendo un salto de fe y una triple voltereta mortal, todos los errores de continuidad y las diferentes incoherencias que Bendis cometía al sacar a Hank Pym de la ecuación tan tempranamente (¡Hola Visión, Hola Scott Lang!), la Era de Ultrón, con todos sus defectos, no deja de ser una de esas historias de los Vengadores que nos recuerda que ellos son los Héroes Más Poderosos de la Tierra, que responderán como sea y cuando sea ante las amenazas que se interpongan entre ellos y el mundo que han jurado proteger.

La Saga de los Gemelos Apocalipsis

Toca hablar del concepto Uncanny Avengers. Tras los terribles sucesos de Avengers Vs. X-Men, el Capitán América se dio cuenta de lo abandonada que estaba la parcela mutante, a nivel gubernamental, por lo que decide montar el Escuadrón Unidad, donde miembros de los Vengadores y la Patrulla X comparten un objetivo común. Rick Remender fue el arquitecto de este proyecto, que partía como una de las grandes apuestas durante el Marvel Now! del editor Axel Alonso. Tras una saga inicial con Cráneo Rojo, que traería mucha cola en el discurrir de la colección, a partir del #6 se inicia un largo ciclo, dibujado por el español Daniel Acuña, donde Rick tira de las mejores esencias mutantes de los noventa (que ya había tratado en su Imposibles X-Force): Apocalipsis, sus jinetes, su legado y su estirpe.

Uriel y Eimin son los Gemelos Apocalipsis, con sangre nacida en el Clan Akkaba, pero criados por Kang, con las ramificaciones que ello conlleva. El grupo liderado por Kaos, al menos sobre el papel, se verá atacado, separado en varios frentes, inútiles ante la magnitud de la amenaza. Remender monta una de las sagas más épicas que se recuerdan en la franquicia. Vemos a Vengadores caer, uno tras otro, distintas líneas temporales, donde el presente es aciago, la llegada de los Celestiales para determinar la desaparición de nuestro mundo…..nos quedamos sin aliento ante tanta tensión, como la que circula en esta colección, con sus terribles consecuencias, hasta el #22. Acongojados es poco.

Time Runs Out

Jonathan Hickman fue el encargado de regir los destinos de los Vengadores tras el enfrentamiento entre estos y los mutantes. Con dos cabeceras donde organizar las tramas, Avengers y New Avengers, y con un hilo conductor que las hacía imprescindibles para seguir su gran macrohistoria, Hickman tenía un plan. A la conclusión de su recorrido en las dos colecciones lo veríamos claro y meridiano, las Secret Wars modernas. Desde los primeros compases nos va anunciando la problemática de fondo a la que los héroes deberán enfrentarse, las Incursiones. Movimientos de realidades alternativas, colisionando unas con otras, lo que hace que ambas mueran, en el intento, si una no destruye antes a la otra justo antes del impacto. Todo muere y hay que aceptarlo….. ese era el leit motiv de Jonathan en estos momentos. Y estaba a punto de demostrárnoslo.

El último impase de su etapa nos precipita directamente hacia el abismo, con una carrera desesperada por superar el peligro de las Incursiones. Ocho meses es lo que resta de tiempo. La Cábala, grupo de atrevidos supervillanos, los Illuminati, los propios Vengadores, saben que la partida es imposible de ganar, por lo que hay que buscar el modo de no perder. La Tierra se ha convertido en objetivo primordial para resolver esta partida de ajedrez, pero muchos todavía se aferran a una pequeña posibilidad de salvación, cosa que Hickman se empeña en aseverar que no existe. Miles de realidades vuelan por los aires, montones de vidas escupidas a la basura. Todo muere. Solo queda Mundo de Batalla. Larga vida a Secret Wars.

Guerras del Infinito

El último evento Marvel publicado en España, que terminó este mismo mes, comenzaba al revés de como acabó la anterior película de Los Vengadores, con la muerte de Thanos, de hecho esta sucedía a manos de un personaje llamado Requiem, que pronto revelaba ser su hija Gamora. Una vez más la historia gira en torno a que alguien consiga las Gemas del Infinito y alterar la realidad, esta vez Gamora reduce la población a la mitad a base de crear un “mundo trenzado”, donde dos personas se fusionan en uno, así surgían el Caballero Araña, Martillo de Hierro, Pantera Fantasma o el Soldado Supremo. La historia de Gerry Duggan y Mike Deodato Jr. no resultó tan bien como se podía esperar y ese mundo de personajes mezclados no funcionaba demasiado, con historias bastante insufribles por medio, pero sí que en ella aparece un elenco con reminiscencias a la película al meter por medio a los Guardianes de la Galaxia, la Capitana Marvel y Vengadores como la Viuda Negra.

La presencia de Adam Warlock seguía siendo importante y las Guerras del Infinito acababan por tirar bastante de la historia escrita por Starlin, poniendo como punto de inflexión el tiempo que Gamora vivió dentro de la gema del alma. Al igual que ocurría en la Guerra del Infinito, era una de las gemas la que contenía la clave para la victoria final. Dado que en la última película existía una unión entre Gamora y dicha gema quizás en esta reciente historia esté la clave para Endgame, de todas formas estamos ante otro caso más en el que los héroes de Marvel estuvieron cerca del final.



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