Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Cementerio de Animales, más allá de la vida y la muerte

Aviso de Spoilers: La siguiente entrada contiene spoilers de las adaptaciones cinematográficas de Cementerio de Animales.

“El corazón del hombre es pedregoso, Louis. Uno siembra lo que puede y lo cuida. Porque lo que compras te pertenece y lo que te pertenece siempre vuelve a ti” JUD CRANDALL

El pasado día 5 de abril se estrenó en la cartelera internacional Cementerio de Animales, Pet Sematary en su título original, una nueva adaptación cinematográfica de la célebre novela de Stephen King publicada en 1983 por la editorial Doubleday. Con motivo de dicha puesta de largo, y después de haber ofrecido una reseña sobre la obra literaria, en este especial vamos a hablar de las tres versiones para la gran pantalla relacionadas con el libro del exitoso autor de Maine. Por ello en esta entrada dedicaremos unas palabras para recordar la primera película estrenada en 1989, su posterior secuela de 1992 y por último el remake o reboot recién llegado a las multisalas españolas. Por lo tanto ya sólo toca coger una pala y una linterna, tomar el sendero que lleva al cementerio de animales y atravesar la barrera, allí donde la tierra es más árida, está corrompida y los muertos caminan.

Cementerio Viviente (1989)
 
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Dirección: Mary Lambert
Guión: Stephen King, basado en su propia novela
Música: Elliot Goldenthal
Fotografía: Peter Stein
Reparto: Dale Midkiff, Fred Gwynne, Denise Crosby, Brad Greenquist, Michael Lombard, Miko Hughes, Blaze Berdahl, Susan Blommaert, Mara Clark, Stephen King
Duración: 103 min
Productora: Paramount Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Seis años tardó en ser llevada al medio cinematográfico la novela Cementerio de Animales, de Stephen King, algo poco usual en relación con el autor de Maine si tenemos en cuenta que Hollywood ha llegado a comprar los derechos de algunos de sus trabajos incluso antes de llegar a las librerías. Aquel 1989 fue el elegido para que Paramount Pictures llevara a la gran pantalla las trágicas desventuras de la familia Creed, y sus directivos lo consiguieron pagando tan sólo 10.000 dólares a King, aunque este impuso algunas condiciones para pasar por caja. Entre ellas que el rodaje se llevara a cabo en Maine, cerca de la casa del escritor, para que él pudiera ser parte activa de este, o que el mismo se encargara en solitario del guión del largometraje para ser lo más fiel posible a su obra literaria. King ya había escrito los libretos de varios films para otros directores, siempre relacionados con traslaciones audiovisuales de sus libros o derivados, como Creepshow, Los Ojos del Gato, Miedo Azul (Silver Bullet) e incluso el de su única incursión en la dirección, aquella entrañablemente penosa La Rebelíón de las Máquinas (Maximum Overdrive), de manera que este era un mundo no ajeno para su persona. El primer cineasta asignado para el proyecto fue el mítico George A. romero, buen amigo de King, pero las desavenencias con los productores acabaron haciéndole desocupar la silla del director. Tomaría su lugar Mary Lambert, reputada directora de videoclips para estrellas como Madonna, Janet Jackson, Rod Stewart o Chris Isaak.

Dale Midkiff y Denise Crosby como el matrimonio Creed, Miko Hughes y Blaze Berdahl dando vida a los niños, Gage y Ellie, Fred Gwynne en la piel del afable vecino, Jud Crandall, o Brad Greenquist ofreciendo voz y físico al malogrado Victor Pascow forman el reparto principal del film. Cementerio Viviente, como se tituló la película en España, no sólo es una traslación escrupulosamente fiel de la novela del autor de Apocalipsis (The Stand) o Los Tommyknockers, también es una muy competente cinta de terror poseedora de no pocos pasajes lo suficientemente efectivos para haberla convertido con el paso del tiempo en toda una obra de culto. En lo referido a los cambios con respecto al libro son pocos y la mayoría de escasa importancia, siendo la eliminación del personaje de Norma Crandall, esposa de Jud, el más relevante. El suicidio de la empleada del hogar Missy Dandridge, inexistente en la obra escrita, la ausencia de roles con cierto peso en las páginas, como el de Steve Masterson, una mayor presencia de Victor Pascow y sólo alguna modificación más serían dignas de mención dentro de un libreto que, como hemos apuntado, se ciñe enfermizamente a su base literaria.

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A pesar de ser un producto notablemente modesto Cementerio Viviente funciona gracias a la eficiencia y simetría con la que sus equipos técnico y artístico trabajaron de manera conjunta. El guión de Stephen King no sólo funciona como adaptación exacta de su novela, también consigue captar la esencia de aquella ofreciendo impresionantes y potentes pasajes de terror puro, pero siempre sustentados en el drama experimentado por sus protagonistas, especialmente el de Louis Creed. Aquella dialéctica del libro sobre cómo el ser humano puede verse superado por la pérdida, brutal y prematura, de un ser querido es brillantemente capturada por la labor de King y exteriorizada por un reparto en el que repararemos un poco más adelante. Los personajes están adecuadamente definidos gracias a que el guionista sabe medir los tiempos marcando un ritmo adecuado, siempre dinámico, pero permitiendo a los roles interactuar entre sí y con ello difinir unos perfiles reconocibles, cercanos, terrenales, con los que se antoja inevitable una contrastada empatía posteriormente utilizada como arma arrojadiza contra el espectador.

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Mientras el guión se ocupa del lado humano del relato Mary Lambert es la responsable de dar empaque técnico y visual a la propuesta. A pesar de ser una profesional curtida en un mundo regido por la realización y el montaje de la escuela Mtv, Lambert elude en todo momento entregar su impronta al efectismo gratuito o la imaginería artificiosa. Su puesta en escena exhala en casi todo momento un clasicismo y una sencillez capaces de jugar a favor de la historia y salvo algún efecto especial, envejecido por el paso de los años, su labor es más que encomiable. La dirección de fotografía a manos de Peter Setein y el impecable diseño de producción consiguen transmitir una atmósfera impía y corrupta con epicentro desdoblado entre el cementerio de animales y el de los indios Micmac, extendiéndose este a su vez por el resto de localizaciones e incidiendo especialmente en la casa de Jud, cuya dirección artística ofrece empaque a las situaciones más terroríficas allí acaecidas. Sería imposible enumerar la cantidad de secuencias impactantes ofrecidas por Lambert, las mejores de una mediocre carrera cuyo declive llegó sólo tres años después, precisamente con Cementerio Viviente 2.

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Los actores elegidos para interpretar a Louis y Rachel Creed son dos intérpretes no muy destacables, con inclinación a la inexpresividad y cuestionable carisma. Pero por suerte ambos se entregan a la cusa confiando en el guión propuesto por King y la mano de Lambert detrás de las cámaras. Dale Midkiff lleva, como también sucedía con su personaje en la novela, casi todo el peso de la narración pudiendo contarse con los dedos de ambas manos lo pasajes del largometraje en los que no hace acto de presencia. Denise Crosby, nieta de Bing, hace lo propio dejando constancia de la vulnerabilidad exigida por su rol. A ellos se suman la pequeña Blaze Berdahl, ayudada por su hermana gemela en algunas escenas, como la clarividente Ellie, un inolvidable e intimidante Brad Greenquist en la decrépitca y descompuesta piel de Victor Pascow o un no menos escalofriante Andrew Hubatsek interpretando a Zelda, la fallecida y deforme hermana de la protagonista. Michael Lombard y Mary Louise Wilson como los padres de Rachel y suegros de Louis o los distintos gatos que dan vida a Church se suman al buen hacer de un casting cuyos mejores valedores resultan ser el miembro más joven y el más anciano del mismo.

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Aunque a lo largo de su extensa carrera intervino en decenas de películas y series de televisión el rostro de Fred Gwyne se haría famoso a nivel internacional dando vida a Herman, el padre de la famosa Familia Munster. No sabemos a ciencia cierta si el mismo Stephen King intervino en la elección del veterano intérprete para dar vida a Jud Crandall, pero la misma fue uno de los dos mayores aciertos dentro del equipo artístico de Cementerio Viviente. Pareciera como si el personaje de la novela hubiera sido arrancado de sus páginas con su amabilidad, fuerza o vitalidad y hubiera sido regado por el actor de Atracción Fatal con cerveza, nicotina y un acento elaboradísimo ofreciendo una labor superlativa a la hora de insuflarle vida. Su brillante trabajo sería el único verdaderamente remarcable en el film si no fuera por la presencia de un Miko Hughes de tan sólo dos años de edad cuya impresionante espontaneidad y naturalidad enamora a la cámara antes y después de haberse convertido en uno de los muertos vivientes más perturbadores, y a la vez tiernos, de la historia del cine de terror. De hecho su carrera sigue en activo a día de hoy y nunca ha vuelto a ofrecer una composición mejor que la del pequeño Gage Creed.

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Aunque hay mejores adaptaciones de novelas de King al medio audiovisual la de Pet Sematary mantiene el encanto de ese tipo de cine carente de pretensiones y con espíritu de videoclub. Las apariciones de Victor Pascow, Zelda, Church o un zombieficado Gage Creed pueblan numerosos pasajes de una cinta repleta de aciertos y que hoy todavía conserva gran parte de la fuerza de sus imágenes, revelándose en pleno 2019 como una pieza aún inquietante con un puñado de secuencias de alto voltaje. La conjunción del saber hacer de su directora, Mary Lambert, la solidez del guión escrito por Stephen King y la profesionalidad con la que el reparto acometió su labor delante de las cámaras hicieron de Cementerio Viviente un producto de una contrastada dignidad que, al igual que otras producciones basada en libros del novelista de Maine, como Carrie, El Resplandor, Misery o Salem’s Lot impactó a toda una generación todavía hoy recordándola con cariño y nostalgia. Pero, como comentamos previamente, sólo tres años tuvieron que pasar para que su realizadora manchara el buen nombre de la familia Creed y sus desventurados últimos días de vida.

Cementerio Viviente 2 (1992)
 
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Dirección: Mary Lambert
Guión: Richard Outten, basado en personajes de Stephen King
Música: Mark Governor
Fotografía: Russell Carpenter
Reparto: Edward Furlong, Anthony Edwards, Clancy Brown, Darlanne Fluegel, Lisa Waltz, Jared Rushton, Sarah Trigger, Jason McGuire, Jim Peck, Lucius Houghton
Duración: 102 min
Productora: Paramount Pictures / Columbus Circle Films
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Cuando Cementerio Viviente llegó a las carteleras de medio mundo se convirtió en un notorio y rentable éxito de taquilla. Mientras su presupuesto superaba a duras penas los 11 millones de dólares fueron 57 los recaudados por la cinta durante su vida comercial, a los que habría que sumar unos cuantos más cuando llegó a los, por aquel entonces, todavía muy lucrativos videoclubs. Evidentemente en Paramount Pictures tomaron buena nota de estas cifras y decidieron ponerse lo antes posible con una secuela y para ello volvieron a solicitar los servicios de Mary Lambert. La idea de la cineasta era centrar la segunda parte en Ellie Creed, la única superviviente de la primera película, pero los productores mostraron su negativa imponiendo a un actor adolescente varón como protagonista. Un Edward Furlong quinceañero que venía de romper todos los récords de recaudación con Terminator 2: El Juicio Final, el mayor éxito de su triste carrera, se convirtió en el personaje principal de Cementerio Viviente 2. Stephen King, escritor del guión del film original, se desentendió de una secuela con la que estaba en total desacuerdo y su lugar lo ocupó Richard Outten, venido de escribir la adaptación cinematográfica animada de Little Nemo o la fantasía épica Lionheart para el veterano Franklin J. Schaffner. Anthony Edwards (Urgencias) Clancy Brown (Carnivàle), Lisa Waltz (Fear the Walking Dead: Flight 462), Jared Rushton (El Misterio de la Dama Blanca) o el efímero Jason McGuire completan el reparto encabezado por el actor de American History X.

Aunque conociera estreno en salas Pet Sematary Two es un genuino ejemplar de “direct to video”. Una de esas paupérrimas secuelas inferiores, en casi todos los aspectos, a sus predecesoras aunque en algunos casos, como el que nos ocupa, contaram con un presupuesto más holgado que el de su hermana mayor. Esta segunda parte se desvincula totalmente de lo acontecido en la primera utilizando personajes nuevos, sólo mencionando en varias ocasiones a los de la cinta primigenia, y manteniendo como único vinculo con aquella el cementerio de animales y el de los indios Micmac, debido a que su acción se desarrolla en la misma localidad de Maine. El resultado es un producto de una contrastada mediocridad en el que desparecen de una tacada todas las decisiones acertadas por parte de Mary Lambert a la hora de abordar su labor como realizadora o en el que se nota demasiado la ausencia de Stephen King en la escritura y eso que no podemos confirmar al autor de Desesperación o Dolores Claiborne como un gran guionista para el medio cinematográfico o televisivo. Todo lo que podía salir mal en Cementerio Viviente 2 se confirmó casi en su totalidad y si bien es cierto que el resultado no clama al cielo sí es bastante fallido.

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El guión trata de emular la estructura del de King para la anterior película intentando incluso añadir un poso dramático con la muerte accidental de la madre y esposa de los dos protagonistas principales, los ya citados Edward Furlong y Anthony Edwards, pero su ejecución es deficiente quedando lejos de la desgarradora defunción del pequeño Gage que destruía la vida de la familia Creed. Por otra parte poco o nada se contextualiza o explica acerca del cementerio de animales o el poder latente bajo el de los indios Micmac, cuando en la obra de 1989 se convertían en casi dos personajes más del relato. Aquí los protagonistas comenten la continua temeridad de llevar a personas y mascotas a aquellas inmediaciones para volver estos a la vida como muertos vivientes con propensión a la violencia y la perversión, quedando claro con el personaje del sheriff Gus interpretado por Clancy Brown, y a eso se reduce todo en lo referido a dichas localizaciones. Reiteración, subrayado, caos a la hora de construir un relato cohesionado y el poco respeto por la continuidad establecida con la primera Pet Sematary hacen el resto para convertir la escritura de esta secuela en un cúmulo de arbitrariedades, agujeros de guión y decisiones del todo desacertadas.

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Todos aquellos que aventuraran antes del estreno de Cementerio Viviente en 1989 que poner a una directora de videoclips al frente de una adaptación de la novela de Stephen King iba a convertir la película en un desfile de efectismos visuales y estética sobrecargada erraron el tiro. Pero tres años después posiblemente se frotaron las manos y sonrieron malévolamente con la llegada de su secuela. Cementerio Viviente 2 carga con todos los tics y vicios propios del mundo de la publicidad y los clips musicales. Ciertamente a lo largo del metraje pueden verse todavía retazos de una directora conocedora de los resortes del género, pero el look visual exageradamente iluminado, la influencia de la, por aquel entonces en auge, estética grunge y una total ausencia de solidez a la hora de recuperar la atmósfera mórbida y herética de la primera Pet Sematary convierten este nuevo episodio en una pieza ineficaz de estéticismo alarmantemente anticuado y sordidez impostada. La cinta añade muchos más pasajes sanguinolentos que su predecesora, pero estos están expuestos en pantalla con menos truculencia de la exigida y una notable desgana por parte de su máxima responsable.

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Al reparto tampoco podemos regalarle demasiados elogios. Edward Furlong interpreta un papel bastante parecido al del John Connor de la película de James Cameron, mostrando unas limitadas dotes interpretativas que sólo serían verdaderamente explotadas dentro de films como American Heart, aquel mismo año, Little Odessa, bajo las ordenes de un ya prometedor James Gray, o la ya mencionada American History X. De hecho su labor es tan poco destacable que hasta Jason McGuire o Jared Rushton, que interpretan a su amigo y principal rival respectivamente, consiguen resultar más creíbles de cara al espectador que él. Sólo dos nombres destacan minimamente en el cast y estos son los de Anthony Edwards y Clancy Brown. El primero por la integridad y entereza que definen a su personaje y el segundo por transmitir a la platea lo mucho que debió divertirse dando vida a su perverso secundario. Especial mención, para mal, a los tres estereotipados, pobres y meramente testimoniales roles femeninos de la película interpretados por unas Darlanne Fluegel, Lisa Waltz y Sarah Trigger incapaces de sacar demasiado partido a sus criaturas. Triste afirmación esta si tenemos en cuenta que el proyecto cuenta con una mujer como realizadora y para más escarnio habiendo hecho una buena labor como directora de actores en la primera película.

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Cementerio Viviente 2 es una insípida Serie B, menos gamberra de lo que se cree, pésima como continuación de su predecesora y penosa a la hora de capturar algún resquicio de la esencia de la novela de Stephen King a la que obvia casi en su totalidad. En su descargo podemos decir que no aburre y contiene algún pasaje bien rematado por Mary Lambert, pero la sensación imperante es la de producto totalmente innecesario y mal planteado desde su misma génesis. Esta secuela a día de hoy está tan olvidada que no son pocos los espectadores desconocedores de su existencia, algo acontecido incluso con aquellos que disfrutaron la primera entrega. Como es lógico tras su estreno la franquicia exhaló su último hálito de vida y a pesar de ser masacrada por la crítica el film tuvo una decente vida comercial en los videoclubs, el medio en el que debería haber nacido, en el caso de no haber podido evitar dicho alumbramiento. Por desgracia, con Pet Sematary Two borrada casi totalmente de nuestra mente, Paramount Pictures decide en el presente 2019 sumarse a la moda de los remakes o reboots volviendo a aquella tierra maldita en las inmediaciones boscosas de Maine y por desgracia el resultado no es muy superior al de la producción que acabamos de comentar en esta mismo apartado.

Cementerio de Animales (2019)
 
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Dirección: Dennis Widmyer y Kevin Kölsch
Guión: Matt Greenberg y Jeff Buhler, basado en la novela de Stephen King
Música: Christopher Young
Fotografía: Laurie Rose
Reparto: Jason Clarke, John Lithgow, Amy Seimetz, Jeté Laurence, Hugo Lavoie, Lucas Lavoie, Naomi Frenette, Alyssa Brooke Levine, Maria Herrera, Obssa Ahmed, Bailey Thain
Duración: 101 min
Productora: Alphaville Films / Paramount Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Aunque desde mediados de los 70 han sido cientos las adaptaciones cinematográficas y televisivas de obras literarias de Stephen King es desde hace un par de años cuando estas se suceden en cascada. El descomunal éxito de la nueva versión de It, el interés de plataformas como Netflix por la producción literaria del escritor de Maine con films como El Juego de Gerald y 1922 o la llegada de nuevas series como Mr Mercedes, La Niebla, 22.11.63 o Castle Rock dan buena muestra de la excelente salud de las traslaciones audiovisuales de los libros del autor de Rabia o La Mitad Oscura. A eso habría que sumar un King cada vez más benévelo a la hora de dar opinión de estos proyectos (recordemos sus buenas palabras hacia la fallida La Torre Oscura), sabiendo que la publicidad amable como compañera de los mismos juega también a su favor, y quedando así lejano en el tiempo aquel Stephen con predisposición a poner de vuelta y media piezas como El Resplandor (Stanley Kubrick, 1980), Los Chicos del Maiz (Fritz Kiersch, 1984) o El Cortador de Césped (Brett Leonard, 1991) o llegando incluso a implicarse como productor o guionista en varias de ellas. Pero sería la soberbia versión de It a manos del argentino Andrés Muschietti la que abriría la puerta a una nueva ola de revisiones de libros de King conocedores de anteriores visiones para la pantalla grande y pequeña. Debido a ello el pasado año saltaba la noticia del desarrollo de una nueva película basada en Cementerio de Animales, que vería la luz 30 años después de la anterior adaptación.

La dirección fue asignada a Kevin Kolsch y Dennis Widmyer, cineastas curtidos en el género y habituales colaboradores en films como Starry Eyes o series como Scream, basada en la saga de culto ideada por Wes Craven y Kevin Williamson. Del guión se encargan Matt Greenberg (1498, Halloween H20) y Jeff Buhler (Nightflyers, The Prodigy) basándose, lógicamente, en la novela de Stephen King. El reparto está formado por Jason Clarke (Terminator: Génesis), Amy Seimetz (Alien: Covenant), John Lithgow (El Origen del Planeta de los Simios), Jeté Laurence (El Muñeco de Nieve) y los gemelos Hugo y Lucas Lavoie incursionando en su doble debut cinematográfico. Tras su paso por el Festival SXSW (South by Southwest) a finales del mes de marzo los elogios hacia le película se sucedieron tildándola de aterradora y una de las mejores producciones de lo que llevamos de 2019. Ya en el mes de abril con su paso por la cartelera estadounidense las reseñas de la prensa especializada se revelaron notablemente más tibias, algo que se acerca más a la realidad.

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Durante su primera mitad Cementerio de Animales es una prototípoca cinta adscrita a la vertiente más contemporánea del género de terror. Se trata de un producto manufacturado con inexistente personalidad y una propensión por el ritmo acelerado cuya intención es impedir que haya un sólo pasaje a lo largo del film en el que no suceda algo impactante para atraer la atención del espectador. Esta delectación por el efectismo gratuito sustentado en paupérrimos jump scares a base de golpes de banda sonora anula casi toda posibilidad de progresión dramática o desarrollo adecuado de los perfiles de los personajes. Pareciera somo si Kevin Kolsch y Dennis Widmyer desearan quitarse pronto de en medio el “peaje” que supone rodar las escenas de interactuación entre sus protagonistas, de vital importancia para crear empatía con ellos, y así “pasar a la acción”. De esta manera, con el escaso bagaje añadido a los roles principales o lo mal definidas que están las relaciones afectivas entre los mismos, cuando empiezan a sucederse los hechos trágicos relacionados con los Creed resulta una ardua tarea identificarnos con ellos o sus traumas.

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La apatía en una puesta en escena falsamente malsana y enfermiza, los sustos de baratillo eclipsando los pocos realmente efectivos o el triste trabajo con los personajes hacen que esa primera mitad del largometraje sólo pueda sustentarse en su pericia para que su naturaleza formulaica no aburra en casi ningún momento al espectador. Pero justo cuando pasamos el ecuador del metraje y acontece el accidente en la carretera, una de las secuencias más decentes del proyecto, Cementerio de Animales comienza a desangrarse profusamente hasta su final. La decisión de que en esta nueva versión sea Ellie, y no Gage, la que muera atropellada por el camión y posteriormente resucite mediante su entierro en el cementerio Micmac a manos de su padre no tendría porque ser una mala elección siempre que los guionistas supieran abordar con acierto el material y añadieran a este hallazgos que sustituyeran todo lo deshumanizador y terrible que había en ver a un niño de dos años convertido en un muerto viviente antropófago y homicida. El problema es que Matt Greenberg y Jeff Buhler dan muestra de una ineficacia total a la hora de realizar ese intercambio de roles entre Ellie y Gage, alumbrando como resultado un desastre mayúsculo.

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En el mismo momento en el que Ellie vuelve a la vida y comienza a hacer vida normal con su padre Cementerio de Animales deja de ser una película de terror rudimentaria para, en no pocas ocasiones, abrazar el ridículo. Los pasajes en los que Louis intenta, sin éxito, que su hija vuelva a ser la de antes de su fallecimiento se adentran en terrenos de la comedia involuntaria como puede verse en el del ballet, el baño o la noche en la que duermen juntos. Aquel hombre destrozado por la pérdida de su hijo viendo volver a este como una aberracción inhumana por su propia imprudencia y egoismo que encontrábamos en la novela de Stephen King o la primera película de Mary Lambert queda reducido aquí a un desubicado progenitor interactuando con una primogénita más parecida a una precoz toxicómana que a un muerto en vida. El penoso y escaso maquillaje que acompaña a la actriz adolescente o el exceso de diálogo tampoco ayudan a hacer creíble o coherente un tercer acto en el que las arbitrariedades, los giros pueriles de guión y las situaciones sonrojantes desfilan en sesión continua por la pantalla hasta su penoso remate final, una vez más incitándonos irremisiblemente a la carcajada por culpa de su resolutividad insustancial e innecesaria.

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Por desgracia la ya mencionada apatía o el tono desangelado de la dirección y la escritura es extensible a la labor del reparto. Jason Clarke es un actor al que guardo cierta estima por sus excelentes trabajos en La Noche Más Oscura (Zero Dark Thirty) o El Amanecer del Planeta de los Simios, pero, a pesar del esfuerzo, su Louis Creed queda lejos de cumplir su cometido como núcleo dramático de la historia. Amy Seimetz por su parte parece totalmente desubicada con su personaje, como si por mucho que lo intentara este quedara fuera del relato adquiriendo un tono más testimonial que protagónico, aun contando con muchos minutos de metraje. Como era de esperar John Lithgow es el que sale mejor parado del casting y no precisamente porque la versión de Jud Crandall que ponen los guionistas y directores en sus manos sea merecedora de mucho elogio, pero el veterano actor de Dexter o En Nombre de Caín sabe salir airoso del envite. Hace un momento mencionábamos lo fallida que es la elección de Ellie como el personaje clave de la historia con respecto a su regreso de entre los muertos, enorme carencia de la que también es responsable el insuficiente trabajo de Jeté Laurence. La pequeña actriz no resulta creíble en ningún momento, haciéndonos echar mucho de menos al inmenso Miko Hughes que con una década menos de edad ejecutó una labor inmensamente más destacable que la de ella treinta años después.

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Cementerio de Animales es una aproximación fallida a la novela de Stephen King. Lo es como adaptación de dicho trabajo literario y como largometraje, mostrando inexcusables carencias tanto en uno como en otro aspecto. Aunque nunca llega a abandonar el pedregoso terreno de la mediocridad el interés que podían haber ofrecido sus primeros cincuenta minutos de metraje se despeñan por un insalvable barranco en los cincuenta restantes por culpa de los declamatorios fallos ya mencionados y enumerados. Por lo tanto para un servidor esta nueva Pet Sematary no puede adscribirse a la lista de adaptaciones actuales de libros de Stephen King por las que merece la pena pagar la entrada del cine. Podemos salvar los pasajes protagonizados por Zelda, algún momento truculento, ciertas virtudes dentro del diseño de producción, el medido uso de los efectos digitales o el score del veterano de Christopher Young, pero más allá de eso poco o nada más. Los directores (parece ser que ya inmersos en la preproducción de Mamá 2, la exitosa cinta producida por Guillermo del Toro y dirigida por Andrés Muschietti) han mostrado su interés por rodar una precuela para narrar con ella el origen del célebre cementerio Micmac colindante al de mascotas. Esperemos que si deciden hacerlo el resultado sea algo más estimulante que el de esta olvidable nueva visión audiovisual de la célebre novela del marido de Tabitha King.



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