Javier Vázquez Delgado recomienda: Los Nuevos Investigadores
Edición original: New Challengers núms. 1 a 6 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Aaron Gillespie, Scott Snyder.
Dibujo: Andy Kubert, V Ken Marion.
Entintado: Klaus Janson, Sandu FLorea.
Color: Brad Anderson, Dinei Ribeiro.
Formato: Rústica, 136 págs. A color.
Precio: 13,50 euros.
Cada cierto tiempo toca renovarse o morir. Renovarse de manera que se someta a un personaje o grupo a un tratamiento severo de chapa y pintura o se opte por remodelar todo el concepto en si mismo. Ejemplos de ello se pueden ver claramente cuando DC recuperó el concepto de Flash para presentar a Barry Allen, cuando abandonó la magia del primer Green Lantern para llevarlo a las estrellas en el puño de Hal Jordan o en Marvel, cuando la Patrulla X resurgió de sus cenizas tras un rescate en la isla Krakoa. Tres ejemplos en los que el resultado final fue satisfactorio, tal y como demuestran las largas y fructíferas carreras editoriales que vinieron más tarde.
Tras el evento Metal, DC Comics publicó una serie de colecciones nuevas derivadas de sus consecuencias. Algunas de las series aspiraban a ser series regulares, Terrifics o Silenciadora, mientras que otras llegaron directamente como miniseries, como es el caso de la dedicada a Los Nuevos Investigadores de lo Desconocido, recopilada por ECC en un solo tomo.
La miniserie viene a ser el vehículo sobre el que poder presentar y modernizar el viejo concepto de 1961, de cara a su inserción en el Universo DC actual. Algo loable, salvo por como Synder/Gillespie acometen el trabajo.
Pero antes un pequeño ejercicio de historia rápida.
En 1957, en el Showcase #06, se presentó a los Investigadores de los Desconocido, creación de Jack Kirby y Dave Wood, aunque según las fuentes que se consulten este dato difiere, dejando como creador absoluto a Kirby. En este cómic los cuatro aventureros nacían como unos héroes sin poderes, con enormes recursos financieros, con el objetivo de investigar los múltiples misterios que pueblan la Tierra, con un enfoque entre la ciencia ficción y lo paranormal. Cuatro personajes, estos Investigadores de los Desconocido, en los que muchos ven ya a unos proto 4 Fantásticos (que fueron creados por Stan lee y Jack Kirby en 1961), que gracias a su segunda aparición en la colección de Showcase, gozaron de colección propia durante un total de 87 números, en los que trabajó el gran Joe Kubert.
La creación de Kirby y Wood esconde un concepto potente, con posibilidades, que permite explorar infinidad de facetas y situaciones, pero que necesita ser adecuadamente actualizado a los tiempos que corren. Sin embargo, Snyder y Aaron Gillespie, hacen uso de la peor característica como autores y es la de comenzar mostrando una idea potente, novedosa, bien planeada, que interesa, que apasiona, que convencen, que ilusiona al lector, para más tarde perderse en un farragoso ejercicio de errática narrativa en la que se abusa de forma desproporcionada de la prosa y donde los diálogos no son más que meros tramites informativos para el lector. Los diálogos por definición han de ser mucho más, han de ser fuente de conflicto, de desarrollo, de profundización en los personajes, pero Snyder los usa de forma cansina y machacona, como un martillo golpeando un yunque (siendo el yunque la cabeza del lector) sin otro propósito de contarnos planes, explicar situaciones y narrar lo obvio. Por tanto, hay texto de apoyo en abundancia que rompe el ritmo de la acción y diálogos intrascendentes, lo que hace que todo acabe naufragando tan pronto como se supera el segundo número de los seis que componen la miniserie.
Snyder/ Gillespie opta por el camino de remodelar por completo e introducir a unos nuevos personajes a los que presenta de forma muy radical pero efectiva. Son interesantes, son atractivos y tienen potencial para asumir el legado de los Investigadores, hasta que entra en materia y la historia se centra en llevarlos de un lado a otro del mundo recuperando fragmentos de hueso de un ente del Multiverso Oscuro, mientras se han de enfrentar a un sinfín de enemigos.
El escritor de la Liga de la Justicia no logra captar la esencia de los Investigadores de lo Desconocido, arrancándolos por completo del legado de sus predecesores, por lo que el concepto que encarnan, o pretenden encarnar, no es capaz de enraizar en el lector. No hay épica, no hay verdadera sensación de peligro, puesto que por extraño que pueda parecer cuanto más grande y mortal es la amenaza menos se puede creer que vayan a poder morir de alguna forma. Y esta serie sin esos dos ingredientes está mutilada.
Los Investigadores de Snyder/Gillespie se pierden en si mismos, en la loca historia que diseña para ellos, donde todo parece poco y el concepto de menos es más parece no ser del gusto del guionista de Batman. Todo es un correr hacía delante, sin objetivo claro, sin un desarrollo, en el que la trama se escapa del limitado espacio en el que Snyder quiere incrustar la historia. Tal vez con más números y una narración más calmada, menos estresante, donde la historia pudiera respirar por si misma y los personajes tuvieran tiempo para aclimatare a su nueva situación, hubiera funcionado mejor. Es una pena que mientras algunos escritores apuestan por contar historias de manera descomprimida, Snyder opta por escribir todo y mucho más en el menor número de páginas posibles. Ni tanto ni tan poco, que se podría decir.
En el aspecto gráfico la miniserie goza del talento de Andy Kubert en los primeros números y a partir de la tercera entrega de Ken Marion, que cumplen de manera solvente, pero sin deslumbrar, ni en el fondo ni en la forma. Todo es muy procedimental, sin grandes alardes narrativos, con pequeños momentos para el lucimiento, que quedan ahogados por la presión de los textos de Snyder.
Una miniserie fallida, una oportunidad perdida que arranca con muchas posibilidades de poder engendrar algo muy potente y que se queda en nada. Una obra que se olvida tan pronto se lee y que por desgracia fracasa por completo en su objetivo de recuperar y actualizar a los Investigadores de los Desconocido.
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