Javier Vázquez Delgado recomienda: Hellboy: Las Películas en Imagen Real

Al igual que sucede en el mundo del cómic americano el cine que adapta personajes de dicho medio a imagen real no vive sólo de las superproducciones adscritas a Marvel y DC. Dark Horse Comics es una editorial independiente estadounidense fundada en 1986 por el escritor y publicista Mike Richardson responsable de la publicación de piezas míticas del cómic contemporáneo como Sin City o 300, ambas de Frank Miller, y aprovechar licencias cinematográficas o televisivas como las de Alien, Predator, Terminator, Star Wars o Buffy, Cazavampiros para explotarlas con todo tipo de colecciones o miniseries. Pero no sería hasta el año 1993 que naciera el personaje, y con él la serie, que serviría de buque insignia a la empresa. Hellboy veía la luz dentro del subsello Legend a manos de un por aquel entonces pujante Mike Mignola venido de despuntar en Marvel y DC. Con la inestimable ayuda de John Byrne al guión el autor de Batman: Luz de Gas idearía un primera arco de cuatro números llamado Semilla de Destrucción que lo cambiaría todo para Dark Horse Comics en particular y el cómic independiente en general.

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La historia de Hellboy, el demonio “Anung-Un-Rama”, traído a la Tierra por la rama ocultista del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, rescatado por el bando aliado en dicho conflicto bélico y criado dentro de la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) se convirtió en un icono del arte secuencial moderno y el germen de una franquicia en viñetas de la que han nacido numerosos spin offs y derivados de distinto pelaje. A pesar de su éxito editorial tuvieron que pasar once años para que pudiéramos ver la primera adaptación cinematográfica de la obra de Mike Mignola y en ese punto concreto, el año 2004, empieza este especial en el que vamos a repasar las tres versiones cinematográficas de Hellboy hasta el momento. Empezando por las dos de Guillermo del Toro y acabando con la más reciente a manos de, cineasta británico Neil Marshall que llega a las pantallas españolas rodeada por la polémica debido a la censura con la que sus responsables han eliminado los pasajes más violentos y salvajes con el cuestionable fin de atraer público de más edades a las salas. De este y otros asuntos hablaremos en la recta final de esta entrada que empieza hace quince años a manos de un orondo mexicano que sabe mucho sobre monstruos y demás criaturas sobrenaturales.

Hellboy (2004)
 
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Dirección: Guillermo del Toro
Guión: Peter Briggs, Guillermo del Toro, basado en el cómic de Mike Mignola
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Guillermo Navarro
Reparto: Ron Perlman, Selma Blair, Rupert Evans, John Hurt, Doug Jones, Jeffrey Tambor, Karel Roden, Ladislav Beran, Corey Johnson, Biddy Hodson, Kevin Trainor, Brian Caspe, James Babson, Brian Steele
Duración: 132 min
Productora: Sony Pictures Entertainment (SPE)
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Durante la promoción de Blade II (2002) el cineasta mexicano Guillermo del Toro proclamó que después de haber tenido los medios, pero no la libertad creativa, con Mimic y de darse el caso opuesto con El Espinazo del Diablo, su primera y memorable incursión en nuestro cine, con la secuela de las aventuras del cazador de vampiros nacido en las páginas de La Tumba de Drácula, de Marvel Comics, había encontrado el equilibrio perfecto entre ambas vertientes. Estas palabras, difíciles de creer si se conocen mínimamente los entresijos de Hollywood, sonaban sinceras en boca del autor de Cronos y posiblemente ese fuera el motivo por el que su siguiente proyecto siguió transitando el terreno de las traslaciones a imagen real de personajes arraigados en el cómic. A pocos extrañó que en el año 2004 Guillermo del Toro estrenara la primera obra cinematográfica inspirada en Hellboy. No sólo porque Mike Mignola desplegara en su obra señas de identidad que le emparentaban notablemente con la filmografía del mexicano, sino porque este último poseía la sensibilidad adecuada para llevar a buen puerto dicha empresa. Por medio de Sony Pictures Entertainment, Revolution Studios y Lawrence Gordon Productions en colaboración con Dark Horse Entertainment, división audiovisual de la editorial, Hellboy llegó a pantallas estadounidenses el 30 de marzo de 2004 y con ella Del Toro se consolidaba definitivamente como uno de los directores en activo más interesantes del cine comercial de principios del siglo XXI.

Una de las decisiones más difíciles tomadas por Guillermo del Toro, Mike Mignola y sus colaboradores con respecto a la película fue la elección del actor que daría vida a Hellboy. Como todos sabemos el elegido fue Ron Perlman, icónico intérprete de peculiar rostro y fisionomía que por aquel entonces ya había colaborado con el mexicano en Cronos y Blade II. Elegir al Clay Morrow de Hijos de la Anarquía para el papel protagonista supuso todo un triunfo tanto en esta primera cinta como en su continuación, pero por suerte los aciertos de casting no quedaron sólo ahí. Doug Jones como Abe Sapien, John Hurt en la piel de Trevor Bruttenholm, Selma Blair dando voz y físico a Liz Sherman o Rupert Evans y Karel Roden convertidos en el agente novato John Myers y el místico Grigori Rasputín, respectivamente, completan gran parte del reparto de la obra. Del argumento que serviría de base a la historia se ocuparon Peter Briggs y Guillermo del Toro y de adaptarlo a guión cinematográfico este último con el respaldo y el beneplácito del padre de la criatura. Un Mike Mignola al que le vincula una peculiar amistad llena de tiranteces bidireccionales tomando aquí el rol de co productor ejecutivo. El resultado es una magnífica pieza que funciona como adaptación del material original y como película de aventuras adscrita de manera poco ortodoxa al celuloide superheróico.

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Hellboy se basa, principalmente, en Semilla de Destrucción, el primer arco argumental protagonizado por el personaje dentro del sello Legend de la editorial independiente Dark Horse Comics y que Mike Mignola pudo sacar adelante con la ayuda de John Byrne a la escritura. De manera bastante libre y añadiendo personajes o situaciones de otras historias en papel del personaje Hellboy se revela como una excelente carta de presentación a la hora de dar a conocer el protagonista al gran público. En plena Segunda Guerra Mundial la rama ocultista del Tercer Reich, comandada por Grigori Rasputin, abre una puerta dimensional en la costa escocesa y por la misma llega a la Tierra un pequeño demonio adoptado por el profesor Trevor Bruttenholm y las tropas aliadas. 60 años después, Hellboy, nombre con el que le bautizaron sus rescatadores, es miembro de la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) junto a Abe Sapien, un anfibio humanoide con poderes sensoriales, su padre adoptivo y un equipo dirigido por el alto cargo del FBI Tom Manning. La llegada de un nuevo agente llamado John Myers o el regreso de Liz Thompson, antigua miembro de la agencia e interés amoroso de Hellboy, y la resurrección de Rasputín a manos de sus antiguos colaboradores supondrán los hechos que darán inicio a una terrible amenaza para la humanidad.

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Hellboy amalgama como obra cinematográfica la pasión por los monstruos de feria y los inadaptados habitual en la filmografía de Guillermo del Toro con la estética entre gótica, mística, tecnológica y deudora de la obra literaria lovecraftiana gestada en el cómic de Mike Mignola. El director de La Cumbre Escarlata consigue extrapolar con acierto mayúsculo el microcosmos ficcional diseñado por el autor de Batman: La Maldición Que Cayó Sobre Gotham, haciendo especial hincapié en toda la imaginería visual y el bestiario de criaturas desplegado a lo largo de los años en las viñetas. Si la puesta en escena del mexicano se hace fuerte a la hora de trasvasar ilustración a fotograma con la ayuda de unos CGI todavía hoy muy dignos, es en el tono de su propuesta donde encontramos más disonancias con respecto a los cómics debido a una ligereza inclinada hacia la comercialidad y una tendencia por cierta comicidad demasiado acentuada, chocando frontalmente con la más sutil y melancólica del personaje en las historias de Dark Horse Comics. En resumidas cuentas el Hellboy de Del Toro sabe capturar mucho de la idiosincrasia del personaje original, pero al pasarlo por su filtro autoral este pierde parte de su esencia primigenia.

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El guión de Hellboy, ideado por Del Toro y su colaborador años antes de la producción del largometraje, presume de una buena construcción debido, sobre todo, a las sólidas bases sobre las que es construido, como el ya citado primer arco Semilla de Destrucción publicado en 1993 que dio inicio a las aventuras del personaje. Peter Briggs y Del Toro se ocupan de ofrecer coherencia interna al relato, añadir adecuado material de cosecha propia sin entroncar este con el adaptado de los cómics y repartir sabiamente a lo largo del metraje referencias, situaciones y personajes de otras historias de Hellboy en papel. Ese mal, casi endémico en la filmografía del mexicano, de construir muchos de sus proyectos sobre un libreto muy irregular o incapaz de sostener toda su desinhibida imaginación no se da en este caso gracias a ser la traslación de una historia sólida y perfectamente sintetizada cuya meritoria estructuralidad es extrapolada al medio audiovisual con prácticamente todos sus aciertos y hallazgos narrativos. Curioso si tenemos en cuenta que era la primera historia del personaje dentro del medio en el que nació y sin haber desplegado todavía todas sus posibilidades conceptuales y narrativas. Esto cambiará, y de qué manera, en Hellboy 2: El Ejército Dorado, de la que hablaremos más adelante.

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En lo referido al reparto Ron Perlman destila carisma, socarronería, comicidad y una mezcolanza entre intimidación física y ternura que hacen de su Hellboy una encarnación para el recuerdo. Especial mención para la excelsa labor con el maquillaje creado en colaboración con un maestro como Rick Baker a la hora de materializar el aspecto físico de “Anung-Un-Rama” en pantalla sin parecer en ningún momento un disfraz. Doug Jones compone un soberbio Abe Sapien con el actor británico ofreciendo muestras magistrales de control del lenguaje corporal y sutilidad interpretativa. Selma Blair ejecuta con Liz Sherman uno de esos personajes introvetidos que tan bien se le dan, aunque en esta ocasión ocultando en su interior una bomba incendiaria de relojería. Jeffrey Tambor cumple asumiendo el rol cómico del cast como Trevor Bruttenholm, Karel Roden y Biddy Hodson se muestran eficientes y amenazantes en las pieles de Grigori Rasputin y Ilsa Haupstein, pero en cuanto a los villanos destaca sobremanera Ladislav Beran, transformado en el letal Karl Ruprecht Kroenen gracias a su impresionante estado físico y un uso brillante de las armas blancas. Finalmente es el desaparecido John Hurt el que otorga veteranía, tablas y corazón al proyecto con su inolvidable encarnación de Trevor Bruttenholm, mientras Rupert Evans solventa dignamente la papeleta como John Myers, los ojos y oídos del espectador a lo largo de la película.

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Aunque se adhiere sin demasiados problemas dentro del cine mainstrean hollywoodiense, Hellboy, al igual que muchas de las obras cinematográficas de su máximo responsable, es una rara avis dentro del subgénero en el que milita. A quince años de su estreno sigue siendo un producto magnífico cuyos aciertos solapan algunas carencias como lo tópico de la relación amorosa de los protagonistas, que degeneraría alarmantamente en la secuela, o ciertas licencias con respecto a la obra de Mike Mignola que juegan en contra del conjunto del largometraje. Mientras la crítica fue bastante benévola con Hellboy la taquilla no estuvo por la labor de convertirla en un gran éxito. Con un presupuesto de 66 millones de dólares sólo recaudó unos poco abultados 99 que reportaron no demasiados beneficios a los productores. Por suerte la perseverancia de Guillermo del Toro y un golpe de suerte y talento en forma de cuento de hadas localizado en la Guerra Civil española estrenado en 2006 supusieron una ayuda indispensable para que Hellboy conociera una segunda entrega cuatro años después rodada por un Del Toro en una posición muy diferente dentro de Hollywood a la que ejercía cuando rodó la primera.

Hellboy 2: El Ejército Dorado (2008)
 
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Dirección: Guillermo del Toro
Guión: Guillermo del Toro, basado en el cómic de Mike Mignola
Música: Danny Elfman
Fotografía: Guillermo Navarro
Reparto: Ron Perlman, Selma Blair, Doug Jones, Luke Goss, Anna Walton, Jeffrey Tambor, John Alexander, John Hurt, Roy Dotrice, Brian Steele, Montse Ribé
Duración: 110 min
Productora: Universal Pictures
Nacionalidad: Estados Unidos

 

Para el que esto firma El Laberinto del Fauno sigue siendo la gran obra maestra de Guillermo del Toro. Aquel cuento de hadas localizado en la Guerra Civil española conseguía capturar de manera magistral y brillante todo el discurso de su autor aunando fantasía y realidad, tragedia y esperanza, con la ayuda de un reparto impresionante y un diseño de producción pocas veces visto en el celuloide patrio. El éxito de Pan’s Labyrinth fue descomunal y tanto el público como la crítica se rindieron a los pies de la triste historia de la pequeña Ofelia. Entre los incontables galardones internacionales conseguidos por el film destacan siete Goyas, tres Baftas y tres Oscars a mejor fotografía, maquillaje y dirección artística. Este triunfo dio carta blanca al mexicano para abordar su siguiente proyecto en el seno de Hollywood y el elegido fue la, ya en aquella época, muy esperada secuela de Hellboy que, como suele pasar con muchos de los trabajos del autor pobremente recibidos en taquilla, ya era considerada una pieza de culto dentro del subgénero que adapta el mundo del cómic a la pantalla grande. En esta ocasión los derechos de distribución los poseía Universal Pictures, pero la productoras principales seguían siendo Relativity Media, Lawrence Gordon Productions y Dark Horse Entertainment. Por ello el director de Pacific Rim pudo contar con, prácticamente, todos los colaboradores de la anterior entrega. Incluido un Mike Mignola que esta vez no sólo ejercería de co productor ejecutivo, sino también de co guionista junto al director.

Con Ron Perlman, Selma Blair, Doug Jones, Jeffrey Tambor y John Hurt, este último en una breve aparición, repitiendo en el cast, nuevas incorporaciones como Luke Goss o Anna Walton, fotografía a manos de Guillermo Navarro y Danny Elfman heredando la batuta de Marco Beltrami Hellboy 2: El Ejército Dorado llegó a las pantallas americanas el 11 de julio de 2009 y fue recibida con bastante entusiasmo por la prensa especializada. Un servidor siempre ha defendido que Batman (1989) era una película de Batman dirigida por Tim Burton y que en cambio Batman Vuelve (1991)fue una película de Tim Burton protagonizada por Batman. Esta reflexión es también aplicable a las dos entregas de Hellboy rodadas por Guillermo del Toro. Ya que mientras en la primera era el cineasta el que tenía que amoldarse al microcosmos ficcional en el que se adentraba, en esta segunda era el mismo Hellboy el que parecía tener que adaptarse a la imaginería propia del autor de Mimic. De esta manera Hellboy 2: El Ejército Dorado es muy diferente, en varios aspectos, a su predecesora y por desgracia su resultado se antoja inferior al de aquella.

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Los fallos más flagrantes de Hellboy 2: El Ejército Dorado nacen, paradójicamemte, de sus mayores virtudes. Por un lado es un hecho que la unión de total libertad creativa y presupuesto de blockbuster jugó en contra del proyecto. Que Del Toro pudiera hacer y deshacer a su antojo acentuó como nunca en su filmografía la preponderancia de su inabarcable fuerza visual a un guión demasiado simplista y con una estructuralidad notoriamente irregular. Aunque desde un punto de vista estético la puesta en escena del realizador se antoja epatante casi todo queda reducido a un despliegue bestial en el diseño de producción, el vestuario, los efectos de maquillaje y el CGI, pero paupérrimamente sustentado en un libreto reducido al mínimo exponente y con una narrativa morosa y rudimentaria. En ese sentido esta secuela de Hellboy recuerda a Razas de Noche, la segunda incursión en el mundo del cine por parte del novelista británico Clive Barker (Hellraiser, Libros de Sangre) y adaptación de su propio libro, Cabal, que, en cualquiera de sus montajes, se saldaba como una galería de atractivos y elaborados monstruos sobrenaturales poblando un relato cuyos cimientos se mostraban endebles en demasía.

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La otra gran carencia en cuanto a la escritura reside en la ausencia de un material de base en el que inspirarse para la construcción del guión. Hellboy 2: El Ejército Dorado no está basada, directamente, en ninguna historia en viñetas del personaje, ya que su argumento fue creado exclusivamente por Guillermo del Toro y Mike Mignola para la película. El problema aquí nace en que la personalidad avasalladora y el ego del guadalajarense fagocitan la autoría de Mignola, que es la que debería imperar en la producción para que esta funcione con precisión. Esto da como resultado, no sólo un Hellboy que se aleja demasiado del ilustrado en papel, sino también una pieza tan hija de su padre que podía haber sido protagonizada por cualquier otro personaje y no se hubiera producido en ella el más mínimo cambio. Debido a esta manera de proceder no es de extrañar que Mike Mignola acabara notablemente molesto con Del Toro por las diferencias creativas mutuas derivadas de las opuestas visiones que ambos tenían del protagonista y su microcosmos. Dando así inicio a un distanciamiento que les impidió volver a trabajar juntos en una tercera entrega de la saga o cualquier otro proyecto conjunto.

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Si bien es cierto que el guión se revela disperso en su desarrollo en favor de la dirección de Guillermo del Toro también es justo mencionar que esta última es de una brillantez incuestionable. El responsable de La Forma del Agua es uno de los artesanos que más disfruta de su trabajo dentro del cine actual y en Hellboy 2: El Ejército Dorado eso es perceptible en todos y cada uno de los fotogramas que componen la obra. Desde un punto de vista visual a Del Toro se le nota mucho más dinámico con la cámara y mimetizado con la fotografía de Guillermo Navarro. En lo referido a los efectos especiales hay una entrega por completo a un artesanal uso del maquillaje y maravillosos animatrónicos, la mayoría de ellos concentrados en ese genial mercado troll, que nos recuerdan a las mejores épocas de Star Wars o la factoría de Jim Henson. Sólo en las dos secuencias dedicadas al Ejército Dorado, la animada inicial y la del clímax final, hay una mayor inclinación por el pixel llegando a saturar en cierta manera al espectador. Pero en líneas generales Del Toro se muestra impecable detrás de las cámaras, con una notoria herencia estilística de El Laberinto del Fauno y convirtiendo esta segunda parte de Hellboy en un delirio steampunk muy diferente al goticismo urbano de la primera.

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A la hora de referirnos al reparto debemos volver a mencionar las carencias del guión. Hay una, no demasiado grave, pero sí notable descaracterización de varios personajes con respecto a sus perfiles establecidos en la primera película de 2004. El Hellboy de Ron Perlman es el que se mantiene más fiel a sí mismo destilando carisma y altanería, pero su relación con la Liz Sherman de una esforzada Selma Blair transita todos los tópicos, clichés y lugares comunes adscritos a las malas comedias románticas. Doug Jones se aferra a la dignidad en casi todo momento, recibiendo más protagonismo que en la primera película, hasta que llega la innecesaria, mal ejecutada y alargada secuencia de la borrachera con su hermano adoptivo, un pasaje totalmente fuera de lugar y de comicidad más que cuestionable. Jeffrey Tambor vuelve a lucirse como Tom Manning, Luke Goss ofrece rotundidad física y amenazante presencia al Príncipe Nuala, un villano prototípico sin demasido trasfondo, al igual que su hermana, Nuala, a la que da vida una excesivamente cándida Anna Walton. Los mejores secundarios del cast son John Hurt en su breve intervención en el flashback inicial y el trío formado John Alexander, James Dodd y Seth McFarlane, este último poniendo la voz, para dar vida a un desternillante Johann Krauss. Rol con pasajes hilarantes de los que únicamente sobra la secuencia de las taquillas del vestuario de un, nuevamente, humor más bien pobre.

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Aunque contó con un 25% más de presupuesto que su antecesora Hellboy 2: El Ejército Dorado funcionó bastante mejor que aquella en cuanto a recaudación. Su presupuesto fue de 85 millones de dólares y consiguió recaudar más de 160 a lo largo y ancho del globo. Unos números no excesivos, pero suficientes para mantener viva la esperanza de una tercera parte que cerrara la trilogía iniciada en 2004. Por desgracia los desencuentros entre Guillemo del Toro y Mike Mignola, la implicación del primero en otros proyectos cinematográficos y la del segundo en su franquicia en viñetas, así como la reticencia de las productoras a financiar una nueva entrega de un saga no muy rentable convirtieron a esta segunda entrega en el final prematuro de la primera etapa en pantalla grande de Hellboy. Poco tiempo después de que Del Toro, Mignola y Ron Perlman oficializaran la imposibilidad de Hellboy 3 los propietarios de los derechos del personaje anunciaban un futuro e inminente reboot con equipos técnico y artístico nuevos con el que intentarían insuflar nueva vida a “Anung-Un-Rama” en el mundo del largometraje. De todo eso, y la polémica que acarrea el peculiar caso de su autocensura, hablaremos a continuación.

Hellboy (2019)
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Dirección: Neil Marshall
Guión: Andrew Cosby (Cómic: Mike Mignola)
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Lorenzo Senatore
Reparto: David Harbour, Ian McShane, Milla Jovovich, Sasha Lane, Daniel Dae Kim, Thomas Haden Church, Penelope Mitchell, Sophie Okonedo, Brian Gleeson, Kristina Klebe, Alistair Petrie, Ashley Edner, Douglas Tait, Bern Collaco, Mario de la Rosa, Atanas Srebrev, Michael Heath, Ava Brennan, Mark Basnight, Eddy Shore, Tihomir Vinchev, Anthony Delaney, Vanessa Eichholz
Duración: 120 min
Productora: Millennium Films / Campbell Grobman Films / Dark Horse Entertainment / Lawrence Gordon Productions
Nacionalidad: Estados Unidos.

Corría el año 2014 cuando Mike Mignola ofreció a Guillermo del Toro un guión que él y Andrew Cosby (Eureka, Haunted) habían escrito con la idea de utilizarlo para la esperada tercera entrega cinematográfica de Hellboy que cerraría la visión del autor mexicano sobre el célebre personaje de Dark Horse Comics. Pero el cineasta rechazó dicha propuesta afirmando que él ya tenía otro libreto designado para dicho proyecto. De esta manera las, ya célebres, desavenencias entre los antiguos colaboradores se confirmaron y llevaron el desarrollo del potencial film a un definitivo callejón sin salida. Ante la inviabilidad de esa Hellboy 3 que parecía no llegar nunca la maquinaria hollywoodiense se puso en funcionamiento para resucitar las aventuras sobrenaturales del miembro más célebre de Agencia de Investigación y Defensa Paranormal empezando de cero. Millennium Media, Lawrence Gordon Productions, Dark Horse Entertainment, Nu Boyana, Campbell Grobman Films y la distribuidora Lionsgate aunaron fuerzas para idear un reboot con el que dar inicio a una nueva franquicia cinematográfica centrada en el icónico “Anung-Un-Rama”. El guión planteado por Cosby y Mignola sirvió de epicentro para un blockbuster contando con dirección del británico Neil Marshall (Dog Soldiers, Centurión) y un reparto formado por interpretes como Milla Jovovich, Ian McShane, Daniel Dae Kim o Shasha Lane. Todos capitaneados por David Harbour, el sheriff Jim Hooper, de Stranger Things, ocupándose de tomar el relevo de Ron Perlman para meterse en la roja piel del protagonista. Lo curioso e inesperado es que esta versión de Hellboy iba a revelar su naturaleza problemática antes incluso de empezar su producción.

Posteriormente a la sustitución de Ed Skrein (Deadpool) por Daniel Dae Kim (Perdidos) para evitar un posible caso de whitewashing a la hora de dar vida al personaje de Ben Daimio la producción de Hellboy se llevó a cabo sin demasiadas noticias relevantes y sólo mostrando algunas imágenes del aspecto de David Harbour como el protagonista, despertando tantas alabanzas como respuestas airadas, o lo que es lo mismo, nada nuevo en el día a día de las redes sociales. Pero cuando los rumores sobre la posibilidad de que los productores hubieran detestado la película en los pases de prueba y el aparentemente interminable retraso a la hora de mostrar algún trailer nos incitaron a pensar lo peor. Cuando el primero fue subido a la red destilaba un humor bastante chusco que despertó cierta indignación, pero fue el segundo el que llamó más la atención dentro del fandom por las ingentes cantidades de violencia explícita que contenía. Así se confirmaba la calificación R en Estados Unidos que daba vía libre a sus responsables para salpicar con hemoglobina y vísceras la pantalla. Fue un poco más tarde, entre los días 9 y 12 de abril, cuando el último trabajo de Neil Marshall vio la luz en norteamérica y con ello se confirmó la profetizada desgracia.

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Después de los primeros pases de prensa la crítica despedazó Hellboy de manera inmisericorde. Las reseñas negativas, algunas de una visceralidad inesperada, se cebaron con la película tildándola de incoherente, deshilvanada, gratuitamente violenta y disparatada. Tras el estreno el público tampoco pareció ponerse a favor de la obra consiguiendo esta una paupérrima taquilla confirmándola como un prematuro fracaso y la crónica de una muerte anunciada. Tan tristes números dieron pie la rumorología y el aireo de trapos sucios con los que los implicados en la producción del largometraje parecían querer culpabilizarse unos a otros del fracaso del mismo. Uno de los más sonados tiene que ver con Neil Marshall viendo como a mitad de rodaje los productores despedían a Sam McCurdy, su habitual director de fotografía, en favor de Lorenzo Senatore. Esta decisión molestó notablemente al autor de The Descent y caldeó el ambiente en el set de rodaje. Dicha atmósfera, poco propensa a la armonía, también pareció extenderse a la relación entre Marshall y David Harbour, que, según los rumores, podrían haber llegado a intercambiar más que palabras durante la gestación del proyecto.

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Ante tan desolador panorama los productores de la película comenzaron a preocuparse por su inminente carrera comercial internacional y las decisiones suicidas se sucedieron en sesión continua. Algunos países de latinoamérica fueron utilizados como cobayas para un experimento disparatado como fue estrenar una copia censurada de la película eliminando los pasajes más extremos con la intención de atraer a público de todas las edades para visionar una cinta dirigida, en su origen, al espectador adulto. Tan controvertida iniciativa se extendió hasta España, de manera más chapucera si cabe. Después de proyectar la película para críticos con la versión uncut varios de ellos se hicieron eco, una semana antes de su estreno, de que Vertice 360, distribuidora de Hellboy en nuestro país, estrenaría en salas la ya mencionada versión amputada. En este tema incidiremos un poco más tarde a la hora de hablar de las dos versiones existentes del largometraje y de la errónea, ineficaz y vergonzosa decisión tomada para descontento de los fans que esperaban disfrutar Hellboy en su corte original sin tener que esperar al montaje unrated que ya nos han prometido para el formato doméstico y las plataformas de streaming.

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Dejando de lado polémicas varias y ya centrándonos en la obra cinematográfica como tal podemos confirmar la Hellboy de 2019 como una pieza que si bien está muy lejos de ser el desastre aventurado por la prensa especializada y gran parte del público sí se revela como un film irregular y no todo lo cohesionado que debiera. Esta nueva versión del personaje de Mike Mignola se encuentra en las antípodas de Hellboy 2: El Ejército Dorado, ya que si en aquella secuela Guillermo del Toro dejó de lado los cómics para idear una historia original en esta ocasión el mismo Mignola y el guionista Andrew Cosby han querido abarcar tantos arcos argumentales icónicos de las viñetas (desde Semilla de Destrucción hasta La Tormenta y la Furia, pasando por La Oscuridad Llama o Cacería Salvaje) que la escritura se resiente por culpa de esa inclinación por saturar de información el relato sin que este posea el tiempo necesario para desarrollarse adecuadamente. De este modo nos encontramos con una historia repleta de situaciones interesantes ensambladas de manera arbitraria y fortuita con la carencia añadida de no contextualizar espaciotemporalmente de manera eficiente el microcosmos ficcional, debido el uso algo torpe de los flashbacks y las relaciones interpersonales de los personajes.

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Contra todo pronóstico y de manera harto inusual si tenemos en cuenta que con ella hablamos de una superproducción de Hollywood, aunque mucho más modesta que otras muestras prototípicas del género, Hellboy es un largometraje que no desentona en absoluto dentro de la filmografía de Neil Marshall. Más allá de que estuviera estrechamente implicado en la fallida, pero reivindicable, serie Constantine que adaptaba el célebre cómic Hellblazer del sello Vertigo el británico se ha especializado desde sus inicios en un tipo de cine con aroma a Serie B y exploit venido a más como hemos podido ver en las ya citadas Dog Soldiers, The Descent o Centurión y en Doomsday: El Día del Juicio. Porque Hellboy es una cafrada gamberra, sanguinaria, políticamente incorrecta, con destellos de furia impagables y secuencias de un acabado técnico encomiable. Los poco más de 50 millones de presupuesto son aprovechados al máximo por el realizador amparando su impronta en unos CGI mayoritariamente dignos, una fotografía oscura y sucia o un ritmo potente que sólo se resiente por la ineficaz construcción narrativa previamente mencionada. Aunque en los últimos años ha sido en el mundo de las series donde más se ha movido participando en Perdidos en el Espacio, Black Sails, Hannibal, Westworld o algunos de los mejores episodios de las primeras temporadas de Juego de Tronos Marshall sigue siendo un narrador con cierta pericia en el mundo del largometraje y en su último trabajo detrás de las cámaras lo confirma.

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En lo concerniente a la censura el disparate se hace patente desde los primeros compases de la versión que ha llegado a los cines españoles. Ese minuto de desmembramientos y decapitaciones repartido por el metraje que ha sido amputado no convierte a Hellboy en una cinta apta para todos los públicos, porque sigue siendo una producción cargada de sangre, vísceras y cabezas volando por los aires. Más allá de que la calificación por edades en España es una pura formalidad orientativa para los padres la intentona por parte de Lionsgate y Vértice 360 de convertir Hellboy en una obra accesible para todo el mundo apelando a paliar, minimamente, su batacazo internacional en taquilla ha desembocado en un doble fracaso. Por un lado el corte llegado a las multisalas, aprobado por Marshall y sus colaboradores, sigue sin ser una película apta para todas las edades y por otro la ausencia de esos pasajes más virulentos ha enfadado al espectador natural de la obra que, lógicamente, ha decidido no acercarse a las salas a ver un producto incompleto cuyo montaje se resiente en esos pasajes. Otro tema interesante sería abordar que el gore de la versión sin censura, tan disperso como inusualmente bruto y divertido, jamás se ha visto en las viñetas del cómic de Hellboy, que han llegado a mostrar en numerosas ocasiones dosis de violencia, pero nunca de ese calibre y grafismo.

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Aunque cuenta con un cumplidor y competente Hellboy a manos de David Harbour, que si bien no hace que olvidemos a Ron Perlman sí le toma el relevo con dignidad siendo la cabeza visible de un reparto más bien desabrido, y como adaptación del cómic de Mike Mignola asume un tono y una estética más fieles a las viñetas que las dos incursiones en imagen real previas de Guillermo del Toro mientras no hace prisioneros a la hora de sumergirse en un desfile de locura, estética barbárica y artúrica con pasajes deudores tanto de Posesión Infernal (The Evil Dead, Sam Raimi, 1980) como de El Señor de los Anillos la película de Neil Marshall queda lejos de ser un adecuado reinicio para la contrapartida cinematográfica del personaje de Dark Horse Comics. Un servidor defiende que es un producto divertido y fruicioso, pero poco más que eso. La taquilla internacional le ha dado la espalda amasando, hasta el momento, unos ínfimos 40 millones de dólares con los que no se llegan a cubrir ni el presupuesto invertido en el largometraje. Estos penosos resultados abocan al fracaso la potencial franquicia dejando en agua de borrajas las escenas post créditos y sirven como toque de atención para que productoras y distribuidoras no se reían en la cara de los espectadores con maniobras chapuceras y asuman los fracasos con más dignidad que la mostrada en todo lo relacionado con esta nueva y malograda Hellboy.



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