Javier Vázquez Delgado recomienda: Daredevil: Know Fear, de Chip Zdarsky y Marco Checchetto
Edición original: Marvel Comics.
Edición nacional/ España: Panini Comics.
Guión: Chip Zdarsky.
Dibujo: Marco Checchetto.
Color: Sunny Gho.
Formato: Grapa.
Precio: $4.99 (#1), $3.99 (#2-5).
Daredevil. El Diablo de la Cocina del Infierno. Dan Defensor. El Hombre Sin Miedo. Un acróbata. Un ninja. Un abogado. Un justiciero. Un vigilante. Un peligro. Un hombre. Un icono. Un guardián. Un juez, jurado y ¿verdugo? Matt Murdock es muchas cosas, especialmente desde que un tal Frank Miller decidiera revolver un poco su mundo. Si miramos más allá de su papel dentro del universo Marvel, también hay mucho significado.
Daredevil. Una cabecera veterana. Un pilar del universo Marvel. Uno de los personajes más antiguos y sólidos de la Casa de las Ideas. Y una serie en la que grandes autores han demostrado sus mejores talentos para construir historias de la máxima calidad posible. Cuando hablamos de una colección que ha mantenido un gran nivel a lo largo de su recorrido, el cuernecitos siempre sale a coalición. Es normal. Y va a seguir siéndolo. Porque, afortunadamente para nosotros los lectores, la tradición continúa. Chip Zdarsky. Marco Checchetto. Daredevil.
Música, maestros.
Los autores: talento TOP para una serie referente
Tras la marcha de Mark Waid, a la serie de Daredevil llegó Charles Soule después de Secret Wars. Acompañado de Ron Garney, su estancia dio comienzo rompiendo con lo anterior. Aquello alienó a algunos lectores, y creó una realidad difícil de eludir. La crítica acompañó a Soule durante todo su recorrido, a pesar de contar con fieles que defendían, sobre todo, el acercamiento jurídico (no hay que olvidar que el guionista es también abogado). Gustase más o gustase menos a quien lea estas líneas, lo cierto es que no contó con la gran aceptación de las etapas previas. Tocaba refrescar al personaje con un nuevo equipo creativo. Tras La muerte de Daredevil, que dejaba a Matt Murdock muy tocado tras estar al borde de, valga la redundancia, la muerte, ha llegado el turno de algo nuevo.
Chip Zdarsky es el guionista de esta nueva etapa. Es también alguien genuinamente bueno en su trabajo, a niveles que, según pasan los años, siguen sorprendiendo para bien. Atrás queda aquel posible análisis de que era alguien solo para la comedia. No, esto no es así. Chip no deja de asombrar y ganar seguidores y, sobre todo, de demostrar su enorme talento a lo largo y ancho de Marvel Comics. Tras ganarse el corazón de la fanaticada con Peter Parker: The Spectacular Spider-Man, su salto a esta colección, también de corte urbano, era un premio más que merecido. Tenemos, eso sí, un cambio de tono muy marcado. Se queda atrás cualquier rastro de ligereza o de siquiera un respiro. Daredevil es sufrimiento, Daredevil es dolor. Con Daredevil nos encontramos un continuo sprint hacia delante, con un fantástico dominio del tempo y, sobre todo, de las emociones del lector. Resulta difícil encontrar otra serie con cliffhangers semejantes al final de cada número. No importa cuál leas o cuándo lo leas. Al llegar a la última página, vas a necesitar el siguiente tebeo lo antes posible. Pasados cinco números, se ha demostrado que Zdarsky era la elección acertada.
¿Y qué podemos decir de Marco Checchetto a estas alturas? El Young Gun de la Casa de las Ideas es uno de los mejores talentos de la editorial. Ya le habíamos visto dibujar al Diablo Guardián, por ejemplo, durante los cruces de la era Waid con la serie de Punisher. Da igual que personaje tenga que poner en la página, porque lo va a hacer de forma espectacular. Su trazo bien definido, la textura de cada tejido y cada elemento que coloca o el lenguaje corporal sencillo y elegante. La acción fácil de entender, pero cruda, directa e impactante. El dinamismo de su movimiento, al mismo tiempo que el lector se siente siempre bien emplazado en cada sitio. Las virtudes del artista italiano son casi innumerables, y son también el as bajo la manga de la serie. Sin él sería imposible que Daredevil fuera tan buena como es. Su estilo es necesario para los temas que se nos muestran. Hablaremos de ello más adelante.
Detengámonos ahora en el color de Sunny Gho. Pongámonos en pie y aplaudamos, porque el trabajo aquí realizado es bárbaro. Rojo. Azul. Gris. Negro. Marrón. Amarillo. Cada color mencionado tiene un significado, y luego varios enterrados en él. El rojo aparece cuando Daredevil domina la escena, cuando se nos muestra su radar o cuando la violencia entra en juego. El azul es el color de la policía, de la justicia, la ley y el orden. También el de Cole North, detective y personaje de nueva creación a la caza de Matt. Del mismo modo el azul con el rojo es el color de las sirenas de policía, y representa un conflicto de intereses, metodología e ideas de justicia. El gris y el negro pertenecen a Frank Castle, Punisher; y a su conflicto con Daredevil. El marrón es un color más cálido, un color del pasado. Está apropiadamente aplicado a los flashbacks. Y el amarillo pertenece a Kingpin, presencia ineludible en la vida de Dan Defensor.
Y todo ello funciona en armonía, orden y conflicto. No es casualidad que Cole practique boxeo con guantes azules frente a un punching bag rojo. No es casualidad que Kingpin se rodee de amarillo en todos sus edificios, pero se empape de otros colores fuera de ellos. No es casualidad que Cole se limpie el rojo sangre con agua azul. Y no lo es que cuando Daredevil y él chocan, las sirenas aumenten su colorida presencia. El juego es inteligente, definido y eficaz incluso si no le prestas atención. Una vez más, de pie y aplaudiendo a Sunny Gho.
Para acabar, las portadas de Totino Tedesco. Todas y cada una de ellas son un auténtico espectáculo. Especialmente centradas en el tono trágico adquirido por la colección, otorgan mucha identidad. Eso es una gran ventaja porque, en cuanto ves una de estas portadas, sabes qué serie es. En un instante y sin dudas. Además, si te paras a observar los pequeños detalles y el arte en general, se descubre un trabajo formidable en cada una de estas ilustraciones. Sencillamente maravilloso.
El resultado es, entonces, que el equipo creativo no solo ha sido cuidadosamente escogido, sino que se encuentra dando el máximo nivel. Talento TOP que convierte a Daredevil en una serie de obligado seguimiento. Es difícil sobredimensionar el resultado final dado que, incluso si no convenciera el tono o el acercamiento, es indiscutible el mimo y refinamiento demostrado. Todo un lujo y una sinergia creativa que da gusto disfrutar.
La violencia como lenguaje, el héroe como vigilante, el dolor como justicia
“Esto no es algo para mirar a otro lado. No hay justicia aquí. No hay ley. Le han dado una paliza a un hombre, ¿por qué? ¿Creía este “héroe” que así le cambiaría la vida? ¿Que haría las cosas bien porque un hombre vestido con un traje de diablo le pegó? No. ¿El hombre que hizó esto? ¿El “Daredevil” de la Cocina del Infierno? Lo hizo por una razón… Porque lo necesitaba. Porque le gusta”.
Cole North. Daredevil (2019) #1.
La violencia es uno de los lenguajes básicos de la mayoría de la cultura popular y de las historias que disfrutamos en distintos medios, desde los videojuegos hasta los tebeos. Violencia entendida como espectáculo que resuelve el conflicto, pero sin buscar sus propios límites ni conceder más identidad a la acción en sí. En un juego FPS como Call of Duty nos movemos a base de disparos. Matamos enemigos cuyo rostro no importa para avanzar en un conflicto que sirve para proporcionar contexto y justificar el sistema, pero que no invita a reflexionar sobre los efectos de lo que hacemos. Simplemente “ganamos”.
Pero la violencia es mucho más, y no debería ser entendida como un medio de comunicación básico. No es solo un sistema de resolución de conflicto, sino que es un acto a analizar y tiene consecuencias. En una película, un impacto de coche en una persecución puede servir simplemente como punto de giro en el guion de la acción que tiene lugar. En la vida real, un impacto de coche se llevará por delante la vida de dos personas.
¿Cómo se analiza esto en un mundo de súperheroes? ¿En un mundo poblado por seres con poderes dignos de dioses y por humanos con habilidades más allá de nuestro entendimiento? ¿Y qué efectos tiene eso en las personas normales? ¿Es un sistema eficaz? ¿Está el héroe justificado en su cruzada cuando su único lenguaje es la violencia? Sí, se detiene el crimen. La tienda no es robada, la persona no es asesinada. Hay un propósito de hacer el Bien detrás de estas acciones. Como dice Cole North en la cita anterior, ¿cambian estos criminales solo porque un vigilante disfrazado les ha dado una paliza?
A lo largo del último año, en Marvel hemos podido ver cómo el Dios de los Simbiontes aparecía en Nueva York y arrasaba varios edificios. Cómo Celestiales llovían del cielo e impactaban en ciudades. Como Nueve Reinos invadían la Tierra y simplemente arrasaban con todo. En todos estos casos la violencia ha sido vehículo de momentos épicos, de viñetas para la historia. La violencia se ha entendido como espectáculo y su significado se ha explorado tan poco como el porno con el lenguaje cinematográfico.
Ha habido casos distintos, por supuesto. En Immortal Hulk hemos podido ver los efectos de destruir una ciudad o de la inacción de los héroes cuando pretenden, simplemente, esconder un problema bajo la alfombra. O en War of the Realms hemos visto cómo la guerra puede aniquilar a todo un colectivo. Sin embargo, en ninguno de estos casos se ha profundizado en la relación entre la violencia y el héroe como en Daredevil.
Es probable que alguno de vosotros que leéis estas líneas hayáis sufrido bullying. Es probable, también, que en algún momento hayáis respondido de manera violenta, otorgándoos un pequeño momento de venganza que, toda vez acompañado de un pequeño sabor de justicia, se topa con la realidad. Las reglas del propio instituto responden castigando ese acto, ya sea con un castigo menor o con una expulsión. Y entonces llegan las preguntas. ¿No estaba justificada esa reacción? ¿Cómo se responde entonces? ¿En qué momentos era lo correcto? ¿Y si eso era lo que había que hacer, incluso si ha habido represalias?
Trasladémoslo a Daredevil. Un súperhumano con habilidades aumentadas. Un vigilante que se balancea por las calles, utilizando el dolor de su pasado como motivante para establecer su propia justicia. Está por encima de nosotros. Él nos protege, él se preocupa por los civiles. Parece lícito que cargue con la responsabilidad de hacer lo que alguien normal no puede. Pero, ¿bajo qué vara medimos sus actos? Él nos juzga a nosotros, ¿quién le juzga a él?
Al inicio de esta historia, Matt Murdock está en un mal momento. Todavía recuperándose de su accidente casi-mortal, vestido como Daredevil es el único modo en el que se siente libre y realizado. Anunciando su vuelta deteniendo un par de crímenes, acaba cruzando, de forma inconsciente, una línea roja: mata a un atracador al no controlar su propia fuerza. Al inicio, se encuentra en un estado de negación. Él no mata. Él no es el Castigador. Hasta que se topa de bruces con el propio Frank Castle y, entonces, tiene que asumir la realidad.
Cometió un fallo. Mató a un hombre. Lo sabe, por mucho que lo niegue. No es la primera vez que le ocurre. Es más: no es el único al que le ha pasado. Jessica Jones, Iron Fist, Luke Cage. Spider-Man. Todos ellos han pasado por esto mismo. No los buscan, no es intencionado. Pero han tenido accidentes y han tenido que parar, cuestionarse y hacer paz consigo mismos. Pero Daredevil, Matt, no puede. Esta vez ha sido su límite. Lo que hemos visto a lo largo de cinco números no es si no rabia desatada, fruto de no admitir un error propio y la consecuencia de sus actos. Una huida hacia delante y una espiral de autodestrucción en la que, como un adicto, intenta resolver el conflicto con más vehemencia y crueldad, aumentando la escala a cada paso. Son los efectos de no lograr entender que su uso de la violencia solo ha creado sangre, no justicia. Que él no es dios ni diablo, y que el icono de Daredevil es sinónimo de dolor, propio y ajeno.
“Somos asesinos” dice Matt, vestido con una camiseta del Castigador que no es siquiera consciente de haberse puesto. Llegados a este punto es cuando se produce una aceptación total de la violencia y lo que conlleva. Se acaba el lanzar puñetazos y patadas como si no tuvieran peso, como si no tuvieran efecto. Con todo esto, Daredevil da la vuelta por completo a un elemento básico en la constitución de las historias del personaje – y del medio. Y es bajo este nuevo prisma, bajo esta nueva realidad, que ahora sí arranca la serie, con una verdadera muerte de Daredevil. Al menos, tal y como lo conocíamos e interpretábamos hasta ahora. Lo que está por llegar es, todavía, un mundo por descubrir.
Conoce el Miedo: más que un eslogan
El planteamiento se ha ejecutado casi a la perfección y los autores involucrados han conseguido casi todo lo que se proponían. Daredevil se coloca como una de las series más interesantes del actual panorama de Marvel Comics y, sobre todo, una de las más sugerentes. Un interesante ejercicio de exploración del medio que va más allá de lo que cabía imaginar.
Know Fear. Conoce el Miedo. Ese es el nombre de este arco inaugural de Daredevil en manos de Chip Zdarsky y Marco Checchetto. Es un mensaje doble. Por un lado, a nivel diegético, el propio Hombre Sin Miedo se ve obligado a enfrentar parte de su propia realidad hacia la que había sido conscientemente ciego. Parte intrínseca de él que había negado para poder lidiar con todo lo que hacía, justificando su cruzada por las calles de la Cocina del Infierno.
Es un mensaje también para quienes se aventuren a la lectura de la serie. Esta es la base, esta es la realidad, esto es lo que vamos a tratar. Conoce el Miedo, pues vamos a desmontar uno de los ejes fundamentales de la comunicación de la historia no solo del tebeo, sino de muchos otros medios. Vamos a desmontar la realidad del superhéroe urbano y vamos a explorar cómo se pone sobre la balanza su idea de justicia con un lenguaje explícitamente violento y, ahora sí, lleno de significado.
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