Javier Vázquez Delgado recomienda: Reseñas USA – Flash #70

 

Edición original: The Flash #70.
Guión: Joshua Williamson.
Dibujo: Howard Porter.
Entintado: Howard Porter.
Color: HIFI.
Formato: Grapa, 24 páginas, color.
Precio: 4,99$.

 

Aristóteles fue uno de los primeros en estudiar los fenómenos físicos de la naturaleza. Entre todos ellos describía, con todo lujo de detalles, los inherentes al movimiento. Un movimiento que nunca llego a conceptualizar como velocidad, teniendo que esperar hasta los trabajos de Galileo Galilei que si formuló el concepto de velocidad tal y como lo entendemos hoy en día. Velocidad es la distancia recorrida por unidad de tiempo. Y sin embargo algo tan aparentemente sencillo estaba limitado por el todavía pobre desarrollo del cálculo en la época de Galilei. Fue con Newton cuando la revolución matemática vino a revolucionar la física y la ingeniería y se pudo calcular la velocidad instantánea de un cuerpo. Y es que la velocidad es mucho más que moverse deprisa. Moverse, desplazarse, hacerlo deprisa o lentamente, no importa, a final se trata de ir del punto A al punto B y durante el trayecto intentar aprender algo. Que se lo digan a Flash.

Joshua Williamson continúa al frente de la serie desde que arrancara su nuevo volumen con la iniciativa Renacimiento. Con la llegada del número 70 de la colección encara un nuevo arco argumental con el que caer rendido bajo una de las múltiples tradiciones del Universo DC y la propia DC Comics, narrar el Año Uno de sus héroes. Un Año Uno que no se limita a contar a los lectores el origen del o la protagonista, sino que expande ese origen a un año, el primero, tras la adquisición de su identidad superheróica. Lo hizo Frank Miller a mediados de los años ochenta y desde entonces pocos escritores ha podido escapar al embrujo seductor de escribir su particular Año Uno.

Con Flash no es la primera vez que ocurre algo así. En 1992 el escritor Mark Waid ya le dedico un Año Uno al por entonces Flash, Wally West, en los numeros 62 al 65 de su serie regular y aunque no se tituló oficialmente Año Uno (el título original era el de Nacido para Correr), sirvió para establecer un nuevo y definitivo origen para Wally como sucesor del manto del corredor carmesí.

Williamson encara este primer número con la mirada puesta en la parte más emocional de Barry Allen. Desde las primeras viñetas se puede sentir como el escritor se ha centrado en mostrar la evolución de Barry a través de su vida, no como secuencias interconectadas que lo llevan a estar esa noche de tormenta frente a la ventana de su laboratorio, sino como un todo que, desde niño, lo ha ido moldeando de tal forma que el optimismo y la esperanza son los rasgos emocionales que mejor lo definen.

Con este número los lectores se reencuentran con Barry y su vida, esa que conocen tan bien, llena de tragedias y obsesiones. Es toda una carta de presentación (y de amor, porque no decirlo) llena de carisma y saturada de matices que logran que incluso los fans de Wally se puedan sentir cómodos con Barry.

El propio Williamson llevaba tiempo esperando el momento adecuado para poder encarar este proyecto tan anhelado por su parte, ya que poder ahondar en la parte más humana de los héroes permite poder definirlos de forma mucho más tridimensional y realista. En este número hay pasión, hay milagros, hay ciencia, hay descubrimientos, alegría, tristeza, melancolía, rabia, soledad… perfectamente definidos gracias al enorme trabajo que realiza Howard Porter.

El dibujante de la JLA con Morrison no deja de evolucionar y mejorar en su trazo ganando no solo en narrativa, sino es composición, pues a lo largo de este número se puede observar como juega con la disposición de las viñetas de tal forma que formen también parte del juego que existe entre le lector y la historia. Algo fundamental para poder llegar de forma más cruda a la parte emocional de la trama.

Este número es el principio de algo grande, de un Año Uno glorioso, que va a traer grandes momentos a su protagonista y que sin duda va a ser el precursor de muchas nuevas tramas y conceptos dentro del cosmos del Velocista Escarlata. Williamson no quiere contar solo un origen más, quiere usar la excusa como herramienta con la que poder diseccionar a Barry y mostrarlo de forma clara al lector, mientras profundiza en sus poderes, aprende de ellos y hace descubrimientos increíbles que están destinados a cambiarle la vida por completo. Un arco argumental destinado a reconciliar a todos esos aficionados que crecieron con Wally y que ahora se sienten emocionalmente apartados de su héroe. Un ejercicio de acercar a Barry a toda una generación.

Si hasta ahora eso de la velocidad no había resultado atractivo con Williamson y Porter, ambos en perfecto estado de forma, lo de velocidad es igual a espacio partido por tiempo va a adquirir un nuevo y contundente significado para todos.



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