Javier Vázquez Delgado recomienda: Sabrina. Gestionar el dolor

 

Edición original: Sabrina (Drawn and Quarterly. Mayo, 2018)
Edición nacional/ España: Sabrina. Salamandra Graphic. Febrero 2019.
Guion: Nick Drnaso
Dibujo: Nick Drnaso
Color: Nick Drnaso
Formato: Cartoné, 204 páginas
Precio: 24€

 

¿Eres feliz aquí, Teddy?
Hum, no sé muy bien cómo contestar a eso. Je.
Tienes razón. Perdona
“.

Sabrina de Nick Drnaso tiene todos los ingredientes para ser una gran obra y sin embargo algo falla. Y lo que falla es el arte; la narrativa y sobre todo el dibujo.

El lector se encuentra con un relato interesante, lleno de referencias actuales y que trata una cuestión trascendente; el impacto de los mass media y las redes sociales en la vida privada e íntima de las personas afectadas por una tragedia y también en la de sus familiares. Pero el tratamiento es confuso y espeso.
La realización gráfica de Drnaso no ayuda a situarnos. Su diseño de los personajes es deficiente y tiende a confundir al lector. No distinguimos bien algunos de los protagonistas o algunos de los secundarios. Su narrativa es plomiza, monótona y sin alma y el dibujo muy estudiado, muy cuidado, pero con graves deficiencias. Por poner ejemplos, hay algunos objetos cotidianos como cuchillos o aparatos de radio que son difíciles de distinguir a primera vista. Esto acaba lastrando el mensaje y genera una frustración que resulta difícil de superar.

Sin embargo, hay dos aspectos fundamentales en esta obra donde el autor norteamericano Nick Drnaso acierta de pleno.
El primero es la descripción de una sociedad aséptica, deshumanizada donde las relaciones afectivas se realizan a través de intermediarios y donde el ser humano vive una angustiosa existencia llena de miedo y soledad.
Calvin, uno de los protagonistas, solo puede hablar con su familia – esposa e hija – a través del móvil o del ordenador porque se han mudado a Miami tras una incipiente separación que va consolidándose a lo largo de la obra. En su trabajo de analista de redes para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, ha de rellenar un cuestionario sobre su estado de salud física y mental. Un frio sustitutorio del “¡Cómo te encuentras!” cotidiano. Además, sus diálogos con Teddy, un amigo de la infancia que está pasando unas semanas en su casa para intentar superar la desaparición de su novia Sabrina, van convirtiéndose en un ejercicio cada vez más difícil y acaban produciéndose con una puerta en medio. La hermana de la desaparecida Sabrina va superando el trauma expresando su pena y denunciando el acoso de los conspiranoicos, participando en stand up comedies en un bar y finalmente Teddy, el novio de Sabrina, refleja su angustia buscando un gato perdido que le sirve de intermediario metafórico para manifestar su dolor por la ausencia de la protagonista.
Donde Sabrina destaca con luz propia es en la descripción de los procesos de duelo que los tres personajes sufren a raíz de la desaparición de Sabrina Gallo. La rabia, el desamparo y la angustia son el motor de la trama y los obstáculos que han de superar los protagonistas. Pero no solo ellos…

El otro aspecto destacado de esta obra es la denuncia del estado paranoico-represivo que ha acabado conformándose en la sociedad occidental a través de la generalización de las redes sociales y el uso y consumo masivo de internet y televisión.
El acoso de todo tipo que sufren los familiares de las víctimas de actos violentos es un aspecto que acaba retratando la insensibilidad, la voracidad y la paranoia de una comunidad, de un entramado social que consume en lugar de vivir. Estamos ante una sociedad que transforma la incertidumbre en rabia, el miedo en agresividad y el dolor en acoso.
Drnaso nos describe estos fenómenos de manera aséptica y sin aspavientos, consiguiendo así que parezcan aún más crueles y devastadores. Lo hace a través de pequeños fragmentos de programas de televisión, espacios radiofónicos, informes en la red o vídeos de YouTube que acaban conformando el retrato de un monstruo de múltiples cabezas completamente desbocado y que consume frenéticamente vidas humanas para subsistir.
La sociedad actual excesivamente conectada y comunicada no tiene ni tiempo ni mecanismos adecuados para asimilar todas las tragedias que se le vienen encima y acaba conformando relatos conspiranoicos que niegan las tragedias y deshumanizan a las víctimas y a sus familiares. Esta deficiente gestión del duelo es lo que describe Sabrina mediante un acertado retrato de tres personajes, su entorno familiar y profesional.
Esta radiografía del mundo actual es lo más relevante de Sabrina y es lo que le otorga el estatus de obra notable con un mensaje actual y profundo.

A pesar de la importancia de la historia su plasmación gráfica resulta floja. El estilo de Drnaso podría resultar adecuado; la mezcla entre la asepsia narrativa de Adrian Tomine y el rigor estructural de Chris Ware no es un mal punto de partida, pero el autor de Beverly no acaba de resolverlo correctamente. El resultado es un conjunto donde campan una especie de figuras de Playmobil con sobrepeso que conviven en un entorno minimalista con detalles y objetos confusos. No hace falta rellenar las viñetas de objetos cotidianos, pero si se opta por cierto minimalismo se ha de tener el mismo talento que Miguel Ángel Martín para escoger los elementos imprescindibles y luego plasmarlos de manera adecuada. Y no es el caso.

Drnaso parte de un esquema de página formado por dos viñetas cuadradas inscritas en tres tiras que alterna con otro de tres viñetas en cuatro tiras.
A partir de estas dos bases, el autor realiza numerosas variaciones que tienden a repetirse. Las más comunes son la división de una de estas viñetas en cuatro cuadros menores o la unión de las dos viñetas de cada tira para formar un cuadro que ocupa un tercio de la página. Llega a construir páginas de 24 viñetas, pero siempre partiendo de estas dos plantillas fijas. La resultante de esta compaginación es la aparición de un ritmo monótono y casi aburrido.
El color es apagado y predominan los marrones, grises, rosas y magentas. No hay fogonazos de color ni grandes contrastes. Solo las secuencias oníricas difieren de esta paleta y están resueltas en negativo con un fondo negro y las rayas del dibujo en blanco.

Con Sabrina ocurre un fenómeno que no por repetido deja de ser curioso, incluso molesto. Se trata de que ciertos sectores intelectuales que no suelen leer cómics, los acaban juzgando por su argumento más que por su calidad global. Ha pasado con Persépolis, la obra de Marjane Satrapi, en cierta medida también pasó con Maus de Art Spiegelman, aunque su obra sea bastante más estimulante, y vuelve a pasar con Sabrina de Drnaso. Basta con que el argumento sea levemente contemporáneo o relevante socialmente para que se califique estos tebeos como obras maestras, sin importar su calidad intrínseca. Seguramente este fenómeno se repite a menudo porque quien califica así este tipo de obras desprecia la historieta y desconoce completamente su historia, su lenguaje y sus mecanismos. Y no tengo nada contra Zadie Smith… Y esto nos lleva a la tan publicitada nominación al Premio Man Booker, que en el fondo reproduce el mismo esquema. Se trata de un premio literario cuyos organizadores se fijan en una obra que destaca por cualidades que no son propias de un cómic per se, sino por sus coartadas de trascendencia y actualidad. Justo lo que siempre acaban haciendo los que no leen cómics e incluso los desprecian. Dudo mucho que el jurado del Premio Man Booker se hayan planteado siquiera nominar cualquier obra de Jaime Hernandez como El fantasma de Hoopers o Chapuzas de amor ni tampoco a la eterna Fade out de Brubaker y Philips, todas contemporáneas y muy superiores a Sabrina.

Pero hay otra derivada, que es el oportunismo político. En plena Guerra Fría, en el siglo pasado, muchos críticos y opinadores valoraban las obras culturales más por su compromiso ideológico que por sus cualidades artísticas. Me temo que con Sabrina pasa un poco lo mismo. Como los lectores de cómics somos un poco limitados, nos encontramos con alguna gente que nos indica “lo que hay que leer”. Si además está obra pone el acento en un aspecto como las fake news, las teorías conspiranoicas y los personajes que – cómo el actual presidente de los Estados Unidos – se aprovechan de las redes sociales para contaminar con un mensaje tóxico e interesado las vidas de los usuarios; mucho mejor. Que la crítica sea necesaria, no implica que la obra sea automáticamente una obra maestra. Y Sabrina es buena prueba de ello.

Estos fenómenos tan molestos, al menos para mí, acaba repercutiendo negativamente en la obra en cuestión. Al menos en su recepción por parte del auténtico aficionado a los tebeos, que se encuentra con una obra inflada, claramente sobrevalorada y que normalmente no soporta las expectativas creadas.
El caso de Sabrina vuelve a ser paradigmático. Estamos ante una obra notable que tanta publicidad engañosa tipo “Esto no es un cómic, es una novela gráfica” y tanto decir que es una obra maestra, acaba resultando fatal. Para el crédulo porque nota que algo falla, pero acaba convencido que es él el que no sabe apreciar el producto y para el incrédulo porque una vez más confirma que para ciertos medios, para ciertos gurús de la crítica es más importante la apariencia de una obra que su contenido real.

Nick Drnaso nació el año 1989 en Palos Hills, Illinois. Se crio en las afueras de Chicago. En 2016 publicó su primer trabajo titulado Beverly que recibió numerosos premios y nominaciones. Su siguiente obra, Sabrina, salió a la venta en 2018 y ambas han sido publicadas por la editorial canadiense Drawn and Quarterly. Las principales influencias de Drnaso son Daniel Clowes, Chris Ware y Adrian Tomine. En lo personal, ha admitido en algunas entrevistas que sufre crisis de angustias pasajeras que le ocasionan sueños paranoicos y depresión. La génesis de Sabrina se engloba en uno de estos episodios paranoicos, cuando Drnaso temía por el secuestro de su novia.

La edición de Salamandra Graphic es impecable. Es un libro en tapa dura, está bien impreso – aunque no lo parezca a primera vista – y el papel es bueno. El precio es algo elevado, pero no en exceso.

En definitiva, Sabrina es una obra con un planteamiento muy interesante pero resuelta de manera deficiente en su apartado gráfico. Nick Drnaso reflexiona sobre la deshumanización de la sociedad occidental contemporánea a través de cómo se trata a los familiares de las víctimas de tragedias y este retrato no es agradable. Sus ideas, aunque interesantes, topan con un tratamiento gráfico inadecuado que acaba desconectando al lector de la reflexión de fondo y generando una molesta decepción. Quizás sería conveniente que Drnaso acabara legando esta tarea a alguien más cualificado en aras de mejorar la eficacia de su mensaje.

Salut!



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