Javier Vázquez Delgado recomienda: Las Guerras Lácteas
Edición original: JLA/Doom Patrol Special, Mother Panic/Batman Special, Shade, the Changing Girl/Wonder Woman Special, Cave Carson Has A Cybernetic Eye/Swamp Thing Special, Doom Patrol/JLA Special USA (one-shots).
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Cecil Castellucci, Gerard Way, Jody Houser, Jon Rivera, Magdalene Visaggio, Steve Orlando.
Dibujo:Aco, Dale Eaglesham, Langdon Foss, Mirka Andolfo, Nick Derington, Sonny Liew, Ty Templeton.
Entintado: Aco, Dale Eaglesham, Langdon Foss, Mirka Andolfo, Nick Derington, Sonny Liew, Ty Templeton..
Color: Tamra Bonvillain, Marissa Louise, Keiren Smith, Nick Filardi.
Formato:Rústica, 224 págs. A color.
Precio: 19,95 euros.
590 millones de toneladas al año. Esa es la cantidad de leche que se produce en el mundo hoy en día, sin entrar en el pequeño, pero muy relevante detalle de que todos los mamíferos se alimentan de leche en sus primeros años de vida. Por tanto, no es descabellado decir que supera al arroz, la patata, la yuca o el maíz, por citar otros alimentos que son consumidos en grandes cantidades por los habitantes de la Tierra.
Tal vez fue esta reflexión la que llevo a Gerard Way y compañía a querer titular el cruce de las series de Young Animal con el Universo DC, con el peculiar y llamativo título de Las Guerras Lácteas. Y es que estamos ante una idea loca, que sobrepasa con creces lo que un lector habitual de comics puede esperar de este tipo de maniobras editoriales, donde nada es lo que parece y el todo se funde entre la realidad y la ficción.
Si se habla de Young Animal se habla de obras que quieren romper con la idea de lo establecido en el cómic de superhéroes, para dar un paso al frente y retorcer la realidad ficcional de tal forma que la propia realidad se vea afectada de alguna extraña y asombrosa forma.
Desde Zona Negativa se realizó un profundo seguimiento de este evento contenido cuando se publicó en USA y ahora, contra todo pronóstico, se hace un hueco en las estanterías de a mano de ECC, que recopila todo el cruce en un solo tomo.
Definir esta obra mediante el uso de las palabras resulta ser un ejercicio complejo. Un ejercicio que empieza por intentar definir para quién es esta obra, puesto que, por su planteamiento y su desarrollo, así como por su final, es cualquier cosa menos convencional. En el mercado hay obras, muchas, que salen de las imprentas con un claro lector en su punto de mira. Otras, en cambio, tienen miras más amplias y pueden satisfacer a muchos paladares. Y unas pocas llegan encerrando en su núcleo un peculiar tono, que las hace particularmente difíciles de recomendar de forma abierta. Las Guerras Lácteas pertenece a este último tipo de obra.
Y sin embargo la Leche… ¿Es buena?
Hay cierto paralelismo entre esta inocente pregunta y la obra que han concebido Way, Orlando, Houser, Castellucci, Rivera y Visaggio. Lo hay por como algo que es cotidiano en muchos hogares, puede esconder un tenebroso lado oscuro: la uniformización de todo. Resulta muy interesante pararse a reflexionar un instante sobre esta idea, el motor del evento, dado que en la actualidad lo que es diferente parece que debe ser extirpado o anulado, o destruido, o directamente uniformizado según caducos estándares de referencia. Esta crítica, nada velada, de un fenómeno absolutamente devastador, es la que da sentido a toda la obra.
Un sentido que se manifiesta abiertamente, de forma descarnada, y para nada lo hace de manera sutil. Todo lo que se plantea en la historia llega al lector de forma directa, buscando incomodar y crear cierta desafección con lo que está leyendo, puesto que es ahí, en ese punto concreto, es en el que se debe estar para poder apreciar el valor intrínseco de la propuesta de las Guerras Lácteas.
Y sin embargo no es una obra para todos.
Las Guerras Lácteas son un trabajo muy hermético, que toca tierra cuando el villano de esta función, Retconn, el mal homogeneizador, confabula con Manga Kahn a fin de poder vender la Tierra. La idea es ya de por si absurda, pero al mismo tiempo es brillante, puesto que sus guionistas no buscan darnos un espectáculo donde la acción y lo cósmico se den la mano. No, para nada, ellos quieren hablar de algo en lo que creen y es en la diversidad, en que las cosas no sean homogéneas y sean diferentes, como si fuera un grito de rabia mudo alrededor de todas las series que componen el sello de Young Animal.
Esa es la magia de este trabajo.
Las Guerras Lácteas son un todo diferente para cada lector. Pueden ser una obra fallida. Una obra maestra. Un desvariar divertido. Un insulto. Una broma pesada… cada lector puede encontrar algo distinto a lo que poder aferrarse y acabar disfrutando de esa idea loca con la que, a buen seguro, empezó la reunión en la planificaron este evento a nivel editorial.
La metaficción es algo muy relevante en este evento, puesto que se ha de ir más lejos de lo normal para acabar por encontrar algo. Y es que no hay mejor cómic que ese que deja espacio suficiente al lector para pensar.
224 páginas de pura desazón y buen hacer, al que es necesario añadir y elogiar, el magnifico trabajo de realiza Visaggio en las historias complemento que acompaña a cada número sobre un personaje, creado expresamente, con el que la guionista ataca de frente otro de los males del cómic de superhéroes, la costumbre de reimaginar y reimaginar, de adaptar y modernizar, a infinidad de personajes de antaño, buscándoles un sitio en el actual panorama editorial. Un sitio que no se encuentra en ese proceso de actualización, sino que esta justamente en sus raíces, en su ADN ficcional, y que muchos autores, cegados por el ego, buscan modificar para alzarse entre otros gracias al valor de una creación de antaño.
Y así lo hace saber la Chica Sin Forma.
Podría hablarse mucho más de este tomo, desgranar cada una de sus viñetas, teorizar sobre su composición y fuerza narrativa, analizando el soberbio trabajo de sus artistas, pero hacerlo significaría romper la magia que lo envuelve. Una magia que hay que descubrir por uno mismo, sin más ayuda que el pensamiento crítico y libre.
Ha llegado la hora de tomarse un vaso de leche. Ha llegado la hora de dejar de seguir los caminos establecidos y atreverse a ir en busca de nuevas direcciones. Ha llegado el momento de leer Las Guerras Lácteas.
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