Javier Vázquez Delgado recomienda: Mundo Independiente: Novedades USA #26
Bienvenidos a una nueva entrega de la sección donde comentamos nuestras impresiones de los estrenos más destacados del cómic independiente americano. Esta semana solo se publicaron dos novedades interesantes… o eso pensaba. ¿Puede ser malo un cómic del Zorro con portada de Michael Kaluta? La respuesta es un triste y rotundo “sí”. Nada más leer la primera página del avance disponible gratuitamente en la red tuve claro que por mucho que os quiera, queridos lectores, jamás estaré dispuesto a sufrir el dibujo de los cómics de American Mythology solo por el bien de esta sección. Así pues, habiendo reducido el número de estrenos destacados esta semana a uno, era necesario relajar temporalmente las reglas de esta sección y permitir la inclusión de una miniserie estrenada en febrero. Eso sí, una miniserie publicada fuera de las editoriales habituales independientes, por lo que creo que está justificada su inclusión. En Mundo Independiente apenas tenemos tiempo y energía para cubrir la producción de editoriales como Image. Esta era la única ocasión para hablar de una serie de esas características.
Killer Groove #1, de Ollie Masters y Eoin Marron
Edición original: AfterShock Comics.
Guión: Ollie Masters.
Dibujo: Eoin Marron.
Color: Jordie Bellaire.
Formato: Grapa, 31 páginas.
Precio: $3.99.
AfterShock es a día de hoy una editorial que no cesa de publicar series cuando menos entretenidas. Killer Groove no es una excepción.
Nacida de la imaginación de Oliie Masters, guionista británico que se está abriendo paso en el mercado americano, y el dibujante Eoin Marron, Killer Groove es la historia de un músico en la California de los años 70, repleta de excesos y violencia. El éxito es una quimera… hasta el día en el que descubre su don para el asesinato. Matar no solo se le es fácil, sino que además le provee la inspiración necesaria para componer baladas que emocionan al público.
Masters y Marron componen un buen comienzo con el que mantenernos enganchados a este espectáculo musical. Callejuelas oscuras, bares sórdidos, detectives y matones, y una guitarra conforman el mundo en el que se desarolla la historia, que se adhiere a los cánones del género negro con mucho oficio. El protagonista es un tipo bastante desagradable, uno de esos perdedores tan comunes en esta clase de relatos, cuya conversión a sicario es el epicentro de este número. Y vaya conversión; podríamos quejarnos de que es demasiado rápida, pero se ajusta perfectamente al ritmo y espacio que permite un cómic americano estándar, manteniéndonos intrigados con cómo progresa. Paralelamente, por si eso no fuera suficiente, asistimos a una subtrama aparentmente inconexa que seguro que será vital en posteriores números.
El dibujo de Marron y los colores de Jordie Bellaire le dan al cómic un aspecto sucio y con regusto retro, ideal para retratar la ciudad de Los Ángeles en los años 70. Quizás el trabajo del dibujante peca de inconsistencia y algún que otro momento en el que se le resiste plasmar en imágenes los pensamientos de los personajes de la obra; pero en general cumple con nota. Mención especial a la rotulación de Hassan Otsmane-Elhaou, única y distintiva en comparación con la mayor parte de la producción independiente.
En general, el debut de Killer Groove ha cumplido con todas mis expectativas. Estamos ante una historia entretenida y bien narrada. Ojalá el albúm entero, es decir, la serie entera esté a la altura de este debut.
Afterglow #1, de Pat Shand y K. Lynn Smith
Edición original: Space Between Entertainment.
Guión: Pat Shand.
Dibujo y Color: K. Lynn Smith.
Formato: Grapa, 34 páginas.
Precio: $2.99.
Ante la falta de otra novedad interesante esta semana, decidí escudriñar la sección independiente de ComiXology, el servicio de cómics digitales de nuestro amo y señor Amazon. Varias series me llamaron la atención, incluida una miniserie de tres números para todas las edades titulada Afterglow. Descargué el primer número con curiosidad.
Afterglow me ha hecho recordar dos cosas. En primer lugar, que hay vida más allá de las editoriales independientes más reconocidas -Image, Dark Horse, IDW…- y es triste que no podamos acceder a esos cómics a menos que estén disponibles en formato digital. Suponiendo que lleguemos a conocer de su existencia, ya que rara vez disponen sus creadores de los medios adecuados para publicitarlas.
También me ha hecho recordar lo mucho que me pueden aburren los cómics para todas las edades. Terminar las 34 páginas de este número fue todo un desafío. Soy demasiado cínico para una serie tan inocente con un mensaje tan inequivocamente positivo y sencillo. Me producen reacciones alérgicas tantas cosas bonitas en una sola página, como es el caso aquí.
Sin embargo, por mucho que me haya disgustado la lectura, es innegable que los autores son gente con talento que entiende muy bien a su público. El guion de Pat Shand no mira con condescendencia a los niños que leerán la miniserie, algo que siempre es de agradecer. Encuentra un buen balance entre drama y humor, dejando a la historia desarrollarse con calma pero sin volverse cansina. Al terminar este número, la odisea no ha hecho más que comenzar y muchos pequeños lectores estarán emocionados por leer la continuación. Y qué decir del precioso dibujo y color de K. Lynn Smith, los cuales crean un pequeño mundo que seguro que gustará a un público más receptivo que este cínico redactor. Ciertamente, la dibujante sucumbe al estatismo en muchos momentos, pero este es otro caso en el que las virtudes del dibujo se anteponen a los defectos.
Afterglow dista mucho de ser la clase de cómic que se ajusta a los gustos y preferencias de un cínico desalmado como quien escribe estas líneas. Eso es genial: es otra muestra de la amplia variedad en el mercado independiente. Hay un cómic para cada lector y desde luego el talento no escasea fuera de las grandes editoriales.
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