Javier Vázquez Delgado recomienda: Zero Galván. Un policía se atormenta
“Nueva York pierde sus afeites cuando llega la noche…”
Clotilde Moreno, una stripper, es la compañera de piso del sargento Zero Galván, un policía portorriqueño que vive en la ciudad de Nueva York. Según el narrador, la mujer tiene cuatro defectos: es orgullosa, es rencorosa, desprecia a los hombres y finalmente comparte su piso con un policía. Sin embargo los autores consiguen retratarla como un personaje positivo, valiente y con las ideas claras. Todo lo contrario que el atormentado Zero Galván, que pasa por ser un agente heroico para los medios pero que vive su vida entre remordimientos, frustraciones y lamentaciones.
El guionista porteño Ray Collins – pseudónimo de Eugenio Juan Zappietro – y el dibujante de Santa Fe Gustavo Trigo publicaron entre agosto y diciembre de 1979 una serie limitada llamada Zero Galván para la revista Skorpio Extra publicada por la editorial argentina Ediciones Récord.
Esta precuela narra los primeros casos del protagonista de la serie Precinto 56 – el policía Zero Galván – antes de convertirse en teniente. La miniserie consta de 5 episodios de doce o trece páginas cada uno, tres de ellos en color y dos en blanco y negro.
Zero Galván es un cómic policial argentino que parte de otra saga mucho más larga, llamada en su país de origen Precinto 56 y que en Europa se tituló Larry Mannino, Distrito 56. Esta serie principal cuenta también con los guiones de Collins y con los dibujos – en su etapa inicial entre 1962 y 1963 – de un primerizo José Muñoz y más tarde de Ángel “Lito” Fernández, en una segunda fase más conocida y longeva que abarcó de 1974 hasta finales de 1981. Existe una tercera versión en color, que se empezó a publicar en la revista D’Artagnan en 1996, dibujada por Alfredo Flores y Andrés Páez que está ubicada en la ciudad de Miami.
Collins creó Precinto 56 siguiendo una orden explícita del famoso director de la revista Misterix; el gran Hugo Pratt que le pidió que creara un policial. Para ello el guionista se fijó en el cine norteamericano de posguerra, en las novelas negras y en las series de televisión para recrear una ciudad de Nueva York imaginaria, turbia y corrupta, llena de víctimas y de criminales, no muy alejada de la metrópoli real.
El protagonista de Precinto 56 es el teniente Zero Galván, un policía hispano implacable, violento y honesto que lucha denodadamente contra las principales organizaciones criminales de Nueva York. La segunda versión de la serie – la más popular – consta de más de ochenta episodios en blanco y negro, donde el arte de Ángel “Lito” Fernández complementa perfectamente los secos pero poéticos guiones de Collins.
En cambio, la miniserie Zero Galván nos muestra los inicios de este agente del orden portorriqueño en el cuerpo de la policía de Nueva York; desde su primera patrulla hasta que se convierte en un atormentado pero tenaz sargento. Son cinco historias duras, sin concesiones donde se describe una sociedad en franca descomposición y donde la figura de Galván no sale enaltecida sino como un personaje lleno de flaquezas y contradicciones.
La droga, la prostitución, la corrupción… son tratados sin tapujos, de forma cruda, resaltando sus efectos devastadores en la comunidad y como el trabajo policial es un mero parche, una solución temporal a los verdaderos problemas estructurales como son la desigualdad, el racismo o la explotación.
Lo que también distingue esta miniserie es sin duda el extraordinario arte de Gustavo Trigo. Su estilo sucio, seco, de manchas atrevidas y dotado de un realismo agresivo complementa a la perfección toda la carga crítica y de denuncia de los textos de Collins.
A menudo identificado como un mercenario de la historieta, el “negro” Trigo poseyó un estilo definido e inconfundible. En sus mejores trabajos destacan sus contrastes radicales entre el blanco y el negro, su trazo sucio pero preciso y una capacidad narrativa prodigiosa. La definición de sus personajes es excelente y no le tiembla el pulso a la hora de romper el esquema de distribución de viñetas tradicional.
En Zero Galván realiza una de sus mejores aportaciones al cómic argentino que se truncó cuando el dibujante emigró a Italia en busca de mejores oportunidades.
Eugenio Zappietro (1936) es policía de profesión y ha sido también guionista de comics para las editoriales Columba, Abril o Record desde los 23 años. Ha cumplido, pues, más de 50 años de carrera literaria. Entre sus obras podemos destacar El Cobra y Los vikingos con dibujos de Arturo del Castillo, Henga y El cazador con el arte de Juan Zanotto, Águila negra con dibujos de Francisco Solano López y otros o Alan Braddock y Rocky Keegan con Gerardo Canelo. Todos estos trabajos los hizo firmando siempre con el pseudónimo de Ray Collins.
Además ha escrito numerosas novelas – algunas protagonizadas por Larry Mannino – y series de televisión.
Gustavo Trigo (1940-1999) ha sido el artista argentino más infravalorado de su generación. Nacido en 1940 es contemporáneo de Horacio Altuna, José Muñoz, Domingo Mandrafina, Juan Zanotto o Enrique Breccia, entre otros. Sin embargo, pese a tener una gran trayectoria, no suele aparecer en las listas de preferencias de los aficionados. Nacido en la provincia de Santa Fe se trasladó de adolescente a Buenos Aires donde empezó a colaborar para diferentes editoriales como Bruguera, Columba, Abril, Cielosur, Récord o Atlántida. Entre sus trabajos destacan Jackaroe, Ted Marlow con el pseudónimo de Marcos Adán, la serie para el periódico Las Noticias titulada La guerra de los Antartes con los guiones de Héctor Germán Oesterheld, ¡Marc! para la revista Top con guiones de Osvaldo Lamborghini, dibujó una segunda etapa de Sargento Kirk o también Serie Negra con textos de Guillermo Saccomanno. A finales de los 70 se instala en Roma donde trabajará para las revistas Lanciostory y L’Eternauta antes de engrosar las filas de la editorial Bonelli donde participa en las series Dylan Dog, Nick Ryder y Julia. Durante esta época no deja de colaborar con las editoriales de su país en obras como Ciudad de noche, Gómez, Saxo o Diego firmando a menudo como Marcos Adán. Murió en Roma el año 1999.
Estamos ante otra de estas series que sería muy recomendable recuperar. Zero Galván representa lo mejor que se puede encontrar dentro del tebeo popular y comercial. Una propuesta de éxito que no está reñida con la calidad. Una fórmula que en su país de origen, Argentina, se daba con inusual frecuencia. En estas páginas nos encontramos con unas historias atractivas, duras y sin concesiones, ilustradas con un arte superlativo.
Es una auténtica tragedia no contar con un recopilatorio digno de esta historieta, ni de la serie madre Precinto 56 ya que estamos, y es otro motivo de peso para que un personaje como Zero Galván se atormente allá donde esté. ¿No se apunta nadie a darle un pequeño respiro a un pobre policía?
Salut!
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