Javier Vázquez Delgado recomienda: Wonder Woman #15

 

Edición original: Wonder Woman núms. 58-61 USA.
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: G. Willow Wilson.
Dibujo: Cary Nord, Xermanico.
Entintado: Mick Gary.
Color: Rómulo Fajardo Jr.
Formato:Rústica, 96 págs. A color.
Precio: 7,50 euros.

 

Wonder Woman lleva ya muchos años a las espaldas y desde que se relanzara tras Crisis y no hay momento en el que los aficionados miren al pasado para compararlo con su presente. Un fenómeno que también parece afectar a muchos autores que recalan en las playas de Themyscira. Y es que no es fácil apartar el pasado, cuando es un pasado escrito por Len Wein, George Perez, Phil Jimenez, Messner-Loeb, Greg Rucka o Brian Azzarello, por citar algunos de los principales autores que han sabido encontrar el tono adecuado a la hora de escribir a la amazona por excelencia del Universo DC. Autores que definieron un camino y que han resultado ser muy influyentes para otros muchos que han trabajado con Diana a lo largo de los años.

En la serie actual, tras el paso por la misma de James Robinson (con un trabajo irregular y poco definitorio) y un arco transitorio escrito por Steve Orlando (mucho más acertado y certero en su propuesta), la serie cae en las manos de una de las autoras más solventes de mercado, G. Willow Wilson, que regresa a DC tras su paso triunfal en Marvel, con su serie Ms. Marvel. Y regresa ya que en su día escribió algunos números de Superman y el polémico Superman: Grounded, así como una miniserie de Vixen y algunos números unitarios de lo más variopinto. Pero el éxito le resultó esquivo hasta que, tras ser premiada por su primera novela (Alif, en invisible), creó a Kamala Kahn y todo cambió por completo en su carrera.

Con este currículo y dado el panorama actual de la serie de Wonder Woman, cuando fichó de nuevo por DC y se anunció que recalaría en la serie de Diana, la expectación no podía ser más alta. Y hoy, de la mano de ECC, llega el primer tomo que recopila parte del primer arco argumental de su trabajo en la colección, permitiendo, así, poder analizar si Wilson ha sido capaz de captar el tono definitorio de la princesa de Isla Paraíso.

Wilson entronca directamente con el trabajo que Robinson realizó en su etapa, con Grail y Ares encerrados bajo Themyscira. Un encierro largo de dos de las peores amenazas que han tenido nunca las amazonas y la propia Wonder Woman y que poco cuesta suponer que va a ser el motor de este primer arco argumental. La escritora arranca con un objetivo muy claro, el de redefinir el entorno de Diana y su relación con la mitología griega. Wilson parece mostrar un interés inusitado por hacer suyos los conceptos de antaño y darles una nueva vida alrededor de Wonder Woman. Un esfuerzo que no se concreta y mucho menos está a la altura de lo que se pretende, por ser un burdo intento de emular a Azzarello y crearse un panteón de dioses a su medida.

El conflicto que presenta Wilson se muestra muy superficial, sin carisma alguna, sin emoción, sin épica, sin nada que permita un punto de conexión a fin de que de verdad se genere interés por la situación.

La guerra, la destrucción y la muerte, son el trio de ases sobre los que se quiere reflexionar a través de los ojos de un dios dispuesto a luchar contra su propia naturaleza. Acometer dicha empresa es, cuando menos, antinatural, puesto que usar tal ardid solo posible si hay un desarrollo progresivo que haga creíble la propuesta. Si no hay un mínimo de credibilidad los personajes la trama se debilita y acaba por desmoronarse.

La historia abre varios frentes, con Trevor perdido tras las líneas enemigas, con Wonder Woman actuando de forma expeditiva, incluso irreflexiva, debido a esta situación, algo que tampoco acaba de encajar con el personaje, que supedita todo a la relación que tiene con el soldado. Todo carece del ritmo hipnótico de la sangre al circular por las arterias, con una puesta en escena progresiva, en el que se van añadiendo conceptos que mezcla a deidades con asuntos mortales, en una mixtura poco homogénea.

Wilson juega a la ambigüedad de la guerra, a intentar ver la situación desde los dos bandos, en el que la línea que separa a los soldados de dos ejércitos es cada vez más tenue en el mundo de hoy en día. El arco se muestra errático, con ideas que podrían dar mucho de sí, pero que se despliegan de manera muy tangencial, quedando la esperanza de que se recuperen en algún momento y puedan aportar lo que en este primer tomo no aportan.

La serie, además, sufre de un trabajo gráfico muy irregular que pivota entre un Cary Nord tosco y desganado, en el que hay dibujos que parecen meros bocetos, y el de Xermanico, que sí que le pone alma a su trazo y sube, sin deslumbrar, el listón tan bajo que deja Nord en sus páginas. Un aspecto que debilita más al conjunto y que desluce por completo en una de las series claves de DC Comics.

La ilusión puede verse truncada tras la lectura de este tomo ya que Wilson decepciona en su puesta de largo. Solo queda esperar a que la conclusión de esta primera trama le permita poder reflexionar y encarar de manera más acertada su siguiente historia en la que se gane el respeto del Diana. Y es que Wilson parece no entender que el pasado debe ser usado para construir el presente, pero sin querer emular aspectos que hoy ya no tienen cabida alguna en la serie regular del personaje femenino más importante de DC.



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