Javier Vázquez Delgado recomienda: The Boys Integral 1

Edición original: Wildstorm Studios/Dynamite Entertainment
Edición nacional/ España: Norma Editorial
Guión: Garth Ennis
Dibujo: Darick Robertson
Color: Tony Aviña.
Formato: Cartoné 752 páginas
Precio: 39,95€

Hoy, 26 de julio, la plataforma de streaming Amazon Prime Video pondrá a disposición de sus suscriptores la primera temporada de la serie The Boys, inspirada en el célebre cómic escrito por el irlandés Garth Ennis (Predicador, Hellblazer) y dibujado por el estadounidense Darick Robertson (Transmtropolitan, Happy!) primero para el sello Wildstorm Studios de DC Comics y después para la editorial independiente Dynamite Entertainment. Con motivo de dicho estreno vamos a volver al material original reseñando los tres integrales con los que Norma Editorial recopiló toda la serie. Como es lógico y razonable vamos a empezar con el primero de ellos que sería, presumiblemente, el que habría inspirado a Seth Rogen, Evan Goldberg y Eric Kripke, impulsores y showrunners del proyecto, a la hora de darle forma. Pero por ahora no podemos certificar nada y si tenemos en cuenta que dos de los responsables de esta traslación al medio audiovisual son los mismos que no hicieron mucho caso al cómic Predicador cuando decidieron llevarlo a imagen real, mediante la cadena de pago AMC, poco podemos saber a ciencia cierta sin haber visto el producto.

En octubre de 2006 DC Comics anunciaba que, mediante el sello WildStorm Studios que había comprado a Image en 1999, comenzaba la publicación de una serie escrita por Garth Ennis e ilustrada por Darick Robertson con la que parodiarían el género supheróico en un proyecto dirigido al público adulto. A los seis números, de los primeros diez previstos, DC Comics cancelaba la serie sin dar muchas explicaciones, pero viendo el contenido de la misma y su virulencia a la hora de retratar a “sosias” de iconos encapuchados de la casa podemos imaginar el motivo. Afortunadamente los jefazos de la editorial permitieron a Ennis y Robertson llevarse consigo a su criatura y poco tardaron en ofrecérsela a la independiente Dynamite Entertainment que la recibió con los brazos abiertos y convirtió en uno de sus más exitosos y notorios buques insignia. Para más información en profundidad de The Boys recomiendo echar un vistazo a The Boys: Reseña Completa y Mundo Independiente – The Boys: Una Guía Introductoria de nuestro compañero Mariano Abrach.

Este primer integral de The Boys contiene de los números 1 a 30 y abarca cuatro arcos argumentales completos de la serie original. Lo interesante de un trabajo como el de Garth Ennis y Darick Robertson (y es algo que el guionista irlandés suele aplicar en muchos de sus proyectos, como en Thor: Vikingos) es que ya su primera página es tanto una síntesis de lo que va a ser el contenido de la colección como una declaración de intenciones por parte de sus creadores. Una splash page muestra una bota militar pisando la cabeza enmascarada de un superhéroe, muy parecido al Capitán América, quedando reducida a un sanguinolento amasijo informe. Sin medias tintas y marcando a fuego el tono que destilará la obra sus autores son conscientes de que esa primera toma de contacto servirá para atraer a cierto tipo de lector, mientras repelerá a otro. Realmente es de agradecer el poner tan pronto las cartas sobre la mesa, ya que ambos profesionales han colaborado en productos tan exitosos como no aptos para todos los estómagos y es digno por su parte no hacer perder el tiempo a aquellos que decidan, o no, adquirir el cómic.

La historia de The Boys comienza cuando Hughie, un chico escocés, ve como un superhéroe llamado A-Tren mata por accidente a su novia, Robin, en el fragor de la batalla contra un villano. Desde ese momento se convierte en el objetivo de Billy “El Carnicero” líder de un equipo formado por él mismo junto a L.M (Leche Materna), la Hembra y el Francés o Frenchy. Este peculiar grupo llamado The Boys colabora con la CIA y su misión es “gestionar” y “mantener a raya” a los seres más peligrosos del planeta, los superhéroes, que en este microcosmos ficcional consiguen sus poderes mediante el “Compuesto V”, siéndoles inyectado para conferirle sus especiales dotes sobrenaturales. Hughie pasará a formar parte de The Boys y se embarcará en una cruzada contra algunos de los supergrupos más importantes del planeta como Teenage Kix, G-Men o Los Siete, estos últimos los más poderosos de todos ellos comandado por el Patriota. En este contexto Ennis y Robertson comienzan a desplegar sus piezas sobre el tablero para ir dando forma a la serie y sus personajes. Algo en lo que se centra esta primera treintena de números.

The Boys es la culminación, sublimación y cristalización definitiva del odio que Garth Ennis siente por los superhéroes o al menos por las señas de identidad propias de estos como iconos de la cultura popular. Pareciera como si el guionista irlandés quisiera amalgamar los discursos de Watchmen y The Authority sobre la posibilidad de que si los humanos superpoderosos existieran en nuestra realidad serían psicópatas peligrosos o semidioses cuyos poderes les permitieran cometer actos más propios de los villanos a los que se enfrentan que a verdaderos justicieros, sin que la humanidad pudiera intermediar en ello. A este subtexto sobre la maldad intrínseca en los empijamados añade Ennis una pátina de desmesurado capitalismo detrás de sus actos (los supes están respaldados por una multinacional y producen ingentes cantidades de dinero mediante merchandising) y un perfil psicológico en el que las parafilias sexuales enfermizas y perversas los convierten definitivamente en el enemigo a batir por parte de los protagonistas, con el riesgo de hacerlo frente a una opinión pública que los considera los adaliades de la justicia y la libertad que realmente no son.

Ennis y Robertson cargan las tintas con un relato repleto de violencia y sexo explícito y un humor negrísimo que sobrevuela todo el conjunto de la obra. Más allá de su nulo sentido del humor, al que podían haber apelado quitando hierro al asunto, en parte es comprensible que DC Comics no mirara con mucho agrado una serie como The Boys. Sus autores no se esconden y si Los Siete son un claro émulo de la Liga de la Justicia Americana, Tek Knight lo es de un Batman con la imperiosa necesidad de practicar el coito con cualquier objeto, su sidekick y mayordomo incluidos, con pasajes desopilantes. Por desgracia DC Comics cortó por lo sano con la serie y no pudo ser testigo de que guionista y dibujante no iban a lanzar sus dardos sólo contra los personajes de dicha editorial. El arco centrado en los G-Men, y el resto de sus subgrupos, certifican que The Boys también iba hacer sangre con Marvel Comics mediante esta parodia de los Hijos del Átomo con una contrapartida de Charles Xavier profundamente desagradable. Esta es la tónica habitual de la obra a la hora de abordar el mundo de los superheróes, sin llegar a las barrabasadas de Crónicas de Wormwood, por poner un ejemplo de cómic de Ennis pasadísimo de rosca, pero tampoco entregándose a la seriedad de War Stories o Punisher MAX.

Pero quedarse con la superficie de un trabajo como The Boys es perderse sus mejores virtudes y hallazgos. Como suele suceder en casi todas las obras de Garth Ennis subyace debajo de la hemoglobina, la pólvora y los fluidos corporales una lectura más profundad de lo que pudiera parecer en un principio. En este sentido es de vital importancia el personaje de la Leyenda, un antiguo editor que se encargó en el pasado de escribir cómics con historias falsas de los superhéroes más famosos para vender su, inexistente, cara amable al gran público. Este secundario cobra gran importancia (dedicándole Ennis un arco argumental casi completo cuando cuenta a Hughie la historia del origen de Los Siete) para el relato no sólo por representar a esos autores del medio que se dejaron la vida escribiendo y dibujando para las grandes editoriales quedando siempre en un injusto segundo plano, sino porque por medio de la información que facilita al protagonista asienta el núcleo central de la obra desvelando la implicación de Los Siete en general y el Patriota en particular en una versión del 11S en la que fue el puente de Brooklyn el destruido por un avión secuestrado por terroristas, en lugar de las Torres Gemelas. Inyectando así en The Boys una lectura política sobre la corrupción a la que aboca el poder desmesurado que la convierte en un producto muy interesante más allá de su género o temática.

En lo referido a los protagonistas Ennis y Robertson se ocupan de ir perfilando gradualmente sus personalidades tomando como punto de inicio el reclutamiento de Hughie por parte de el Carnicero. De esta manera el personaje principal inspirado en el físico del actor británico, Simon Pegg, se muestra como un tipo afable, noble, compasivo y superado por las circunstancias. Bill en cambio parece un individuo íntegro, con um férreo código de honor, pero también un lado oscuro y desagradable que no lo aleja demasiado de los maniácos superpoderosos a los que con tanta ansia quiere eliminar. Leche Materna es un hombre centrado, con los pies en la tierra y problemas familiares, mientras Frenchy y la Hembra se revelan como la descarga cómica y la bomba de relojería del equipo. Pero lo más interesante de estas cinco criaturas, más que la psicología ideada por Ennis para hacerlos cercanos y empáticos, son las relaciones interpersonales experimentadas por todos ellos. La, un tanto enfermiza, relación paternofilial de Hugie y el Carnicero, la de camaradería y confianza de este último con L.M y la, para un servidor, más interesante de todas compuesta por la peculiar conexión entre Frenchy y la Hembra. Dos psicópatas que sólo se tienen el uno al otro y revelándose él como el guardián de la poca cordura contenida en el menudo cuerpo de ella. En The Boys encontramos las señas de identidad sobre amistad, camaradería y compromiso propias del autor irlandés que hacen acto de presencia en casi toda su obra y cierta vertiente machista no ajena tampoco a su impronta.

A pesar de cierta irregularidad cuando Ennis se dedica a sobreexplicar el microcosmos al que él y su colaborador están dando forma el material contenido en esta primer integral de The Boys es indispensable para los fans del autor de Battlefields o Crossed. Por suerte el guionista encuentra total complicidad en el trazo entre tierno y feista de un Darick Robertson dando muestras de haber disfrutado cada viñeta cargando con barbaridades de todo tipo una treintena de números en los que sus limitaciones como ilustrador quedan disipadas gracias a su implicación total con el proyecto. De hecho cuando sus lápices son puntualmente sustituidos por los de otros autores, como Peter Snejbjerg o John Higgins, el apartado gráfico y la cohesión del mismo se resienten notablemente a pesar del buen hacer de dichos artistas. En resumidas cuentas nos encontramos ante treinta números de algo más que pura diversión en una edición magnífica con una presentanción elegante y compacta, con una notable cantidad de extra,s que hacen de este primera integral una compra indispensable para disfrutar de la impronta malencarada de sus máximos responsables y ponernos al día con la obra ante la inminente llegada de su adaptación audiovisual.



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