Javier Vázquez Delgado recomienda: War of the Realms: opinión del evento principal
Edición original: Marvel Comics.
Edición nacional/ España: Panini Comics.
Guión: Jason Aaron.
Dibujo: Russell Dauterman.
Color: Matthew Wilson.
Formato: Grapa.
Precio: $5.99 (#1, #6), $4.99 (#2-5).
Hablar de War of the Realms me está resultando extremadamente difícil. He escrito, borrado, vuelto a escribir y vuelto a borrar. Y, sinceramente, no logro sacar mucho en claro. No entiendo por qué, no entiendo los motivos exactos. Pero lo que sí sé es que es una respuesta natural al gusto agridulce que me quedó al acabar este evento. Así que fuera reseñas clásicas, fuera artículos largos. Voy a opinar, y vamos a ver qué sale de todo esto.
¿Es War of the Realms una buena historia? Si nos fijamos en la parte de Thor, se podría discutir que sí. Si nos fijamos en la parte de evento, lo diré claro: vaya cagada. Cuanto más lo pienso, menos lo entiendo. Bueno, lo entiendo. Marketing, ventas, etcétera. No nos vamos a poner a descubrir ahora el fuego si hablamos de las ventajas comerciales que supone publicar una historia de estas características de este modo. Te aseguras las ventas de quienes ya siguieran Thor, atraes nuevos lectores y de paso pones el foco en series menores y tie-ins que, a su vez, pueden generar nuevas series. Sota, caballo, rey. Nos lo sabemos.
Pero creo que jamás me he encontrado una historia a la que le haya perjudicado tanto convertirse en un evento y salirse de donde debía haberse contado. Porque Jason Aaron, Russell Dauterman y Matthew Wilson tenían que haber contado esto en la serie regular de Thor y centrarse en la serie regular del personaje. Como talentos de primer nivel que son todos ellos, han ofrecido fuera de toda duda un trabajo profesional que entra estupendo por los ojos y que, sí, está bien narrado.
Por otro lado, ¿a alguien le ha importado lo que Lobezno y el Castigador andaban haciendo en esta serie? ¿Por qué tenían que interrumpir continuamente el progreso de lo verdaderamente interesante? Es increíble la cantidad de paja añadida por la presencia del resto del universo Marvel al por mayor. Un lastre, un peso continuo. El elemento más descorazonador y aburrido de estos seis números – más epílogo y números de Thor.
El evento está lleno de Momentos. Así, con mayúscula inicial. Momentos para que el lector abra la boca y sienta cómo se le está narrando algo más grande que la vida misma. Momentos para el disfrute, de esos que mientras preparas cuentas con entusiasmo porque, coño, molan. Pero todos estos Momentos se sienten puestos uno tras otro, sin ton ni son. No parecen necesarios, no parecen aportar. No tienen el efecto deseado. Se quedan en momentos. Así, en minúscula.
Todo esto no se aplica cuando hablamos de Odinson. Cuando pasamos a los asgardianos, a los personajes habituales, a los que han sido protagonistas de una historia río que comenzó allá por 2012; entonces sí tenemos una historia interesante con Momentos a disfrutar, Momentos a gozar y, sobre todo, Momentos que corresponden a desarrollos de personaje deseados y que, en según que casos, se esperaban durante años. Se nota, se nota mucho cuando la historia va por donde debe. Menos Frank Castle liderando a los elfos a la guerra. Más Jane Foster actuando como una Diosa y reclamando un nuevo sitio en el Panteón.
War of the Realms no para de abrir frentes. No por nada es una guerra. Sin embargo, toda esa narrativa de “La mayor guerra posible” queda bastante diluida según avanzan los números. Se comienza con una invasión a gran escala que cumple su objetivo, pero la remontada de los héroes – combate final de Thor aparte – parece muy sencilla. Aquí se produce un conflicto entre lo narrado y el cómo se narra. Jason Aaron decía que esto iba a ser El Señor de los Anillos en el universo Marvel. Eso ha acabado por ser un problema.
El guionista nos ha contado, bajo una apariencia superheroica, una historia de Dioses y mortales que va desde el inicio de los tiempos hasta el final de todo. Eso provoca que un tratamiento bíblico-religioso-mitológico sea no solo inevitable, sino necesario. Y eso no encaja con una idea de espectáculo moderno y guerra como la que se intuía en el primer número del evento. Una de dos: optas por un conflicto armado de gran nivel, ofreciendo una auténtica Guerra; u optas por ir al cien por cien con los Dioses y su mitología, apartando el conflicto más belicoso. Una vez más, son las dos mitades de este evento. Añado que me parece irónico cómo tanto Pecado Original como esta historia sean eventos de Aaron que afectan mucho a Thor pero que no caen con buen pie.
Dicho todo esto, puede parecer que no me haya gustado War of the Realms. No es así. Es muy fácil valorar el grandísimo apartado artístico, sobre todo, gracias a unos soberbios Dauterman y Wilson. Pero esta ha sido una de las mezclas más extrañas y decepcionantes que me he encontrado desde que me dedico a escribir de cómics. Las sensaciones son tremendamente confusas. El sabor, agridulce. Quería que me gustara, que me gustara mucho. ¡Esto era el gran clímax! Pero la estructura de la historia ha sido un tremendo palo en la rueda.
De ahí que esto no sea exactamente una reseña o un artículo o un análisis. Es pura columna de opinión. Porque me parecía la forma más honesta de acercarme a este texto tras darle muchas, muchas vueltas. Aun así, tranquilas aquellas personas que lleven años siguiendo las aventuras del personaje. Esto ha sido un final digno para Thor, Jane y el resto del elenco asgardiano. Los cambios en el statu quo se prometen interesantes, y Aaron deja un rico caldo de cultivo a su salida. El presente ha sido glorioso y el futuro pinta brillante. Quien ahora venga a escribir Thor tiene un gran reto por delante. Pero el Dios del Trueno ha completado un largo camino en una etapa que, indudablemente, quedará para el recuerdo como una de las mejores de su historia, incluso si ha habido un par de tropiezos durante el viaje.
“Quien empuñe este martillo, si es digno o digna, poseerá el poder de…
THOR”
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