Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – Crítica de Matrix Reloaded y Matrix Revolutions. El problema de la elección
Dirección: Lilly Wachowski, Lana Wachowski.
Guión: Lilly Wachowski, Lana Wachowski.
Música: Don Davis.
Fotografía: Bill Pope.
Reparto: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Hugo Weaving, Harold Perrineau, Jada Pinkett-Smith, Anthony Zerbe, Lambert Wilson, Monica Bellucci, Harry Lennix, Helmut Bakaitis, Gloria Foster, Daniel Bernhardt, Randall Duk Kim, Nona Gaye, Collin Chou, Clayton Watson, Steve Bastoni, Ian Bliss .
Duración: 138 minutos.
Productora: Warner Bros / Village Roadshow Pictures / Groucho II Film Partnership. Productor: Joel Silver.
Nacionalidad: USA.
Cuando el éxito llama a la puerta, que quedó adecuadamente abierta, lo que se hace es buscar repetir el éxito con una secuela, una continuación, que permita poder ir más lejos, expandir la historia y sobre todo volver a llenar unas arcas que, para los estudios de Hollywood, nunca están lo suficientemente llenas. Y esto es justamente lo que ocurrió con Matrix, que veía como su particular universo se expandía gracias a la genial Animatrix, para enlazar directamente con la secuela de Matrix estrenada el 15 de mayo de 2003, bajo el sugerente título de Matrix Reloaded. Habían pasado cuatro años desde que la taquilla crujiera con la irrupción del tiempo bala y el concepto de la vida es sueño. Cuatro años en los que las hermanas Wachowski no habían estado ociosas, puesto que se rodaron las dos secuelas de manera simultánea (no en vano se habla de que es una sola película dividida en dos). Matrix recaudó en 1999 la cantidad de 463,5 millones de dolares, con un presupuesto de tan solo 63 millones de dolares, por lo que era necesario ir mucho más lejos con las secuelas, que entre ambas disfrutaron de un presupuesto de 150 millones de dolares.
Quedaban muchos agujeros que tapar, muchas historias por contar, muchos conceptos por explorar y, por tanto, ese mismo día 15 de mayo, se lanzó al mercado el videojuego Enter The Matrix, una revolucionario juego de acción que aportaba nuevos e interesantes datos sobre la saga y que permitía poder introducirse como protagonista en ese mundo dominado por las máquinas.
El estreno de Matrix Reloaded fue un éxito y la taquilla lo reflejó con una recaudación de 742,1 millones de dolares.
El mundo necesitaba saber más de Matrix y el público apoyó en masa a la nueva entrega que fue agresivamente recibida por la crítica de entonces. Algunos de los adjetivos y términos que se usaron para definirla fueron los de infantiloide, indigna, torpe, presuntuosa, cochambrosa, alargada sesión de acción sin sentido, superficial, vacía, decadente… Parecía que la película no agradaba o más bien no había sido capaz de cumplir con las expectativas del público.
Sin duda Matrix Reloaded (y por extensión Revolutions) jugaba con el problema de no tener ya el misterio argumental de la primera, a lo que añadía la necesidad de ir más lejos y ser más grande que Matrix. Pero es que Reloaded no busca sino ser un nexo entre el planteamiento y el desenlace, siendo el nudo que define de forma clara y concisa que es lo que hasta ahora solo habían sido insinuaciones vagas. Las nuevas preguntas que Reloaded plantea y quiere explorar no aportan respuestas y aquello no gustó a la crítica, ni al público, que se sintieron traicionados por una pelicula que para nada merecía ser tratada con la dureza con la que fue recibida.
Si centramos la atención en los aspectos básicos de la cinta se pueden ver las costuras de una historia que fusionan símbolos religiosos contradictorios, donde la exigencia de cohesión y coherencia, se tornaba una petición irracional. Matrix no era, ni es, una película blindada a todo análisis, pero se la dejó pasar con todas sus dobleces y se erigió como el nuevo canon del cine de acción de finales del siglo XX. Un cine de acción que quería ser algo más, como se pudo ver en la crítica de ayer, permitiendo que Matrix anidara en cada espectador de manera peculiar y única. Esa Matrix que se quedó en la mente de miles de espectadores fue la causante de ese decepcionante impacto mental que significó Matrix Reloaded.
Lo peor que le puede pasar a una película es ser extraordinariamente buena o ser rematadamente mala. Si acaba posicionada en uno de estos extremos las conversaciones alrededor de ellas son cortas y concisas, porque pronto se alcanza el quorum social de que es muy buena o mala. Fin. Sin embargo, una cinta que tras 16 años continúe levantado y encendiendo apasionados debates, es sin duda una pelicula a tener muy en cuenta.
Matrix Reloaded eleva el listón de la acción a la enésima potencia, con un más grande todavía, mientras la historia continúa desarrollándose de manera espectacularmente ágil. La humanidad quiere contraatacar, necesita dejar de estar a la defensiva y desea poder tomar el control de una guerra que está durando demasiado. Un control que se les escapa de las manos cuando descubren que en 72 horas todo un batallón de centinelas atacará Sion para eliminarla para siempre. Han pasado seis meses desde lo narrado en Matrix y Neo ya es plenamente consciente de todas (o casi todas) sus habilidades especiales. La humanidad va a tener que enfrentarse a su hora más oscura, mientras Morfeo y Trinity, acompañados por Neo, visitan al Oráculo que les indica cuales han de ser sus siguientes pasos para poder acceder a la Fuente.
Con esto en mente las directoras ponen en marcha todos los mecanismos vistos en Matrix, reproduciendo los mismos males, como el nulo desarrollo de los personajes, que hacen lo que deben hacer, manteniéndose fieles a sí mismos y a lo que le rodea de forma estoica. Un tratamiento superficial de los mismos que de nuevo vuelve a favorecer al Agente Smith que regresa mucho más poderoso y libre de las ataduras virtuales a los que estaba sujeto en Matrix.
Aparecen nuevos personajes en Sion, algunos tan sugerentes como el interpretado por Jada Pinkett Smith, Niobe, capaz de consumir a la cámara en cada mirada, o Mifune, lugarteniente de campo o la máxima autoridad militar de Sion, Lock. Alrededor de todo gira la figura del consejo de sabios, los líderes de Sion, que aportan una visión a medio camino entre el suicidio en masa y la férrea creencia de que Neo puede cambiar las cosas de manera definitiva para los humanos. Y al otro lado, nuevos personajes virtuales, nuevos programas que hacen y actúan de la forma para la que fueron programados, como un contrapunto al libre albedrio que tiene por mantra Matrix. Y, sin embargo, no dejan de resultar extraordinariamente humanos en su forma de ser. Merovingio y Perséfone, resultan fascinantes con esa acción a la que hace alusión este programa traficante de influencias y las reacciones que se producen. Software que aspira a ser un ser humano, mientras los humanos sobreviven gracias a las máquinas que purifican el aire de Sion, drenan los gases tóxicos, extraen agua y minerales para poder cultivar comida. El destino de la humanidad depende de las máquinas para morir y para vivir. Un destino que las Wachowski exploran en una escena que no es sino la exposición, sin tapujos, de toda una alegoría a la carne, como extremo opuesto al metal y los cables. Una fiesta de hermandad y unidad en la gran caverna de Sion, con tintes eróticos, que transmite todo aquello a lo que las máquinas nunca podrán tener acceso.
La película no deja de lanzar preguntas al espectador, cuando el espectador lo que quiere es tener respuestas. Unas respuestas que no llegan hasta el momento más audaz y arriesgado de toda la cinta, la visita de Neo al Arquitecto. Una conversación fundamental para poder entender las singularidades de toda la trilogía de Matrix.
Matrix se cuestiona a sí misma en este punto y pone en tela de juicio toda su mitología. Este diálogo fue el principio del fin de la relación de los espectadores con la saga, puesto que no solo indica que la revolución de Neo no va a terminar bien, siendo el fracaso es la única opción posible, sino que, y es aquí donde la película hace un daño permanente al espectador, es que ni siquiera hay revolución alguna.
El Arquitecto se presenta como el creador de Matrix, rodeado de monitores, idénticos a los que se pueden ver en la sala de interrogatorios de Matrix, cuando Thomas Anderson es llevado allí tras su detención. Unos monitores que indican que el Arquitecto estaba detrás observado todo el proceso. El Arquitecto es dios escrito en código binario.
Es una escena memorable, con frases lapidarias, seguidas de largas cadenas de razonamiento, que permiten rescatar vestigios de información con los que descubrir que Neo es el sexto en llegar hasta allí, que Matrix fue creada como un paraíso y que no funciono por la propia e inexacta naturaleza humana y que nada puede cambiar lo que está a punto de suceder en Sion. Las máquinas están dispuestas a asumir un considerable daño con tal de acabar con esta anomalía sistémica y por tanto la humanidad está ya aniquilada.
El mensaje de la primera parte se invierte, se modifica sobre lo negativo, pasando de ser una cuento lleno de esperanza a ser un relato crepuscular de los últimos días de la humanidad.
Matrix Reloaded es un filme que escupe hielo corrosivo a la cara del espectador que ve como todo cuanto esperaba poder ver se esfuma de golpe. La acción (la escena de la autopista, o el combate en casa del Frances) ha sido algo glorioso, pero el fondo ha dejado de importar. Ahora las máquinas dicen que esto es algo que se crea para añadir sentido a Matrix, por lo que nada es lo que parece ser, ni siquiera lo que se creía real.
Y así concluye la primera de las dos secuelas, dejando al público exhausto y preguntándose qué ha pasado para que lo que creían iba a ser un triunfo de la humanidad haya acabado por ser una derrota.
Dirección: Lilly Wachowski, Lana Wachowski.
Guión: Lilly Wachowski, Lana Wachowski.
Música: Don Davis.
Fotografía:Bill Pope.
Reparto: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Hugo Weaving, Harold Perrineau, Jada Pinkett-Smith, Anthony Zerbe, Lambert Wilson, Monica Bellucci, Harry Lennix, Helmut Bakaitis, Gloria Foster, Daniel Bernhardt, Randall Duk Kim, Nona Gaye, Collin Chou, Clayton Watson, Steve Bastoni, Ian Bliss.
Duración: 130 minutos.
Productora: Warner Bros / Village Roadshow Pictures / Groucho II Film Partnership. Productor: Joel Silver.
Nacionalidad: USA.
Y llegó el final de la trilogía que quería plasmar en imágenes el cambio mental y filosófico que experimentó la sociedad a finales del siglo XX y los primeros años del siglo XXI. Llegó el 5 de noviembre de 2003, seis meses después de Reloaded, para concluir lo que había dado comienzo en 1999, con la lapidaría frase de marketing: Todo lo que tiene un principio, tiene un final. La taquilla en esta ocasión fue de 427,3 millones de dolares, lo que hace un total de recaudación entre las tres partes de 1.632,70 millones de dolares, cuando la inversión por parte de Warner fue de 213 millones.
Dejando a un lado los datos que solo interesan a los productores y ejecutivos con corbata de los grandes estudios, Revolutions viene a responder la decisión afectiva y moral a la que Neo se ha de enfrentar tras su conversación con el Arquitecto. ¿Salvar a Sion o salvar a Trinity? Un dilema trágico, que no es sino doblegarse al destino al que Neo no quería doblegarse cuando fue tentado con la pastilla azul o roja en Matrix. El Arquitecto considera que la razón humana es esclava de las pasiones, y no se equivoca, en absoluto, con lo que las hermanas Wachowski expresan abiertamente que lo que han contado hasta ahora no podía haber ocurrido de ninguna otra forma. He aquí lo inquietante y provocador de su propuesta.
Revolutions expande la carga filosófica de Matrix hasta las máquinas, preguntando abiertamente si pueden o no amar, si pueden o no perdonar, sin pueden o no tomar decisiones pasionales tal y como ocurre con los seres humanos. La inteligencia permite al ser humano comprender mejor el mundo que le rodea y por tanto el mensaje que se va filtrando es que no se puede separar el amor, la fe y las pasiones, de la inteligencia pura, sea natural o artificial.
La película gira alrededor de los últimos instantes antes de la destrucción de Sion, un combate épico, cargado de dureza y de escenas de batalla simplemente sobrecogedoras, con las que el espectador aprieta los reposabrazos de su butaca, pues todo discurre con extrema agilidad y tensión de cara a la salvación final a manos de Neo.
Matrix ha sido infectada por Smith y las máquinas han perdido el control sobre su creación. Smith campa a sus anchas y, esto queda en el aire, si Smith ha infectado a todos los humanos conectados a Matrix, esos humanos han muerto en sus vainas y por tanto las máquinas ha dejado de tener un flujo constante de energía con el que abastecerse de forma regular. Aparece, de nuevo, la necesidad dual entre máquina y humanos, tal y como se dejó ver claramente en Reloaded, cerrando el circulo que arrancó en Matrix, sin que quede establecido quién depende de quién.
En Revolutions hay un canto la esperanza, en una de las escenas más elegantes de la trilogía, cuando Trinity vuela en dirección a Zero-Uno, la ciudad de las máquinas, en la Logos, con Neo ciego por su reciente combate con Smith, capaz de salir de Matrix al mundo real de la misma forma que los humanos se conectan a Matrix. La idea de la doble puerta resulta fascinante y abre un sinfín de nuevas posibilidades, que no son aprovechadas por la linealidad en la que la película está atrapada. La Logos asciende por encima de las nubes y aparece el Sol, el astro rey, que con sus rayos purificadores jalea a Trinity y Neo en su misión suicida.
En esta tercera parte se percibe una poderosa influencia de la filosofía karmica, pues los personajes responden a sus creencias personales, con un Morfeo más mesiánico que nunca, la fe ciega del muchacho voluntario de Sion que venera a Neo por haberlo liberado (algo que se puede ver en Animatrix), Niobe, la descreída que considera necesario dar una oportunidad a lo que Neo dice poder hacer y sobre todo Trinity que agradece cada instante que ha podido compartir con Neo, expresando que ese era su único propósito en la vida. Demasiado forzado, demasiado encasillado para que todo ocurra como debe ocurrir. Y, sin embargo, esto abre un espacio para una pregunta nueva: ¿No es la vida eso precisamente, propósito y transcendencia? Hay una férrea consciencia colectiva alrededor de esta idea y quienes comprende este concepto tan abstracto saben que no están desperdiciando ni un solo segundo de sus propias existencias. Y tal vez esa sea la raíz de Revolutions en contrapunto a lo que Matrix planteaba en sus inicios con la elección libre de la pastilla roja o la azul. ¿Libre? Esa es la cuestión por reflexionar.
Se acusa a las secuelas de dejar de lado la tesis sugestiva sobre la que se sustentaba Matrix para comenzar un proceso de difuminación de está a favor del espectáculo visual. Un espectáculo que sin duda ensombrece al mostrado en Matrix, siendo todo un ejercicio de despliegue de ostentación impresionante. Quedarse con esto es tan válido como no conectar con la propuesta, o ver en las secuelas dignas continuaciones de lo planteado en Matrix. Sin duda se refuerza la sensación de que la trilogía, con sus extras, Animatrix y el videojuego Enter The Matrix, son un todo que no deja indiferente y que veinte años más tarde continúa siendo fuente de debates. Y es que hay una Matrix para cada espectador. Y lo mejor de todo es que ya ni siquiera es relevante si la pelicula gustó o no, sino como sigue horadando en el imaginario colectivo de una sociedad que veinte años después esta mejor más retratada que nunca en Matrix.
Reflexionemos.
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