Javier Vázquez Delgado recomienda: El Museo de lo Extraño 1 El Santuario de los Titanes

Edición original:Le musée de l’étrange 1 Le sanctuaire des titans FRA, Éditions du Long Bec
Edición nacional/ España:Coeditum
Guión:Régric
Dibujo:Régric
Color:Loli Irala Marín
Formato:Cartoné, 54 Páginas
Precio:19€

A través de objetos misteriosos, a veces mágicos o venidos de otra parte, encontrados en los cuatro puntos del globo, el Museo de lo Extraño traerá respuestas extraordinarias.

El santuario de los titanes es el primer álbum de la serie El museo de lo extraño. Esta serie surge de las ganas de Régric, con la ayuda de Loli Irala Marín en el color, de homenajear a los cómics de la escuela de Bruselas que leyó en su juventud. Así que tiene todo lo que caracteriza a esos cómics, mezcla de humor con aventuras en una fantástica línea clara. Este cómic nos ha llegado de la mano Coeditum en una edición limitada a 500 ejemplares.

Régric, seudónimo de Frédéric Legrain, es un historietista francés nacido en 1969. Su carrera siempre ha estado vinculada a los autores de la escuela de Bruselas, no solo por su estilo deudor de Hergé, Bob de Moor y Jacques Martin, sino también porque ha dibujado varios álbumes de la Lefranc el personaje creado por Martin. Tras varios años dedicado a la animación, comenzó en el mundo del cómic de manera profesional ilustrando los tres primeros álbumes de la serie Los viajes de Lenfrac dedicados a la aviación e ineditos en España. Posteriormente fue elegido como uno de los dibujantes de la serie madre debutando en 2009 con Navidad negra con guion de Michel Jacquemart, uno de los mejores álbumes de la serie de los realizados tras la retirada de su creador. A este seguirían El eterno shogun con guion nuevamente de Jacquemart, El niño Stalin con guion de Thierry Robberecht, Cuba 58 con guion de Roger Seiter, con él repitió en El Hombre Pájaro y en La Stratégie du chaos. Todos salgo el último han sido editados por Coeditum/Netcomic. En 2011 publicó Enredados por el Mini su primera obra como autor completo y la primera entrega de la serie de Ana Purna que, por desgracia, no tuvo continuidad. Este 2019 ha vuelto a la serie Los viajes de Lefranc para ilustrar el tomo La conquête de l’espace.

Loli Irala Marín es una colorista nacida en Valencia. Su carrera está íntimamente ligada a Régric con el que ha trabajado en los tres primeros álbumes de Los viajes de Lefranc, en Navidades Negras el número nueve de Lefranc y en Enredados por el Mini.

En el París de 1954 un grupo de periodistas han sido convocados por el dueño de la empresa automovilística Penault a la inauguración de un nuevo museo. Un museo encargado de exponer los objetos que escapan de la ciencia e historia tradicional, la primera exposición muestra los objetos del Sr. Rocas. Al acabar la inauguración Elsa y Víctor Galopín, dos miembros del personal del museo, descubren entre esos objetos un extraño robot llamado Señor 220 y una enorme tibia que solo puede pertenecer a un gigante. Entre la documentación que acompaña a los objetos descubren que la tibia se encontró en la república de Guacamola. Tras informar al dueño del museo se decide ir al lugar de origen de la tibia para encontrar más restos…

El santuario de los Gigantes es un cómic que no engaña a nadie, puesto que es justo lo que se ve al ojearlo: una aventura ligera con toques de humor en la más pura tradición de la línea clara de los años cincuenta. La trama es muy poco original y se ha visto algo similar en infinidad de ocasiones. En el álbum se puede ver la influencia de series como Tintín, sobre todo del díptico formado por El Templo del Sol y Las 7 Bolas de Cristal y también de Vuelo 714 para Sídney, y de autores como Bob de Moor. Quizás se excede con el homenaje y sea más bien un pastiche de las series de la época, algo que no le paso con Enredados con el Mini que, si bien era un magnifico homenaje, también resultaba una refrescante revisión de las aventuras de línea clara. Pero a pesar de todo, como gran fan que soy de Tintín y la línea clara, personalmente lo he disfrutado bastante, aunque no llega a la excelsa calidad de la serie de Hergé. Y creo que son dos condiciones imprescindibles para hacerlo, si no te gustan ninguno de los dos, deberías gastar tu dinero en otro cómic.

En el cómic hay mucho de homenaje a una forma de entender los cómics que ha quedado olvidada. Estamos ante un cómic autoconclusivo que además sirve presentación a los personajes que protagonizarán la serie. En cada página suceden un motón de cosas haciendo la historia muy densa, pero nada pesada ya que los frecuentes gags sirven para aligerarla. Lo mismo sucede con los diálogos que a veces son muy largos. Algo nada habitual en la BD de hoy, pero que era habitual hace cincuenta años y que supone un soplo de aire fresco. A pesar de ser una serie que mira mucho al pasado, Régric tiene el excelente criterio de evitar alguna de las cosas que peor han envejecido de estás series como el tratamiento de a las mujeres y el sexo. En El museo de lo extraño, aunque al principio Elsa está todo el rato desmayándose como marcaban los cánones de la época, luego cambia y deja de ser una mujer que no solo sirve rescatada por el hombre, sino que tiene ideas propias y no duda en embarcarse en aventuras por sí misma, no por acompañar a su enamorado. Alguno de los personajes sí que tienen actitudes bastante machistas, pero eso no deja de ser un reflejo de los años cincuenta en los que se desarrollaba la serie. Algo similar sucede con el sexo, ya que no los protagonistas no están asexuados como algunos de los héroes clásicos de la BD. Tampoco hay nada explicito, pero si sienten deseo. Algo que sirve para humanizarlos.

Los personajes son muy planos y faltos de carisma. Apenas sabemos nada de su pasado y de lo que piensan, algo típico de la tradición de las series de aventuras francobelgas. Pero a diferencia de en estas, no hay ningún héroe pluscuamperfecto sin tacha, aunque sí que está presente otro de los arquetipos clásicos: el secundario cuya única función es servir de alivio cómico. Este rol lo hace el señor 220, del que llama la atención la naturalidad con la que asimilan su presencia el resto de los personajes.También hay que señalar que no hay ningún antagonista y el final es muy forzado ya que sacan una amenaza de la que no se sabía nada hasta unas pocas páginas antes, algo similar a lo que sucedía en las primeras historias de Alix o Tintín que iban avanzando a tirones hasta llegar a un final muchas veces algo anticlimático. Estos dos puntos son los más negativos que hacen que te desenganches de la historia.

Llama muchísimo la atención el tratamiento que Régric da de los periodistas, los primeros que salen solo quieren comer gratis y el que acompaña a la expedición no duda en falsear los hechos para que sean más favorables a quien le paga. Esto último es cada vez más habitual en la prensa, que cada vez es menos independiente.

El estilo de Régric recuerda a la mejor línea clara clásica, es capaz de dibujar como los mejores en las dos vertientes: la más seria como ha demostrado en Lefranc y la humorística algo que hemos visto en esta serie y en Ana Purna. Gráficamente es una serie que perfectamente pudo aparecer en las páginas de la revista Tintín junto a Blake and Mortiner, Alix, Barelli, etc… De los autores clásicos que trabajaron con Hergé, el que más influye en el estilo de Régric para esta obra es Bob de Moor, tal vez el dibujante más dotado para el dibujo de todos, pero sin duda el peor guionista. De él sobre todo sabe capturar la facilidad con la que mueve a sus personajes y la expresividad, pero también vemos el talento de Hergé para planificar las páginas. En este trabajo cumpla a la perfección con las características que definen la línea clara clásica: líneas perfectamente delimitadas, ausencia de sombras y manchas de tinta, colores planos sin tono intermedios, estilo realista salvo en las caras que son caricaturescas y una narrativa muy diáfana y clásicas. Además de un gran trabajo en los fondos y los detalles de cada una de las viñetas. Un trabajo que encantará a los amantes de este tipo de dibujo.

Coeditum hace una muy buena edición con gran tamaño, buen papel y reproducción. El diseño sigue el homenaje a los álbumes de línea clara clásicos, muchos de los cuales los hemos podido disfrutar gracias al trabajo de Coeditum/Netcomic. Es un poco más caro que el resto de sus publicaciones debido a la pequeña tirada.

El santuario de los titanes es una serie homenajea desde el respeto a los grandes clásicos de la línea clara. Tiene todo lo que podemos esperar de este tipo de historias aventuras, gags físicos, humor blanco, etc.… pero con una modernización necesaria para una obra publicada en la segunda década del s. XXI. Todo el que disfruto de pequeño con el trabajo de Hergé y Bob de Moor se rencontrará con las mismas sensaciones, pero sin llegar a su genialidad. Según ha confirmado Régric en su blog en el año 2020 aparecerá la segunda aventura, así que quedamos a su espera para poder disfrutar de ella cuanto antes.



Ver Fuente

Comentarios

Entradas populares