Javier Vázquez Delgado recomienda: La ira de Eternal Warrior: Un trato con el diablo
Edición original: The Wrath of Eternal Warrior 11-14.
Edición nacional/ España: Medusa Cómics.
Guión: Robert Venditti.
Dibujo: Robert Gill.
Color: Mike Spicer.
Formato: Rústica, 112 páginas.
Precio: 13,95 €.
Llegamos al final de una etapa en la vida de Gilad Anni-Padda, nuestro Eternal Warrior ha vivido una emocionante aventura en su penúltima serie limitada para Valiant, La ira de Eternal Warrior, publicada por Medusa Cómics en tres tomos en formato rústica. Desde aquí afirmamos con rotundidad que los dos primeros estaban en un nivel muy alto, un enorme trabajo de Robert Venditti se completaba con la asombrosa labor que realizaban algunos de los grandes talentos de nuestro país en el dibujo, Juan José Ryp, Raúl Allén y Patrica Martín nos hacían disfrutar del guerrero eterno como no había pasado antes, y eso que Gilad tiene un buen recorrido dentro de la editorial. Sus primeras series, su paso por Unity, la participación en los diversos eventos y, en especial, Book of Death, donde era el protagonista absoluto, nos dejaron enganchados a este gran personaje. Ahora toca enfrentarse al final con este tercer tomo, ¿final?, pues no, hay más Eternal Warrior y casi todo ya ha sido publicado, pero de eso hablaremos luego.
Para este tercer acto el principal cambio es el dibujante, entra Robert Gill con Mike Spicer al color, para sustituir a Raúl Allén y Patricia Martín, que habían hecho ocho de los diez primeros números, y a Juan José Ryp, el cual realizaba los dos restantes. Los anteriores eran dibujantes muy buenos y muy peculiares, Gill destaca menos en sus diseños, pero tiene una destreza enorme y controla perfectamente a Eternal Warrior, ya lo demostró en la antes mencionada Book of Death y vuelve a hacer lo mismo aquí, siendo el personaje perfecto para narrar las batallas contra demonios de las que este tomo está plagado. Spicer es digno de mención, las tonalidades que va dando a los diferentes escenarios hacen que el dibujo de Gill resalte aun más, logrando representar a las mil maravillas tanto las escenas de calma en la casa como las luchas sangrientas en el desierto de sal.
Venditti ha querido contar en esta serie dos cosas, primero la batalla contra un enemigo peligroso, llamado el Moribundo, capaz de seguir a Gilad durante toda su vida, creando así una amenaza real para el inmortal. Esta parte la finalizó en el anterior tomo dejando la puerta abierta para el regreso del villano, por ello era factible que el lector pensara que aquí habría una nueva pelea contra él, que Gilad lo iba a rastrear y a vengarse, pero no, aquí es donde entra lo otro que quería narrar el autor, la otra vida de Gilad, lo que le pasa cuando muere.
Desde el primer tomo los autores nos mostraban otra vida para Gilad, nos contaban que cuando muere va a una cabaña, rodeada por un bosque, donde vive con la mujer a la que más amó y los hijos que perdió por el camino, un lugar feliz del que la Madre Tierra lo separa cuando siente su llamada. Gilad entra al bosque, deja a su familia y lucha contra hordas de demonios para poder llegar a la puerta donde resucita. Ahora lo que nos falta es el detalle, al dejar de lado el tema del Moribundo, los autores se centran en la relación de Gilad con su entorno en ese espacio de muerte. Y no todo es tan idílico como parecía.
Su familia le ama y él a ellos, de eso no hay duda, pero no todo es felicidad, y el punto de ruptura, en el que todos echan en cara a Gilad su comportamiento, es cuando su hijo Kalam decide ir más allá del bosque. Venditti crea una historia que se lee rápido, con mucho peso en la narrativa de Gill, se nota que ambos han trabajado bien juntos en el pasado, y que a primera vista puede parecer simple, la de un hombre que busca venganza por la desaparición de su hijo y se lía a hachazos con todo el que se le pone por delante. Pero los autores profundizan en lo difícil de las relaciones familiares, mostrando un hijo desesperado por conocer a su padre, que se siente solo y que aprende que la ira es lo que da poder a su padre. Pero también un padre desesperado, capaz de rendirse ante su peor enemigo para que su hijo pueda volver a casa.
Mientras tanto el tomo va narrando pedazos del pasado de Gilad, cosas que le marcaron, su aprendizaje y sus amistades, como no podía ser de otra manera, el cómic empieza con Gilad y Aric, más conocido como X-O Manowar, en una escena que dice mucho con muy pocas palabras. Al leer los tres tomos se puede llegar a comparar sin miedo esta serie con la que Venditti hiciera de X-O Manowar. Ojalá esta también hubiera durado 50 números, pero Valiant solo permite esa numeración a su héroe bandera, para el resto nos tenemos que conformar con limitadas. Al final es una historia de relaciones, Gilad es el centro y se nos narra todo su entorno, amistades, familia y enemigos, sin decir mucho pero contando todo y con escenas muy potentes en todos los números, aunque las que se llevan la palma son las del final, mano a mano con su hijo.
Como decía en la introducción aun hay más Eternal Warrior, después de esta serie el personaje aparecerá en las páginas de Ninja-K de Christos Gage, con gran relevancia en su penúltimo arco argumental que, desde Medusa Cómics, acaban de publicar hace poco en grapa y del que ya hablamos hace unas semanas dentro de la sección Valiant: las grapas de Medusa 5 con el regreso del Moribundo. Después hemos de ir a un tomo publicado el pasado mes de julio llamado Incursión, un mini evento por Andy Diggle y Doug Braithwaite que afecta a Gilad por ser protagonista del mismo y porque le toca en una parte muy personal. Pero de eso también hablaremos pronto, de momento disfrutemos de la gran lectura que nos ha proporcionado Venditti y los diversos dibujantes que le han acompañado en esta etapa.
Ver Fuente
Comentarios
Publicar un comentario