Javier Vázquez Delgado recomienda: Liga de la Justicia Odisea #01

Edición original: Justice League Odyssey núms. 1 a 5 USA .
Edición nacional/ España: ECC Ediciones.
Guión: Joshua Williamson.
Dibujo: Carmine Di Giandomenico, Philipee Briones, Stjepan Sejic.
Entintado: Carmine Di Giandomenico, Philipee Briones, Stjepan Sejic.
Color: Stjepan Sejic, Jeromy Cox, Ivan Plasencia.
Formato: Rústica, 128 págs. A color.
Precio: 13,95 euros.

De un tiempo a esta parte lo cósmico forma parte del día a día de la Liga de la Justica. Desde los acontecimientos narrados por Scott Snyder en Liga de la Justicia: Sin Justica, el Universo DC anda realmente revuelto en temas celestiales. El equilibrio de la Fuente se ha visto alterado y todo ello esta desencadenando un sinfín de consecuencias que Snyder y compañía, en este caso, Joshua Williamson (Flash), no quieren dejar de poder explorar a conciencia.

Con Snyder centrado en la Liga de la Justica, esta nueva alienación de la Liga, que no es sino una excusa para unir a varios héroes y heroínas de DC bajo una misma cabecera y ponerles el sobre nombre de Liga de la Justicia. Y es que entre sus filas tan solo hay un miembro activo de la Liga, Cyborg.

¿Y que formación tenemos en esta nueva serie?

Por un lado, tenemos a Kory, conocida como Starfire, miembro relevante de los Titanes de la etapa de Wolfman y Perez, y pieza fundamental del grupo a lo largo de otras encarnaciones, como la de Devin Grayson y la de Geoff Johns.

Se recupera a la Green Lantern, Jessica Cruz, un personaje de nuevo cuño que nació durante los Nuevos 52 de la mano de Johns, y que con el tiempo y la serie que ha compartido con el otro Green Lantern, Baz, ha logrado hacerse un importante hueco entre los aficionados. Tenerla de vuelta es una gran noticia.

Y, por último, esta Azrael, visto en las páginas de Detective Comics y que gracias al trabajo desarrollado por James Tynion IV, ha alcanzado relevancia de nuevo. Un personaje que nació de la mano de O´Neil en los años 90 y cuyo primer, y espectacular traje, diseño Joe Quesada.

Y a esta curiosa alineación se une Cyborg, miembro fundamental de los Titanes de Wolfman y Perez, que desde los Nuevos 52 es miembro regular y activo de la Liga de la Justicia. ¿Entre medio? Un sinfín de situaciones y de evoluciones. Un proceso de mecanización extremo, un estado de supercomputadora pensante, hasta la redención en los acontecimientos de los números de la JLA y Titanes de Devin Grayson y Phil Jimenez

Una Liga formada por cuatro miembros que se ven obligados a explorar la Zona Fantasma del universo a fin de encontrar respuesta a lo ocurrido en Sin Justicia. Planetas miniaturizados que vuelven a su tamaño normal, planes perversos de un extraño aliado, Darkseid; viajes interplanetarios, deidades y posibles traiciones, son los ingredientes con los que Williamson adereza un producto que no acaba de funcionar.

En la premisa de la serie hay multitud de elementos interesantes. Un universo por descubrir, con algunos conceptos conocidos, otros novedosos, donde discurren situaciones que están envueltas en un halo de cierto misterio. Hay un villano manipulador. Se mezclan géneros tan afines como la ciencia ficción y los superhéroes, sectas milenarias que decaen en la religión fanática. Es un coctel jugoso, lleno de matices, con sabores aparentemente elegantes, con los que poder elaborar una buena historia. Sin embargo, el problema radica en la abrupta manera en al que todo es presentado y estructurado. No hay un fondo donde poder sustentar una premisa que busca seguir la estela de lo ya leído en la serie central de la Liga de la Justica. La trama se va desgranando, pero no cuaja, no solidifica, no logra asentarse de manera clara y concisa para poder despertar un interés real y sincero por lo que les ocurre a sus protagonistas. Y sin interés por los personajes poco importa lo que se quiera contar.

Una de las premisas sobre las que se sustenta la historia es la de la adoración personal. El concepto resulta muy potente, pero es tratado de manera muy tangencial, apenas se puede hablar de superficialidad, ya que no se acaba de concretar nada y tan solo queda como una mera excusa con la que crear la falsa sensación de que algo grande y peligroso se esconde tras esa idea.

Aterrizar en este tomo es aterrizar en la esperanza, puesto que en la actualidad la Liga de la Justicia no acaba de encontrar su sitio, argumentalmente hablando. Williamson está realizando un trabajo muy estable e interesante en Flash, su etapa ya ha llegado a los 75 números USA y la regularidad es la seña de identidad de la serie (aunque haya momentos de relajación y cierta dejadez a la hora de tratar e introducir conceptos nuevos). Con eso en mente y que Williamson ha estado acompañando a las grandes plumas de DC en los grandes eventos, es inevitable no pensar que su trabajo va a estar a la altura de lo que una serie con la palabra Liga en el título implica. Y aquí nos encontramos al Williamson más errático y confuso. Confuso no tanto por lo que se cuenta, que no tienen dificultad alguna a la hora de seguir la trama, sino por la indefinición de lo que se va narrando y algunas de las decisiones que se han tomado a la hora de seleccionar al grupo. Y es que cuesta mucho ver a Azrael en esta historia. Y si cuesta es simple y llanamente porque Azrael no acaba de funcionar bien en este tipo de aventuras tan alejadas de su entorno. Tal vez en mejores manos el personaje pudiera dar más de si o acabara demostrando su versatilidad, pero en estos primeros cinco números no acaba de funcionar y resulta ser la arena entre los dientes de la historia.

Y en el aparado gráfico continuamos con una de las lacras de toda serie nueva, el baile de dibujantes, que lejos de favorecer acaba por lastrar a la colección por los cambios de estilo. En este tomo conviven tres dibujantes, Sejic, Briones y Di Giandomenico, tres dibujantes solventes, a los que pocas pegas se les puede poner. Cada uno con un estilo muy marcado, de fuerte personalidad, que luce bien en la propuesta de la serie, pero que se pone la zancadilla por esa polaridad tan grande que existe en el trazo y narrativa de cada uno de ellos.

Sejic cumple y solo hace eso. Lejos está del nivel demostrado en Aquaman, pero sin duda sus viñetas desprendes belleza y detalle a la hora de plasmar a los personajes. Briones, por el contrario, se muestra más solícito y es el que más detalles añade a su dibujo, saturando más su línea y molestándose en aportar algo de fondo al conjunto. Y, por último, Di Giandomenico, que imprime potencia visual y nervio como solo su trazo anguloso e intenso es capaz de transmitir. Un trabajo bien ejecutado por separado, que en conjunto no acaba de funcionar.

La nueva serie de la Liga no funciona muy bien y provoca crujir de dientes, dejando, al menos, suficiente espacio para que la lectura no acabe siendo un suplicio gracias al ritmo de esta, que no se ve atacado por lo pobre de la premisa. Una obra que no encuentra si sitio en su primer número y a la que va a costar dar una segunda oportunidad.



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