Javier Vázquez Delgado recomienda: #ZNCine – La filosofía de Matrix. Intentando doblar cucharas
Bienvenidos a un nuevo artículo del especial sobre Matrix de Zona Negativa. A lo largo de esta semana habéis podido leer artículos personales y sentimentales como “El sueño de lo real”, críticas de las películas como “Cayendo por la madrigera de conejos” u otro tipo de análisis como “La revolución tecnológica de Matrix” . Aún tenemos algunos textos en la recámara que saldrán entre hoy y mañana, ¡no os lo perdáis!
Personalmente, cuando los compañeros de la sección de cine nos propusieron hacer un especial sobre Matrix tuve claro cuál podía ser mi aportación. Hace un lustro que no estoy inmersa en el mundo de la filosofía académica, pero he desempolvado mis apuntes para intentar hacer una aproximación no tópica a los dos grandes temas que propone la cinta de las hermanas Wachowski: la realidad y la libertad.
¿QUÉ LA REALIDAD? ¿QUÉ ES REAL?
Una parte fundamental de la historia de Matrix es la dualidad entre el mundo real, donde encontramos la ciudad de Sion, y el mundo virtual que conocemos más comúnmente como Matrix.
La dualidad entre lo real y lo irreal, virtual o falso no es para nada original. Es una cuestión recurrente en cualquiera formato de obra cultural. Si continuamos en el medio audiovisual tenemos dos películas muy diferentes como Origen (Christopher Nolan, 2010) y eXistenZ (David Cronenberg, 1999). Si recordáis, el protagonistas de la película de Nolan es Dom Cobb (interpretado por Leonardo DiCaprio) un ladrón que se infiltra en los sueños de sus víctimas usando un dispositivo que permite que varias personas compartan el mismo sueño. Cuidado spoiler: el juego entre realidad y sueño llega a su cénit al final de la cinta, cuando la peonza de Dom Cobb se queda girando hasta el fundido en negro. Dejando al espectador con la duda sobre en qué realidad se ha quedado el protagonista. En cambio, en eXistenZ el paralelismo se produce con una realidad virtual donde mediante consolas orgánicas, bio-puertas y vainas de juego los individuos pueden conectarse a videojuegos de realidad aumentada. En esta propuesta de Cronenberg existe un grupo casi terrorista que lucha contra las empresas que desarrollan esta tecnología.
Esta dualidad entre el mundo real y el virtual ha cogido fuerza con el boom tecnológico que hemos vivido en el último siglo. De ello se han hecho eco, no solamente eXistenZ o Matrix, sino una larga lista de cómics. En el manga tenemos varios ejemplos como la franquicia Re:Zero que empezó siendo una serie de novelas ligeras y ya cuenta con adaptación manga y al anime. En ella, Subaru Natsuki entra a un mundo fantástico donde conoce a una chica, Emilia, con la cual inicia su aventura hasta que uno de los monstruos que habitan ese mundo acaba con ellos. Entonces Subaru descubre que puede resucitar hasta el momento en que llegó a esa realidad, o mejor dicho, al inicio de la partida.
Pero antes de que la preocupación por qué es la realidad se expresara en la dualidad real/virtual, lo hacía respecto al sueño, como en el caso de Origen. Uno de los máximos exponentes de esta preocupación es uno de mis libros favoritos. En 1635, el dramaturgo del siglo de oro, Pedro Calderón de la Barca escribió La vida es sueño. El argumento de esta obra de teatro se centra en la vida de Segismundo, el primogénito del Rey de Polonia que fue encerrado en una torre y aislado del mundo. A lo largo de los pasajes, Segismundo es liberado de la torre y vuelto a encerrar bajo la mentira de “todo lo que has vivido es un sueño”. De esta manera, lo vivido en la torre se convierten en “lo real” y las vivencias en palacio en “el sueño”. En el siguiente fragmento (versos 2007 a 2017), Segismundo acaba de despertar en la Torre donde su alguacil/tutor, Clotaldo, le miente diciéndole que todo lo que recuerda ha sido un sueño. Entonces, Segismundo arranca con uno de sus maravillosos soliloquios y dice:
“No,
ni aun agora he despertado;
que según Clotaldo, entiendo,
todavía estoy durmiendo,
y no estoy muy engañado.
Porque si ha sido soñando
lo que vi palpable y cierto,
lo que veo será incierto;
y no es mucho que, rendido,
pues veo estando dormido,
que sueñe estando despierto.”
Este ejemplo es muy importante no solamente porque leer a los clásicos de la literatura universal sea una gozada, sino porque nos dará paso a hablar de René Descartes, el filósofo francés coetáneo a Calderón de la Barca. Descartes, en las Meditaciones metafísicas decía:
“¡Cuántas veces no me habrá ocurrido soñar, por la noche, que estaba aquí mismo, vestido, junto al fuego, estando en realidad desnudo y en la cama!”
René Descartes es uno de los nombres más importantes del racionalismo filosófico. Las dos características de esta escuela de pensamiento son (1) la autosuficiencia de la razón y (2) la fundamentación del saber mediante un modelo deductivo. Por tanto, la razón se considera la fuente de todo el conocimiento del ser humano; relegando la experiencia de los sentidos a un segundo plano. Para ello, pensadores como Descartes buscan proposiciones indudables como los axiomas matemáticos a partir de las cuales desarrollar sus teorías. En el caso concreto de Descartes, él afirma que existen tres sustancia: yo, Dios y el mundo. Para el francés, a raíz del razonamiento del cogito, ergo sum, la existencia de un yo pensante es incuestionable. Ahora bien, el problema es justificar la existencia del mundo desde la existencia del yo. Para ello tiene que recurrir a Dios y decir que como Dios es perfecto debe existir y no puede provenir del yo, del ser humano, dado que este es un ser imperfecto. Finalmente, la tercera y última sustancia, el mundo exterior de las cosas, existe porque Dios garantiza que mis sentidos son fiables siempre y cuando los use apoyados por la razón.
Es interesante contraponer el racionalismo de Descartes con el empirismo de George Berkeley. Este pensador irlandés defendía la extraña idea de que la realidad material no existe. Sí, exacto, el móvil/tablet/ordenador en que estáis leyendo: no existe. Es difícil defender y entender esta postura filosófica, así que vamos a profundizar ligeramente en ella. Berkeley incorpora la idea de sustancia de John Locke. Para Locke, la sustancia no es solamente el conjunto de sensaciones que nos produce lo que nos rodea, sino aquello que le da soporte a las misma. Es decir, si tocamos un mesa de madera, la unión entre la sensación física que nos provoca el tacto se suma a lo que sea que es una mesa. Para Locke, el sustrato de la sustancia ( lo que sea que es una mesa) es inaprehensible e incognoscible. Sólo sabemos que existe y que nos produce unas sensaciones. Ahora bien, aunque no sepamos qué es, tenemos que reconocer su existencia. Reformulado: aunque no sepamos qué es la realidad, la realidad existe. Berkeley fue más allá y dijo: si no sabemos qué es: no existe. Para el irlandés, sólo existen los contenidos mentales.
Evidentemente, en Matrix encontramos una aproximación filosófica mucho más cercana a Descartes que a los empiristas. Pero juguemos a aplicar esta idea empirista a las franquicia de Matrix. Si los contenidos mentales son lo único que existe (Berkeley) o si las sensaciones son el reflejo de una sustancia (Locke), Matrix es tan real como Sion. De hecho, para Berkeley, Matrix sería más real que Sion, dado que es un mundo basado en los contenidos mentales. Esta actitud la encontramos representada en la película gracias al personaje de Cifra, que en un momento dado dice:
“En mi opinión Matrix puede ser más real que este mundo. Aquí lo único que hago es desconectar el enchufe. Pero allí, tienes que ver cómo Apoc muere.”
A estas alturas del artículo, se os ve inquietos. ¿No va a hablar esta mujer de El mito de la caverna? Pues sinceramente, he estado bastante tentada de no hacerlo. Hablar de la filosofía en Matrix y el mito de la caverna, es tan tópico como que el villano de una película de Batman sea el Joker. Pero es indudable la importancia que la teoría de las ideas de Platón tiene no solamente en Matrix y Descartes, sino en todo el pensamiento occidental contemporáneo. Probablemente, Platón sea el filósofo más popular e icónico de todos los tiempos. Pero esto no siempre equivale a retener unas buenas nociones sobre su vida y obra. Por esta razón me parece interesante dar algunos datos biográficos. Prometo ser breve e interesante.
Desde joven, Aristocles destacó por tener un físico atlético lo cual hizo que empezaran a llamarle Platón (que en griego significa ancho de espaldas). Nació hacia el año 428 aC en el seno de una familia aristocrática y murió en el 347 aC a los 80 años. Por tanto, Platón vivió nada más y nada menos que entre los siglos V y IV aC. Se dice que hacia los veinte años se convirtió en discípulo de Sócrates. Pero hubo otras influencias de gran trascendencia para el ateniense como Las Guerras del Peloponeso, el gobierno de los Treinta Titanes y la gran cantidad de viajes que hizo alrededor del mediterráneo.
El pensamiento platónico se puede agrupar en cuatro grandes teorías inseparables las unas de las otras. La primera de ellas sería la teoría de las ideas, seguida de la teoría del conocimiento, la división de los seres humanos y la teoría de la ordenación política. Según la teoría de las ideas existen dos mundos: el mundo inteligible donde residen las ideas (unas entidades inmateriales, universales y perfectas) y el mundo de las cosas donde están los objetos (cambiantes y contingentes). El conocimiento es el proceso por el cual los seres humanos accedemos al mundo de las ideas. Para explicar la teoría del conocimiento, Platón recurre a la archie-conocida alegoría del Libro IV de La República: El mito de la caverna. La caverna representa el mundo de las cosas donde los hombres estamos encadenados y sólo vemos los objetos sensibles que son la sombra de las ideas. Cuando el hombre consigue liberarse de su cautiverio y camina hacia la salida representa el proceso de adquisición del conocimiento. Cuando consigue salir, llega al mundo de las ideas donde están los objetos reales, las ideas.
La comparación con Matrix se hace sola. Neo sería el hombre encadenado, que se libera gracias a la pastilla roja y esto le permite alcanzar el conocimiento y llegar al mundo de las ideas. De hecho, siempre me ha parecido demasiado evidente. Pero, en realidad, creo que la teoría cartesiana se adapta mejor a lo que nos propone la saga. Me explico. En la teoría platónica no hay espacio para Dios, pero a partir de la segunda película de Matrix tenemos la figura del Arquitecto, ¿cómo encaja esto en la eterna comparación entre El mito de la caverna y Matrix? Pues en ningún sitio. El Arquitecto es el creador de Matrix, el programador del sistema. Volvamos a Descartes. Para el pensador francés, existen tres sustancias: las idea (el yo), las cosas (el mundo) y Dios. Dos de ellos coinciden con Platón. Pero añade un detalle: Dios era el garante de la realidad sensitiva. Del mismo modo, el Arquitecto es quien ha diseñado el mundo de Matrix. Pero, ¿el Arquitecto garantiza que el mundo que ha creado es real? No. El mundo que él ha creado es una ilusión post-apocalíptica basada en un engaño. Por tanto, tenemos una perfecta crítica filosófica a uno de los pensadores más grandes del siglo XVII. Presuponer que Dios es el garante de la realidad es mucho suponer.
Si como pensador eres capaz de poner en duda tu propia existencia, ¿por qué añadir a calzador la figura de Dios presuponiendo no solamente su existencia sino sus cualidades? Bueno, esta es una de las críticas clásicas que los historiadores de la filosofía ha vertido contra René Descartes. Pero me parece sumamente interesante que la primera película de Matrix parta del mito de la caverna de Platón para añadir matices cartesianos de manera totalmente crítica.
¿Pastilla roja o azul? Entre la libertad y el libre albedrío
La cuestión de la libertad humana se convirtió en un problema filosófico durante el renacimiento, a raíz del auge de la revolución científica y las reformas religiosas. En aquel momento aparecen dos figuras claves en el cristianismo con opiniones antagónicas respecto a la libertad. Mientras que Martín Lutero pensaba que el hombre no es libre, Erasmo de Rotterdam defendía que la dignidad del hombre reside en usar su libertad para acercarse a Dios. Por tanto, no solamente es libre de escoger gracias al libre albedrío, sino que tiene la capacidad de crear su propio destino: tiene libertad.
Esta distinción entre libertad y libre albedrío me parece de suma importancia para entender la problemática que Matrix (y la vida) nos plantea. El libre albedrío es la capacidad que tiene un individuo de escoger entre diferentes opciones. Por ejemplo: pastilla roja o pastilla azul. En cambio, filosóficamente hablando, la libertad es la ausencia de un destino ya marcado. Por tanto, puede existir libre albedrío con libertad como defiende Erasmo de Rotterdam. Si no existe ninguna de las dos estaríamos en los postulados de Lutero. El libre albedrío sin libertad es una postura defendida por todos aquellos que creen que hagas lo que hagas en tu vida, acabarás en el mismo punto, puesto que tu destino ya está escrito. La última opción, la ausencia de libre albedrío con libertad es una contradicción en sí misma.
Si pensamos en toda la trama de El Elegido e intentamos combinarla con lo que acabamos de comentar, nos daremos cuenta que estamos ante un planteamiento con libre albedrío pero sin libertad, tal y como podemos ver en este diálogo:
Oráculo: Debes hacerlo.
Neo: ¿Por qué?
Oráculo: Porque eres el Elegido.
A lo largo de las diferentes películas, Neo se pregunta qué tiene que hacer, pero la losa de su destino, “ser El Elegido” pesa en todo momento sobre él. Por tanto, la duda lógica que debería asaltarnos a todos es: ¿pero si tienes un destino marcado, tus decisiones son realmente libres? Para encontrar una teoría filosófica que conteste de manera satisfactoria a este problema tenemos que dar un buen salto en el tiempo, hasta el siglo XX.
Jean-Paul Sartre, nacido en París en el año 1905, defendía que el ser humano está condenado a la libertad. Para él, no hay nada que determine al ser humano, ni siquiera su propia naturaleza. Esto implica una paradoja: el ser humano es libre para decidir qué quiere ser, pero no es libre para decidir ser o no ser libre. Está condenado, está obligado, a tomar decisiones. De hecho, incluso la abstención o la renuncia a la elección, implica decidir un estilo de vida, requiere el uso de la libertad. Esta idea también se adapta de manera muy interesante a Matrix:
Aquitecto: Somos lo que somos, porque podemos elegir.
De hecho, me parece que se adapta mejor a lo que Matrix nos quiere explicar. Muchas veces se dice que los habitantes de Matrix no son libres porqué viven engañados en un programa informático. Pero, Neo dentro de Matrix es capaz de tomar una decisión para salir de ese engaño. Es capaz de hacer valer su libre albedrío para modificar su propia existencia. Los habitantes de Matrix son tan libres como los de Sion, porque todos están condenados a la libertad de elección. Una libertad que les permite quedarse en ese sueño digital o llegar hasta el mundo de Sion. Una libertad que permite a Neo decidir entre si salvar Sion o salvar a Trinity. Una decisión que le permite alzarse como El Elegido o no.
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