Javier Vázquez Delgado recomienda: Clase Letal 1: Una juventud Reagan

Edición original: Deadly Class #’s 1-6.
Edición nacional/ España: Norma Editorial.
Guión: Rick Remender.
Dibujo: Wes Craig.
Color: Lee Loughridge.
Rotulación: Rus Wooton.
Formato: Rústica.
Precio: 18 €.

El instituto es probablemente la época más intensa que hay en la vida. Da igual lo emocionante que sea lo que llegue después, cualquier cosa que te suceda, por pequeña que sea, adquiere dimensiones mitológicas cuando eres un adolescente. Es esa edad en la que aún no eres libre, pero empiezas a intuir que debes serlo. En la que no sabes hacia dónde te diriges, pero sabes que no quieres quedarte donde estás. En la que aún no eres adulto, aunque tú estés convencido de que sí. Y sobre todo, es la época en la que empiezas a desear ser especial, ser único, pero a la vez necesitas desesperadamente encajar con los demás.

Clase Letal arrancó en 2014 en el seno de Image Comics y es probablemente (con el permiso de Ciencia Oscura) la serie más importante dentro de la ingente producción de Rick Remender, un autor que es sin duda uno de los mayores estandartes de la editorial de Portland en la última década. Se ha editado en España con ritmo constante de la mano de Norma Editorial, y a pesar de la ausencia de premios y de su malograda adaptación televisiva, su nombre se mantiene cada año en las listas de lo mejor de la temporada comiquera. Una serie de referencia a la que le debíamos una reseña y que iremos repasando tomo a tomo a lo largo de los próximos meses.

En este primer número, Una juventud Reagan, asistimos a la presentación de Marcus López, un adolescente huérfano con un pasado trágico que malvive en la calle hasta que es captado por la escuela Kings Dominion, un instituto con una peculiaridad muy especial: es el centro de formación de asesinos a sueldo más emblemático del submundo criminal. Desde la Yakuza o el Cártel mexicano hasta los asesinos en nómina de gobiernos y dictadores, Kings Dominion nutre de profesionales a todas las grandes corporaciones criminales del planeta. Allí, entre clases de decapitación y lecciones de envenenamiento, Marcus aprovechará su aprendizaje para canalizar un antiguo deseo de venganza mientras, como cualquier otro chico nuevo, intenta encajar con sus compañeros.

Clase Letal es una serie impactante. Cuando me acerqué a ella esperaba encontrarme con una historia gamberra y molona, un amalgama entre Hogwarts y el grupo 3-E de Assassination Classroom, donde los malos pasan a ser los buenos porque son los protagonistas de nuestra historia, pero nada más lejos de la realidad. No son villanos de opereta enseñando a sus aprendices a manejar pistolas de rayos láser y a construir bases malignas en volcanes, sino chavales presos de la violencia del mundo en el que les ha tocado nacer, una violencia que a algunos fascina y que a otros perturba, pero que todos abrazan al ser la única alternativa que conocen. La de los chicos de Kings Dominion es una historia cruda, sucia, llena de violencia, drogas y soledad, donde los protagonistas te generan cierta incomodidad al estar en las antípodas de lo que podríamos considerar “moral”, y es ahí donde la trama te agarra de las solapas para no soltarte. Remender, tal y como cuenta en sus editoriales, fue un adolescente criado entre mudanza y mudanza y, teniendo ya su personalidad y su identidad establecidas, a los dieciséis años tuvo la mala suerte de dar con sus huesos en un pequeño pueblo de Phoenix donde un rockero gótico aficionado a los cómics no era bienvenido. Esto, sumado a la intensa delincuencia de la época en aquella zona del sur de Estados Unidos (sin ir más lejos, el propio Remender cuenta que algunas de las escenas violentas que podemos encontrar en el cómic están basadas en vivencias personales), derivó en una dura época convulsa que el guionista decidió volcar en esta historia. Una en la que consigue transmitir perfectamente esa sensación de soledad juvenil mediante recursos como el del protagonista huérfano (el instituto es un entorno hostil en el que los padres no pueden protegerte) o la ambientación en plenos años 80 (sin móviles ni internet que te conecten con los demás). Y es que al fin y al cabo, Clase Letal no deja de ser una hipérbole de los pesares y los conflictos que cualquier adolescente podría vivir en un nuevo instituto. Solo que, como dice el personaje de Marcus, en este instituto “las puñaladas en la espalda son de verdad”.

Pero hablar de Clase Letal no es solo hablar de su guionista. Wes Craig era para mí un dibujante desconocido, y su trabajo aquí junto al colorista Lee Loughridge es un auténtico descubrimiento. En este primer número no vamos a encontrar un dibujo especialmente detallista, ni parece que sea su objetivo (es más, el propio color de Loughridge opta por tirar de tono planos y prescindir de manera general de aplicar sombras, lo que desde mi punto de vista supone un acierto al ayudar a transmitir esa ambientación ochentera en la que tiene lugar la historia). Lo que encontramos es un derroche de creatividad y de talento a la hora de darle vida al papel. La cantidad de composiciones y recursos narrativos que Craig se saca de la manga parece no tener fin, desde complejas splashpages que recuerdan a Víctor Santos a progresiones dinámicas de viñetas que evocan a David Aja. Es un dibujo que tan pronto consigue transmitir silencios y calmas mediante repeticiones de plano, como imprimir un dinamismo brutal acompañando las escenas de acción de perspectivas inclinadas, tanto a nivel de viñeta como de composición completa de la página. Mención especial merece la escena psicotrópica del número 5, digna heredera de la mítica borrachera de Dumbo. Dicho en pocas palabras, un trabajo brutal.

Clase Letal es en definitiva una obra magnífica, una de esas series que han ayudado a que nos enamoremos de la Image Comics que estamos teniendo la suerte de disfrutar en estos años. Este primer arco supone una entrada atronadora en el mercado independiente y nos deja con muchísimas ganas de saber más sobre nuestro protagonista y su instituto.



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