Javier Vázquez Delgado recomienda: La sangre de las cerezas 1. Calle de L’Abreuvoir
Edición original:Les passagers du vent 8. Le Sang des cerises Livre 1 Rue de l’Abreuvoir FRA, Delcourt
Edición nacional/ España:Astiberri Ediciones
Guión:François Bourgeon
Dibujo:François Bourgeon
Formato:Cartoné, 88 Páginas
Precio:18€
¡Tu problema es creerte culpable y resposable de todo! ¡Nunca te apoyas en nadie! Todos nuestros amigos murieron por un mundo solidario. ¡SO-LI-DA-RIO!¡¿Te enteras?! ¡Una sociedad en la que la gente se ayuda!
Hace cuarenta años François Bourgeon publicó las primeras páginas de Los pasajeros del viento en la revista Circus de éditions Glénat. Fue una obra que cambio la forma de entender los cómics de género histórico en el mercado francófono. A partir de ese momento desaparecen los héroes pluscuamperfectos y las historias pasan de estar pensadas para un público juvenil e infantil a uno adulto. Las tramas se vuelven más complejas, oscuras y realistas y los protagonistas se vuelven tridimensionales. Y las mujeres pasan a ocupar papeles protagonistas a semejanza de Isa. Sin la influencia de Bourgeon es imposible entender obras maestras como Las Torres de Bois-Maury, Las siete vidas del Gavilán, Sambre o La marca de la bruja. Ahora aparece en nuestro país de la mano de Astiberri Calle de L’Abreuvoir el primer álbum de La sangre de las cerezas el último ciclo de la serie. En él nos reencontramos con Clara, la bisnieta de Isa que conocimos en La niña Bois-Caïman como Zabo, en el turbulento Paris de 1885 tras la violenta disolución de La Comuna. Allí conoce a Klervi con la que forja una amistad en la que Clara ejerce de mentora y protectora. Klervi le pregunta acerca de La Comuna y de su pasado, algo que no sirve para conocer su vida tras el anterior ciclo.
François Bourgeon es un historietista francés nacido en 1945. Tras concluir sus estudios en la escuela de artes y oficios comienza a trabajar en el cómic en 1971 en revistas pensada para un público infantil y juvenil como Nade, Lisette, Pif gadget o Djin. En esta última cabecera vio la luz su primera serie Brunelle y Colin (Norma) con guion de Robert Génin, tras dibujar los dos primeros álbumes fue sustituido por Didier Convard. En 1979, ya como autor completo, ven la luz en la revista Circus las primeras páginas de La fille sous la dunette, el primer álbum de Los pasajeros del viento (Astiberri), la serie que le convirtió en uno de los autores más destacados del mercado francófono. Por esta serie obtendría premios tan destacados como el premio al mejor dibujante en el festival d’Angoulême o el Yellow Kid. En 1984 comenzó a publicar las primeras páginas de Los compañeros del crepúsculo (Astiberri) en la revista (À suivre), una serie que mantiene las constantes de su trabajo, aunque cambia la localización temporal a la Edad Media en plena Guerra de los Cien Años. Por esta serie obtendría un Alph’Art del público en el festival de Angoulême. El ciclo de Cyann (Astiberri), con la colaboración de Claude Lacroix en el guion, es su tercera gran serie. Ve la luz en el año 1993 dentro de las páginas de la revista (À suivre). De nuevo es premiado con un Alph’Art. En 2014 publica La niña Bois-Caïman (Astiberri), el segundo ciclo de Los pasajeros del viento de la que La sangre de las cerezas es el ciclo final.
La sangre de las cenizas tiene aspectos en común con La niña Bois-Caïman, en la que se producía el relevo como protagonistas entre Isa y Zabo, y con la serie original. Del segundo ciclo toma la relación de aprendizaje entre Clara y Klervi que es similar a la que tuvieron Isa y Clara además de los misterios del pasado de la mentora que trata de aprender su “alumna”. Al desarrollarse la totalidad del álbum en Paris, se encuentra a faltar el espíritu aventurero y viajero de la serie, pero queda en parte compensado por los viajes a las partes más oscuras y desconocidas de la capital francesa, en particular las catacumbas. Así que el viaje de Klervi solo es espiritual, no va acompañado del físico como suele ser habitual en las historias de aprendizaje. Donde no se parece en nada es en la estructura del segundo ciclo, en él la historia estaba partida por la mitad al finalizar el primer álbum, dando la impresión de que estaba pensada como uno solo. Aquí volvemos a la estructura del primer ciclo en el que cada uno de los cinco álbumes tenía una historia completa pese a formar parte de una historia que los englobaba a todos. Algo que también sucede en Calle de L’Abreuvoir que cierra la mayoría de las tramas y nos revela el pasado de Clara.
Si algo destaca en el trabajo de Bourgeon es la fuerza y verosimilitud de sus personajes femeninos en todos sus trabajos. Clara y Klervi, como antes Isa, tienen en común las ansias de libertad que la sociedad en la que vivían les negaba. Por luchar contra la normalidad, Clara e Isa acaban en los márgenes de la sociedad a pesar de que su origen social se encontraba en las clases más altas. Y es en está mundo de la marginalidad donde se conocen Clara y Klervi. Esta relación le sirve a Klervi para descubrir que no debe arrodillarse antes las limitaciones que la sociedad le quiere imponer por su sexo y origen humilde. Las tres son un reflejo de la emancipación de la mujer, algo que situado en el contexto histórico en el que se desarrollan las historias puede resultar algo anacrónico, pero Bourgeon siempre ha contado sus historias en el pasado –o futuro- para poder tratar los temas del presente.
Como en todas sus obras, Bourgeon sitúa La sangre de las cerezas en medio de un conflicto histórico marcado por la violencia y las luchas por la libertad y contra las injusticias, donde la sociedad se encuentra en una encrucijada que la llevará a cambios sociales profundos. Esto hace que los protagonistas se deben replantear sus creencias y definirse de cara a afrontar el futuro. La época de La Comuna de París ya fue trasladada a las viñetas de manera magistral por Tardi en El grito del pueblo. Pero Bourgeon nos nuestra los meses posteriores en los que podemos ver las consecuencias del conflicto, sobre todo su incidencia en las partes de la sociedad alejadas del foco principal del mismo. Nos nuestra el conflicto de manera realista con toda su suciedad, sangre y violencia, carente de toda épica. Pero lo hace sin juzgar, ni pretende dar un discurso ideológico, para ello no duda en exponer todas las contradicciones de sus protagonistas para que seamos nosotros como lectores los que emitamos nuestro propio juicio.
Una de las características de la obra de Bourgeon es su minuciosidad a la hora de afrontar sus trabajos, esto hace que en cada página vemos detalles que demuestran su excelente trabajo de documentación. Esto no solo se refleja en el dibujo, sino que también se puede ver en todos los aspectos sus obras. En esta, además de narrarnos las aventuras de Clara y Klervi, Bourgeon nos nuestra a los personajes más importantes del momento además de explicar las costumbres y el crisol de seres humanos que componen la sociedad parisina. Algo que le hace caer en el exceso ya que da demasiados datos y distrae de la trama principal. Pero que tiene hallazgos como los diálogos que reflejan el nivel cultural y la procedencia de quienes los pronuncian, dotando de verosimilitud a la obra.
En el aspecto gráfico Bourgeon sigue manteniendo el amor por el detalle del que siempre ha hecho gala su trabajo. El enorme esfuerzo de caracterización no solo sirve para trasladarnos a la época en la que se desarrolla la obra, sino que también dota de verosimilitud a sus personajes y consigue integrar sus historias de ficción dentro de los hechos históricos. Su escenarios, edificios y trajes son una maravilla, pero hay un cierto abuso de referencias fotográficas en sus personajes que les hacen perder naturalidad y movimiento. Algo que no sucedía en sus primeras obras en las que el realismo se mezclaba con una cierta caricaturización en los rostros que los dotaba de expresividad. Narrativamente es muy clásico y en esta ocasión no tiene los problemas en las escenas de acción que vinos en el ciclo anterior, que resultaban algo confusas.
La edición de Astiberri es tan buena como acostumbran, con un tamaño y reproducción que hacen justica al trabajo de Bourgeon. Como en La niña Bois-Caïman acompaña al cómic un anexo con todas las traducciones y notas tanto del autor como de la traductora Lucía Bermúdez Carballo. Ojalá Astiberri se animara a recuperar alguna de las obras primerizas del autor parisino como Maître Guillaume et le journal des bâtisseurs de cathédrales o Le passager du temps que nunca han visto la luz en nuestro país, aunque tampoco han sido reeditadas en su país de origen.
En el primer álbum de La sangre de las cerezas vemos todas las constantes que han convertido a Bourgeon en uno de los mejores autores del medio. Sus protagonistas femeninas rebosan carisma y se hacen querer, aunque nunca como Isa, y su minuciosidad hace que cada viñeta sea un goce para la vista. Para poder juzgarla de manera apropiada tendremos que leer el siguiente álbum que cierra la historia, pero lo visto hasta ahora podemos decir que es una digna continuación de Los pasajeros del viento, aunque no llegue a su nivel. Pero eso es casi imposible.
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