Javier Vázquez Delgado recomienda: Tomoji

Tomoji

Edición original:Futabasha
Edición nacional/ España: Ponent Mon.
Guión: TANIGUCHI Jiro y OGIHARA Miwako
Dibujo: TANIGUCHI Jiro
Formato:Rústica con solapas. 176 páginas
Precio: 20,00€

TANIGUCHI Jiro ha sido una de las figuras más importantes a la hora de que el manga traspasase las fronteras europeas y adquiriese el mismo estatus que las obras producidas en el viejo continente. Sin duda, resultó fundamental la influencia que dibujantes europeos como Bilal, Moebius o Schuiten tuvieron sobre el nipón durante su época de aprendiz de sus maestros ISHIKAWA Kyûta y KAMIMURA Kazuo, quienes facilitaron su acceso a las obras más vanguardistas de la bande dessinée francobelga del momento. El peso que la escuela francófona adquirió en su formación se tradujo en un viraje hacia una narrativa más pausada y reflexiva, un dibujo más realista y unas viñetas compuestas por fondos plagados de detalles, culminando con la estrecha colaboración del artista japonés con autores y editoriales francesas, así como la creación de obras ambientadas en el Museo del Louvre o la ciudad de Venecia.

TANIGUCHI es uno de esos autores que a lo largo de su carrera incide una y otra vez en una serie de temas, que por afinidades personales le preocupan y conmueven, los cuales son el eje sobre el que pivotan sus historias. En el caso que nos ocupa, el costumbrismo realista, el relato de las vidas humildes de las clases populares, las dificultades del mundo rural y el respeto a las tradiciones ejercen de leitmotiv de una historia titulada con el nombre de su protagonista y situada en la primera mitad del siglo XX.

Tomoji es la segunda hija de Yoshihara, la primera con su segunda mujer, una niña afable, dulce, cariñosa y risueña, que, desde sus primeros años de vida, tendrá que hacer frente a las penalidades propias de una familia trabajadora, debiendo ayudar a sus progenitores en el cultivo de arroz y la tienda que regentan, así como a la muerte de sus seres queridos, hechos que, lejos de amilanarla, la conducirán al desarrollo de una personalidad resiliente.

Tomoji

Esta historia fue un encargo de una comunidad budista frecuentada por la mujer del mangaka, cuya congregación quería dar a conocer la vida de su fundadora, a la que TANIGUCHI accedió a cambio de tener control total y no recibir interferencias por su parte. Como revela al final del tomo, entremezcla hechos reales con otros ficticios para que la historia funcione y resulte interesante para los lectores, puesto que la mundanidad de la vida, en contraste con los acontecimientos más destacados, supone un lastre narrativo. Además quiso contar con la ayuda de OGIHARA Miwako, un guionista de televisión con mayores conocimientos sobre la materia.

A pesar de ser un trabajo alimenticio, TANIGUCHI no escatima en esfuerzos y da buena muestra de sus destrezas narrativas y artísticas, construyendo un guión sólido, conciso y directo, que no cae en las dilataciones innecesarias y cumple su objetivo de dar a conocer y ensalzar a una mujer cuya actitud ante la vida puede servir de referencia a las nuevas generaciones. Como curiosidad, hay que destacar que es una de las pocas obras del maestro japonés que tienen una protagonista femenina, hecho que no resulta un obstáculo para que en un reducido número de páginas construya y transmita la fuerte personalidad de la misma.

El dibujo se caracteriza por la habitual artesanía de este maestro del medio, por lo que encontramos un diseño realista de personajes y viñetas ricas en detalles, con hermosos fondos que plasman la apabullante inmensidad de los paisajes naturales de su país. Las montañas, los bosques y los campos de cultivo son testigos de la acción y transmiten la importancia de su presencia en la vida de Tomoji. También tienen una presencia constante las construcciones tradicionales japonesas que, en contraste con los edificios modernos de las grandes ciudades, dan cobijo a la intimidad, a las alegrías y al dolor de las familias, así como soportan los embistes del terremoto que asoló la región de Kanto en 1923, suponiendo una metáfora de la fuerte personalidad de la protagonista. Resulta digno de mención el hermoso contraste que se produce entre las tramas y los sombreados de las páginas en blanco y negro y las páginas que las preceden al inicio de cada capítulo, coloreadas con la habitual maestría del autor.

Como la inmensa mayoría de libros de este autor publicados en nuestro país, la edición corre a cargo de Ponent Mon con su buen hacer habitual y su empeño en enriquecer nuestro mercado con las obras de quien está considerado una figura relevante para el medio dentro y fuera de Japón. Se trata de un volumen en rústica con solapas y sin sobrecubierta, de dimensiones 170X240 milímetros, un tamaño que permite apreciar el bello arte. Además, se incluyen las maravillosas páginas a color de cada capítulo, que dejarán ensimismados a los lectores, así como una interesante entrevista a TANIGUCHI al final del tomo, donde desvela algunas claves sobre la creación y el desarrollo de la historia. Como aspecto negativo, hay que destacar que está editado en sentido de lectura occidental, aunque en el caso de este autor se adapten sus páginas en lugar de espejarlas, gracias a la labor de la editorial francesa.

Tomoji, por su condición de tomo único y reunir algunas de las inquietudes habituales de TANIGUCHI, supone una puerta de acceso ideal a la obra de este autor, a la vez que fascinará a quienes ya conozcan y disfruten de su trabajo.



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