Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN 20 Años – Punisher MAX de Garth Ennis
Edición original: Punisher v.7 #1-60 y Punisher:Born #1-4 USA (Marvel Cómics).
Edición nacional/ España: 2003 – 2016 (Panini Cómics).
Guión: Garth Ennis.
Dibujo: Darick Robertson, Lewis LaRosa, Leandro Fernández, Dough Braithwaite, Goran Parlov, Lan Medina.
Entintado: Darick Robertson, Tom Palmer, Leandro Fernández, Dough Braithwaite, Goran Parlov, Bill Reinhold .
Color: Lee Loughridge, Dan Brown, Raúl Treviño, Edgar Delgado.
Formato: Cartoné. Color (última edición de Panini).
Cuando Raúl me propuso participar en la conmemoración de los 20 años de ZonaNegativa, con un artículo dedicado a una obra publicada durante ese período de tiempo, supe que tendría que recurrir a alguna de esas obras especiales que me han marcado como lector y aficionado de los cómics. Tratándose de una efeméride tan especial, era inevitable que recurriera a mi editorial de referencia en el mundillo, Marvel, y a alguno de mis personajes favoritos de la Casa de las Ideas, Doctor Extraño, Nick Furia o el Castigador. En estos 20 años la suerte de los dos primeros ha sido un poco dispar pero el bueno de Frank Castle cuenta es su haber con una etapa tan fascinante e impresionante como la que desarrolló Garth Ennis al auspicio del sello adulto MAX. Esa etapa, me marcó y algunos de los arcos argumentales que escribió el guionista irlandés se me grabaron a fuego, convirtiéndose al momento en mi etapa favorita de uno de mis personajes preferidos. Así, la elección de obra para tratar en esta colaboración se me antojó sencilla y además establece un vínculo con el primer artículo que escribí para esta web, cerrando así un ciclo en mi relación con ZN.
La etapa gloriosa de Punisher con Garth Ennis a los mandos llegó en el año 2004, con la publicación del primer número del volumen 7 de Punisher, bajo el sello MAX. Antes de eso, el propio guionista se había encargado con éxito de los volúmenes 5 y 6 del personaje, englobados en el sello Marvel Knights. El mencionado volumen 5, publicado en el año 2.000, fue una miniserie de doce números con la que Ennis devolvía el statu quo al personaje tras el desastroso experimento que convirtió a Castle en un vengador sobrenatural a las órdenes del cielo (durante el efímero volumen 4 que tan sólo duró cuatro números y una miniserie).
Volviendo a Ennis, el guionista, junto con la ayuda inestimable de su socio Steve Dillon, revolucionó al personaje, devolviéndolo a sus raíces terrenales y aportando la habitual dosis de humor negro y mala leche que el escritor acostumbra a incluir en sus obras. El resultado fue un éxito rotundo y Marvel no tardó mucho en extender la idea y convertirla en una serie regular a cargo del mismo equipo creativo. Esta nueva serie duró 37 números en los que Ennis siguió con la tónica mostrada en la maxi serie anterior combinando acción, humor negro y mucha mala uva que se reflejaba en sátiras crueles de algunos personajes emblemáticos del Universo Marvel (siendo Lobezno el blanco favorito del norirlandés).
Aunque la serie funcionó bastante bien, el agotamiento de la fórmula se hizo evidente al llegar al tercer año. Las bromas sobre crimen y mafiosos tienen un límite y Ennis tenía otras ideas en mente para el personaje que con encajaban con cómo había funcionado la serie hasta el momento. Marvel estaba encantada con el trabajo del guionista y además se iba a estrenar una versión cinematográfica de gran presupuesto del personaje (la cinta protagonizada por Thomas Jane con John Travolta de villano) así que no hubo problema en dar luz verde a un cambio radical en la serie. Así, Ennis finalizó el volumen 6 con una saga que llevaba el elocuente título de La conjura de los necios, con la que dijo todo lo que tenía que decir sobre los superhéroes Marvel, y pasó a temas más serios.
El paso al sello MAX de la serie supuso varios la introducción de varios cambios importantes en la forma y el fondo. Al llevar el sello MAX en la cubierta, estaba claro el cambio a una orientación más adulta de las historias que iba a contar Ennis. Un enfoque que se vio reflejado también en la elección de los artistas escogidos para ilustrar los diferentes arcos argumentales, todos ellos solventes profesionales con un estilo realista y alejado gráficamente de lo que Steve Dillon había hecho en el volumen anterior. Otra diferencia significativa fue la organización de la serie en arcos argumentales de entre 5 y 7 números (la mayoría fueron de 6 números) lo que permitía al guionista desarrollar sus historias con espacio suficiente para presentar tramas interesantes y mostrar personajes bien construidos (uno de los puntos fuertes de Ennis). Posiblemente, lo único que se mantuvo inalterado del volumen anterior al nuevo fue el portadista, que siguió siendo Tim Bradstreet quien aportó su particular estilo fotorrealista y mantuvo esta particular seña de identidad del trabajo de Ennis con el personaje de Punisher.
A continuación voy a hacer un repaso de los arcos argumentales que forman la etapa de Ennis en la serie. Esta serie ya ha sido tratada con anterioridad por otros compañeros de la web y podéis encontrar sus artículos y reseñas en este enlace y en este otro .
Nacimiento
Esta miniserie no forma parte propiamente dicha del volumen 7 de Punisher pero sirvió de prólogo de éste.
La acción se sitúa en 1971 durante el tercer servicio en Vietnam del capitán de marines Frank Castle. Queda poco para que la guerra termine pero en el destacamento de Valley Forge eso importa poco. Dejados de la mano de Dios y del ejército, la moral de las tropas está baja, la disciplina deja mucho que desear y los recursos son escasos. Sólo Castle se preocupa de seguir alerta, pendiente del enemigo y de una oscuridad interior que va creciendo dentro de él y le va incrustando la guerra en lo más profundo de su alma. Cuando el infierno se desata sobre el campamento durante una ofensiva del Vietcong, allí morirá Frank Castle y nacerá Punisher y su guerra sin fin.
Esta miniserie de cuatro números, con un espectacular apartado gráfico a cargo de Darrick Robertson, fue la primera toma de contacto de Ennis con el personaje bajo el sello MAX y la aprovechó para buscar su auténtico origen. Un origen que no situó en un dramático picnic en Central Park sino en las sucias y húmedas trincheras de la guerra de Vietnam. Toda una declaración de intenciones que demostraba varias cosas. La primera de ellas fue la de mantener el pasado militar de Castle vinculado a Vietnam. Nada de actualizaciones o revisiones del pasado del personaje (algo habitual en los cómics de superhéroes). Ennis volvía a Vietnam, a la guerra que cambió la historia de los USA y que dejó una profunda cicatriz en la nación. De ahí surge Punisher, el veterano excombatiente embarcado en una guerra sin fin, la guerra que no pudo acabar en la jungla del sudeste asiático.
Esta revisión del pasado de Castle marcará el tono del resto de la etapa de Ennis hasta el punto de volver a ella en su último arco argumental, cerrando el particular ciclo que el guionista experimenta con el personaje. Porque una cosa queda clara con este punto de partida, lo que ha hecho Ennis con Punisher hasta ese momento no tiene nada que ver con lo que vendrá después, donde el guionista se adentrará en el personaje, sus motivaciones y su forma de ver el mundo como ningún otro escritor lo había hecho antes.
En el principio
El primer arco argumental del nuevo volumen fue toda una declaración de intenciones de lo que tenía en mente Ennis para la serie.
Seguridad Nacional ha puesto su punto de mira en Frank Castle, cuya guerra contra el crimen está alcanzando proporciones de genocidio. Mantener en la calle una fuerza de exterminio como Punisher pone incómodas a muchas personas y por ello recurren a un viejo amigo de Castle para intentar capturarlo y atraerlo a su bando. Este viejo amigo no es otro que Microchip, quien ayudó a Castle durante diez años en su guerra. El objetivo de Seguridad Nacional es utilizar a Punisher para atacar los objetivos que a ellos les interesen y si no quiere colaborar, entonces acabar con él. Como es lógico Castle no está de acuerdo con este planteamiento y acaba enfrascado en un enfrentamiento en varios frentes entre él, Seguridad Nacional y la Mafia.
Ennis empieza con mucha fuerza en este arco argumental, dando una visión de Frank Castle coherente con su origen y su carrear. Nos presenta a Castle bien entrado en la cincuentena, con años de guerra contra el crimen a sus espaldas y más alejado de la humanidad que nunca. Lo que nos enseña Ennis no es un nuevo Punisher sino una versión “realista” de un personaje que lleva en activo varias décadas. Una visión completamente alejada de los cánones del cómic superheróico, envejecida y en la que se aprecia el paso de los años y de los estragos de una vida dedicada a combatir. Todavía es una figura imponente en la que resalta esa aura casi mítica de portador de la muerte. El resto de personajes hablan de Punisher con miedo, conscientes de que es uno de los hombres más peligrosos del mundo.
En este arco argumental Ennis demuestra que las bromas y los chistes han quedado atrás. Punisher es una figura a la que temer no de la que reírse. No se pueden hacer bromas sobre una persona que lleva décadas asesinando y matando. De eso va este arco argumental.
Además el guionista demuestra un profundo respeto por el personaje y su trayectoria (ficticia y editorial) y recupera al personaje de Microchip, quién tuvo un papel destacado en las series protagonizadas por Punisher durante los 80 y los 90. Lo que sucede con él durante este arco argumental viene a demostrar que todo eso forma parte del pasado y que este Punisher va a seguir un camino muy diferente.
Por lo demás, destacar el trabajo de Lewis LaRosa en el dibujo, tosco y oscuro acorde con la historia, y que se nota que Ennis quiere aprovechar la libertad que le da el sello MAX dando rienda suelta al uso de lenguaje soez, las referencias sexuales y la violencia explícita.
Cocina irlandesa
El segundo arco argumental de la serie, titulado Cocina irlandesa, se puede decir que es Garth Ennis en estado puro, tanto por las referencias a su Irlanda natal como por el desfile de personajes marca de la casa que aparece por la historia.
Aprovechando el vacío de poder dejado por las últimas masacres de mafiosos perpetradas por Castle, las diferentes facciones de la mafia irlandesa intentan conseguir su parte del pastel del crimen de la Gran Manzana. Este aumento de la actividad criminal atraerá la atención de Punisher quien tendrá que hacer frente a las diferentes bandas mientras intentan matarse entre ellas.
Se podría decir que este arco argumental es el más convencional (si se puede utilizar este calificativo para una obra de Ennis) de toda la serie al presentarnos el típico enfrentamiento de Punisher contra un grupo criminal. La historia cuenta con los ingredientes habituales de este tipo de tramas con enfrentamientos de bandas, traiciones, acción y, al final, mucha muerte. Lo que la hace distinguible del resto de historias son los personajes que Ennis se saca de la pluma para aderezar la trama: el líder venido del viejo continente severamente desfigurado (Ennis debe tener fijación con esto), el irlandés de raza negra y rastas al que no toman en serio y debe demostrar lo duro que es o el anciano torturador de la mafia al que obligan a dejar su retiro para volver a diseccionar rivales. El guionista demuestra una vez más su talento para construir personajes estrambóticos pero atractivos y para saber llevar una historia por el peso de sus personajes.
En esta ocasión el responsable gráfico es Leandro Fernández, quien aporta un dibujo de líneas más claras y definidas que su predecesor. Después del brutal inicio que tuvo su etapa en la serie, en este segundo arco argumental Ennis mantenía las señas de identidad de las historias de Punisher más convencionales. Parecería que se trata de un paso atrás en la propuesta del guionista pero yo lo interpreto como una forma de asentar al personaje y mostrar cual se su forma de actuar actual. Lo mejor aún estaba por llegar pero lo que Ennis había mostrado hasta el momento estaba a la altura de lo esperado.
Madre Rusia
El tercer arco argumental de la serie posiblemente sea el más sorprendente (junto al de Barracuda) por lo inesperado. Después de dos historias de corte urbano, Ennis embarcaba a Punisher en una historia de espías digna de James Bond (si James Bond fuese un irlandés cabreado, claro).
Mientras Castle persigue a un criminal ruso recién salido de la cárcel recibe la visita de Nick Furia. Éste le propone un trato: participar en una misión casi suicida a cambio de obtener acceso ilimitado a las bases de datos de las agencias de seguridad de la Coste Este. La misión consiste en infiltrarse en una base de misiles rusa y rescatar a una niña por cuyas venas corre una poderosa arma biológica. Cuando la violencia se desata en la base empezará una lucha de poder entre las salas de guerra del Pentágono y las del Kremlin, con consecuencias imprevisibles para el mundo.
A pesar de contar con las bondades del estilo de Ennis, este arco argumental parece fuera de lugar en una serie que pretendía mostrar la versión más realista del personaje. Ennis sigue rindiendo homenaje al pasado de Punisher con esta historia que parece sacada de la serie de los 80, salvando las distancias de estilo y contenido adulto. A pesar de ello, este arco argumental tenía algunos puntos de interés como la presencia de Nick Furia, otro de los personajes fetiche del autor en su paso por Marvel, y la presentación de dos nuevos personajes que tendrían una relevancia especial en futuros arcos argumentales de la serie: el general Zakharov, conocido como el Hombre de Piedra, y Rawlins, un agente de la CIA especialista en trabajos sucios y misiones encubiertas.
El arte de Dough Braithwaite también supone una rareza en la serie, no por su estilo acorde con el del resto de colaborares sino por ser el único arco en el que trabajó este dibujante.
Leído en retrospectiva, esta historia presenta varios de los elementos que serán importantes en el desarrollo de la etapa de Ennis. Desde el punto de vista formal, un rasgo que aflora en esta historia es el del paso del tiempo. La trama de este arco argumental se sitúa un año después de la primera historia, coincidiendo con el tiempo real trascurrido entre la publicación de los primeros capítulos de ambas historias. Esto es importante porque el paso del tiempo será evidente a lo largo de la etapa y los personajes evolucionarán acorde con ello. Otro de los aspectos formales que empieza a tomar forma en esta historia es la utilización de personajes recurrentes lo que imprime al conjunto de la etapa la sensación de estar ante una gran historia rio que sigue a Punisher en los últimos años de su guerra (el tono crepuscular se acentuará en futuras historias). El último aspecto, más temático, es la relación de Frank Castle con las mujeres, en este caso con la niña que debe rescatar. Una relación sobre la que el autor volverá más adelante y que revelará un interesante rasgo de la personalidad de Frank Castle.
Arriba es abajo y blanco es negro
Tras año y medio al frente de la serie, Ennis abordó el cuarto arco argumental y lo que hasta el momento estaba siendo una buena serie de Punisher se convirtió en LA mejor serie de Punisher que hubiera leído hasta el momento.
Un joven mafioso con ganas de escalar posiciones y obtener poder decide que el mejor camino para conseguirlo es acabar con Punisher. Su plan consiste en cabrearlo hasta tal punto que se vuelva descuidado y así poder liquidarlo. Para ello, profana la tumba de la familia de Frank Castle, lo graba en video y lo envía a la televisión para que lo vea todo el mundo. La reacción de Castle será muy violenta pero no estará solo, ya que una antigua agente de la CIA decide ayudarle y así compensarle errores del pasado.
Desde mi punto de vista este arco argumental supone un punto de inflexión en la serie y recupera el tono con el que Ennis había comenzado su etapa. En esta historia se nos muestra el lado más íntimo de Frank Castle, reaccionando a la profanación de su familia muerta pero también estableciendo una relación sentimental con O’Brien, personaje femenino que había sido presentado en ese primer arco argumental y que acabará teniendo una importancia capital en el futuro de Castle.
Ennis da lo mejor de su capacidad como guionista, creando una trama donde las piezas van encajando con soltura y, sobre todo, desarrollando unos personajes memorables. Empezando por el villano de la función, un mafioso advenedizo con un pasado truculento que sólo Ennis podría haber imaginado, pasando por la mencionada O’Brien y destacando un Frank Castle al que el autor nos lo enseña como nunca antes lo habíamos visto: una máquina de matar que aún conserva un atisbo de humanidad.
En este arco argumental repite Leandro Fernández en el apartado gráfico, mejorando lo hecho en Cocina Irlandesa. El artista argentino se afianzó en la serie y fue mejorando con cada nueva historia, entendiéndose a la perfección con el guionista y aportando el grado de realismo necesario para trasmitir toda la dureza de las ideas de Ennis.
Los esclavistas
Toda etapa por buena que sea siempre tiene sus momentos álgidos. Para mí, Ennis alcanzó ese momento en esta saga en la que el guionista enfrentó a Punisher a una organización de trata de blancas. La crudeza la historia y la forma en que describe la reacción del protagonista frente a la situación descrita, la convierten en el arco argumental más memorable de todos.
Durante una operación rutinaria contra un traficante de drogas, Punisher se cruza con una muchacha desesperada que le implora ayuda. Se trata de una joven moldava, secuestrada de su hogar y forzada a prostituirse por un clan mafioso. La historia de la joven conmueve a Punisher quién se embarca en una cacería sin tregua hacia una de las bandas criminales más inhumanas a las que nunca ha hecho frente. Pero la banda cuenta con bastantes recursos y uno de ellos consiste en poner a la policía de Nueva York en contra de Punisher, lo que dificultará su labor de castigo.
Tras dos arcos argumentales que sembraron las semillas de la gran historia río que Ennis estaba cocinando con Punisher, Los Esclavistas parece una vuelta a las historias típicas del vigilante contra la banda criminal. Aparentemente puede ser así pero Ennis se esmera más que nunca y nos plantea un relato de gran crudeza sobre un tema, la explotación de seres humanos para satisfacción de otros, delicado y muy difícil de abordar. Ennis no esconde nada, la historia de la muchacha protagonista es de una crueldad insoportable, y el retrato que pinta del mundo de la explotación sexual es desolador. Es curioso constatar como en el momento en que Marvel a lanzaba una nueva serie de Punisher enmarcada en el Universo Marvel (el Punisher War Journal de Matt Fraction), Ennis brindaba su historia más oscura hasta el momento.
En esta historia Ennis desarrolla una nueva faceta de la relación de Punisher con las mujeres. Es un tema que el guionista ya había tratado con anterioridad en la relación que Castle establecía con O’Brien, o en la forma de tratar a la niña en su misión en Rusia. En esta ocasión, la víctima de la historia es una mujer que ha sufrido lo indecible, incluyendo la muerte de bebé, lo que afecta profundamente a Punisher. Cómo dice después de conocer la trágica historia “supe que muchos hombres iban a morir”. Frank Castle es un hombre chapado a la antigua, con unos valores de otra época (obvio) y el trato que desarrolla con la joven a la que ha rescatado es paternalista y protector. La violencia ejercida contra ella le hace ver el mundo en rojo y llevar a cabo alguno de los castigos más extremos que se le han visto nunca. Este desarrollo de la personalidad de Castle me resulta perfectamente coherente con el personaje y demuestra el profundo interés de Ennis en construir un retrato de Punisher realista y nada complaciente.
El encargado gráfico de estos números vuelve a ser Leandro Fernández, quien realiza un buen trabajo capturando la crudeza de la propuesta de Ennis.
Sin ninguna duda esta es la historia del Punisher de Ennis que más me marcó y la que más veces he leído. Un descenso a las profundidades de la oscuridad del ser humano, tenebroso, violento y que deja cuya única esperanza, el deseo de que exista alguien como Punisher para castigarla como es debido.
Barracuda
Después del tour de force emocional que supuso el arco anterior, Ennis da un respiro al lector con Barracuda, una historia donde sobresale la aparición de uno de esos personajes tan excesivos y carismáticos a los que nos tiene acostumbrados el guionista. Además, vuelve a la palestra algo del humor negro que había caracterizado el trabajo de Ennis en la serie de Marvel Knights.
Punisher se enfrenta a una trama de crimen financiero y corporativo que le lleva hasta Florida. Esta vez su enemigo es un grupo de ejecutivos de una corporación energética, un cambio respecto a sus habituales presas lo que hace que baje la guardia y caiga bajo las fauces del temible Barracuda, un mercenario sin escrúpulos y bastante dado al exceso.
Ennis es un experto creando personajes llamativos, excesivos y fascinantes por motivos que no deberían serlo. Es su gran talento como guionista y este arco argumental es una buena prueba de ello. La creación de un antagonista como Barracuda a estas alturas de la serie parece algo fuera de lugar, pero el guionista consigue que funcione, y en unos pocos números consigue convertir a este temible asesino en uno de los favoritos de los lectores.
Además, Ennis no da puntada sin hilo y aprovecha la historia para tratar con su habitual vis mordaz las malas prácticas de las grandes corporaciones. En aquella época el escándalo de la quiebra de Enron todavía estaba fresco en la memoria de los lectores, lo que permite al guionista integrar a Punisher a tramas bien próximas a la realidad, conectando más que nunca la serie y el personaje con el mundo real.
Este arco argumental también supuso la incorporación del talentoso Goran Parlov a la lista de dibujantes de la serie. A lo largo de los años el buen entendimiento entre Ennis y Parlov ha quedado más que patente y el artista croata fue el escogido para cerrar la etapa de Ennis al frente del personaje.
Hombre de piedra
La historia río que Ennis ha ido construyendo desde el principio de la serie alcanza un momento importante en Hombre de piedra, donde varios personajes secundarios de la serie alcanzan su fatal destino.
Han dos años desde que Punisher asaltó un silo de misiles en Rusia. Durante ese tiempo la carrera del general Zakharov se ha visto frustrada por el resultado de dicho incidente. Cuando el agente Rawlins aparece en escena, pone al general sobre la pista de Punisher como el responsable de su desgracia. Incluso los rusos saben que Punisher es prácticamente invencible en su territorio por lo que le obligarán a viajar hasta Afganistán donde le darán caza. El cebo para atraerle a la trampo: O’Brien, la exagente de la CIA con la que Castle tuvo una relación algo más que profesional.
Las piezas que Ennis ha ido colocando sobre el tablero durante los últimos años convergen en un enfrentamiento de proporciones épicas. Una vez más el guionista recurre a una mujer, la agente O’Brien, para provocar la reacción de Punisher. En esta ocasión no se trata de una víctima indefensa sino de una mujer casi tan dura y letal como el propio Punisher, pero a él le da igual. Sin duda éste es un interesante apunte sobre la personalidad de Castle que el escritor ha sabido construir y desarrollar con mucho acierto durante su estancia en la serie.
El guionista aprovecha la historia de venganza del general Zakharov para volver sobre uno de sus temas favoritos: la crítica feroz al conglomerado militar industrial estadounidense (y por extensión al de cualquier otro país) que ve en las guerras una oportunidad de negocio sin importar el coste en vidas humanas que ello supone. Fiel a su estilo de aprovechar la realidad para alimentar sus historias de Punisher, Ennis utiliza la guerra de Afganistán (consecuencia de los acontecimientos que empezaron el 11-S) como escenario donde plantear sus dilemas y críticas, respetando siempre el papel de las personas que están en primera línea de los conflictos bélicos. Este respeto por los soldados es algo evidente en la obra global de Ennis y es especialmente patente en su visión de Fran Castle.
Leandro Fernández se despide de la serie con este arco argumental manteniendo el buen nivel que había demostrado en sus sagas anteriores.
Personalmente este arco argumental me impresionó mucho por dos motivos. El primero fue comprobar que realmente existía ese gran esquema que Ennis había planteado casi desde su primer número en la serie, con tramas que se prolongaban durante años y evolucionaban a un ritmo prácticamente real (acorde con el tiempo de publicación). El segundo motivo fue la contundencia del final del ciclo del personaje de O’Brien y el impacto que tiene en Punisher. Sencillamente magistral.
Las viudas
El penúltimo arco argumental de la etapa volvía sobre algunos de los temas tratados en Los Esclavistas y funcionaba como una historia simétrica a aquella, formando un díptico de profundo impacto.
Cinco viudas de cinco mafiosos asesinados por Punisher deciden hacer aquello que sus hombres no pudieron hacer: acabar con Punisher de una vez por todas. Para ello deciden estudiar a su objetivo a fondo y averiguar porque nadie ha podido acabar con él y cuáles son sus puntos débiles. Pero habrá otro factor en juego, otra viuda de Punisher víctima a su vez de las mujeres de la mafia. Habrá en marcha una venganza y esta vez Punisher no será el encargado de llevarla a la práctica.
Una vez más Ennis aborda el papel de las mujeres en la vida de Punisher, pero esta vez convierte a las víctimas en verdugos. El guionista nos ofrece una visión complementaria a la que nos mostró en Los Esclavistas donde las mujeres deciden pasar a la acción y ser responsables de sus destinos. De esta forma acaba de abordar uno de los temas fundamentales que ha tratado a lo largo de toda la serie. Un tema que ningún autor había tratado de forma directa y que Ennís convirtió en uno de sus pilares.
De nuevo el guionista recurre a un elemento de las series clásicas del personaje y nos ofrece una versión femenina de Punisher. En los 90 ya se hizo algo así, pero en esta ocasión el autor lo aprovecha para realizar una interesante reflexión sobre Punisher. Lo que le mueve no es la venganza, como al resto de personajes de esta historia, sino un profundo sentimiento del deber (vivo para hacer lo que hay que hacer, afirma Castle en un momento dado) y que la terrible carga que ello conlleva sólo puede recaer sobre sus hombros.
En esta ocasión es Lan Medina quien pone el arte al guion de Ennis, brindando un trabajo elegante y efectivo.
El díptico formado por Los Esclavistas y Las Viudas es uno de los grandes legados de Ennis en esta serie. Son historias que se pueden leer y entender al margen del resto de la serie pero que impactan de igual manera gracias al talento del irlandés para profundizar en la psique de los personajes y para mostrar sin tapujos la crueldad que oculta este mundo.
La larga y fría oscuridad
Cuando parecía que Ennis no podía sorprender más al lector, nos brindó esta saga con la que el escritor encaraba el final de su etapa y que incluye uno de los momentos más impactantes de toda la serie.
Barracuda regresa de entre los muertos para vengarse de Punisher. No quiere matarlo simplemente, quiere hacerle sufrir más que nada en este mundo y busca la mejor forma de hacerlo. Y la encuentra en el lugar más inesperado de todos: Punisher tiene una hija y ahora está en manos del asesino más despiadado del mundo. Frank Castle deberá afrontar el descubrimiento más importante de su vida e intentar que se repita la tragedia que le empujó a convertirse en Punisher 30 años atrás.
Este arco argumental refleja a la perfección uno de los rasgos que caracterizó la serie a lo largo de sus cinco años de publicación: el paso del tiempo y la evolución de los personajes. Lo que pasaba en un arco argumental tenía repercusiones en los siguientes y el tiempo avanzaba inexorable para todos los protagonistas. Darle una hija a Punisher es una jugada maestra de Ennis para cerrar esa gran historia rio que había construido. Con esta niña, existía la posibilidad de que Frank Castle tuviera un rayo de esperanza y recuperara su humanidad perdida. Hubiera sido un bonito final para la guerra de Castle, dándole la oportunidad de encontrar la paz después de tantos años combatiendo. Pero Castle ya no existe, sólo Punisher, y la única forma de salvar a esa niña es cortando cualquier lazo que pudiera existir entre ellos. Una decisión difícil, que Ennis y Parlov escenifican en una hermosa y terrible última página en la que Punisher reconoce que su vida es una larga y fría oscuridad.
Ennis podría haber cerrado su etapa perfectamente con esta historia, la triste reflexión de esa excelente última página y con todos los cabos sueltos de su historia bien atados. Un cierre emotivo, sin esperanza pero cargado de emoción en una historia en la que la violencia ha jugado un papel destacado pero en la que ha prevalecido un profundo y respetuoso tratamiento de personajes.
Valley Forge, Valley Forge
El último arco argumental de la serie funciona como un epílogo en el que el autor cierra el círculo iniciar en Nacimiento, regresando al escenario de Vietnam y convirtiendo a su Punisher en una auténtica leyenda.
El grupo de generales detrás del asalto al silo de misiles ruso decide que no puede permitirse la existencia de un cabo suelto tan peligroso como Castle por lo que deciden montar una operación para acabar con él. Al mando de la misión estará un oficial que guarda una relación con el pasado de Castle en Vietnam. A través de los recuerdos de un antiguo compañero de Castle en Nam este soldado se hará una idea de quién es Punisher y porque no se puede acabar con él.
Ennis aprovecha el único cabo suelto que quedaba de sus historias (hay que ver lo que dio de sí un arco argumental como Madre Rusia que en un principio parecía fuera de lugar) para repasar la visión de Punisher que tienen aquellos que le han conocido. El guionista combina textos en prosa con la narración en viñetas para dar una visión casi mítica de Punisher. Ennis abandona el discurso interior que ha acompañado las viñetas durante toda la serie y nos narra toda la historia desde el punto de vista de otros personajes. Un cambio intencionado que da al personaje protagonista una condición de leyenda. Punisher es un ser de guerra y así continuará.
Este cierre de etapa es toda una carta de reconocimiento y respeto del guionista a su personaje. Después de estar casi cinco años en la cabeza de Punisher, Ennis da un paso atrás y nos da una visión desde fuera como si ya no se atreviera a atisbar en las oscuras profundidades de la mente del vigilante. Quizás ya no le interesa lo que hay allí, su historia ya está contada y ahora han de ser otros quieren recojan el testigo.
Poder disfrutar “en directo” de una etapa como la de Ennis al frente de Punisher MAX fue una autentica gozada. Como gran fan del personaje de Punisher (gracias a él me adentré en el Universo Marvel como coleccionista) ver cómo se construía saga a saga esta gran historia sobre un personaje al que tenía tanto cariño fue algo fascinante. Empezó muy fuerte, luego se enfrío un poco, lo reconozco, pero a la altura de Los Esclavistas ya estaba completamente enganchado a la propuesta de Ennis y cada nueva entrega la atesoraba como la mejor lectura del mes en el que se publicaba. Vivida en directo la sensación fue muy buena, con el paso de los años y las relecturas, el reconocimiento y el disfrute por el trabajo de Ennis y sus colaboradores no ha dejado de crecer.
El Punisher que nos brinda Ennis es a la vez el más realista y el más mítico que te puedas encontrar. La parte realista la aporta el respeto por el origen y la trayectoria del vigilante, mostrando a un Frank Castle veterano, curtido por años de guerra, consumido por su oscuridad pero todavía con algunos atisbos de humanidad. La parte mítica nos la muestra en ese Punisher visceral, una máquina de matar implacable y temida a la que el propio Ennis se aproxima con un profundo respeto reverencial.
La etapa de Ennis es prácticamente perfecta. Tiene algunos altibajos pero el nivel medio es sobresaliente, tanto en el recorrido como en la evolución del personaje (la hay aunque no lo parezca). La grandeza de este trabajo también se aprecia en la sensación de plenitud que deja al final, tras leer la última página. Pocas historias más de Punisher se podrían escribir después del último arco de Ennis. Quizás, y bajo mi punto de vista, faltó una historia más, la definitiva, aquella en la que Frank Castle muriera. Una historia así hubiera sido apostar por el final más realista y humano del personaje. Pero Ennis no quiso (o no se atrevió) darle ese final (Unos años más tarde Jason Aaron sí se atrevió a narrar ese final, pero esa es otra historia que prefiero olvidar). El irlandés prefirió el final mítico, la figura embarcada en una guerra sin fin, la leyenda grabada a fuego en la memoria del lector. Ninguna queja sobre eso, Ennis se ha ganado ese privilegio.
Más de uno podrá pensar que mi elección de la etapa de Garth Ennis en Punisher MAX para conmemorar los 20 años de Zona Negativa es una opción extraña teniendo en cuenta que me pasé varios años reseñando cómic europeo en esta casa. Pero no siempre fue así, ya que en mis inicios haciendo reseñas para ZN fueron con cómics Marvel. Precisamente, mi primera reseña fue de un tomo con guion de, adivina quién, Garth Ennis para el sello MAX . Por este motivo me parecía acertado culminar mis colaboraciones en ZN (por el momento) volviendo al origen y haciéndolo con una de las etapas que más me han marcado de las que se han publicado durante el tiempo de vida de esta santa casa.
Solo me queda agradecerle a Raúl, a quien conocí en otra vida al margen de ZN, la posibilidad de colaborar en este proyecto tan especial que esta semana cumple 20 años. Muchas felicidades por haber llegado tan lejos. Mis felicitaciones y agradecimientos también para todos los colaboradores que han contribuido durante estos años a construir esta maravillosa comunidad. ¡A por 20 años más! Nuff Said!
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