Javier Vázquez Delgado recomienda: ZN 20 años – Historias del barrio por Toni Boix

Por Toni Boix

– ¿Por qué nos caemos, Bruce? Para aprender a levantarnos.

Desde que Raúl López, alma mater de Zona Negativa y buen amigo, me propuso que escribiera una reseña para el 20 aniversario de la web, tuve claro que dicha reseña versaría sobre Historias del barrio de Gabi Beltrán y Tomeu Seguí. Desde ese mismo momento también, esta frase de Batman Begins quedó inextricablemente asociada al comentario que quería hacer de la obra. Sabía que no quería escribir una reseña al uso, puesto que en su día en ZN ya se ocuparon de esa tarea mi amigo David Fernández (https://www.zonanegativa.com/historias-del-barrio/) y el compañero Raúl Silvestre (https://www.zonanegativa.com/historias-del-barrio-caminos/) mucho mejor de lo que yo soy capaz de hacerlo. Pero también sabía que no quería escribir de otro libro, dada la hondura conseguida por su pareja autoral y la significatividad que este cómic ha tenido en mi más reciente trayectoria profesional. De hecho, en este largo periodo de mi vida en el que he decidido conscientemente alejarme del trajín de la actualidad comiquera, pocas son las historietas que han suscitado un interés profundo en mí y, de entre ellas, solo Sunny de Taiyo Matsumoto y estas Historias del barrio de Beltrán y Seguí han conseguido interpelarme de forma integral: intelectual, emocional y vitalmente. Es desde este contexto que empecé a pensar en este iluminador relato desde una doble clave: ¿Por qué leo? ¿Por qué escriben aquellos autores a los que leo?

Recupero ahora las controvertidas palabras que Christopher Nolan y David S. Goyer pusieron en boca de Thomas Wayne en su primera película sobre el Caballero Oscuro: “¿Por qué nos caemos?” El sufrimiento nos ha traído de cabeza, a los humanos, desde que tomamos conciencia de nosotros mismos, como muestran buena parte de nuestros mitos fundacionales. Se trata de una cuestión a la que no podemos dejar de acercarnos y, a la vez, para la que no obtenemos respuesta por más veces que lo intentemos. La pregunta está ahí para cada uno de nosotros, como reflejaba Karl Jaspers en su descripción de las situaciones límite, esas vicisitudes que cambian de golpe nuestro horizonte existencial al conectarnos con lo contingente de nuestro ser. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida… y no siempre son cuatro donuts sin caducar. A veces la vida te rompe en mil pedazos y parece que no hay forma de recomponerse. A veces la vida juega en contra de tus expectativas y te deja a dos velas. A veces… a todos nos llega nuestra vez… y jode. Así que la pregunta es para todos. Pero, por universal que sea esa pregunta, la respuesta nunca podrá serlo. Como afirma Viktor Frankl, el sentido de la vida es asunto personal e intransferible. Existe en nosotros una voluntad de sentido y ese sentido es alcanzable… a la par que circunstancial. Por eso cada cual debe andar su camino por cuenta propia. Aunque nunca viene mal saber de las pesquisas y averiguaciones de los demás. Es por eso que leo. Para mejor entender, para mejor entenderme, para vivir. Y, a este nivel, Historias del barrio es una aportación de referencia enormemente lograda.

De unos pocos años a esta parte ha empezado a instaurarse en nuestro territorio una terapia de corte psicodinámico basada en la mentalización. Dicha terapia “hace referencia al proceso psicológico mediante el cual percibimos e interpretamos la conducta humana, tanto la propia como la ajena, como un elemento dependiente o relacionado con estados mentales subjetivos e intencionales, tales como los deseos, los pensamientos o sentimientos” (http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1578-908X2013000100003). Explican, los profesionales que la practican, que en situaciones de alta tensión emocional se nos cruzan los cables y pasamos de la mentalización mayormente objetiva y juiciosa al modo automático: berserker, correcaminos o poste de teléfono, según la respuesta de supervivencia introyectada cuando críos. Resulta clave, en esos momentos, detenerse y deshacer el camino para poder tomar conciencia de qué es lo que estaba sucediendo en nuestro universo emocional –en nosotros mismos y en los próximos con los que estábamos interactuando- para que saltasen las alarmas que llevan a ese fundido en negro de nuestra confianza en nosotros mismos y nuestra empatía para con los demás. Y, a este nivel, Historias del barrio es una aportación de referencia enormemente lograda. A sabiendas repito la frase con la que cerraba el párrafo anterior, con todas sus letras y comas, porque es completamente cierta. Beltrán y Seguí realizan con esta obra un ejercicio de mentalización de manual y una proeza narrativa al alcance de muy pocos… puesto que muy pocos son los que, habiendo habitado en el infierno (o en el “agujero negro”, como se le llama en uno de los capítulos), son capaces de salir de él con la entereza suficiente como para contarlo y el arte necesario como para que a los demás nos llegue algo de lo que ellos han vivido; para que podamos sentirlo y, en alguna medida, hacérnoslo nuestro. La calibrada y contundente prosa de Beltrán y el grafismo sencillo y expresivo de Seguí así lo consiguen, trasportándonos hasta esos años mozos de su guionista con una honesta naturalidad nada fácil de alcanzar. Explicaba George Perez en una entrevista que, cuando en una ocasión se lamentó ante Marv Wolfman de que los lectores de sus Nuevos Titanes no hacían ningún comentario laudatorio sobre sus dibujos, su colega le contestó: “Fíjate que tampoco comentan lo bien escrito que está. Hablan de lo que pasa. Hemos creado una historia que se hacen suya. Es mucho mayor que tú o que yo” (https://13thdimension.com/george-perez-this-issue-was-the-new-teen-titans-turning-point/?fbclid=IwAR2m7ggZQ4Q21vu1Cs_OmV-N8U3zzfi86z3_bCEAGAH4E_8ieHaqqfllEW8). Para mí, pasa lo mismo con Beltrán, Seguí y sus Historias del barrio. Su habilidad como narradores es apabullante, pero por eso mismo se diluye tras el relato que nos están contando y en el cual nos sumergen. Su logro está en que nos regalan retazos de vida auténtica, de esos que calan en cualquiera, aunque no haya leído un cómic en su vida. Sé de lo que hablo, porque -como ya le expliqué a Gabi Beltrán hace un tiempo- he estado utilizando algunas de sus historias para conducir grupos de reflexión existencial con jóvenes con problemas de salud mental y, en algunos casos, también con un diverso historial delictivo a sus espaldas. Y se los beben a chorro. A chorro. Hasta el chaval con más pinta de estar de vuelta de todo acaba metido en la historia, esa historia de Gabi Beltrán en su juventud en el barrio chino de Palma de Mallorca.

No tengo ningún interés en diseccionar la obra en sus distintos apartados. Si lo que habéis leído hasta ahora os ha interesado en alguna medida, espero que sirva solo para que recuperéis las reseñas de mis compañeros o, mejor todavía, os acerquéis de manera virgen a esta obra fundamental de nuestra historieta contemporánea. Pero sí que hay un elemento en el que deseo detenerme, puesto que está directamente conectado con la idea vertebradora de este escrito al que ya está claro que no puedo llamar reseña. En Historias del barrio Gabi Beltrán habla desde dos voces distintas: la de su personaje, en su adolescencia, lidiando con todo sin entender apenas nada; y como narrador, a través de los textos de apoyo, desde la lúcida madurez de su mediana edad. Por eso la obra se convierte en una herramienta de mentalización tan valiosa, en la que nuestra voz adulta toma conciencia de nuestras conflictivas y contradictorias mociones juveniles. Es por obras como esta por lo que leo: porque me ayudan a entender. Y tal vez también es por eso que escriben los autores a los que leo: para poner palabras que engendren algún tipo de sentido allí donde cuesta tanto encontrarlo.

Gracias Tomeu. Gracias Gabi. En mi nombre y en el de todos los jóvenes que han podido, gracias a vuestra sinceridad y vuestro buen hacer narrativo, entenderse un poco más a sí mismos para mejor aceptarse, para desear levantarse, para vivir.

TONI BOIX

La figura de Toni Boix siempre ha sido muy importante en Zona Negativa, no sólo por su reseñas, ni por su sección de Píldoras Nacionales o Va de BD, lo ha sido por su carácter siempre conciliador, por ejercer no pocas veces de ese hermano mayor que por sus vivencias siempre tiene un buen consejo que darte. Los lectores conocéis al Toni Boix que escribe de forma magistral pero creedme, es de esas personas de las que te alegras más por haberla conocido y todo lo que te ha aportado que por lo mucho que hemos disfrutado leyendo sus artículos.

Toni comenzó a escribir en ZN en febrero de 2005 y decidió tomarse un respiro en diciembre de 2013 aunque siempre que le hemos necesitado no ha dudado en volver con nosotros. Para el recuerdo quedarán los más de ochocientos artículos con los que ha hecho crecer ZN.



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